Al igual que la familia Hera, la familia Zeus tiene su propia mansión, que dentro de todo, parece más un castillo con una ciudadela. Dentro del gran edificio, el "buen" dios Zeus tiene el último piso para él solo. No podía ser menos. Todos tenían prohibido subir, salvo ciertas "favorecidas". No obstante, fuera del capitán y el sub capitán, nadie más podía subir. Se especulaba que el dios tenía varias salas de juego. No en el sentido estricto de la palabra. Nunca se hablaba de mesas, licores, juegos de carta y esas cosas. Eran salas de juego que solo el dios y sus amantes conocían. Desde su suite personal hacia abajo, venían el capitán y el sub capitán. De esa manera, mientras menos rango tuvieras, más abajo quedabas en la construcción. Los que vivían afuera del castillo eran los sirvientes. Gente que realizaba labores de bajo valor, por decirlo de alguna manera. Se preocupaban de lavar, limpiar y mantener el aseo del castillo. Al igual que la mansión de Hera, la mansión de Zeus era rodeada por un mar de árboles. Con suerte y la ayuda de un catalejo, podías ver desde el cuarto piso hacia arriba. El resto solo quedaba a tu imaginación.
Por otro lado, solo los miembros de la familia podían hacer guardia. No por un sentido del honor o algo así, era más por la desconfianza. Para Zeus, cualquiera que no lleve su marca, es peligroso, un posible traidor. Así que el dios coloco a todos los rangos bajos a trabajar. También las reservas (aventureros que tenían alguna discapacidad, pero podían funcionar como guardias) ocupaban estos puestos. Hasta el momento, la familia Zeus contaba con doscientos aventureros. Entre los cuales, más de cincuenta eran reservas y ciento veinte novatos. El resto eran los veteranos, los supervivientes que todavía podían ejercer como aventureros.
Hoy, como los últimos treinta días, le tocaba al aventurero Zald montar la guardia. Estaba aburrido de esta labor. Sentía que se había equivocado de familia. Bueno, nadie lo mando a probarse cuando la familia iba a ir al calabozo. En un principio estuvo feliz. Había dejado a un pequeño dios para entrar en una familia de prestigio. Si fuera sincero, desde un principio quiso entrar a la familia Zeus. Ahora, con solo quince años y siendo un nivel dos. Veía un gran futuro por delante, pero por las tardes, cuando lo invitaban a beber, no lo veía así. No creía en los rumores, pero son ciertos. El dios Zeus se pasa el día tonteando. Se sintió decepcionado al ver esto. ¡Pero nada que hacerle!. Ya había dado el paso de fe y lo único que debía de hacer, es avanzar.
-¿Qué pasa Zald?- le pregunto su compañero de cuarto. Un muchacho dos años mayor que él. Era de la rasa enana, con un pelo largo y barba de un color naranja.
Zald dejo su cansancio escondido en el fondo de su mente y le dijo -nada, Grand. ¿vamos a la guardia?-
-Vamos, nos quedan como diez minutos para llegar. Ya sabes como se pone el sub capitán si la gente no es puntual-
-Se, ojala fuera mas relajado como el capitán-
-Son diferentes puestos. Yo lo veo difícil para el sub capitán. Sin él nada funcionaria-
-Puede ser ¿vamos?-
Grand tomo su alabarda y camino. Lo seguía Zald portando una lanza. Este último quería ser como Rómulo. Así que para empezar, decidió copiar su arma, como si solo portando una lanza se pudiera aprender a luchar. El hecho es que Zald quería llegar a la elite. En estos momentos se daba ánimos, mientras pensaba que hacer la guardia, sería su primer paso hacia la grandeza.
Mientras recorrían los pasillos del primer piso, Grand comento -supe que ayer nuestro dios llego en una camilla-
-Lo escuche lanzando blasfemias contra una vaca lechera. Debe haber sido por eso- respondióZald
-No lo sé, pero las novatas que lo atendieron, dijeron que tenía un ojo morado y la nariz rota. También tenía otras contusiones en la espalda-
-Ya, pero ¿no le dieron medicina?-
-Sí, se curo de inmediato-
-Entonces ¿Por qué necesito que las novatas lo cuidaran?-
-Cosas del viejo hombre- dijo Grand con una sonrisa divertida. Era una de las razones por la cual, en la familia Zeus, nadie tocaba a las aventureras. Su dios no les tenía ningún respeto y las trataba como sus juguetes personales. Por supuesto, las muchachas sabían su destino. Pero con el fin de llegar a su meta, que era ser parte de la elite, harían lo que sea necesario.
-Con razón algunos se cabrean y dejan la familia- comento en un susurro Zald
-No digas eso, si te escucha un veterano te ganaras una golpiza-
-Ok, cuidare mi lengua-
Una vez que Zald y Grand llegaron a la puerta del castillo, abrieron y se encontraron con un brillante sol. Era las nueve de la mañana, pero el dueño de los cielos pegaba más fuerte que su capitán. Y eso sí que era fuerte. Después de dos semanas de entrenamiento, Zald lo sabía muy bien. Su capitán no alcanzo a descansar un día de su viaje y se puso a trabajar. Los hizo sudar, luchar y entrenar hasta el cansancio, algo que dentro de todo le dio confort. Por lo menos algo era serio en esta familia. Por otra parte, desde el primer día, su dios fue un chiste.
Cuando hubieron recorrido todo el camino hasta la caseta de guardia. Uno de los asistentes del sub capitán, los esperaba. Él llevaba una armadura de metal, sin casco. En su lugar llevaba unas gafas y portaba un libro de actas. El tipo los miro molesto y les dijo -llegan cinco minutos tarde. Esta será la ultima vez, aventurero a prueba Zald, aventurero a prueba Grand-
-Sí, señor- respondieron ambos al unísono
-Eso espero. Recuerden que no son los únicos. El grupo anterior no durmió por cumplir con su trabajo. Si ustedes llegan tarde diez minutos. Son diez minutos que ellos pierden de tener su merecido descanso-
-Pero yo no veo a nadie aquí- dijo Zald
-Por supuesto- respondió el asistente -que ustedes sean irresponsables, no quiere decir que yo lo sea. Me quede en su lugar, o ¿quieres que los haga trabajar más de lo que les corresponde?-
-No, señor. Mi error-
-Espero que lo entiendan. La próxima vez será descontado de su paga. Piensen en esto- dijo el asistente levantando tres dedos -cada novato como ustedes tiene tres cartas. Ahora ocuparon una y recibieron una amonestación. A la segunda lo rebajaremos su paga ¿imagínense que les pasara cuando se queden sin cartas?-
Zald y Grand tragaron saliva. Era obvio, ¡adiós familia Zeus! Y si daban mucho problema, el sub capitán se aseguraría de que ninguna familia los acepte. Zald había escuchado rumores, pero Grand conoció a alguien que cabrío al sub capitán. Solo fue hace un año, pero al día de hoy, no encuentra una familia que lo acoja.
-Entendido- respondieron Zald y Grand
-Excelente, hagan su trabajo. Volveré para cerciorarme del cambio de guardia-
-Sí, señor-
Una vez que se fue el asistente, Zald y Grand soltaron un suspiro. Cerraron la caseta de guardia y se alegraron de estar a la sombra. Hacia un poco de calor, pero estaban mejor que los reservas. Esos tipos tenían que vigilar el frontis y la reja, a pleno sol y sin resguardo. Por otro lado, ellos aunque sean novatos, solo tenían que vigilar a los reservas y llevar un registro. Nada complicado. Eran los tiranos locales, así que nadie venía a hacer problemas a la familia Zeus.
-Oye Zald, echa una mirada. Hay un elfo hablando con los guardias en la verja- dijo Grand
-Anda tú, hombre. Hace mucho calor- respondió Zald. Aunque no se quería mover, miró la verja desde su asiento, en la caseta de guardias. Había un tipo alto conversando con los guardias. Tenía el pelo largo, y aunque no se distinguían sus rasgos desde esta distancia. Se podían ver sus largas orejas de elfo. Zald lo desestimo. Pensó que solo era una persona que venía a unirse a la familia
-Mal por ti amigo- dijo Zald con una sonrisa burlona -las entrevistas son en dos meses-
No obstante, aunque el tipo parecía un aventurero, sus acciones dejaron helado a Zald. El tipo noqueo a los cuatro guardias que custodiaban la entrada y apunto con su mano hacia la verja. Lanzo una enorme llamarada que destruyo todo a su paso. La arboleda que funcionaba como un muro, quedo reducida a cenizas. El suelo se transformó en lava y una enorme humareda se elevó por los cielos. El elfo lanzo una gran corriente de agua para apagar el fuego. Camino por donde antes estaba la verja. Paso por al lado de la caseta de seguridad y siguió con dirección a la mansión.
Zald y Grand no reaccionaron, ni siquiera pensaron en salir a enfrentarlo. Sus mentes estaban congeladas, pero sus cuerpos se movían de forma involuntaria. Desde sus escritorios, ambos tiritaban, con sus ojos abiertos como platos y llenos de terror. Si la caseta hubiera estado detrás de la verja, ahora mismo serían carbón y ceniza. No saben a qué se debe esto. Pero alguien llamo al dios del mal. Hizo un pacto y ahora viene por las almas.