Como a las once de la noche, Kain ya había recuperado una buena parte de su movilidad. Por otro lado, sabía que la fuerza de los primordiales era aterradora, pero nunca se imaginó que quedaría en un estado tan lamentable solo por ser apuntado por un dedo.
Una vez que llegó la hora de dormir, Kain se quiso ir a su cama, pero una presencia familiar lo perturbo. Le pidió a Aquiles que lo ayudara a salir al patio, pero Hera e Isabel estuvieron en contra. Estaba oscuro, nublado y frio, en cualquier momento se pondría a nevar. No obstante, Kain sonrió y les dijo -es momento de obtener respuestas-
Las dos quedaron confundidas, pero Kain no espero a que entendieran el significado. Al final, le pidió a Aquiles que lo llevara al patio y así lo hizo. Una vez que salió, se encontró al viejo Xiao parado en medio de la nieve. Su vestimenta Tang, de un rojo burdeos y líneas negras destacaba sobre un fondo de nieve blanca.
-Aquiles- dijo Kain apoyado en sus hombros -déjame solo y entra. Ayúdame prendiendo las luces del patio-
-Sí, suegro-
Kain asintió y avanzo a paso lento, pidiéndole permiso a un pie para dar el siguiente paso. Después de un breve esfuerzo, quedo a un metro del viejo Xiao. En ese momento, la luz se encendió de manera casi segadora y las viejas facciones asiáticas fueron más claras.
Kain tenía ganas de colocarle un puñetazo en la cara y deformarle el rostro a golpes.
-Me prometiste que no le pasaría nada a mi familia- dijo Kain, sus palabras se convirtieron en nubes blancas que en cuanto salieron de su boca se disiparon.
-Protegí a tu familia- respondió el viejo Xiao -pero no me pidas lo imposible-
-Veo que no eres tan fuerte como pensé-
-Ese fue tu error, pensar que era infalible. También pensar que podías hacer lo que quisieras. Te traje a este mundo con una finalidad, pero tú te pusiste a tener familia e hijos. No me puedes culpar por tu imprudencia, menos siendo tan débil-
-Débil- repitió Kain con un susurro, le tiritaban las piernas, pero de algún modo conservo el equilibrio. Después asintió y le pregunto -soy muy débil ¿verdad?-
-Demasiado débil. Una vez que obtengas tu divinidad, te sugiero que empieces a estudiar la dimensión y el tiempo. Una vez que logres ese nivel de conocimiento, todo será más fácil. Solo recuerda, siempre habrá alguien más fuerte que tu-
Kain soltó un largó suspiro y se quedó en silencio mientras meditaba todas estas cosas. Al poco rato se cansó y se sentó en la nieve. Ni siquiera tenía la suficiente energía como para hacer magia y crear un asiento. Por otro lado, el viejo Xiao también se sentó sobre la nieve.
-Me dijiste que podía tomar a Hera y llevarla al mundo pintado- dijo Kain
-Así es, pero te sugiero que tengas cuidado- respondió el viejo Xiao -una vez que llegue a ese mundo, su divinidad limitada, será liberada-
-Ya he estudiado la divinidad, entiendo más o menos que sucederá- señalo Kain -Por otro lado, sé cómo funciona el núcleo divino y como convertir mi circuito mágico en uno divino. También tengo claro que divinidad quiero tener-
Kain mostro una espelúznate sonrisa que hizo temblar al viejo Xiao. Este último agacho la mirada y asintió.
-En ese caso- dijo el viejo Xiao -ya no hay razón para que te quedes aquí-
Kain negó -sí la hay- dijo -mi familia. Así que cuando llegue el momento de luchar en ese mundo, ven por mí. Por otro lado, si llego a perder la batalla, toma mi alma y arrójala a la profunda oscuridad-
-¡Eso te destruirá!- grito el viejo Xiao
-Solo si no puedo hacer resonar el fuego primordial y mi alma con el elemento, pero si lo logro, podre matar todo lo que este en mi camino-
El viejo Xiao soltó un suspiro y le advirtió -si no quieres convertirte en el monstruo que alguna vez fuiste, te sugiero que no andes matando a todo lo que se te cruce por delante-
-No te preocupes- respondió Kain -no pasara-
Entonces Kain se apoyo en sus manos y soltó un gruñido mientras intentaba levantarse. Una vez en pie, Kain miró al viejo Xiao y le dijo -nos vemos en ese momento, lo siento, es egoísta, pero no quiere verte por un tiempo-
El viejo Xiao asintió con seriedad y se puso de pie. Después de eso, vio a Kain caminar convaleciente, dando un paso a la vez hasta llegar a la puerta de la casa, abrirla con dificultad y cerrarla sin mirar atrás.
El viejo Xiao soltó un suspiro y negó algo decepcionado -se suponía que serías Flann, dios de la llama, no de la oscuridad- dijo -después de esto, parece que tendré que poner todas mis esperanzas en tu hijo-
-o-
Kain paso varios días descansado, hasta que recién al tercer día pudo andar libremente. En ese momento, Kain saco el cuadro pintado de Elizabeth e invito a Hera, Flora, Aquiles y el bebé a entrar en él; sería un nuevo comienzo, les prometió. Por otro lado, la despedida fue un tanto amarga, porque una vez que estuvieran al otro lado, no podrían volver a Orario, dejarían este mundo para siempre. Gracias a esto, Kain fue cuestionado. Si él era el propietario del cuadro pintado ¿Por qué no podrían volver a verse?. A lo que él explico que a excepción de él, todos tenían un destino atado a Orario.
Una vez en el mundo pintado de Elizabeth, Aquiles y Flora sintieron la pérdida del falna, volvieron a ser seres humanos normales y corrientes. La destreza y la magia todavía quedaba, pero ahora no había ningún sistema divino que soportara la bendición de los dioses. A pesar de todo, Aquiles siguió teniendo la fuerza de un nivel cinco y Flora la destreza de un nivel dos, estaban muy por encima de la fuerza promedio de este mundo. No obstante, su caso no fue el más alarmante. Kain tuvo que tomar Dorian y apartarse de Hera por varios miles de metros. Sus hijos lo siguieron a una gran velocidad y desde lejos, miraron como Hera recuperaba su divinidad.
Hera se elevó en el aire como un fénix y se convirtió en una esfera de fuego que lo quemaba todo a su alrededor. Lo que estaba debajo de sus pies se convirtió en lava y todo lo que estaba a cien metros a la redonda se convirtió en ceniza. Por su parte, Kain tuvo que ocupar grandes cantidades de magia para crear agua y mantener a raya la ígnea divinidad. No obstante, varias hectáreas de bosques fueron quemadas y transformadas en un páramo desértico.
Pasaron dos meses mientras Hera seguía dentro de la esfera de fuego recuperando su divinidad. En ese tiempo, Kain y sus hijos construyeron casas y vivieron con normalidad, o al menos eso esperaban. No obstante, la curiosidad de la humanidad es grande y al poco tiempo empezaron a llegar exploradores. Después llegaron caballeros y regimientos completos que rodearon la esfera de fuego. En ese proceso se acercaron a Kain para interrogarlo, incluso para robar lo poco y nada que había juntado en ese momento. No obstante, fue lo peor que pudieron hacer.
Después de dos meses de perder y perder caballeros, el príncipe del reino impertinente se hizo presente. Era solo un muchacho tímido, en sus catorce años, de pelo suave y sedoso. Le informo a Kain que lo único que buscaban era saber que había ocasionado esa esfera fuego. No obstante, Kain lo único que le respondió es que se fuera y no volviera a estas tierras, ya que este lugar sería reclamado por una diosa. Gracias a esto, todos los caballeros se retiraron, aunque igual los siguieron vigilando, pero ya no eran tan molestos como antes.
Una mes después de que se retiraran los molestos caballeros, Hera por fin salió de la esfera de fuego. De repente la esfera se expandió de manera aterradora, tanto que Kain pensó en seguir retrocediendo. El calor estaba subiendo a niveles ridículos, tanto así que en mil metros todo era un mar de lava. No obstante, cuando Kain estaba listo para ir a buscar a Dorian y retroceder, la esfera de fuego se comenzó a retraer. Se volvió poco a poco más pequeña hasta tomar la silueta de una mujer y descender. Una vez que los pies tocaron el suelo, la lava se solidifico y la tierra tomo su forma normal. Por otro lado, la mujer de fuego se quedó de pie mientras las temperaturas descendían. Solo pasado un par de horas, la silueta de fuego se disipo y lo único que quedo fue Hera. No obstante, no era su yo normal, ahora poseía una aura dorada que la hacía ver divina. Sus ojos celestiales seguían ahí, junto a su tierna sonrisa, pero se sentía intocable, incluso para Kain. Este último se preguntó ¿Esto es un dios en toda regla? Si ese era el caso ¿entonces que eran los otros dioses? ¿Meras copias que no podían alcanzar la verdadera divinidad?. Sin embargo, Kain ignoro todas estas preguntas y corrió hasta llegar frente a Hera.
-Hiciste bien, amado mío- dijo Hera con una voz sagrada -esta tierra será reclamada para nuestro hijo, él será grande entre los hombres y su legado será eterno-
Kain sonrió y negó con suavidad -nada es para siempre, pero él no será rey ni se atara a tus designios- dijo -él seguirá su propio destino y vivirá para lograr sus propias metas, eso fue lo que acordamos ¿o no?-
-Así es- dijo Hera un poco triste
-No pongas esa cara- añadió Kain, le levantó el mentón y le dio un tierno beso saboreando sus labios -no te gusto seguir los designios de Uranos y el primordial ¿te gustaría que nuestro hijo se sienta igual?-
Hera negó, recompuso una sonrisa y se colgó del cuello de Kain para besarlo con toda la pasión que había en su corazón.
Mas tarde, Hera construyo una gran mansión para albergar a Kain y a Dorian. También les ofreció vivienda a Aquiles y Flora, pero estos se negaron. Dijeron que vivirían por su propia fuerza y que una vez que su hijo este grande, saldrían de viaje por el mundo.
Así que al final, solo fueron Dorian, Hera y Kain. Los tres viviendo en una gran mansión; compartiendo los días y educando a su hijo.
Ahora Kain se debatió entre vivir aquí y en Orario, ninguno de los dos lados podía mezclarse con el otro, pero eso no le impedía venir aquí semana por medio. Por otro lado, Hera fue visitada por grandes sequitos de príncipes y princesas, incluso los mismos reyes. Todos querían conocer a la diosa que se había instalado en la tierra de los demonios, en donde grandes criaturas se paseaban por los bosques y no dejaban a ningún inocente vivo. Le dijeron que fue una luz para este mundo y le ofrecieron mudarse a vivir en sus castillos. Cosa que Hera rechazo tajantemente y les pidió que no volvieran.
Cuando ya fue mucha la insistencia de los monarcas, Hera creo una esplendorosa torre que se elevó por cientos de metros de altura y coloco la mansión en la cima. De esa manera, nadie más vino a molestar a la diosa. Por otro lado, la tierra que era signo de desgracia, se convirtió en una tierra sagrada. Por alguna razón, gracias a la existencia de Hera, los demonios se escondieron debajo de la tierra y nunca más fueron vistos hasta siglos posteriores, pero esa, es otra historia.