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(Extra- Cris vs Zero, el comandante.)

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(Extra- Cris vs Zero, el comandante.)

Mientras Kei corría de regreso a la base con las chicas, para hablar de lo sucedido con la carta que había recibido, cierto evento se desarrollaba en otra parte, un evento que provocaría el mayor dolor que Kei sentiría en su vida.

—Tsk. ¿Cómo nos descubrieron?- Murmuró Cris, con un tono de frustración.

—Algo está mal, Cris.- Dijo Sline, con voz baja y cautelosa.

Las dos estaban en la aldea de los enanos, rodeadas por una multitud de enanos que las observaban con miradas desconfiadas y llenas de temor. Cris, quien oficialmente era una fugitiva de la ley y cuyo rostro había sido difundido por todo el mundo, y Sline, se habían transformado en enanas para pasar desapercibidas. Sin embargo, a pesar de sus transformaciones perfectas, habían sido descubiertas casi al instante y ahora estaban acorraladas.

El aspecto de los enanos era impactante, parecían muy sucios, con el cabello y las barbas enmarañadas y cubiertas de tierra. Sus rostros, delgados y angustiados, mostraban signos evidentes de agotamiento y sufrimiento. Las ropas rasgadas y las heridas visibles en sus cuerpos sugerían que habían estado trabajando sin parar durante bastante tiempo, sin ser alimentados. Las manos, callosas y llenas de cortes, temblaban mientras sostenían sus armas rudimentarias. Parecían tan exhaustos que apenas podían mantenerse en pie.

—¿Acaso los enanos pueden sentir mi magia demoníaca?- Pensó Cris, sintiendo una mezcla de confusión y preocupación, pues Drin había sido la única (a excepción de los habitantes del continente prohibido) que pudo detectar su magia demoníaca, y si otras razas están aprendiendo a detectarla, sus movimientos se verán limitados, teniendo que vivir escondiéndose siempre.

—Hay algo más, no creo que sea eso. Míralos.- Dijo Sline, sabiendo lo que Cris estaba pensando.

Los enanos no querían matarlas, pero algo los obligaba a actuar en contra de su voluntad. Sus expresiones eran de pavor y desesperación, como si estuvieran atrapados en una situación de la que no podían escapar.

—¡Lo siento! ¡No queremos hacer esto, pero no tenemos otra opción!- Gritó uno de los enanos, con la voz quebrada por el miedo.

—¡Lo sentimos!- Corearon varios otros, con sus voces igual de temblorosas.

Cris y Sline intercambiaron miradas, aún más confundidas ante la situación inusual. ¿Por qué los enanos actuaban de una manera tan contradictoria? ¿Qué fuerza los obligaba a enfrentarse a ellas, aun cuando claramente no deseaban hacerlo?

—Están actuando demasiado raro, Cris.- Murmuró Sline, con su preocupación creciendo a medida que observaba más de cerca a los enanos.

Cris tomó un profundo respiro, tratando de mantener la calma. Su mirada se movió de uno a otro, notando cada detalle. El sudor que perlaba sus frentes, las miradas nerviosas y las manos temblorosas. Había algo más profundo detrás de su comportamiento, algo que aún no podían comprender.

—Necesitamos hablar con ellos, averiguar qué está pasando realmente.- Dijo Cris, con un tono de voz firme, pero suave.

Cris está al nivel de una aventurera de clase B promedio (excepto en el continente prohibido, donde es considerada de clase S), rozando la clase A. Simples enanos no pueden ser rivales para ella, mucho menos enanos que tienen sus cuerpos muy debilitados. Tiene planeado hablar con ellos mientras esquiva sus ataques. Desafortunadamente, el destino le tiene preparado otra cosa.

Cris abrió la boca, pero antes de que pudiera intentar comunicarse, un grito desgarrador resonó en la aldea, cortando el aire como un cuchillo. La tensión se intensificó, y el miedo en los ojos de los enanos se transformó en puro pánico.

Los ojos de una anciana explotaron de la nada y su cuerpo comenzó a arder en llamas.

No corrió ni rodó por el suelo para apagar las llamas, solamente se quedó de pie, gritando de dolor y sufriendo en agonía.

—¡Cris, ella...!

Sline trató de ayudarla, pero Cris puso su brazo frente a ella, impidiendo que lo haga.

—Es magia demoníaca, y el dueño de esa magia se está acercando.

Sline tragó saliva y asintió. Se siente mal por la anciana, pero si un demonio es el responsable de esto, deben estar alerta en todo momento, pues un simple error les podría costar la vida.

La anciana, que ardió hasta morir, finalmente dejó de estar de pie y cayó al suelo, seguido del sonido de una puerta siendo destruida. Y el responsable de eso, es nada más y nada menos que Zero, uno de los comandantes de Desmolfer.

—¡¿Por qué no están trabajando?!

Inmediatamente, todos los enanos se arrodillaron cuando escucharon la voz de Zero.

[Él luce diferente a los otros demonios. Su sola presencia me hace temblar.]- Le dijo Sline a Cris, por medio de [Comunicación de pensamiento].

Ellas tienen experiencia luchando contra demonios, pero es la primera vez que se encuentran con uno de los líderes y no un simple esbirro.

Su apariencia infantil podrá no ser tan intimidante, pero sus instintos de supervivencia les gritan que escapen de él, porque no importa lo que hagan o los trucos que utilicen, no serán capaces de ganar.

Cris se quedó en silencio y no le respondió a Sline, porque está pensando en cómo escapar de ese lugar. Pero no importa lo mucho que lo piense, todos sus escapes terminan en sus muertes, y con cada muerte que ocurre en su imaginación, más comienza a temblar, llena de terror por el ser que se está acercando cada vez más a ellas.

—Vaya, vaya. Qué interesante.- Dijo Zero.

Aplasta la cabeza de la anciana con su pie derecho y se ríe, sin cambiar su rostro inexpresivo y frío.

¿Lo hizo para parecer más malvado? Sea como sea, tuvo efecto en ellas. Cris dejó de pensar en cómo escapar, pues sería en vano, es imposible escapar de un ser tan peligroso. Lo único que podía hacer, era pelear.

—No me esperaba verte en este lugar, señorita Slime. Me hubieras avisado de tu visita con anticipación, te habría recibido con un festín en tu honor y no de esta manera tan grosera. Será para la próxima, si es que lo hay.

—... ¿Me conoces?

Zero se paró frente a ellas dos, e inmediatamente, una niña enana se puso de rodillas para que él la use como silla.

Ver eso lleno de frustración a las Slimes, pero también las llenó de impotencia, pues saben perfectamente que él está a un nivel muy superior a ellas. Ni siquiera sintieron miedo al enfrentarse a Kei Molfer, pero ahora están aterradas.

—Te conozco. Eres ese raro Slime que trabajaba para las héroes. Nero estaba muy interesada en ti. Un Slime demoníaco nacido fuera del infierno. Si ella estuviera viva, estaría muy feliz de conocerte.

—¿Quién es Nero?- Dijo, tratando de ganar tiempo para tranquilizarse.

—Ustedes son diferentes a todas las aventureras anteriores. ¿Vinieron por el supuesto hombre poderoso de cabello negro?

[Los rumores de un hombre poderoso no se referían a Kei, se referían a él, Cris.]

—Se quedaron en silencio, así que, sí, vienen por él. Que fastidio, esto no está resultando. Quería atraer la atención del héroe Kei, no la tuya.

Cris se acercó a Zero cuando escuchó el nombre de Kei, dejando de lado todo su miedo.

—¿Al héroe Kei?

—Supongo que tendré que ir a visitarlo personalmente.

—¡¿Conoces a Kei?! ¡¿Sabes en dónde está?!

—Sí.- Respondió sin dudarlo, al sentir que Cris está sintiendo amor por el héroe Kei, algo que no sintió con Kei Molfer.

—¡Dímelo! ¡¿En dónde está?!

—Pffff. ¿"Dímelo"? ¿Por qué te lo diría?

—¡Dímelo!

Cris intentó golpear a Zero con todas sus fuerzas, con su puño cargado de rabia y desesperación. Ha querido encontrar a Kei desde que llegó a ese mundo, y por primera vez (según ella), una gran oportunidad se le ha presentado, y no quiere desperdiciarla.

Dejó de lado su miedo y sentido común, para sacarle la información a Zero por medio de la violencia. Pero, en el último instante, un enano se interpuso, protegiendo a Zero con su cuerpo. El golpe de Cris, imbuido de poder y sin posibilidad de detenerse, atravesó la cabeza del enano con un crujido seco, matándolo al instante.

El tiempo pareció detenerse para Cris. Observó con horror mientras la vida del enano se desvanecía, que cayó al suelo sin vida. Su cuerpo delgado y sucio derrumbándose como un muñeco de trapo. La sangre caliente manchó su mano, y el olor metálico llenó el aire, mezclándose con el polvo y el sudor frío de su cuerpo.

Por primera vez en su vida, Cris había asesinado a una persona inocente. Treka, en su mente, nunca había sido una víctima, sino una villana merecedora de su destino. Pero este enano, un ser inocente y asustado, había dado su vida en contra de su voluntad y en vano.

De todas maneras, Zero recibió el ataque de Cris, la cabeza del enano no fue capaz de disminuir el poder de ese puñetazo. Pero, incluso si lo recibió con toda su potencia, no sufrió ningún daño. Y la risa de Zero solo confirma lo peor. Él sabía que no recibiría ningún daño, pero hizo que ese enano lo proteja, solo para hacer sufrir a Cris, y lo consiguió.

—¿Q-qué...?- Balbuceó Cris.

Su voz parece apenas un susurro, quebrada por la incredulidad y la culpa.

El peso de lo que acababa de hacer la golpeó con fuerza, un dolor punzante en su pecho que le robó el aliento. La imagen del enano, con su rostro sucio y sus ojos llenos de miedo, quedó grabada en su mente, una cicatriz que nunca se borraría. Mató a una persona inocente, algo que nunca se imaginó que haría.

Las manos de Cris temblaban, mientras su corazón latía desbocado. Quiso gritar, llorar, arrancarse esa sensación de culpa que la devoraba desde dentro. Pero no podía moverse, paralizada por la magnitud de su acción. Sentía una presión aplastante en su pecho, como si todo el aire hubiera sido expulsado de sus pulmones, algo ilógico, porque no tiene pulmones, pero su mente la obliga a sentir todo eso, pues es su forma de reaccionar con la culpa. La realidad de lo que había hecho la golpeaba una y otra vez, una oleada de emociones que la arrastraba hacia un abismo de dolor y arrepentimiento.

La mirada de Zero, fría e imperturbable, la atravesó, aumentando su tormento. Cris había cruzado una línea que nunca creyó posible, y la comprensión de lo irreversible de su acto la dejó desolada. Mientras el cuerpo del enano yacía a sus pies, la voz de Cris se quebró en un susurro ahogado.

—¿Qué he hecho...?

—Pffff. ¡Hahahahahaha! Hasta me imaginé una narración de lo que estás sintiendo.- Dijo Zero, riéndose, pero sin cambiar su expresión.

—¡Cris!

Los tentáculos de Sline atraparon a Cris y la alejaron de él.

—¡No es tu culpa, él los controla!

—Vaya, vaya, vaya. "Oh, no, maté a un inocente. Siento que me estoy asfixiando por la culpa. No puedo dejar de temblar como la cobarde que soy". ¡Hahahahahaha!

—¡No lo escuches, Cris! ¡No es tu culpa, él es el responsable!- Dijo Sline, sosteniendo fuertemente la mano de Cris.

La culpa no desaparecía de ella, pero al ver a los enanos llorando, temiendo ser los siguientes en morir, agitó rápidamente la cabeza y su mirada se endureció.

Ella ha visto personas morir frente a sus ojos y ha matado, personas malas, pero ha matado. La muerte no es algo nuevo para ella. No puede permitirse bajar la guardia por culpa de su culpa.

Las vidas de Sline y de los enanos están en peligro, y depende de ella salvarlos.

—¿Qué les hiciste?- Dijo Cris.

—¿Ya se te pasó el remordimiento? Me gusta eso.

Se levantó de la niña enana, e inmediatamente, ella se paró al lado de él, levantando los puños. Su expresión y lágrimas reflejaban que no quería hacerlo, pero no podía negarse.

Los demás enanos levantaron sus puños y armas, y dieron un paso hacia adelante.

—¡¿Qué les hiciste?!- Le gritó Cris.

—Los enanos están bajo mi control. Si quieres pelear conmigo, debes derrotarlos.

—¡Cobarde!- Le gritó Sline.

Con lágrimas en los ojos y gritos de agonía, los enanos intentaron atacarlas, pero ambas se volvieron Slimes y se alejaron rápidamente.

—¡Vámonos, Sline!

—Fufu. La diversión apenas comienza.

Zero chasqueó los dedos y los ojos de los enanos se volvieron completamente negros y su piel se volvió roja. Dejaron de llorar y gritar en agonía, pues ahora solo gruñen y rugen, como simples animales salvajes.

—¿Qué les hice, dijiste? Se nota que no me conocen. ¡Es mi magia de manipulación! ¡Modo salvaje!

Los enanos comenzaron a sangrar por los ojos y su velocidad aumentó, alcanzando a las chicas en menos de un segundo. Ellas apenas tuvieron tiempo para reaccionar y esquivarlos.

—¡Cris, se volvieron salvajes!

Las embestidas no paraban, y poco a poco sus velocidades aumentaban, ya no podían esquivarlas. Se pegaron al rostro de uno de los enanos para descansar unos segundos.

—No tenemos otra opción. Vamos a liberarlos de su sufrimiento.- Dijo Cris.

—Es lo mejor para ellos.

El enano intentó quitárselas, pero ellas entraron por su nariz y le destruyeron el cerebro, matándolo.

Ella no es tan poderosa como Kei, no puede darse el lujo de pelear con Zero mientras intenta no lastimar a los enanos. Además, ni siquiera cree que puede derrotarlo, por eso matará a los enanos, para que no sigan sufriendo con él. Le duele matar inocentes, pero prefiere hacerlo con tal de que sean libres y vayan al paraíso.

Volvió a su forma humana, destruyendo la cabeza del enano, y pequeños Slimes comenzaron a salir de su cuerpo.

Salieron 47 Slimes de su cuerpo.

—¡Autodestrucción!

—Liberación.- Susurró Zero, dándose cuenta de lo que ella planea hacer.

Los Slimes saltaron sobre los enanos y se pegaron a sus rostros.

—N-no quiero morir.- Dijo una niña, llorando.

—¡Mamá!- Dijo un pequeño niño, de tan solo 3 años, abrazando a su madre.

Los gritos de ayuda y piedad de los enanos inundaron el lugar, y uno en específico las paralizó.

—¡Ya nos podemos controlar, no nos maten!- Gritó un pequeño niño.

—N-no.- Dijo Cris.

—¡No veas!- Dijo Sline, pues conoce perfectamente el ataque que Cris utilizó. Un ataque imposible de detener, incluso para Cris.

Zero los liberó. Ahora eran libres. Podían moverse y hablar por voluntad propia. Recuperaron su libertad... Pero ya era demasiado tarde.

Los Slimes explotaron, matándolos a todos al instante.

Una lluvia de sangre y restos de enanos comenzaron a caer, mientras Cris y Zero intercambiaban miradas.

Niños, hombres, mujeres, ancianos... Todos estaban muertos. Cris estaba decidida a matarlos para liberarlos, pero le enferma saber que Zero los liberó, solo para darles un poco de libertad. Libertad que solo pudieron disfrutar unos segundos.

Solo los llenó de ilusiones, para que al final, murieran.

Zero comenzó a aplaudir.

—Eso fue muy entretenido. Gracias por el espectáculo.

—¡¡Te mataré!!

Cris intentó golpear a Zero, pero él esquivó perfectamente su ataque, saltando.

Flota sobre ella.

—Los enanos tenían bebés también. ¿Sabes en dónde están? Te daré una pista: Los bebés son deliciosos.- Dijo, acariciando su barriga.

Cris nunca ha sentido que Zero mienta. Él sabe cómo encontrar a Kei, pero eso también significa que le hizo algo horrible a los bebés, llenando de náuseas a Cris.

Sline solo siente nostalgia y arrepentimiento.

—¡¡Maldito!! ¡¡Sline...!! ¡¡Sline, ven!!

—¿Eh? ¡Ah, sí!- Dijo, regresando a la realidad después de perderse en sus pensamientos.

Sline saltó sobre Cris y se unió a ella, fusionándose.

—Vaya, vaya. Tu poder mágico aumentó el doble. Esa es la forma que usaron cuando pelearon con Kei Molfer, ¿eh? Pero no fue suficiente para derrotarlo.

—Tsk. Definitivamente Kei Molfer trabaja para los demonios. ¡Puta madre, Sei Molfer es una inútil por no darse cuenta de lo obvio!

Nero la estaba espiando, por eso Zero sabe sobre la pelea, pero Cris no lo sabe, por eso cree que Kei Molfer le contó sobre ella y su pelea.

Y esas palabras fueron las peores que podía decir frente a él.

—Oh, vaya... Lo siento, pero debo conseguir nuevas víctimas. Mataste a mis juguetes.

Cris golpeó a Zero en la cara, pero su puño se derritió. ¿Por qué? No lo sabe.

—¿Q-qué?

—Debo retirarme.

Zero saltó y pateó a Cris en la cara.

Ella salió volando e impactó con una casa.

—Te dejo vivir porque pareces interesante.

Cris intentó ponerse de pie, pero no solo era su puño, su cabeza se estaba derritiendo también. No podía mantener su forma humana.

—Maldito...

Volvió a su forma como Slime y se separó de Sline.

—No puedo moverme.

—Ni yo.

Zero se agachó para mirarlas.

—Puedo matarte si quiero, pero presiento que será más divertido dejarte viva. Adiós.

Zero se alejó caminando tranquilamente y saltó. Un agujero se abrió en el suelo y entró en él.

—Mierda, recibimos la piedad de un demonio.

—Es demasiado fuerte, Cris. Nos derrotó sin esfuerzo alguno. ¿Por qué no nos mató?

—No lo sé. Pero está planeando algo, lo presiento.

Ambas no pudieron moverse por horas después de eso.