Después de enseñar a Jin Liwei, Yi Mei dejó a los dos solos en la habitación. El ama de llaves parecía visiblemente reacia a irse y no pudo evitar lanzar miradas advertentes al joven lleno de lujuria, a lo que Jin Liwei no se percató. Estaba ocupado dando un masaje a su Xiulan.
—¡Más suave! —Iris le dio un golpecito en las manos.
—Lo siento —murmuró. Se aseguró de controlar la fuerza en sus manos.
Ella se sintió culpable por haberlo regañado. —Lo siento. No me siento bien hoy.
—No te preocupes por eso.
—Debes de estar exhausto después del largo vuelo y aún así estoy haciéndote darme un masaje.
—Como dije, no te preocupes por eso. Lo que sea por mi bebé.
—Gracias —Ella estiró los brazos, invitándolo a un abrazo.
Por supuesto que aceptó, abrazándola como si fuera su tesoro más precioso.
—Oh, casi lo olvido. Te conseguí algo. Espera aquí —dijo.
Cuidadosamente la soltó, y luego se dirigió al ropero. Momentos después, regresó llevando dos pequeñas cajas de terciopelo.
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