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Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

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Interludio - Madam Purplehorse 2.2

Después de que Lilia y Cristina llegaran a un acuerdo en cuanto a las reglas y al alcance de los privilegios, se dieron la mano en señal de conformidad. En el corto plazo, el departamento que ocupaba en estos momentos Cristina, pasaría a ser de su propiedad. Lo segundo fue que sobre el acuerdo, más allá de Kain y sus esposas, nadie debía saberlo. Lo tercero fue que para efectos generales, Cristina nunca sería una esposa. Lilia comenzaba a ver pequeños indicios de atracción entre Ars y Tristina, así que no quería fastidiar la relación. Por otro lado, Cristina no debía verse con nadie que no fuera Kain. Lilia sobre todo puso énfasis en esto. Una, por el tipo de enfermedades que se podría pegar y posteriormente, pasar a Kain y a sus esposas de forma consecutiva. Y lo segundo, fue porque cualquiera podría forzar una situación incómoda en la familia. Solo sería un problema más, pero a los ojos de Lilia, sus hijos estaban pequeños e influenciables, por ende, se sentirían mal al ser señalados por el dedo de los hipócritas. Por último, la cláusula que hablaba de matar al primer ministro. Eso quedaría a escrutinio de Kain. No sería algo que se resuelva al corto plazo. Involucraba demasiadas cosas. Por lo poco, el desequilibrio de la economía de toda una nación. Por lo más, la guerra entre Millis y Asura. Siendo realistas, Millis podría darle la espalda a Kain y traicionarlo. Así que matar al primer ministro era una asunto delicado y había que resolverlo con calma.

-¿Estas conforme?- le pregunto Lilia con un toque de indiferencia

-Sí, señora- respondió Cristina. Ella no era tonta. Lo que estaba pidiendo era algo loco, algo por lo que ningún rey o príncipe se ensuciaría las manos. Algo por lo que nadie se quemaría solo por una mujer. Había muy poco que ganar, pero si podía mantener las esperanzas, vendería su alma al diablo. A lo mejor -pensó- no puede nunca alcanzar su meta, pero por lo menos, su hija obtendrá un lugar en el que vivir, y ella, un hombre con el cual soñar.

-Bien, ahora, súbete a la mesa y abre tus piernas-

-¿Perdón?-

-Necesito revisar el estado en el que esta tu vagina. Para mi familia siempre obtengo lo mejor. Así que quiero revisar la mercadería-

Cristina se puso colorada. No obstante, asintió y se paró de su silla. Con un sentimiento de vergüenza, paso sus manos por debajo de su falda y se quitó la ropa interior. Después de eso, levanto el dobladillo de su falda y mostro su sonrosada entrepierna. Sin embargo, Lilia desde el otro lado del escritorio, no estuvo conforme. Se pregunto si esta Cristina era tonta. Torno los ojos al cielo y soltó un suspiro. Después tomo su bolígrafo, se paró y camino hasta Cristina.

-Sube tu trasero al escritorio- dijo Lilia sin inmutarse

Cristina estuvo más colorada aun. Soltó su vestido y se dio la vuelta para sentarse en el borde del escritorio. Después volvió a replegar su vestido y enseño su sonrosada piel. Por su parte, Lilia tomo la silla en la que se había sentado Cristina y se sentó en ella. La acerco al escritorio y le miro la vagina desde unos treinta centímetros. Cristina miró hacia otro lado mientras su entrepierna era examinada. No obstante, dio un respingo cuando sintió que algo frio y metálico le tocaba los labios.

-Tranquila- dijo Lilia manteniendo su carácter indiferente

-Lo siento, es una sensación rara- dijo Cristina mientras seguía sintiendo el tacto metálico que ahora le producía cosquillas.

Por otro lado, Lilia miraba la vagina de Cristina con algo de envidia. ¿Cuándo fue la última vez que su vagina se vio así?. Ahora sus labios ya no eran como los de un capullo. Sino que era una flor en plena floración. Seguía manteniendo un color saludable, pero había perdido esa imagen juvenil e inocente.

-¿Con cuántos hombres dormiste aparte de tu marido?- pregunto Lilia

-Con nadie más- respondió Cristina con cierta molestia

-Se nota ¿No lo hacían seguido?-

-Sí- dijo Cristina dando otro respingo -una o dos veces a la semana- el tacto metálico había abierto sus labios y dejaba abierto su agujero interno.

-Sí eso es mucho- dijo Lilia con una sonrisa -entonces yo soy una golfa- y soltó una risita mientras untaba el lápiz en el líquido transparente que escurría por la vagina de Cristina.

Siendo objetivos, Lilia pensó que la vagina de Cristina era hermosa, tanto a un nivel estético como artístico. A lo mejor sus pequeños pétalos se merecían un poema. A lo mejor el pequeño grano de arroz oculto que coronaba su vagina, merecía una canción haciendo alusión a su timidez. A lo mejor su agujero, rosado, delicado y bañado por el líquido cristalino merecía ser inmortalizado en un pintura. No obstante, solo sería para su marido, para el hombre al que ella amaba. Era la mejor concubina que le podría encontrar. Sin embargo, por el poco uso que tenía, le surgieron otras dudas. ¿Tenía tanta experiencia como ella decía?

Lilia se apartó, con un suave gesto de su mano creo una esfera de agua y limpio todo el líquido del bolígrafo. Mantuvo el dominio sobre la esfera de agua y la llego hasta una maseta con flor, al lado de la ventana. Ahí la depósito y se dio la vuelta para mirar a Cristina. La cual estaba aún sentada sobre el borde del escritorio. Sin embargo, su respiración era errática. Cosa que hizo a Lilia fruncir el ceño. Después camino hasta su asiento y se sentó.

-Puedes volver a tu asiento- dijo Lilia con cierta aspereza. Estaba un poco disconforme con la actitud de Cristina. Si este pequeño estimulo era suficiente para que se agitara ¿realmente podría atender a su marido?. Lilia lo sabe bien, lo ha probado durante más de diez años con su propio cuerpo. El elfo es enérgico, lascivo y dominante. Suave con sus manos como los trazos de un pintor, y frenético y salvaje como una bestia hambrienta cuando necesita serlo. No deja lugar sin probar, no deja lugar sin usar. Codicioso de su amante, quiere arrancarlo todo, tenerlo todo y no dejar nada para nadie. Lilia mostro una tenue sonrisa al recordarlo y se tapó los labios. Después de un breve instante, volvió su mirada a la ahora Cristina sentada en su silla. Tenía un mirada angustiada y una piel sonrosada. Su cuello en especial estaba rojo.

-¿Cuánto te enseñaron?- pregunto Lilia, con un aire más tranquilo

-Bueno- dijo Cristina soltando un suspiro cálido. Tratando de calmar su corazón y sus deseos carnales -conozco la felación, las posiciones invertidas y la cabalgata-

-¿En serió?-

-Sí, es verdad, fue, fue incomodo, pero las sirvientas prostitutas me estuvieron instruyendo mientras lo hacía con mi marido-

-¿Cómo te lo enseñaron?-

-Ellas nos veían y me daban las indicaciones-

-¿Jamás te lo demostraron utilizando a tu marido?-

-Eso, eso, yo no quería. Yo lo amaba en ese momento y ya había cedido bastante solo para hacer feliz a mi padre. Podía pedirle perdón a San Millis por aprender esas cosas, pero nunca por permitir esa infidelidad-

-Cosa curiosa la que dices- señalo Lilia con cierto humor

-Era ingenua. Yo creía en dios, creía en mi marido, creía que podía ser feliz si me alejaba de todo lo malo-

Lilia soltó un suspiro y con una mirada más empática le dijo -no es que te hayas equivocado, solo paso que tuviste mala suerte. Si hubiera sido otra persona, una normal, que a lo mejor hubiera hecho su fortuna de buena manera, todo hubiera salido mejor. No obstante, tu familia se hizo con el poder de mala manera y al final, eso les paso la cuenta. El mundo está lleno de injusticias. Lleno de cosas que nos parecen aberrantes, pero mientras estemos vivos, siempre podemos cambiar nuestro destino. Ahora tú tienes otra oportunidad de empezar, bueno, desde que mi marido te salvo la obtuviste. Pero lo que hagas de aquí en adelante, es cosa tuya. Mañana empezaran tus pruebas. Prepara tu ropa y lleva a tu hija a la mansión, como a eso de las seis de la tarde. Quiero que complazcas a mi marido, da lo mejor de ti-

Cristina sonrió y asintió como si estuviera más cerca de su meta.

-o-

Al día siguiente, como a eso de las ocho de la noche, Lilia, Cristina y Kain, habían llegado al usual hotel de lujo que ocupaba la familia Dragonroad para ventilar sus deseos. Kain se había quedado en la sala de estar, acompañado de una botella de vino. Por otro lado, Lilia y Cristina se habían retirado a una habitación a prepararse. Mientras Cristina se preparaba, pensaba en el futuro y en si lo haría bien. También recordaba su primera experiencia con el elfo, y lo vergonzoso que fue el quedar fuera de combate sin oportunidades de tomar la revancha. Ahora estaba al lado de una silla de madera cuidadosamente tallada. Con una respaldo rojo y un barnizado claro casi al natural. Todo muy detallista y bien cuidado. La habitación alrededor no era diferente. Una enorme cama con dosel le daba un toque magistral y se embellecía con sus frazadas blancas, lizas y estiradas. Sus almohadas parecían nubes que albergaban el merecido descanso y el respaldo de la cama, de un color plateado, la coronaba con la elegancia de la realeza. Por otro lado, al lado izquierdo de la cama, había un gran ventanal que tenía vista al mar. Las cortinas estaban abiertas. No obstante, no había inconveniente, puesto que este era el único edificio alto en este lado de la ciudad y no había nadie que pudiera espiar. Al lado derecho de la cama habían dos hermosos tocadores blancos, cada uno con su propio espejo. Sobre el habían todo tipo de cosas, en su mayoría, cajitas para guardar joyas y utensilios para que las mujeres se embellezcan.

Lilia le dio una mirada divertida a Cristina, ya que esta última estaba embobada con la habitación. Lilia tosió de forma disimulada y le dijo -Cristina, ven y siéntate aquí- le dijo dándole pequeños golpes al taburete en el otro tocador -no debemos hacer esperar mucho a mi marido-

-Sí- respondió Cristina de forma mecánica y algo nerviosa

Cristina tenía algunas reservas con mirar a la madame, pero al parecer, a esta última no le importaba que la vieran desnuda mientras se arreglaba. Primero se quitó el vestido burdeos y quedo solo en ropa interior que hacía juego. Cristina no pudo hacer más que tragar saliva. Tan injusto, pensó en su mente. La mujer casi de su misma edad, tenía un cuerpo envidiable. Un cabello brillante y largo, inusual para una mujer que ya tuvo dos hijos. Un cuello delgado y terso, grandes senos como melones, firmes y saludables, que incluso a la misma Cristina le dan ganas de tocar para probar su elasticidad. Una caderas apretadas y un trasero grande, redondo y contorneado. Las piernas y abdomen estaban bastante definidos para su gusto, pero cuentan algunos que Madame Dragonroad es una santo del estilo dios del agua, así que debe ser resultado del entrenamiento. No obstante, todo es tan erótico que Cristina se admira. Si tuviera que quejarse de algo, sería de la espalda. La encuentra demasiado anchas, no obstante, de algo tienen que afirmarse esas tremendas tetas.

Lilia dio una sonrisa llena de confianza y pregunto -¿ya miraste suficiente?-

Cristina se dio cuenta de que su mirada era todo menos discreta. Se puso colorada y miro hacia el espejo de su tocador. -lo siento- dijo, y se dedico a quitarse la ropa.

Lilia por su parte soltó una risita y le dijo mientras se sacaba los aros -si crees que es injusto, no te quiero ni decir cuando compartas tu tiempo con Victoria-

-Las he visto, son grandes- respondió Cristina

-Oh querida, eso solo es por fuera. A esa mujer le gusta usar escotes bastante pronunciados. Debería ser más modesta, pero ya ves, según ella "es su táctica para desconcentrar a sus competidores". Por otro lado, si vieras sus tetas de frente y las dimensiones de su cuerpo, realmente pensarías que dios es injusto. Pero pienso que después de todo, siempre hay alguien mejor que uno. Si es por tamaño de tetas, esta Catalina. Si es por figura es Victoria y su madre, Barbara. Si es por elegancia esta Maaya. Aunque no lo creas, esa mujer disimula demasiado bien sus enormes tetas, parece esbelta, pero no lo es. Por otro lado, si es por un físico atlético es Reida. Esa mujer, aun embarazada, entrenaba dos horas al día. Al final de su embarazo la reñimos todos y por unos dos meses, dejo de entrenar con la espada. Ahora si es por tetas y juventud, esta Therese. Esa niña es un poco más pequeña que Catalina, pero su piel es tan tersa y envidiable-

-¿No te molesta?- pregunto Cristina mientras se quitaba sus joyas

-Claro que no- dijo Lilia con un rostro rebosante de confianza mientras se paraba para quitarse el resto de su ropa interior. Cristina miro un poco asombrada. Pudo ver una línea de cabello rojo del ancho de dos dedos, surcando los bordes de la grieta de la vagina. Que ella recuerde, hacer eso era incomodo. Las sirvientas prostitutas le dijeron que era algo solo para las ocasiones especiales. Bueno, pensó que hoy era especial, no obstante, las piernas estaban hermosamente depiladas.

-Te encanta mirar- dijo Lilia con una sonrisa burlesca

-Lo siento- respondió Cristina -es que ¿Cómo lo logras?-

-¿Qué cosa?- pregunto Lilia mientras se volvía a sentar

-Como logras que todo quede tan liso y definido. Según las sirvientas de mi familia, es algo incomodo. Yo nunca he tenido que preocuparme por tal cosa, después de todo, casi no tengo cabello ahí-

-Sí, es envidiable, eso. Veras, mi marido en un principio creo varios productos para Victoria. Uno de ellos es para la estética femenina. Siendo sinceras, lo amo, facilita mucho el trabajo y no tengo que preocuparme de que el cabello crezca más grueso. A diferencia de ti, si dejara mi cabello crecer ahí abajo, parecería un bosque- y soltó un carcajada entre avergonzada y divertida. Después tomo una botella de crema, unto un poco en sus manos y se la empezó a aplicar en las tetas. Miro de soslayo a Cristina y le dijo de forma relajada -apúrate, no has avanzado nada con tus arreglos-

-Sí, enseguida-