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Capítulo 8.

Mientras en el gran comedor seguía suscitándose la fiesta de cumpleaños de Lidia, yo tenía que ver la forma de adentrarme a la armería sin ser visto. Shun de verdad estaba demente al mandarme ahí. Ambos sabíamos que robarle a la guardia real era un delito serio, era igual que un suicidio. No puedo creer que me haya dejado convencer tan fácil. Debo recordar pedirle algo a cambio y que realmente valga la pena, con solo golpearlo no sería suficiente.

Aunque tenía sus razones para pedírmelo a mí. Solo nosotros dos éramos capaces de desplazarnos por los edificios del castillo sin ser descubiertos. Tal vez los lugares en donde teníamos menos experiencia eran al interior del palacio y en la escuela militar, por obvias razones.

En sí llamamos "castillo" a todas las construcciones al interior de esa gran muralla perimetral que cercaba el terreno total en propiedad de los reyes. Por supuesto, lo primero que se ve a simple vista es el palacio, en cuyo interior se encuentran las habitaciones principales, la biblioteca, la cocina, el cenador familiar (aparte del gran comedor, que es más bien una enorme sala de fiestas, había un segundo comedor que se ocupaba para la cena diaria) y muchos otros cuartos más que desconozco. Por otra parte, están los edificios adjuntos que van desde dormitorios adicionales, una bodega particular, el mini anfiteatro y la bañera.

Justo detrás está el enorme jardín central, oculto celosamente por una barda interna de cantera negra pulida, con varios arcos que imitan la forma de un acueducto y dan entrada a este. Lleno de hortalizas endémicas y exóticas, árboles repletos de abundante fruta, arbustos muy bien podados, un césped liso y suave, y hasta un río de agua cristalina que desborda en un estanque con pintorescos peces. Era casi como un segundo mundo.

Y hablando de mundos aparte, de nueva cuenta, otra barda de mucha más altura y espesor, separaba al jardín con la escuela militar, que más bien se trataba de un internado donde los cadetes y algunos altos mandos del ejército aprenden y entrenan sus habilidades en campos como la esgrima, la herrería, enfermería, natación, un poco acerca del manejo del mána y por último la equitación, motivo por el cual el establo estuviera tan cerca de la zona secundaria militar.

De igual manera, esa área auxiliar donde Shun y yo laboramos es dividida por otra barda interna. Ubicada al Sureste, justo a unos cuantos metros a mano derecha del palacio. Esta zona también tiene algunos edificios que cumplen con el mismo propósito que la escuela militar, pero dedicados para el entrenamiento militar con caballos y, precisamente, esos caballos son los que nosotros cuidamos. Técnicamente, trabajamos para el ejército y por eso conocemos a gente de allí.

Finalmente está la colonia de trabajadores, al extremo Noreste, dividida por paredes extremadamente gruesas y altas que encajonan el lugar donde todos los empleados del castillo viven, incluidos nosotros. Esto para ocultar el lugar que contrastaba por completo con las otras partes importantes del castillo, mucho más organizadas y mejor conservadas.

Todas estas áreas conforman al castillo. Y aunque estén separadas, existen caminos internos que las unen, a excepción de la residencial de trabajadores, claro. Es tan grande que es muy fácil perderse en él. 

Volviendo a mi misión, debía de ir a la armería antes de que terminara la velada, pero estaba hasta el extremo Norte, en la escuela militar. Por nada en el mundo me arriesgaría a atravesar un lugar donde viven un montón de soldados entrenados para reprender y asesinar criminales.

Por fortuna, existía una alternativa más sencilla. En la zona secundaria, hay otra armería que era más pequeña, pero con casi las mismas cosas que la principal y donde se guarda el equipo de montura y las armaduras de los jinetes. El problema era la constante vigilancia del lugar, ya que está algo cerca de la puerta, además de que estaba reforzada por el evento que se estaba llevando a cabo; sería muy complicado pasar sin ser visto. Siendo así, solo había una forma para llegar allá: por arriba.

Los muros internos son lo suficientemente anchos para que una persona ande por encima de ellos. Asimismo, esa segunda armería está prácticamente "pegada" a la pared, por lo cual, sería una forma más fácil de llegar.

Esas bardas son de unos 5 metros de altura aproximadamente, así que, para poder subir, tuve que caminar un poco más. Me dirigí a las orillas del gran jardín (la cocina está cerca de un arco que da entrada al jardín), me escabullí por una parte por donde no había mucha vigilancia, yendo detrás de muchos arbustos, hasta llegar al viejo roble, un colosal árbol de casi 12 metros, la misma altura de la muralla perimetral lateral, con ramas tan anchas y largas que han llegado a perforar parte de las piedras del grueso muro y cuya copa se asomaba hacia el exterior. Estaba en una posición perfecta para servir de escalera.

A Shun y a mí nos encantaba escalar este árbol de niños, aunque yo después le fui perdiendo interés. Admito que era divertido recorrer sus extensas ramas entrelazadas y perdernos entre sus miles y miles de hojas. Fue el lugar donde aprendimos a escalar y andar sobre estructuras altas y delgadas; en él, perfeccionamos nuestro equilibrio y salto, que conllevo a que hiciéramos lo mismo en los demás edificios del castillo y del pueblo.

Quién diría que, después de tantos años, volvería a treparlo. Subí a media altura, recorrí una de las ramas y con solo un pequeño salto basto para llegar a la barda. Camine unos metros sobre esta hasta ponerme detrás de ese pequeño cuarto que tenía como destino. Faltaba la parte difícil: volver a bajar.

Si daba un salto al techo de la armería, sería una caída de 3 metros que me sacudiría de forma brusca y no había otro lugar cercano en el que pudiese intentar algo similar. Lo único que me quedaba era agarrarme fuertemente a la pared y descender poco a poco, el problema era el material. Como había dicho, estaba hecha de cantera pulida, con muy poco agarre entre los huecos redondeados entre cada piedra. El truco era aferrarse firmemente con las puntas de los dedos e ir bajando muy, pero muy despacio.

Max: 『 Eso es…, poco a poco…, despacio… 』

Me hablaba a mí mismo para no perder concentración y me movía casi como un perezoso, tan lento y tembloroso, con el miedo de caer tan pronto hiciera un mal movimiento.

Max: 『 Muy bien…, sigue así…, ya casi llegas… 』

Sin embargo, eso no te garantiza por completo que puedas lograrlo.

Max: 『 Solo un poco−¡¡OOOOAAAAH!! 』

Me faltaban menos de dos metros cuando mi pie derecho resbaló, llevando todo mi peso hacia abajo y perdiendo el agarre en mis dedos. Fue una dolorosa caída de espaldas sobre el césped que ayudó un poco a amortiguar el golpe y que me salvó de desnucarme. Por alguna razón, me recordó a esa vez en que Lidia también se cayó. Ahora entiendo por qué lloró tanto.

Me levanté adolorido del suelo y alcé la mirada a la ventana trasera de la armería. Alguien fue demasiado descuidado para no percatarse que la dejaron abierta. No lo pensé dos veces y aproveché para adentrarme.

Una vez adentro, empecé a hacer memoria de en dónde se encontraba lo que estaba buscando

Max: 『 Muy bien, ¿en dónde estaba esa cosa? 』

Me dirigí a un montón de cachivaches y cajas apiladas, empecé a hurgar entre ellas y tomé una de las pequeñas, marcada con una mancha de pintura azul para reconocerla; la destapé y ahí estaba: cuerda de soga

Max: 『 Aquí está… Sigo sin entender por qué esto solo lo tienen en la armería. Da demasiada lata venir hasta acá por ella. 』

Una vez conseguida la soga, acomodé de nuevo las cosas. Inspeccioné el lugar para ver si no había desacomodado nada más. Todo parecía estar igual, excepto por algo que me pareció familiar, acomodado en la repisa de al lado de los barriles de pólvora. 

Max: 『 Pero…, ¿qué hace esto aquí? 』

Era la aquapiedra. No entendía que es lo que hacía ahí. Shun me había dicho que era seguro que la iban a usar en la fiesta. Pensé entonces que se habría equivocado. No obstante, escuché los pasos cercanos de dos perdonas que se aproximaban a la puerta. Reaccioné tan rápido como puede y me escondí detrás de los barriles. Oí el rechinido de la puerta y las pisadas sobre el piso de madera. Miré entre el espacio de ambos contenedores y me percaté de quienes eran.

Verónica: 『 ¡Lo digo en serio, Shun!, ¿por qué siempre tienes que meterte en lo que no te corresponde? Cada que te entrometes en esta clase de cosas, todo se llega a complicar y nos metes a mí o a tu hermano en problemas. ¡Y sabes qué!, ¡ya he tenido suficiente de ellos y de responder muchas veces por tus actos! ¡¿Es que no puedes ser más responsable?! 』

Me pregunté qué hacían mi madre y Shun en la armería y por qué justo en ese momento. Si mamá me atrapaba, sería el fin de la operación y recibiríamos su furia infernal. Entonces, me di cuenta de que la deducción de mi hermano había sido correcta. Era bastante obvio que un artefacto tan importante fuese resguardado, lo que me sorprende es el poco cuidado que le dieron al guardarlo aquí y sin vigilancia alguna; un ladrón pudo haber entrado fácilmente como yo lo hice.

Pero en serio, tan mala suerte tuve en que mamá y Shun hayan sido los denominados de llevar la piedra a la velada y que llegaran en el preciso momento en el que yo seguía adentro.

Shun: 『 Mamá, ya te lo dije. Me pidieron que ayudara a servir la comida y no podía rehusarme. Nada más. 』

Verónica: 『 ¡No me refiero a eso!… Todo el tiempo me tienes con los pelos de punta. Haces cosas muy peligrosas, te metes fácilmente en problemas y lo peor es que has llegado a casa con golpes y moretones y no me dices nada de ellos. 』

Shun: 『 … 』

Verónica: 『 Mira, solo digo que pienses un poco más las cosas, no solo por tu bien, sino por el de nosotros, por el de esta familia, incluyendo a Lidia… No quisiera que les pasara algo a los tres…, algo como… 』

Shun: 『 … Está bien… Te prometo que partir de ahora seré más cuidadoso, mamá. 』

Verónica: 『 … *Suspiro* De acuerdo. Pero, por favor, ya no me hagas enojar más, ¿de acuerdo? 』

Shun: 『 De acuerdo… Si quieres espera afuera en lo que traigo la piedra. 』

Verónica: 『 Ok, pero no tardes. 』

No estaba seguro de que tan verídicas eran esas palabras. Shun es muy bueno fingiendo y sabe escoger las palabras correctas para convencer a cualquiera, su mente fría y fugaz le permite idear toda clase de soluciones en segundos, como el plan que bosquejó en poco tiempo para entrar al palacio. No obstante, él no es alguien que diría algo así a la ligera y sé que jamás querría lastimar a mamá. Aunque sea un chico superdotado y muy adelantado a nosotros, también tiene un corazón y se preocupa por lo demás…, quizás demasiado.

Shun: 『 ¿Max? 』

Max: 『 … Oh. 』

Shun: 『 ¿Pero qu−? 』

Max: 『 ¡Shhh! 』

Reflexioné tanto a cerca de ello, que de nuevo me volví a perder. Había olvidado que estaba cerca de la repisa donde estaba la aquapiedra que habían venido a recoger. Shun se dio cuenta de que estaba detrás de los barriles, posiblemente haya pensado que ya había recogido la cuerda y que ya estaba debajo del balcón esperándolo, aunque no se mostraba muy confundido o sorprendido. 

Shun: 『 *Murmuro* ¿Qué haces aquí? 』

Max: 『 *Murmuro* Oh, ya sabes, recostándome aquí y apestando a pólvora. ¡¿Tú qué crees?! 』

Shun: 『 *Murmuro* Bien, ya entendí. Pregunta inútil. 』

Verónica: 『 ¡¿Shun?! 』

Todo estaba yendo de mal en peor. No pasó mucho tiempo y mamá ya preguntaba por qué Shun se demoraba, volvió a entrar y empezó a acercársele. Inmediatamente, Shun se volteó rápido y yo me volví a agachar detrás de los barriles mientras él me cubría. Ella dijo que escuchó algunos murmullos, a lo que él respondió que solo hablaba consigo mismo mientras revisaba el lugar. 

Estaba demasiado nervioso al pensar lo que nuestra madre haría si nos descubriera. Mis escasas probabilidades para escapar sin ser visto se esfumaron completamente. Estábamos en un gran aprieto y pensé en qué podía hacer. Entonces, decidí dejarle el resto a Shun. Metí la soga entre su pantalón y camisa, tan rápido como fuese posible para no ser visto. Shun lanzó un quejido al sentir la fibrosa cuerda en su traje, lo que le hizo sospechar a mamá.

Verónica: 『 ¿Qué te sucede? 』

Shun: 『 N−No es nada, solo me dio comezón. Creo que algo me pico. 』

Verónica: 『 ¿En serio? Déjame revisarte. 』

Shun: 『 ¡No, no, no! No te preocupes, estoy bien. Además, hay que darnos prisa con esto, ¿no es así? 』

Shun intentó acomodarse de mejor forma la soga al mismo tiempo que se frotaba constantemente con sus uñas. Puede que lo haya hecho por haberme puesto en tal aprieto, pero me la debía, estaba en mi derecho de desquitarme.

La distracción para que mamá no fuese a revisar lo que sucedía realmente funcionó. Los dos salieron apresurados para entregar la piedra. Así, pude por fin escapar y me ahorré el trabajo de esperar debajo del balcón para darle la cuerda. Yo ya había cumplido con mi parte. Ahora le tocaba a él lo difícil.