Los viajes son agentes generadores de cambio, nos permiten distraernos de la rutina diaria y encontrar cosas que creímos perdidas mientras expandimos nuestro mundo. Por lo general, representan ese momento de entretenimiento con nuestra familia. A lo mejor con algún amigo, un hermano o lisa y llanamente solos. Ahora, si nos avocamos a nuestro protagonista. Kain. Él está de viaje. Se despidió hace dos días de su familia y en estos momentos lo acompaña Maaya. Viajan a caballo, con dirección al puerto del Oeste. Como siempre, la carretera al puerto sigue teniendo ese orden y magnifica estructura. El viaje es pacífico, mientras admiran el campo y sus alrededores. Todo se ve perfecto, como si no hubiera ningún problema en la sagrada nación. Añadiendo a eso, los días están despejados, con una brisa refrescante y un sol eterno. Una vez que llega la noche, Kain y Maaya acampan a un costado de la carretera. Cocinan, conversan y duermen hasta el otro día. De vez en cuando Kain recuerda a sus hijos. Solo se separaron hace unos días pero los extraña como si no los hubiera visto en años.
En estos momentos es la media noche, las brasas de la fogata ya se han extinguido y solo queda la luz de la luna y las estrellas. Kain duerme en un saco de dormir mientras Maaya lo abraza. No pasa nada aun, pero según ella, esto es una forma de entrenamiento. Para Maaya es un especie de desafío. Sus preocupaciones internas le impiden dar el último paso y para Kain, es una forma de probar su auto control. Este delgado cuerpo, con claros tintes japoneses, es una tentación. Kain trata de cerrar sus ojos. De estar siempre distraído y pensar en otras cosas. Como por ejemplos el touki del dios dragón, una técnica tan impecable, que deja pequeña a la técnica del viejo elfo. Kain trato de negociar con Orsted. Tiro toda la carne a la parrilla, le ofreció todo tipo de milagros, pero el dios dragón se negó a cualquier tipo de intercambio. Al final solo pudo obtener la información del dios humano.
Kain suelta un suspiro y Maaya que lo está abrazando abre sus ojos y le pregunta -¿Por qué suspiras?-
-Nada- le responde Kain -solo quería aprender algunas cosas, pero las cosas no salieron como yo esperaba-
Maaya asiente, reafirma su abrazo y en medio de un pequeño bostezo, le dice -deberías dormir. Mañana será un día largo. Todavía tenemos que llegar al puerto-
-Bien- le responde Kain, le da un beso en la frente y cierra sus ojos
-o-
Después de un mes de viaje, Kain y Maaya llegaron al puerto del Oeste. Descansaron por un par de días, disfrutaron de la ciudad y a la semana se embarcaron. El viaje por mar fue tranquilo. Lo único que Kain extraño, fue a las tribus del mar. Verlos sería un espectáculo poco usual, como dijo el marinero aquella vez. Kain quería verlos una vez más, pero al parecer, hoy en día verlos era tan especial, como ver un cometa. Algo que a lo mejor, solo pasa una vez en la vida. ¿Los culpables? La misma humanidad.
Una vez que llegaron al reino del Rey Dragon, Kain fue a la casa que se suponía qué le habían dado. No obstante, le prohibieron la entrada. Según orden real, la casa ahora le pertenecía a un mandatario de Asura. Kain soltó una carcajada, se dio media vuelta y se fue a un hotel. Busco el más lujoso de la ciudad, se hospedo por una semana y después se marchó. No había nada en especial. Nada que lo invitara a quedarse. El reino del Rey Dragon seguía siendo la misma podrida monarquía. Los mercados de esclavos permanecían, la gente seguía viviendo de la misma manera y el rey tenía un ánimo bipolar. Se cuenta que el año pasado el rey mando a matar a su primogénito. ¿Por qué? Al parecer rey estaba teniendo una comida. Habían venido algunos altos cargos de otros países y el viejo rey quiso demostrar su fuerza. Hizo que todos sus hijos le sirvieran frente a todos. Solo su hijo mayor no estaba y por eso, fue sentenciado. Un rey volátil. Tan fácil como mover la mano derecha para dar o mover la izquierda para quitar. Nada bueno había en este reino. Por eso Kain se fue lo antes posible. Puede que si se queda más, tenga la necesidad de purgar toda la ciudad.
Una vez que emprendieron el viaje, los días siguieron siendo igual de hermosos. Salvo que cuando llegaron al reino de Kika, los días se nublaron. Llovió, pero seguía haciendo calor. Hubo un día en especial, donde la lluvia era torrencial, así que se tuvieron que refugiar. El clima hacía imposible seguir subiendo por el mapa. Esto fue cerca de la región de Shirone. Kain creo una cúpula de tierra, armo una hoguera y esperaron durante todo un día. Al otro día estuvo igual de torrencial, parecía que el cielo se estaba cayendo. Así que se quedaron en el refugio. Fueron días tranquilos. Donde Kain se sentó a mirar la lluvia en compañía de Maaya.
Kain viendo que solo quedaban las cenizas en la hoguera, lanzo dos leños, utilizo su magia y los encendió. Miro a Maaya que estaba meditando en el suelo. Su postura era la flor de loto más elegante que pudieras encontrar. Pero su ceño fruncido se contorsionaba. Trataba de mantener la calma, pero no pudo. Al final su concentración se rompió. Ella no lo dice, pero Kain lo puede ver. La ansiedad habita en su corazón. Al final Maaya termino soltando un suspiro, abrió los ojos y le dijo -Kain, si me miras no me puedo concentrar-
-Lo siento- respondió Kain -es que el clima no cambia, ya he leído la mayoría de las cosas que tengo y quería conversar-
Maaya sonríe y le responde -¿de qué se trata?-
-Nada en especial, por ejemplo- dice Kain mientras se sienta frente a ella y le pregunta -¿vas a ser la líder de tu clan?-
-Mientras este mi abuela, no. Yo solo sucederé en caso de que ella muera-
-¿Si tenemos un hijo él o ella serán el próximo líder?-
Maaya se sonroja, niega y le responde -para nada, yo seré la próxima líder. Sin embargo, no es un derecho de nacimiento. Es por el talento-
-¿Qué pasa cuando hay dos candidatos?-
-La sacerdotisa tiene la última palabra-
-¿Nunca han tenido problemas?-
-Nunca, ser la cabeza del clan puede parecer increíble, pero no los es. La abuela te lo contó, es una labor dolorosa. Imagínate tener que matar a tu propio hijo. Gracias a eso, prácticamente todos están cruzando sus dedos para no ser nominados-
-¿Y tu, lo quieres ser?¿quieres ser la próxima líder?-
-Para nada, es un trabajo horroroso. Pero alguien tiene que hacerlo-
-Si no quieres…-
-No lo digas Kain. Yo amo ese lado tuyo. El que no me impide nada, el que no me ata a nada, pero este es un destino que yo elegí-
-Lo siento, yo…-
-Está bien- le dice Maaya con una sonrisa, ella gatea hasta Kain, se sienta en su regazo y lo mira con dulzura -yo entiendo tus sentimientos. Solo te pido que me acompañes en este camino. ¿Puedes prometerme algo?-
-¿Qué es?- le responde Kain mientras la abraza
-Si tenemos hijos, haz todo lo posible para que nunca sean sirvientes del dios humano. Ese es mi único deseo. La abuela me conto cuando mato a su hermano y a mi tío. Fue una experiencia dolorosa. Por favor, quita esa preocupación de mi corazón-
Kain asiente con un rostro serió y le jura -como a todos mis hijos, los protegeré, haré todo lo posible para alejarlos del dios humano. No te preocupes, nunca permitiré que mis hijos se conviertan en marionetas de alguien-
-Gracias- responde Maaya. Su rostro parecía relajado, como si le hubieran quitado un peso de encima. El mundo se volvió un lugar más tranquilo, la lluvia menos densa y el cielo menos nublado. Ella beso a Kain con todo el amor que había en su corazón y se apoyó en él.
-o-
Una vez que Kain llego al reino de Shirone, pasaron dos días deambulando. Como siempre, parecía un reino desgastado, donde no habían deseos de cambiar. El reino de Shirone, era un lugar en donde todo el mundo aceptaba como se vivía. Si nacías pobre, tenías que vivir como pobre. Si las leyes estaban obsoletas, seguirían permaneciendo obsoletas. Si alguien quería cambiar algo, sería encarcelado o en el menor de los casos, abandonado por todo el mundo. Shirone era ese tipo de tierra. Una tierra subyugada por otro reino. Una tierra donde no se ve un futuro brillante. Solo el letargo y la constancia.
Después de dejar el reino de Shirone. Kain y Maaya retomaron su viaje. Pasaron por bellos lugares. Magníficos campos, grandes arboledas. Incluso se dedicaron a cazar animales. Comieron y pasaron su tiempo saboreando la soledad en la que se encontraban. Sintiendo el calor del otro. Las ganas de dar un paso adelante estaban, sin embargo el ambiente no era el apropiado. Al menos Kain lo vio así. Una vez que estaban próximos a la mandíbula inferior del dragón rojo, encontraron un maravilloso campo. El pasto había crecido a la altura de un metro. El viento soplaba meciéndolo y generando la ilusión de un mar de color esmeralda. Era tan delicado el movimiento que te hipnotizaba. Los días seguían nublados, el viento era constante, pero ya no había lluvía. En medio del pastizal había un pequeño lago con un árbol de cerezo a un lado. Sus pétalos estaban en plena floración y a pesar de las constantes lluvias, aún conservaba varias de sus flores. Ya eran las cinco de la tarde, un poco temprano, pero considerando lo hermosos que era el lugar, decidieron acampar. Una vez que se instalaron, limpiaron un poco y descansaron durante el resto del día.
Cuando llego la noche, el aire estaba fresco y el cielo estaba despejado. Era un visión única. Como una cascada de luces que se expandía por todo el cielo nocturno. Kain y Maaya colocaron el saco de dormir cerca de la hoguera. Miraban el cielo estrellado mientras se abrazaban. De vez en cuando se besaban, compartían largos y apasionados besos. Kain recordando donde estaban y como se veía el cielo, así que quiso hacer su movimiento. Paso sus manos acariciándole el cuello, bajo sus manos contorneando las caderas hasta llegar a los muslos, pero Maaya lo detuvo. Kain se preocupó, pero Maaya sonrió y le dijo -espérame un poco-. Después de eso, Maaya se desnudó en la oscuridad, se metió al lago y volvió para esconderse detrás del cerezo. Ella solo volvió cuando la hoguera ya se había apagado. Vestía un kimono adornado con pequeños detalles. En su mayoría eran flores. Maaya se sonrojo, se ganó frente a Kain y él se reincorporo. Kain se había hecho la idea de que hoy no pasaría nada, pero parece que se había adelantado.
Maaya lo miro algo avergonzada, se arrodillo frente a él y apoyo la punta de sus dedos delante de sus rodillas, formando una V con sus brazos -estoy lista esposo- dijo
Kain soltó una pequeña carcajada y le pregunto -¿pensé que nunca ibas a hacer eso?-
Maaya se sonrojo con intensidad, casi parecía un tomate. Le contesto algo molesta -es solo por esta vez. Solo…solo porque hoy es especial-
-Ven Maaya- le dijo Kain en un tono suave. Ella avanzo hasta él y se sentó en su regazo. Kain la tomo entre sus brazos y le dio pequeños besos, que con el tiempo se volvieron más intensos. Exploro cada parte de su boca y después se recostaron sobre el saco de dormir. El cielo estrellado los miraba y el árbol de cerezos era su testigo. En ese momento se amaron y nunca más se separaron hasta el final de sus días.
-o-
Con el ir y venir de la vida, nos encontramos, separamos y nos volvemos a encontrar. A veces parece que los amigos esperan por nosotros. Los amores que no pudieron ser, se convierten en simpáticos recuerdos. La familia lejana, a la que en su momento consideramos tan importante, no la podemos ver. Todo vuelve a nosotros, en un ciclo eterno hasta que nuestro tiempo se acaba. Cada una de esas cosas se vuelven parte de nosotros y no lo podemos negar. Llevarlos como un buen recuerdo o una terrible experiencia, es cosa de cada uno.
Hoy por hoy, Kain llego al pueblo de Clarisse, donde su viejo padre vive. El viejo madruga como todos los días, se sienta en la entrada de su casa, acompañado de un perro blanco con manchas cafés y se queda vigilante esperando que su niña vuelva. Él lo único que desea es que traigan a su nieta. Por otro lado, parece que hoy en día, esperar es su única labor. Esperar a que venga su hija. Esperar a que la gente del pueblo lo ayude. Esperar a que la muerte se lo lleve. Ya ni siquiera es el jefe del pueblo. Ahora lo es un muchacho más fuerte e intelectual. El pueblo necesita crecer, necesita seguir mejorando para convertirse en una ciudad. Por eso el viejo debe menguar y el joven crecer. Pero dejando eso de lado, el estado de ánimo del viejo no es el mejor, parece estar apagado.
Mientras tanto, Kain y Maaya viajan a caballo y hacen su camino hasta la casa del viejo.
-Buenos días señor- le dice Kain
-Bueno días ¿Qué se le ofrece?- responde el viejo Mitto con un tono rasposo
-Vengo de parte de Clarisse. Tome, una carta- entonces Kain se baja del caballo y le tiende un sobre
-Joven- le dice el viejo Mitto -mi vista no es muy buena hoy en día. ¿La puede leer por mí?-
-Claro, no hay problema-
Una vez que Kain se acerca más al viejo, este lo reconoce. Se dan la mano y los invita a comer. Mientras comparten la mesa, Kain le relata lo que dice la carta. Para ser breves, Clarisse espera ocupar el método de Kain para viajar. Así que le pide a su padre que sea paciente. Este año lleva a su nieta para que la conozca. Una vez que el viejo Mitto escucha la noticia, se pone muy contento y más activo. Lanza una estruendosa carcajada de felicidad. Se siente como si le hubieran quitado cuarenta años de encima. Se siente más fuerte, más conversador. Comparte con Kain, quiere matar una vaquilla y sacar su mejor vino. Sin embargo Kain lo detiene. Le dice que no lo retenga. De lo contrario, más se demorara su hija.
-Entonces, llévate algo de carne. Tengo suficiente. También llévate unos vinos, muchacho- le dice el viejo Mitto
-Gracias- le responde Kain con una amplia sonrisa. Mira al anciano y parece que lo hubieran rejuvenecido. Hasta el perro menea su cola de lado a lado, como si entendiera la felicidad del viejo.
Una vez que Kain emprende su viaje, puede ver al viejo cotorreando con sus vecinos. Les habla a gran voz que su nieta va a venir a verlo. Se vuelve loco hablando y la gente que lo recuerda con cariño, también se alegran por él.