—Es un regalo, algo para que me recuerdes.
—Gracias. Siempre lo llevaré conmigo.
—No te preocupes, no me voy. Voy a protegerte.
Recuerdos de Azar y yo de cuando éramos pequeños pasaron por mi mente. No podía creer que él fuera ese mismo niño de hace tantos años. Cuando lo vi en ese cobertizo, se veía tan pequeño y débil. Era una imagen lamentable cuando lo vi. Sentí compasión por él, por eso lo había ayudado. Había pasado tanto tiempo que ni siquiera lo recordaba.
Pero él había dicho su nombre, ¿cómo es posible que no recordara su nombre! Al menos debería haber recordado su nombre. Azar, ¡poderoso señor! Dioses, ¿cómo pude ser tan estúpida? Me engañaron dos veces. ¡Dos veces! Engañada la primera vez cuando lo conocí en ese cobertizo hace años. Bueno, mi excusa es que era una niña entonces, pero ¿qué pasa ahora? Cuando se presentó a mí como Zaron, me contó sobre su difícil situación. Sobre ser un Omega y estar solo. También sentí compasión por él y guardé su secreto.
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