Hoy Kain está de visita en el castillo de la ciudad de Ars porque Reida planeaba seguirlo al mundo de Orario. Por lo tanto, le piensa dejar su posición a su hija. El título de dios del agua, no es como un arma que se puede heredar. Ya se sabe, los nobles hacen procedimientos para todo. Hasta para rascarse el trasero hacen una reverencia. Dado esto, Reida le va a informar al rey en estos momentos.
Por otro lado, Kain solo la acompaña como un seguro, por si las cosas se vuelven más complicadas de lo debido. Nadie cree que pueda pasar algún inconveniente, pero no está demás ser precavido. En este momento iban avanzando por los grandes y majestuosos pasillos del castillo. En su visita anterior, Kain no le puso mucha atención a los detalles, pero al igual que la sede de Millis, el castillo Ars está protegido contra la magia. También tienen muchos tesoros e igual número de caballeros para protegerlos. De repente Kain se detuvo y miró un cuadro bastante grande. Por lo menos abarcaba el ochenta por ciento de la muralla. Era una pintura de Perugius sin su barba. Kain sonrió y siguió a Reida hasta el patio que antecedía a las oficinas del rey. Habían bancas de mármol, setos de hermosas flores rojas, que a su vez, eran rodeados por más flores y a los costados del patio, una gran número de caballeros.
Reida se detuvo, miro a Kain y le pidió -espérame aquí-
-¿Segura?- le pregunto Kain en una amable sonrisa
-Sí-
-Solo es un mero trámite- añadió Lara, pero su rostro pálido del nerviosismo decía otra cosa. Clark a su lado, la abrazo y se tomaron de la mano. Él no estaba mejor, tenía un rostro terrible. Kain los miró con una sonrisa y asintió.
Después de que la Dios del Agua y sus substitutos se fueran, todos los ojos se posaron sobre Kain. Tanto nobles como caballeros estaban al pendiente. No en el buen sentido. No porque lo temieran. No porque su nombre significara algo. Era por ser un sucio elfo. Un inferior semi humano. Kain soltó un suspiro, camino hasta un sector alejado y se sentó en una banca. Estaba a unos veinte metros de los nobles y caballeros, pero aun así lo seguían vigilando. Kain sacó un libro, tratando de ignorar las molestas miradas. Trato de leer. Sin embargo, vino un caballero. Era más alto que el promedio, incluso más alto que Kain. Con una voz tonta le dijo -deberías irte elfo. A los nobles no les agrada que un semi humano ande en su territorio-
-Vete, pequeño caballero- le respondió Kain en un tono neutral. En ningún momento aparto la mirada del libro -seguir a los nobles no te salvara-
-Lo mismo digo, si no fuera por la Diosa del Agua. No estarías aquí-
-¿Eso crees?- pregunto Kain mirándolo a los ojos
El caballero dio dos pasos hacia atrás y se excuso -yo, yo solo hago mi trabajo-
-Tu trabajo es proteger al reino, no lamer las botas de los nobles. Diles que si me quieren fuera, que vengan ellos mismos. De lo contrario, será mejor que se pierdan-
El caballero retrocedió sin nunca dar la espalda. Cuando estuvo seguro, se giro y salió lo mas rápido posible. A los cinco minutos solo quedaban algunos caballeros en el jardín. Puede que los nobles sobreestimen sus títulos, pero no son tontos.
Mientras tanto, Kain seguía leyendo, con el ruido de las aves y el susurro del viento de fondo.
-o-
Cuando Kain volvió del continente del cielo, ya eran mediados de invierno en Millis. Como los otros años, la nieve lo cubría todo y hacia un frio de los mil demonios. Por otro lado, la empresa funcionaba bien al igual que la tienda de joyas. Los niños estaban más grandes y las madres más preocupadas cada día. Si tenías un bebé corriendo por el segundo piso, tan delgado y pequeño como para atravesar las protección, era natural estar preocupado. Hoy en día la barandilla que daba a las escaleras, se parecía más a la reja de un gallinero, con una delgada rejilla metálica que evitaba que se cayeran los bebes. ¿Por qué pasaba esto?. Sencillo, los bebés estaban muy inquietos. Los podías tener todo el día en su habitación, pero si te descuidabas por un momento, salían arrancando. Para ellos era una pequeña aventura, para las madres era lo más cercano a un infarto.
Yendo a otro punto, gracias al nuevo conocimiento adquirido, Kain comenzó a entrenar en las mañanas. Ya no se quedaba descansando con sus esposas. Ahora se levantaba a las tres de la mañana y entrenaba con las lanzas. Este proceso duraba hasta que los tres grandes se despertaran, como a eso de las ocho de la mañana. Después pasaba unas tres horas con sus hijos hasta que se volvían a dormir. Posterior a eso iba a la empresa durante un par de horas y después a la joyería. Todos los días volvía como a eso de las seis de la tarde para seguir compartiendo con sus esposas e hijos.
En estos momentos eran las siete de la tarde, los tres grandes habían comido su comida y estaban jugando en su corral. Por otro lado, los adultos se estaban preparando para la cena. Lilia y Catalina estaban en eso mientras que Kain y Victoria colocaban todo lo necesario en la mesa. Maaya, ella, estaba sentada frente a los tres grandes. Los cuidaba mientras se acariciaba su estómago abultado. Ya estaba en el último proceso del embarazo y esto la hacía parecer más calmada de los usual. Su espíritu guerrero se había ido a algún lado, dejando solo a una madre.
Después de un rato, se sentaron todos a la mesa y conversaron mientras comían. Maaya parecía preocupada por su embarazo. No obstante, sus otras camaradas compartieron sus experiencias. Kain escucho atento a todo lo que decían, fue muy educativo en muchos aspectos. Catalina por lo usual compartía algunas cosas del mundo femenino, pero siempre se guardaba algunas cosas. Cosas que por lo menos para Kain, eran un enigma. Dejando de lado las preocupaciones, después de comer, fueron al salón de juegos del segundo piso. Mientras las madres arrullaban a los bebés, salió una conversación incomoda a flote.
-Quiero que la interrogues, Kain. Me niego a estar en esta casa, sino haces eso primero y la sigues invitando- dijo Maaya. Al igual que todas las sacerdotisas de su familia, fue instruida en artes espirituales. Ella podía sentir el mal y según Maaya, Reida estaba poseída por el mal. Durante todo este tiempo, Maaya había evitado a Reida. No han compartido ni siquiera un saludo. No obstante, si Reida sigue teniendo una relación con Kain, no la puede evitar para siempre. Ahora Maaya le pide que tome cartas en el asunto. Por lo general Maaya no preguntaría este tipo de cosas. Sintiendo que hay cerca un discípulo del dios humano, lo mataría sin pensarlo dos veces. No es que sea cosa fácil matar a Reida, pero con la ayuda de la abuela Mamiko, es posible.
Haciendo una mueca similar a una sonrisa incomoda, Kain se pasó las manos por la cara mientras pensaba. En esa época, el tiempo fue muy conveniente, justo se le habían roto el circulo de transferencia y ella apareció. Todo muy cronometrado. Él no piensa en matarla, pero para poder interrogarla, tiene que ir más allá de sus sentimientos.
-Está bien- dijo Kain, miró a todas y añadió -¿hay alguna voluntaria para acompañarme?-
-Puedes contar conmigo- respondió Catalina. Diferente de su usual actitud amistosa, hoy ponía un rostro serio.
-La abuela Mamiko también ira- añadió Maaya. Ella tenía los ojos cerrados mientras se acariciaba su barriga, grande y redonda como un globo. Destacaba mucho en su delgado cuerpo japonés.
-Esta bien- acepto Kain -quiero conversar con ella y aclarar la situación. No creo que nos este traicionando. Ella tiene algunos meses-
-¿Qué quieres decir?- pregunto Lilia
-Esta embarazada-
-Pero, pero si esta muy vieja-
-Solo tiene cuarenta. Un poco mas que Catalina-
Lilia midió sus palabras y miró a Catalina, que también la miraba con el ceño fruncido.
Lilia dijo -perdón, no quería…-
-Déjalo así, ya lo dijiste- respondió Catalina en un tono cortante.
Un incómodo ambiente se instalado, hasta que Kain tosió y volvió al tema -ok. Llevaremos el interrogatorio en unos días- y todos asintieron en total acuerdo. No era un tema ajeno a nadie. Habían leído los registros y sabían que pasaba cuando un discípulo del dios humano aparecía. Así que su miedo no era infundado, más aun si la persona era de la familia.
-o-
El interrogatorio quedo agendado para un día miércoles, en la casa de la ciudad de Ars del reino de Asura. El clima estaba un tanto frio. Los árboles habían adquirido el tono rojizo del otoño. Eran los primeros días de la estación y aunque Kain solo venía de vez en cuando, Reida mantenía la casa bien cuidada. Iba de vez en cuando a ver a su nieta, pero siempre dormía en esta casa. Era su lugar favorito últimamente. Era el lugar en donde conoció a Kain y concibió lo que lleva en su vientre. Ahora, como consecuencia de esto último, su trabajo ha disminuido semana a semana. No por opción propia, sino que su Lara le impide seguir ejerciendo. Así que durante esta última semana, se dedicó a cuidar algunas plantas que había comprado. Tarareaba por las mañanas y las tardes mientras las regaba.
El otro día, por alguna razón, Kain le dijo que tenía que preguntarle algunas cosas, tenía un rostro serio en ese momento. Reida no sabe porque, pero se siente angustiada, como si algo malo le fuera a pasar. Se encomienda a Millis en sus oración. Desde que era joven siempre ha sido su guía, ha confiado en su dios en cada uno de sus designios. Nunca le ha fallado. Incluso cuando pensó que había perdido a Kain para siempre. Ahora trata de encontrar la guía de dios, pero no aparece en sus sueños. Es algo preocupante, piensa.
-o-
Con las presentaciones hechas, Kain, Catalina, la abuela Mamiko y Reida se sientan en la mesa de la cocina. Kain mira a Reida y le dice -esto es algo muy importante. Catalina y la abuela están aquí para cerciorarse de que todo está bien-
Por alguna razón, Reida reacciona colocando su mano en su vientre, con un suave cepillado, lo acaricia mientras asiente.
Kain se mueve cerca de ella y le explica -tengo que colocarte un sello. Esto me dirá si me estas mintiendo-
-¿Es necesario?- pregunto Reida en un tono frágil
-Sí, por lo menos, no puedo leer tu mente. Es necesario que me digas la verdad. Si me mientes serás herida y todos se darán cuenta-
-¿Por qué es necesario?¿porque justo ahora?¿no confías en mi?-
-No es eso, pero hemos visto cosas. Una vez que pase el interrogatorio, te contare todo lo que sé-
Kain coloco el sello en la frente de Reida. Sonrió tratando de demostrar que no pasaba nada y después se sentó frente a ella. Reida por otro lado, sintió la energía. Era diferente de cuando Kain le mostro como podía sellar los poderes -¿está listo?- pregunto
-Sí- respondió Kain en un tono suave
Reida asintió y lo probo -no te amo- y al instante se le hizo una enorme herida en la cara. Parecía el corte hecho por una katana. Se extendía desde la ceja hasta el mentón, como unos grandes labios sangrientos.
Kain como un efecto reflejo, ocupo su magia de curación y la sano. Se acercó a ella y le dijo en un tono solemne -no lo vuelvas a hacer-
-Lo siento- mascullo Reida
Kain soltó un suspiro, volvió a su asiento y le pregunto -¿conoces al dios humanos-
-No- respondió Reida
No paso nada.
-¿Haz escuchado de él antes?-
-No-
No paso nada
-¿Haz hablado con San Millis en tus sueños?-
Reida respondió con algunas dudas en su corazón -sí-
Tanto Catalina como Mamiko se pusieron tensas. Una hacia circular su mana, la otra apretó su puño. La tensión se podía sentir en el aire.
-¿Qué te dijo San Millis?- pregunto Kain
-¿Es necesario que te diga?- pregunto Reida avergonzada
-Sí, es necesario-
-No fue él, fui yo la que le pregunte. Le pregunte por ti. Le pregunte si te volvería a ver. Si me amabas. Le pregunte cuando sería un buen momento para venir-
-¿Qué te dijo él?-
-Cuando volviste a Asura, me dijo que te viniera a ver, pero que esperara unos cuantos meses. Quería correr de inmediato, pero me enteré de que murió uno de tus suegros. Así que me aguante las ganas-
-Gracias-
Reida con una cándida sonrisa, respondió -de nada-
-¿Él te pidió algo?-
-Nada, solo me pidió que siguiera orando y pasara mucho tiempo contigo-
Kain asintió y miro a la abuela Mamiko. La anciana también asintió y Kain dijo -muy bien, con eso basta. Gracias por tu cooperación-. Entonces le quito el sello y le coloco otro, uno que protegería su mente de cualquier influencia.
Una vez que se pasó toda la tensión, Kain le explico que estaba pasando y porque era tan misterioso.
En un principio, Reida no quiso creer, pero cuando le mostraron todos los datos, empezó a entender. A los pocos días, Reida invito a la abuela Mamiko y la llevo a la mansión en donde vivían sus hijos y su nieta. Se sintió aliviada al ver que la anciana no capto ningún tipo de energía extraña.