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Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

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Mundo Shinobi - Clones verdaderos - 495

Mientras Nagisa se preparaba para volver a su misión, Tsubaki, su madre, se estaba despertando en una cama amplia dentro de su dormitorio, en la costa de la nación del Rayo.

Ella abrió los parpados y vio la cabecera blanca y esponjosa. La cortina de la ventana estaba abierta, así que la luz de la mañana iluminaba toda la habitación. Ella miró a la cabecera en la que debería estar su compañero, pero estaba vacía. Tsubaki pestaño un par de veces, levantó su rostro y parpadeo para enfocar su vista.

Kain no estaba. Solo eran ellos y Mugen, su hijo. Los guardaespaldas y la niñera se habían quedado en Konoha.

Tsubaki apoyo sus manos en la cama y se levantó. Ella estaba completamente desnuda, así que busco una bata blanca, se la puso y salió de la habitación. La cabaña estaba hecha de madera, pero con un acabado moderno. La luz era impecable y el mobiliario fino. Iba a ser la residencia de Tsubaki hasta que el hotel estuviera finalizado.

Tsubaki llegó a la habitación de su hijo, el pequeño Mugen de un año. Ella abrió la puerta y como lo supuso, encontró a Kain con Mugen en sus brazos. El pequeño pelirrojo tenía los ojos enfocados en su padre mientras este último le conversaba de cosas. Algo loco para Tsubaki, ya que ella veía a su hijo como un bebé de un año. Apenas sabia decir papá.

—Querido— dijo Tsubaki —¿Llevas mucho tiempo despierto?—

Ella camino hacia Kain mientras lo observaba. Kain llevaba el cabello blanco suelto y vestía una bata blanca. Por otro lado, el pequeño Mugen llevaba un pijama con dibujos de gato. Kain había seguido el legado de Mito Uzumaki y les había regalado a todos sus hijos ropa y almohadas con dibujos de gatos.

Kain sonrió con tranquilidad y le dijo —no mucho. Además, tú sabes lo tranquilo que es Mugen—

Tsubaki asintió, sonrió, pero por dentro estaba preocupada. No era natural que los niños fueran tan tranquilos, pero parece que esa lógica no funcionaba en esta casa. Mugen y su hermana Miyuki eran especialmente tranquilos, pero parece que por todo lo que ellos no hacían, su hermano Hashirama lo hacía por diez.

—Hola, bebé ¿Cómo estás?— preguntó Tsubaki con una amplia sonrisa, adoraba a su hijo. Este último era grande, robusto y pelirrojo. Tenía un año, pero en desarrollo parecía que tenía un año y medio de vida. Era el menor de los tres, pero el más grande.

Kain le entregó el bebé a Tsubaki y la ayudo a cuidar de Mugen. Hoy era su último día solos, mañana llegarían los guardaespaldas y la niñera.

Después del desayuno, Kain se vistió con su usual haori, kimono verde pasto y hakama negro. Tsubaki con un kimono azul y un obi rojo. El gran Mugen también llevaba un kimono verde pasto, como era tranquilo, no había problema.

Kain y Tsubaki salieron de la cabaña y caminaron colina abajo, hacia la playa. De bajada se veían las chozas y casas comunales de los locales. Pescadores que llevaban siglos viviendo en esta región y dándole la bienvenida al gran Genbu. Una tortuga que por su tamaño parecía un biju, pero nunca había dado problemas. En su caparazón llevaba una isla, literal. También era uno de los lugares más ricos en chakra y energía natural de todo el mundo. Sin embargo, pese a su descripción, era un animal que seguía la costumbre migratoria de las otras tortugas ¿Quizá a que región del mundo viajaba a desovar? El propio Kain tenía su ojo puesto en el cielo (unidad Janos), pero todavía no era capaz de llegar a cada esquina del planeta.

Para el momento en el que Kain y su familia viajaba a la playa, los pescadores ya estaban de vuelta y estaban terminando de limpiar las redes. A lo lejos, en el muelle, ellos estaban junto a sus embarcaciones.

Por otro lado, el camino de Kain y su familia era privado por decirlo de alguna manera. Él mismo lo había hecho al igual que la cabaña. No fue ningún problema con las nuevas funciones añadidas al sistema de Vástago y Segador. El camino descendía serpenteando colina abajo acercándolos al poblado y de ahí en adelante tenían que utilizar los caminos comunes hacia la playa.

Cuando ellos llegaron al poblado, llamaron mucho la atención. Kain era alto y de cabello blanco, no era extraño, pero Tsubaki era madura y hermosa. Los pescadores la quedaban mirando, pero al ver al marido al lado de Tsubaki no se atrevían a decirle nada. La razón en específico era que shinobi-sama los podía matar. Eran las viejas creencias de los civiles, cosa que en las grandes ciudades ya no funcionaba. El cambio de las eras modifico dichas creencias, pero parece que eso no había alcanzado a todas las personas.

El jefe de la aldea, un hombre bronceado, arrugado como un pasa y de cabello cano, camino hacia Tsubaki y Kain, los saludo respetuosamente y les ofreció de lo que habían pescado hoy. Él con sus más de setenta años seguía navegando.

—Muchas gracias— dijo Tsubaki algo acomplejada por el regalo, pero ya no se atrevía a rechazarlo. La gente era demasiado amable e insistente. Ellos la miraban mal si ella se negaba. Parece que era una ofensa a sus buenas intenciones.

Kain llevaba a Mugen en los brazos, así que Tsubaki recibió los peces que colgaban de una cuerda. Eran bonitos, grandes y apestosos.

—De nada, señora— dijo el anciano con una mirada astuta

—Veo que le fue bien en la pesca— añadió Tsubaki para hacer conversación

—Sí, verá— dijo el anciano y continuo con una larga explicación mientras caminaban a la playa. Según él, el gran Genbu llegó dos días antes de la fecha anticipada, lo que auguraba buenas pescas para este año. Gracias a eso, la gente estaba empezando a colocar lámparas de papel de color rojo para celebrar la llegada de la primavera. Siempre lo habían hecho así y la llegaba del gran Genbu siempre había traído un significado. Los ancianos tenían una conexión espiritual con el mar y podían decir cuando era la fecha límite. Si el gran Genbu llegaba antes, auguraba buenas pescas, si llegaba después de la fecha, auguraba un año duro. Siempre había funcionado, lo aseguro el anciano.

En medio de la explicación, un grupo de muchachos le trajo un mensaje al anciano, este último se disculpó y corrió de vuelta a su casa. Para sus setenta años era bastante rápido. Por supuesto, los muchachos no se ofrecieron solo de buena voluntad, vinieron a mirar a Tsubaki. Ella era un mundo aparte de las mujeres locales. Sobre todo, su vibrante cabello rojo y los ojos verdes.

Kain tosió para llamar su atención, ellos reaccionaron, se rieron y se despidieron. Sin embargo, más de uno tenía una expresión de aflicción.

Kain estaba tranquilo, no es como si pudiera esconder a Tsubaki. A pesar de que ella había tenido tres hijos y estaba a la mitad de su treintena, seguía siendo hermosa y su físico glamoroso.

Por su parte, Tsubaki estaba ruborizada y se aferró al haori de Kain con la punta de los dedos. Este último soltó una risita y la quedó mirando. Tsubaki se mordió el labio inferior y se ruborizo más todavía, casi podía competir con su cabello. Kain se acercó, le dio un pequeño beso en la mejilla y continuaron caminando hacia la playa.

Tsubaki y Kain siguieron caminando durante una hora hasta que llegaron a un sector de la playa a la que solo se podía acceder por este lado. De lo contrario, lo otro sería descender con cuerda por un acantilado. Ellos avanzaron, el lugar era tranquilo y el único ruido era el del viento y oleaje. Era una región amplia, en media luna, peligroso por la noche porque el agua subía hasta diez metros por encima del nivel de la playa.

—Es un lugar bonito— dijo Kain ocultando a Mugen entre sus brazos para que el viento no le llegara de frente.

—Sí, me gusta— dijo Tsubaki —pensaba colocar un mirador a esta altura y en el piso de arriba el restaurante. Así, la gente tendría una vista al mar mientras comen—

—Sí, sería interesante ver desde la protección como sube el nivel del mar— dijo Kain

—Pero me preocupa—

Kain miró a Tsubaki, ella realmente estaba preocupada por la construcción. Para empezar, esto era el fondo de un acantilado con veinte metros de profundidad ¿Cómo iban a construir un hotel en este lugar? ¿No era peligroso?

—Tranquila— dijo Kain —tú tienes que preocuparte de cómo manejar el hotel, yo me preocupo de su construcción. Todo estará bien, por lo menos, durante los próximos cien años. De ahí en adelante no prometo nada—

Tsubaki miraba a Kain, él le había explicado como lo iban a hacer, la estructura y como iban a plantar los cimientos, pero parecía tan irreal.

Lo que no entendía Tsubaki es que para Kain era un juego de niños, porque con todas las funciones que ya tenía Guardián, calcular la construcción de un edificio y simular los posibles escenarios era algo sencillo. Por supuesto, el hotel era la punta del iceberg. Kain tenía pensado construir una ciudad y un puerto que comunicara a lo largo de la costa a la nación del Rayo, El Agua, de la Escarcha, de las Aguas Termales y la nación del Fuego. También construiría un casino y eso llevaría a la desaparición del pequeño poblado y la construcción de una ciudad. Sin embargo, todo eso sería en el lapsus de veinte a treinta años, así que no había necesidad de correr. La gente vendría por su propia cuenta, ya sea por trabajo o diversión, o las dos cosas a la vez.

Una hora después, Tsubaki, Mugen y Kain volvían al poblado a través de la playa. Sin embargo, lo que ellos no se esperaban era una comitiva. Un hombre maduro se arrodillo delante de ellos. Tenía un semblante diferente. Era el hijo del jefe del poblado y llevaba camisa y jeans, todo limpio y nuevo.

—Kain-sama, es un honor para mi familia y para mi poder tenerlo en este poblado. Conozco las grandezas que ha hecho en ciudad Tengu, solo puedo decirle que estoy conmovido— dijo el hombre, parecía penitente, pero miraba a Kain como si fuera dios.

—Hola, mucho gusto— dijo Kain anticipando lo que sería una conversación incomoda. Ser nombrado dios shinobi era algo bueno, ventajoso, pero la gente se lo tomaba muy en serio. El problema estaba en que las creaciones de Kain lo elevaban a niveles inimaginables.

—Mucho gusto, Kain-sama— dijo el hombre —me llamo Minoru, si necesita ayuda, solo pídalo y estaré a su disposición. Puede ser a la hora que usted lo necesite, no lo dude—

Kain miraba a Minoru y a un grupo de veinte personas, incluso el amable anciano jefe de la aldea. Ya no era tan amable, ahora tenía una expresión reverente, peor que si pensara que shinobi-sama lo podría matar. Era mucho peor, ni siquiera se atrevía a hacer contacto visual. Era como si tuviera miedo de que dios lo fulminara con la mirada. Quizá que idiotez le había contado su hijo.

—Muchas gracias por tu ofrecimiento, Minoru— respondió Kain —si necesito algo, te llamare, no lo dudes. Ahora me voy a mi casa, espero que nos veamos en otra ocasión—

Minoru, arrodillado frente a Kain, asintió.

Kain hizo una sonrisa incomoda, miró a Tsubaki y ella asintió. Los tres avanzaron hacia el camino que Kain había construido y subieron por la colina.

Kain últimamente se encontraba con estos fervorosos del dios shinobi y con el tiempo aprendió que no significaba nada bueno. No importa a donde fuera, mientras él estuviera ahí, la gente lo seguiría para mirarlo u ofrecerle de todo, de todo. Algunos incluso le ofrecían a sus hijas o esposas, era demasiado.