webnovel

Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

AOoBeligerante · Anime & Comics
Not enough ratings
860 Chs

Capítulo 15 - Sacar el veneno por una herida 2

Al igual que todos los días, bien temprano en la mañana, el cardenal de Millis, Lord Augustus va de camino hacía su oficina. Viaja en su "humilde" carruaje blanco de bordes dorados. Lo acompaña su secretaria, una dulce muchacha de ojos grandes, con un larga trenzas color miel. Dentro de su rostro se destacan dos cosas, una de ellas son sus lentes y sus ojos inocentes. Mientras el cardenal mira por la ventana, ve pasar las frías calles de Millishion. La nieve se empieza a apilar en los bordes de la vereda. Los árboles ya no tienen hojas y el cielo esta nublado. Todo esto va llenando su campo de visión y poco a poco va recordando todo lo sucedido. El día de ayer tuvo una ligera conversación con "ese" elfo. Al parecer el muchacho no entendía su posición. El cardenal trato de ser amable, pero el elfo no lo escucho. Así que al final todo se tornó en una citación a los tribunales. Mientras el cardenal sigue mirando por la ventana, ve a un grupo de sacerdotes caminando por la vereda del frente. El niega con un profundo pesar y piensa "pobre tonto, pudo haber sido acogido por la buena voluntad de dios, pero prefirió permanecer obstinado". -Iluso- murmuro y siguió pensando en sus próximos pasos.

-¿Ya está citado el papa y los demás clérigos?- pregunto el cardenal, como quien tira una pregunta al aire.

A medio vuelo, la secretaria la atrapa y le responde -por supuesto su santidad. El papa solo le pidió que antes le enviara la información solicitada-

El cardenal coloco una sonrisa llena de satisfacción y dijo -está deseoso por saber quién mató a su hijo- él mira a la secretaria y le ordena -envíale la carta junto con los datos del capitán-

-¿Esta seguro señor?-

-No me hagas repetirlo dos veces-

-Como usted ordene-

La secretaria baja su mirada con un rostro lleno de terror. Esos ojos le inspiran el miedo más terrible. Ella se pregunta ¿Por qué un hombre de dios tiene un rostro tan demoniaco?. No encuentra respuesta y solo asiente mientras anota en una libreta sus siguientes pasos. Una vez que llegue a la oficina, mandara la carta y la vida del hombre que ha conocido por años, será destrozada. La de él y su familia. Ella aprieta sus ojos como queriendo llegar a un lugar sagrado, dentro de su mente. Hace una imagen de sí misma y le pide perdón a dios por lo que va a hacer. Pero ¿Quién es ella?, solo una pequeña sierva de dios. Su papel no es juzgar quien es bueno, sino seguir al elegido.

Una vez que llegan a la sede central, el cardenal saluda a todo el mundo con una sonrisa misericordiosa. Nadie se imagina que el hombre que planea la matanza de todo un continente, puede destilar tanta amabilidad. Su presencia es igual a la de un viejo sabio, casi igual a la del papa. Sin embargo, su corazón es negro como el carbón, como una noche sin estrellas. Pero ¿Cuándo se volvió así?¿cuándo mataron a sus padres? o ¿Cuándo el hipócrita papa mato a sus hijos?. Eso no importa, ya aprendió la lección, solo San Millis lo puede juzgar.

Una vez que el cardenal llega a su oficina, su secretaria se va a su pequeña oficina, muy lejos de la lujosa habitación, en donde el hombre de dios se gana frente a la chimenea previamente encendida por algún funcionario. Su oficina tiene un calor acogedor. Con una alfombrado de tintes rojos y bordados de oro. Los muebles están barnizados de tintes oscuros. El ambiente resuma calma, cobijo y seguridad, pero la mirada del cardenal es fría. Después de un rato, manda a llamar a uno de sus más devotos, un hombre joven, a mitad de la veintena. Al igual que su hermana, tiene unos ojos grandes, pero lleva el pelo corto, vestido con una túnica blanca y pertrechado con una armadura de verdad, legado de sus ante pasados. El caballero penitente con un rostro inexpresivo se arrodilla y le dice -perdóname señor, porque te he fallado-

-¿Qué paso?- le pregunto el cardenal en un tono cortante

-No hemos encontrado forma de entrar a la mansión- le dice el caballero en un tono bajo

-Inútiles-

-Lo sentimos, pero ya he perdido a diez de mis hombres-

-No sufras por sus muertes, son por el bien de Millis, son por el bien de dios-

-Ya lo sé, pero sus esposas e hijos no viven con eso-

-Dales una compensación, con eso bastara-

-¿Cuánto vale la vida de un ser amado, mi lord?¿A cuantas monedas equivale?-

Por alguna razón el cardenal se acuerdo de sus hijos. Se queda mudo por un momento y después le dice en un tono bajo -solo asístelos. Si no te alcanza, pídele dinero a mi secretaria. Ahora, infórmame que paso-

Mientras el caballero se mantiene arrodillado, le dice en un tono frio -esa casa esta maldita. Cada vez que uno de mis hombres trato de entrar, fue repelido y después de eso se convirtieron en arena-

-¿Algo mas?-

-Nada mi lord, solo fueron expulsados por una fuerza invisible y al día siguiente se volvieron arena. No sabemos que puede ser-

-Ese monstruo- dijo el cardenal en un grito ahogado -¡déjalo! Ya lo enjuiciare en un mes, solo le queda un mes, después de eso ya vera-

-Como usted ordene. Tego algo mas-

-¿Qué sucede ahora?-

-Su nieto, él, esta fuera de control-

-Solo es un travesura-

-Él tomo a varias niñas que iban a ser caballeros de Millis y las obligo a "entretenerlo"-

El cardenal apretó su puño, tiritaba por la impotencia de no poder gritar lo que sentía en su corazón. Soltó un suspiro que se llevó todas sus fuerzas y le dijo -si nace algún bebé de esas niñas, mata a mi nieto. Por ahora compensa a las afectadas-

-Como usted ordene mi lord- respondió el caballero y se quiso retirar, pero cuando iba llegando a la puerta escucho al cardenal.

-Por si acaso, envía esa carta-

-¿Esta seguro?-

-Sí. De alguna manera hay que librar a Millis de los monstruos. Que mejor manera que dejar que se maten entre ellos-

Ya en la tarde, el Cardenal tomo sus cosas y volvió a su casa. Como siempre, su nieto no estaba. Según su mayordomo había tomado unas cuantas notas reales y se había ido con sus amigo. El cardenal lo único que pudo hacer es suspirar. Sino fuera el legado que le dejo su hijo, hace mucho tiempo que lo hubiera mandado a la cárcel. ¿Cuántos problemas le ha traído criar a este muchacho?.

Dejando eso de lado, fue al comedor, comió solo como siempre lo hace, se dio un baño y se fue a dormir esperando soñar una vez más con San Millis. Se acostó en su enorme cama, cerro los ojos y rezo como siempre lo hace. Para el cardenal fue otro exitoso día y espera que mañana siga siendo igual. Una vez en el mundo de los sueños, pudo ver la gloria de dios. Un enorme habitación blanca, que según él, refleja la santidad. Mas allá, a unos cinco metros estaba dios. Como siempre sonriendo para él. El cardenal se arrodillo, junto sus manos en una pose de oración y le dijo -bendito soy porque te puedo ver una vez más-

La existencia con una silueta blanca pone una sonrisa burlona y le dijo -¿hiciste cómo te dije?-

-Por supuesto, yo nunca me atrevería a ir en contra de tus designios-

-Bien. Deja que los monstruos se maten, una vez que pase eso, te heredare mi iglesia-

-Gracias. Mi dios, ¿puedo hacerle una pregunta?-

-Claro, porque no-

-El conocimiento de ese elfo ¿Me lo puedes dar?-

-Yo le concedí al elfo un gran poder, pero es tu deber recuperarlo. Si no lo puedes tomar por tu propia mano, no estas cumpliendo mi voluntad. ¿Acaso no debes demostrarme que eres digno?-

-Sí- dice el cardenal, apretando sus manos, haciendo su postura mas firme -sobrepasare esta prueba y te demostrare que soy digno de tu amor-

-Así se habla- le respondió la entidad y poco a poco el cardenal dejo de escuchar a dios. Apartándose del mundo onírico.

Una vez que llego el otro día, al igual que todas las mañana, el cardenal se levantó, lo vino a buscar su carruaje junto a su secretaria. Viajan gran parte del trayecto en completo silencio. El clima está más frio que ayer y empezó a caer nieve. Las calles están resbaladizas, pero al escogido de dios no le pasa nada. Cuando llegan a la sede de la iglesia, el cardenal se mete en su oficina. Tiene las reuniones pertinentes. Organiza ciertos eventos que le otorgaran la imagen de un hombre magnánimo. Nada muy relevante, pero que a futuro reafirmara su posición como papa. San Millis ya se lo dijo anoche, una vez que pase esta prueba, heredara su iglesia, así que no hay nada que temer. La puerta suena con un golpe doble y el cardenal de muy buen ánimo, contesta -pase-

La secretaria aparece detrás de la puerta, como si fuera un asustadizo conejo que solo asoma su cabeza fuera de la madriguera. Ella desde la puerta le dice -tengo algo que decirle-

El cardenal ante su cómica actuación, sonríe y le responde -pasa niña. No hay problema-

La secretaria algo nerviosa, entra, cierra la puerta y hace su viaje hasta el cardenal. El hombre la mira con una sonrisa radiante, pero eso no la hace sentir mejor. La secretaria le dice -el capitán murió ayer-

El cardenal va perdiendo su sonrisa inicial. Recuerda al hombre con un poco de apego, pero dice en su mente "¡por San Millis!" y asiente. Entonces le da la espalda y le dice -es una pena. Ve si su familia necesita ayuda-

-No hay necesidad de eso-

-¿Por qué lo dices?-

-No quedo nadie vivo. Por lo menos hasta la segunda línea de parentesco-

El cardenal aprieta su labios para no llorar, asiente con brusquedad, pero solo le dice con palabras entre cortadas -gracias por avisarme. Te puedes retirar-

-Yo- le dice la secretaria angustiada.

Pero el Cardenal niega y le señala -no es tu culpa hija, esto es solo la guía de dios-

La secretaria quiere decir muchas cosas, pero las palabras no le salen. Por otro lado sus lagrimas no se detienen. Ella quiere gritarle, quiere preguntarle por que le ordeno que mandara aquella carta. Pero ella no es nadie, se dice así misma. Solo una oveja que sigue al escogido de dios. Su garganta esta hecha un nudo y con un mar de lagrimas en sus ojos, sale de la habitación. El cardenal aprieta su puño y se dice en su mente "Todo esto es por la iglesia, por San Millis y por el mundo". Se lo repite una y otra vez hasta que termina el día. Se acuesta temprano tratando de contactar a San Millis y preguntarle como esta el alma de su siervo. Esperando que San Millis le diga que a llegado al cielo. Que ya no sufre penurias, que ya no tiene necesidades, pero no llega a la habitación blanca. No vuelve a ver a San Millis y todas sus dudas se convierten en culpas.

A la mañana siguiente viene el joven caballero a buscarlo. Su rostro es estoico como siempre, pero sus ojos son rojos. Mira al cardenal con furia y le dice en un frio tono que poco a poco se va resquebrajando -mi hermana se mato ayer. Dejo una carta para ti. Sinceramente, siempre espere poder darle una gran oportunidad. Pensé que siguiéndote se la daría. Maldigo el momento en que te hice caso. Te maldigo a ti. Ahora no me queda nada en el mundo-

-o-

Con los constantes movimientos del Cardenal. Para mediados del invierno Kain en apariencia, lo había perdido todo. La empresa que era manejada por Victoria fue clausurada. Los proveedores cayeron sobre ellos uno tras otro, como si fueran una bandada de buitres listos para comer las sobras de un cadáver. Salvo que este cadáver tenía suficiente dinero como para poder defenderse y quedar protegido mientras dormía. Victoria estaba furiosa, sobre todo cuando un tipo petulante le dijo que se podía demorar la clausura si ella le hacia un pequeño favor. Por supuesto, el tipo perdió algunos dientes por su osadía. Quiso arrestar a Victoria, pero con Maaya a su lado, el tipo no se atrevió a hacer nada.

Así que entre medio de todos esos sucesos, el día predestinado llego y Kain como todos los días se levantó temprano. Hizo sus ejercicios, ayudo a alimentar a sus hijos y se preparó para el juicio. Hoy iba vestido con un set de gabardina y traje gris. Su camisa era de un blanco impoluto que hacía resaltar su rostro. Todo cortesía de Victoria, que le recalco que como te ven, te tratan. Claro que Kain, con sus refinados rasgos elfos tentó Victoria y antes de este día, jugaron al jefe y a la secretaria. No había oficina donde actuar, pero si las ganas. Dejando eso de lado, a las ocho de la mañana paso un carruaje a recogerlo. Solo lo acompañaba la abuela Mamiko, que dentro de todo iba como representante e investigadora. Maaya y Catalina se quedaron en la casa para defenderla. Lilia y Victoria también se quedaron, ya que tenían algo más importante que proteger.

Una vez que el carruaje emprendió el viaje, Kain le pregunto -¿Ya preparaste todo?-. La abuela Mamiko asiente, le tiende un pequeño sobre. Kain revisa el contenido y con una amplia sonrisa le dice -no me has defraudado, gracias-

-Por supuesto que no te voy a defraudar- le respondió la abuela Mamiko -todavía tienes que hacer a mis nietos con esa niña Maaya. Para ser alguien tan capaz, me tiene defraudada-

-No la presiones. Ella solo es alguien tímida-

La abuela Mamiko suelto un bufido y dijo -para una niña que no se quiere arrodillar frente a su marido, bien que se puede andar besando sin ningún pudor-

-Los tiempos cambian-

-Así parece. Dejando de lado a esa niña, espero que estés preparado. Ese tipo hizo algunas cosas a espaldas de todos-

-Lo sé, pero si jugamos bien nuestras cartas, aprenderemos mucho de este mundo-

-Es una apuesta peligrosa. No sabemos como actuara, mis ancestros y yo tuvimos suerte, ya que no nos ataco, pero no sabemos como actuara ahora-

-Puede ser, pero tiene la palabra dios en su nombre. Así que por lo menos debe hablar antes de atacarnos-

-Eso espero, él es alguien implacable contra sus enemigos-

El carruaje siguió avanzando por las calles de Millis. Mientras tanto, Kain converso de otras cosas con la abuela Mamiko. Nada serio, solo de cómo estaban sus hijos, como estaban creciendo y una frase que siempre desconcertó a la abuela Mamiko "ellos están enormes". Si la abuela Mamiko hace memoria, los bebés estaban sanos y gorditos. ¿Pero enormes?, ella siempre los encontró igual. Se pregunto si será la visión de un padre idiota. Por otro lado, la abuela Mamiko le converso a Kain sobre los entrenamientos de los cadetes. Siguieron aplicando los mismos entrenamientos y acomodando la dificultad en base a los años de experiencia. Los cadetes que estaban siendo entrenados desde un principio, fueron más veloces, agiles y diestros que los cadetes qué llevaban cuatro años en la academia.

-Hay una niña- le menciono Kain -se llama Therese ¿Cómo lo esta haciendo?-

-Lo esta haciendo bien, pero solo es una guerrera promedio- respondió la abuela Mamiko -a lo sumo llegara al nivel avanzado del estilo dios del agua-

-¿Cómo lo sabes?-

-Porque Catalina me pregunta de forma habitual-

Kain sonrió y no siguió con la conversación. Después de eso fue un viaje silencioso hasta la sede central. Donde por alguna razón, obligaron a Kain y a la abuela Mamiko a caminar escoltados por un grupo de soldado, todos eran robustos y tan altos como Kain. Se veían solemnes en sus armaduras y aunque iban acompañados de sus lanzas, ninguno fue insolente. Eran veteranos de la academia militar. Por supuesto, todos conocían a la abuela Mamiko. Aunque la anciana en esos años fue estricta, aun la recuerdan con cariño. Así que en vez de hacer lo que les ordenaron, parecía que la estaban protegiendo. Al final del trayecto, afuera del gran salón de justicia, cada uno se despidió de la manera más reverente posible. Después de eso, la abuela Mamiko y Kain fueron a una oficina y esperaron a que los llamaran. Mientras tanto, la abuela Mamiko le comento como fueron esos "niños" en su juventud. Le relato como eran muchachos desordenados, pero con algo de disciplina se volvieron los grandes soldados.

-Como pasa el tiempo- comento la abuela Mamiko, mientras miraba a la distancia, como si estuviera soñando despierta

Cuando llegaron las doce del día y después de esperar por varias horas, por fin los llamaron. Una mujer de rostro frio los llevo a un gran salón. Era una hermosa habitación circular con un techo elevado y a sus costados habían pilares que sostenían la construcción. El cardenal presidia el juicio desde su estrado y una multitud sentada en unas gradas que formaban un semi circulo, miraban a Kain con malos ojos. Ante todo este ambiente, Kain no se inmuto y camino mirando cada uno de los rostros de los presentes. Mostro una sonrisa rebosante de confianza. Algo que no le gusto al Cardenal, pero tratando de recomponer su rostro, tendió su brazo y le indico una silla frente al estrado. Una vez que Kain se sentó, comenzó el show.

-Kain Dragonroad- dijo el cardenal en un tono solemne que reverbero por toda la sala -¿Aceptas tus cargos?-

-¿Qué cargos?- le pregunto Kain sin considerar el estado de ánimo

-Eres un hereje que no sigue a San Millis. Además practicas magia perniciosa ¿Qué mas cargos necesitas?-

-De que estas hablando viejo, no tengo la mas mínima idea-

-Muchacho, no te hagas esto a ti mismo. Ya presentamos las pruebas y los testimonios. No te hice pasar desde un principio, para que no sufrieras una humillación mas grande-

-No queras decir, ¿Qué no me hiciste pasar antes, solo para poder culparme de forma unilateral?-

-¿Por qué te haces esto?-

-Yo no me hago esto, eres tu él que esta cavando su propia tumba-

Toda la habitación quedo en un silencio sepulcral. Kain miro al cardenal a los ojos y este ultimo le devolvió la mira con unos ojos llenos de molestia. Al final soltó un suspiro con un gesto de pena y le dijo -no me dejas otra opción. ¡Apréndanlo!-

Una vez que encadenaron a Kain, se llevó a cabo un ritual en medio de toda la congregación. Las manos de Kain fueron selladas, con una inscripción y un hechizo hecho por el papa y el cardenal en conjunto. El papa transpiraba con terror, no sabía si lo que hacía estaba bien, pero seguía el guion. El guion que fue escrito por este demonio. Una vez que se llevó a cabo el procedimiento, toda la congregación quedo satisfecha. El cardenal sonrió con alegría, miro a Kain que todavía sonreía y le dijo -ahora tu magia esta confinada por San Millis. Ya tus pecados no te pueden consumir-

-Gracias- le dijo Kain, pero levantando su mano derecha, genero una lanza relámpago y la lanzo contra el estrado. Un gran estruendo se escuchó por toda la sala y quedo una terrible polvareda. Una vez que la nube de tierra se deshizo, Kain miro al cardenal a los ojos y dijo -parece que San Millis no está aquí ¿Quién eres?- le pregunto con una sonrisa burlesca -tú no eres hijo de dios, tú no eres un santo. De lo contrario, San Millis hubiera sellado mi magia ¿Quién eres hijo del mal?-

Toda la congregación grito en la desesperación y miraban al cardenal como a un impostor. Ellos habían visto este tipo de ritual con anterioridad y nunca fallo. La gracia de dios siempre les dio la seguridad de que el mal nunca prevalecería. Entonces ¿Quién era Kain Dragonroad?¿era el ser del mal que el cardenal profesaba?. No habían respuestas, pero en medio de la multitud un joven corrió frenético y se interpuso entre todos y el cardenal. Era el nieto, que en un arranque de ira les decía -mi abuelo es un hombre de edad, puede que su magia haya fallado, pero eso es todo. Por otra parte, están los testigos y las pruebas. Eso no quita de que Kain Dragonroad sea un hijo del mal-

-¿Qué pruebas muchacho?- pregunto Kain con una sonrisa -¿las que mostraron cuando yo no estaba?¿las pruebas que yo no pude refutar? Dime ¿Por qué todo este juicio se llevó a mis espaldas y solo me llamaron cuando debía recibir la culpa?¿no son ustedes los que ocupan la ley a su beneficio?-

-Mientes- grito el muchacho

-Creo- dijo el papa en un tono firme -que esto puede ser comprobado. Llevaremos a cabo un exorcismo. Si es como tu dices, si eres un hombre justo, entonces no te rehusaras-

Kain asintió y le respondió -así es, no tengo ningún problema ¿Qué dices tu cardenal?¿te someterás al escrutinio de tu dios?-

El cardenal se inflo de ira e indignación. Que un sucio elfo lo amenace de esa forma es una blasfemia en sí mismo. Con unos ojos llenos de odio le dijo -yo, el hijo de dios, no le tengo miedo a la fe ni al juicio de mi dios-

-Deberías- se escucho la voz de la abuela Mamiko. Camino con dirección al estrado y levanto un manojo de papeles. Ella dijo mientras miraba a toda la congregación -aquí tengo pruebas de que el cardenal mando a matar al hijo del papa y a su esposa-

-Mientes- grito el cardenal en un frenesí. ¿Cómo era esto posible? Se pregunto, hoy era su gran día, el día en que triunfaría sobre el mal

-Hay pruebas y deben ser revisadas por el tribunal. Pero dejando eso aun lado, como dice el papa, llevaremos a cabo un exorcismo y San Millis te juzgara-

-Por mí, bien- respondió el cardenal en un tono mordaz.

Después de eso se cerró la sala. Solo quedaron el papa, sus fieles, el cardenal y su nieto. Al parecer todos los involucrados en la muerte del hijo del papa se fueron a esconder. Una vez que estuvieron solos la familia Tsuki hizo su movimiento. En un rápido despliegue, todos los subordinados del papa fueron neutralizados y el cardenal fue maniatado junto a su nieto. El papa por otro lado, no se preocupó por lo que le paso a sus subordinados. Con un rostro feroz, más parecido al de un demonio, miró al cardenal con un resentimiento que le quemaba por dentro. Él saco un cuchillo de una de sus mangas, listo para matar a su odiado enemigo, pero fue detenido.

-Vaya lugar está hecho Millis- dijo Kain mientras le sostenía la mano

-¿Por qué me detienes?- le pregunto el papa con sus ojos llenos de un odio indecible

-¿No íbamos a llevar un exorcismo?-

-Solo es fanfarria, ahora déjame matarlo-

-Primero haz el exorcismo. Después podrás hacer lo que quieras- dijo Kain, después miro a los miembros de la familia Tsuki y les dijo -coloquen a los guardias en esa esquina-. Con rápidos movimientos, todos los guardias fueron trasladados. El papa miro a Kain con extrañeza, no sabía sus intenciones, pero esperaría.

Kain sonrió, miró al nieto del cardenal y le dijo -oh, que tenemos aquí, un pecador. ¿Cuáles serán tus cargos? Recuerdo que amenazaste a mis mujeres e hijos. Eso está mal, déjame contarte una historia. Es referente a alguien que como tú, se goza en la oscuridad de este mundo. Dice más o menos así: "Quienes se demoran demasiado al borde de la Oscuridad suelen resbalar. Dorris gozó ciertamente de esta oscuridad, que la embriagó con sus peligros". Ella al igual que ustedes era una clériga. Se alegraba en su propia agonía y gozo en el dolor de la oscuridad. Creo que conociendo como eres y lo que has hecho, también te alegraras en compartir el sentimiento-. Con sus últimas palabras, Kain creo un enorme enjambre de bichos y golpeo al nieto del cardenal en el estómago. Como un acto reflejo, este último grito de agonía. Sentía como sus carnes se abrían y era devorado por dentro. Cayó al suelo gritando de dolor y pidiendo clemencia, hasta que se desmayó. Al cabo de treinta minutos había dejado de tener la forma de un humano y ahora era un saco de huesos con bichos emergiendo desde su piel. Después de eso Kain miro al papa y le ordeno que hiciera el exorcismo. Una luz misericordiosa lleno la habitación, pero no pasó nada. Por su parte, no es que Kain esperara sacar algún espíritu maligno, lo que quería saber era si la magia sagrada de este mundo podía afectar a los bichos nacidos de la oscuridad. Para bien o para mal, no tuvo ningún efecto. Así que se movió con prontitud y los incinero. Después miro al Cardenal y este último lo miro con un rostro lleno de angustia y le dijo -por favor, déjame morir a manos del papa, sé que mostrara más misericordia-

-Sabia decisión. Todo tuyo- le dijo Kain

Entonces el papa, como si le soltaran las ataduras, se abalanzó sobre el cardenal apuñándolo incontables veces. Segado por su ira lo apuñalo desde el rostro hasta el estómago. Una y otra vez, lleno de ira hasta que no le quedaron fuerzas y cayó al lado del cadáver sangrante, jadeando del cansancio. Todo su blanco ropaje era carmesí, su rostro era demente, pero feliz, ahora había matado al bastardo que mato a su hijo. Esto está bien, se dijo a sí mismo, es la justicia de dios. Pero una firme voz lo despertó.

-Ahora, lleva a cabo otro exorcismo- ordeno Kain

El papa asintió, se paró como pudo, pero apenas le quedaban fuerzas para sostenerse. Al final, Kain lo dejo descansar en una esquina y cambio de planes. Le corto el brazo derecho. Por su parte, el papa grito de dolor y llamo a sus guardias, pero nadie acudió. Miró a Kain con miedo, pero este último le dijo -no te preocupes, no te voy a matar. Pero si el hijo de dios no pierde nada ante el mal, en una lucha decisiva, pierde su realismo. Haz matado al cardenal, ¿no tienes miedo de que tu congregación no te crea y te juzgue como un hombre enamorado del poder?-

El papa asintió, cerro su herida con magia sagrada y con un rostro pálido, le dijo -prepara el escenario. Este show debe ser lo más realista posible-