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CAPÍTULO 10- Una cita con dos chicas.

CAPÍTULO 10- Una cita con dos chicas.

Kei es una buena persona, que está dispuesta a ayudar a las personas que necesiten su ayuda. En su vida pasada, era una de las personas más bondadosas en su clase, ayudaba a cualquiera que necesitaba ayuda con sus tareas e incluso ayudaba a organizar los eventos. Kei es una persona que se siente muy bien al ayudar a otros... Pero eso no significa que Kei odie la idea de matar.

Kei podrá ser una buena persona, pero cuando la situación lo requiere, se convierte en la pesadilla de cualquier enemigo.

—¡No, por favor, perdóname la vida!- Dijo una bandida, llorando de rodillas, juntando sus manos, pidiendo piedad.

Piedad que no llegará.

—No.- Dijo Kei, sin sentir ningún remordimiento, mientras Drin lo observaba impresionada por sus acciones.

Con un simple ataque con su espada de hielo, Kei le corta la cabeza a una bandida.

La cabeza cae al suelo y Kei lame la sangre que ensució su espada.

—Bueno, terminamos... Creo que son las bandidas que buscaba mi madre.

Kei fue atacado por un grupo de bandidas. Planeaban secuestrar a Kei y matarlo, pues Sei Molfer mató a su líder. Lo que ellas no sabían, es que Kei es más poderoso que su madre, aunque solo en cuanto a su estatus se refiere.

A su alrededor, hay cadáveres sin piernas, sin brazos y sin cabeza. Kei hizo esto y dejó un mensaje en los cuerpos que decía: "Si siguen robando y matando, también morirán de esta manera."

Una acción digna de un villano genérico, pero lo hizo el héroe de este cuento.

—Nunca dejarás de sorprenderme, cariño.

Drin, en su forma humana, se acerca a él. Está usando lentes, aunque no los necesita, solo los usa para complacer a Kei.

Su ropa está manchada de sangre, pero está sonriendo dulcemente. Ella está más que acostumbrada a este tipo de cosas, por lo que le parece lo más normal del mundo. Lo único que la sorprendió, fue lo sádico que Kei puede llegar a ser.

—¿Ya terminaste, Drin?

—Ya, cariño. Tuve que torturarla un poco más de lo que pensé.

—¿En dónde está su escondite? Creo que tienen una nueva líder.

—En la Capital. Se encuentra en un restaurante, en la zona roja.

La zona roja, la zona más peligrosa de la capital. Hay burdeles, tiendas de armas, tiendas de esclavos criminales, y ahí viven los pobres, pues las casas son más baratas.

Una zona que ningún noble en su sano juicio visitaría, por simple asco y para cuidar su propia imágen personal, pero a Kei no le importa ser visto en ese lugar.

—Ya veo... Cuando terminemos nuestra cita, matemos a las bandidas.

—¿No sería más fácil darle esta información a tu madre y que ella las capture?

—No. Si son capturadas, se convertirán en esclavas criminales... Trabajarán en minas o, si tienen suerte, se convertirán en sirvientes... Pero no creo que merezcan vivir... A diferencia de mi mundo original, los derechos humanos no protegen a los criminales. Si mato a las bandidas, no me arrestaran. Prefiero matarlas.

Drin se quedó en silencio por unos segundos, mientras observaba a su querido Kei, mirando la cabeza decapitada de la bandida con asco y repudio. Una mirada que ningún chico bueno debería tener.

—Vaya... Cariño, yo pensé que eras un chico bueno, pero tienes un lado sádico.

—Si ellas mataron, el destino que les espera es la muerte. Han provocado mucho daño. Aparte, mi madre me dijo que las personas malas no merecen vivir... Y como me lo dijo cuando tenía 3 años, crecí con esa enseñanza... Creo que por eso no me siento mal al matarlas. Obviamente, las mataré si se lo merecen. Si solamente roban, no las mataré, simplemente las voy a capturar. Hasta yo tengo mi límite moral.

—¿Y cómo sabes que solo roban? ¿Sabes detectar mentiras, cariño?

—Uso mi magia para detectar mentiras, aunque solo funciona con humanos. Todavía la estoy mejorando.

—Ya veo... ¿Por eso les preguntaste si han matado?

—Exacto... Y todas han matado... Merecían este destino... Pero bueno, vámonos... Y limpia tu ropa... Por cierto... Como será una cita, quiero que cambies de forma.

Drin y Kei caminan juntos por la calle principal de la Capital.

Drin se transformó en una niña de 12 años. Es parecida a su forma adulta, solo que tiene el cabello de color violeta. Kei le pidió que use esa forma, pues sería bastante sospechoso que una mujer adulta se comporte tan cariñosa con un chico de 12 años. Como es una cita, el coqueteo es inevitable, así que le pidió que use esa forma para que sea menos sospechoso.

—La Capital es más enorme con este tamaño... Por cierto, cariño, ¿me veo linda?- Dijo Drin, mientras tiene una adorable sonrisa en su rostro.

—Sí, Drin, te ves linda, aunque prefiero tu forma normal... ¿Cuántas veces tendré que decirlo?

—Lo siento... Pero me encanta que me digas linda. Tú te ves muy guapo hoy, cariño.

—Ah, desearía ser guapo de verdad.- Pensó Kei.

Kei siente un mal presentimiento y se detiene.

Drin se detiene y lo mira a los ojos.

—¿Qué pasa, cariño?

—Este sentimiento de peligro y timidez... Ella está cerca.

—¿Ella?

Incluso antes de entrar a la escuela, Kei hizo algunos preparativos para el futuro, y eso incluye a mujeres con un enorme potencial.

—¡¡Kei!! ¡¡Kei, soy yo!! ¡¡Te extrañé!!

Una niña de 2 metros se dirige hacia él corriendo.

Si no midiera 2 metros, parecería una niña de 11 años.

Su cabello es tan rojo y largo, como un lago de sangre, y sus ojos son de color rosa.

—Hola, Diama.

Diama se agacha y lo abraza con fuerza. Una gran diferencia de estaturas. Por cierto, Kei mide 1:50. Es pequeño, pero apenas tiene 12 años, crecerá más.

—¡Te extrañé, Kei! ¡¿Por qué nunca me visitas?!

—Lo siento, lo siento. Tengo que ir a la escuela y estudiar, no tengo mucho tiempo libre.

Ver a Kei siendo abrazado por otra chica frente a ella, provocó que la sed de sangre de Drin estuviera a punto de activarse y matar a Diama, pero si hacía eso, Kei estaría furioso con ella, por lo que inmediatamente se controló, pero sus celos seguían en ella.

Drin hace un puchero para llamar la atención de Kei y cruza los brazos.

—Kei, ¿quién es ella?

—Ella es Diama, una amiga. La conocí hace 2 años.

—Mucho gusto, señorita... ¿Quién es ella, Kei?

—Se llama Drin, es una amiga.

Al escuchar la palabra "amiga", Drin sintió que su corazón había sido aplastado por las manos de Kei sin piedad, pero recordó que Kei mantiene en secreto su relación, por lo que Kei no dijo eso con la intención de lastimarla, sino porque es necesario. Ser llamada una simple amiga le dolía, pero no puede reprocharle nada, pues sabe perfectamente lo importante que es mantener su relación en secreto, así evitarán que Sei Molfer investigue a Drin.

Mientras Drin intentaba controlar sus celos y frustraciones, Kei hablaba tranquilamente con Diama, pero en el interior, estaba asustado y muy nervioso.

—¡Uwaaaah! ¡¿Por qué le dije que su nombre es Drin?! ¡¡Soy un idiota!!- Pensó Kei.

Kei cometió la gran estupidez de revelar el nombre de Drin, así que decidió comenzar desde cero con la identidad de Drin otro día.

—Diama, planeaba visitar a tu padre más tarde. Le prometí a Drin ir a comer con ella. Nos vemos después.

—¿Puedo acompañarlos, Kei?

—Pues...

Kei voltea a ver a Drin, esperando una respuesta.

—Sería agradable comer con amigos, ¿no? Después de todo, somos solamente amigos, ¿no?- Dijo sonriendo dulcemente, pero su aura es siniestra.

Ella está claramente enojada porque Kei dijo que son amigos y no novios.

Pero Kei es un idiota y no entiende la indirecta. Él piensa que realmente quiere que Diama coma con ellos.

—Tienes razón, comer con amigos es agradable. Vamos, chicas, conozco un buen restaurante.- Dijo sonriendo.

Kei se aleja caminando tranquilamente y las chicas caminan detrás de él.

—¡Mi cita se arruinó!- Pensó Drin.

Furiosa, ella levantó la mirada para ver a Diama a los ojos. Diama simplemente le sonrió y la saludó con su mano. Drin le devolvió el saludo, pero en su mente, Drin está imaginando que está matando a Diama. Era una manera de desahogar su furia.

Drin podrá comportarse de una manera educada y amorosa con Kei, pero eso no quita el hecho de que sea un demonio adicta al sufrimiento ajeno.

Drin es un monstruo que incluso comió bebés humanos en el pasado y torturó a pequeños niños hasta la muerte por simple diversión, pero por simple amor, se comporta de una manera completamente diferente.

El amor cambia a las personas.

Kei y las chicas entran a un restaurante de clase media. Kei odia los restaurantes elegantes y caros porque lo considera un desperdicio de dinero y se siente incómodo, así que prefiere los restaurantes sencillos. La comida es deliciosa y más barata, por lo que es perfecto para un glotón como Kei.

Este restaurante está adaptado para las diferentes especies humanas.

Enanos, Titanes, Elfos, No-Muertos, semihumanos, hadas, etcétera.

Por cierto, Diama pertenece a la especie de Titanes. Los adultos pueden medir más de 3 metros.

Kei, al entrar, llamó mucho la atención, después de todo, Kei no solo es un noble, es un Molfer, pertenece a una de las familias más importantes del mundo. Obviamente llamaría la atención con su sola presencia, aunque él prefiere ignorar eso y fingir que no pasa nada.

Kei inhaló profundamente y suspiró.

—Huele tan delicioso. ¡Comeré hasta reventar!

Se sientan en una mesa y esperan su turno.

—Por cierto, ¿cómo se conocieron? ¿También te salvó, Drin?

—Nos conocimos en... una fiesta... Por cierto, ¿Kei te salvó? ¿A qué te refieres?

—¡Kei es mi héroe! ¡Kei derrotó a unas bandidas que intentaban robarnos! Mi padre fue derrotado fácilmente, pero Kei llegó a tiempo y las derrotó.

Kei se puso rojo por ser llamado héroe y Drin se dio cuenta, por lo que decidió vengarse por ser llamada "amiga".

Drin le dio pequeños golpes con su codo, mientras se reía dulcemente.

—Fufu. Eres todo un héroe, ¿eh?

—N-no lo sé.

—¡Por supuesto que lo es! ¡Es un héroe! ¡Te contaré la historia completa!- Dijo Diama.

—Será un placer escucharla.- Dijo Drin, mientras pellizcaba la mejilla de Kei, que se estaba poniendo aún más rojo.

(Hace 2 años.)

El padre de Diama estaba parado frente a ella, protegiéndola.

Dos bandidas estaban burlándose de él. Ellas pertenecen a la raza de Titanes. Hay 16 bandidas detrás de ellas, pero pertenecen a diferentes razas.

El padre de Diama es un comerciante. Los comerciantes a veces son atacados por bandidas, es por eso que contratan aventureras. Lamentablemente, las aventureras que él contrató, fueron derrotadas.

Él estaba gravemente herido, pero seguía de pie, para seguir protegiendo a su hija. Lamentablemente, es hombre, no importa lo mucho que lo intente, nunca será capaz de derrotarlas.

Kei es una de las pocas excepciones que existen de hombres poderosos. El 99% de los hombres en ese mundo son tan débiles que incluso un pequeño Duende podría derrotarlos.

El padre de Diama seguía vivo y de pie porque las bandidas solamente estaban jugando con él, por creer que es capaz de pelear con ellas.

—¡Inferior, ¿no sabes cuándo rendirte?! ¡Qué gracioso eres!

—¡Un inferior nunca podría derrotarnos!

—¡Dejen a mi padre, por favor!- Dijo Diama llorando.

—Ah, terminemos con esto, ya me aburrí.

Una de las bandidas intentó cortarle la cabeza a su padre, y Diama gritó con todas sus fuerzas una simple palabra.

—¡¡¡Nooooooooo!!

Palabra que fue suficiente para que él la escuchara.

—¡Wow!

Kei aterrizó frente a él y usó su espada de hielo como escudo.

Las espadas chocaron y Kei suspiró aliviado.

—Llegué a tiempo... Cliché... Lo siento, señoritas, pero tendré que capturarlas. Vivas o muertas, ustedes deciden.

Su espada desapareció y sonrió.

—No las mataré por ahora.

Una bandida intentó golpearlo, pero Kei atrapó su puño fácilmente con su mano.

Kei saltó y golpeó a una de las bandidas en la cara. Un golpe tan poderoso, que no solo le rompió la nariz, le fracturó el cráneo y la dejó al borde de la muerte. Y ella tuvo bastante suerte, pues Kei controló su fuerza para no matarla.

Tomó impulso usando el cuerpo de la bandida y golpeó en la cara a la otra bandida.

Las Titanes cayeron al suelo inconscientes, dejando sorprendidos a todos en el lugar.

—¿L-las derrotó?- Dijo el padre de Diama.

—Vaya, vaya... Eso fue decepcionante.

Las bandidas intentaron atacarlo, pero él esquivó sus ataques fácilmente y las derrotó una por una.

Las bandidas disminuyeron en número rápidamente.

Cuando solamente quedaron 3 de pie, ellas se rindieron.

—¡N-nos rendimos!

—¡No nos mates!

—¡Te lo ruego!

—Eso dependerá de sus acciones pasadas... Quiero que se acuesten en el suelo. Y no intenten escapar o las mato.

Las bandidas se acostaron en el suelo y Kei volteó a ver al padre de Diama.

La razón por la que Kei no las mató, fue porque Diama estaba presente y no quería traumar a una pequeña niña.

—Perdón por la espera... ¿Qué atributo usa? Necesito saberlo para curarlo.

—El atributo de tierra, niño.

—Está bien. Dame la mano.

Kei lo tomó de la mano y sus heridas desaparecieron rápidamente.

—Listo...

Observó a Diama. Ella estaba observándolo demasiado. Estaba muy nerviosa y asustada, pues Kei era alguien peligroso, no sabía si podía confiar en él. Kei no solo era poderoso, era un hombre, una existencia que no debería existir. Cualquiera que lo viera por primera vez, estaría aterrado.

—Señorita, ¿estás herida?

—N-no... E-estoy bien.

—Me alegro... Bueno...

Kei saltó y subió al techo del carruaje del padre de Diama.

—Señor, siga su camino. Se dirige a la Capital, ¿no? Necesito comprar algo en la Capital.

—Gracias, niño... ¿Cómo te llamas?

—Me llamo Kei Molfer.

—Yo soy Makiar, y ella es mi hija, se llama Diama.

—¿Diama? Es un lindo nombre.

—¿L-lindo?- Dijo Diama en voz baja.

—Casi lo olvido... Las bandidas... Las llevaré con mi madre.

—¿Tu madre?- Dijo Makiar.

—Oh. ¿No reconocen el apellido Molfer? Creo que nuestra reputación está disminuyendo, ¿eh?

—E-espera...

Ambos regresaron a la realidad. Por la sorpresa que les causó ver a un pequeño niño derrotar a las bandidas, no estaban pensando bien y no se dieron cuenta de que él había dicho "Molfer".

La familia Molfer tiene una reputación de miedo. La familia Molfer se caracteriza principalmente por sus métodos de tortura y los sádicos que son al pelear. Existe una frase que refleja a la perfección el apellido Molfer, frase que los bardos incluyen en las canciones que crean sobre la familia Molfer.

"Tener a un Molfer como enemigo, es un destino mucho peor que la misma muerte".

Diama y su padre estuvieron a punto de arrodillarse, pero la sed de sangre que sintieron los detuvo y levantaron las miradas con miedo.

Kei los miraba fijamente. Una mirada que los paralizó. Una mirada que reflejaba la maldad de los Molfer. Ellos sentían que, si se movían o desviaban la mirada, iban a morir.

—No se arrodillen. Odio que me traten como si fuera alguien superior. Solo soy un pequeño niño que quiere ir a la Capital, es todo. Vámonos.

—S-sí.

Kei odia la discriminación que sufren los plebeyos por parte de los nobles, por eso no actúa como uno. Él actúa como un noble solo para obtener beneficios, como obtener información.

Kei estaba completamente rojo y Drin tocaba su mejilla con su dedo índice, para avergonzarlo más.

—Vaya, vaya... Kei es muy genial, ¿eh?

—¡Es muy genial y poderoso!

—C-con entrenamiento, cualquiera puede ser poderoso. Por cierto, ¿cómo va tu entrenamiento, Diama? Hiciste lo que te dije.- Dijo Kei, claramente desviando el tema de conversación.

—Te mostraré los resultados en mi casa. ¡Me volví más fuerte!

Kei la mira a los ojos y sonríe.

—Una compañera de la raza de Titanes... Suena bien... Si sus resultados son buenos, será mi nueva compañera.- Pensó Kei.

Kei intenta tener compañeras de diferentes razas. Ya consiguió a una Elfa y un demonio.

La razón de su decisión es simple: La variedad de técnicas. Si sus compañeras son de diferentes razas, sus ataques serán más difíciles de predecir y habría más combinaciones en las peleas en equipo.