La vida de Rain Clayton da un giro salvaje cuando destroza el coche de su novio infiel, solo para descubrir que no era suyo: pertenecía a un extraño. Para empeorar las cosas, descubre accidentalmente que está casada con este extraño, nada menos que Alexander Lancaster, el recluso Vicepresidente y Director Ejecutivo del poderoso Grupo Lancaster. Criada en una familia que la maltrató y ahora presionada por su padre para casarse con el hijo psicópata del alcalde, Rain ve este matrimonio sorpresa como una bendición disfrazada. Después de años de sufrimiento, parece que los cielos finalmente han tenido piedad de ella, regalándole un esposo multimillonario guapo, un hombre despiadado con sus enemigos y exactamente lo que necesita para escapar de las garras de su familia. Pero hay un problema importante: Alexander quiere un divorcio inmediato. Determinada a mantenerlo, Rain hace un trato para extender su matrimonio, bajo sus condiciones. Ahora todo lo que tiene que hacer es convencerlo de que la mantenga para siempre... Unas semanas pasaron desde su matrimonio sorpresa... —¿Qué estás haciendo? —exclamó Rain, con los ojos muy abiertos mientras observaba a Alexander trepar a su cama. —Cumpliendo los deberes maritales —respondió él con una sonrisa casual. —¡No puedes dormir aquí! ¡Está en contra de nuestro contrato! —No lo estoy rompiendo —dijo Alexander encogiéndose de hombros—. El contrato especifica que cumplirás todos los deberes de esposa, excepto compartir mi cama. No dice nada sobre que yo no pueda cumplir los deberes maritales, incluido compartir tu cama. La situación había cambiado, y parecía que ya no era la única en control...
En el Hospital Universitario Clayton
El cuerpo de Dina temblaba mientras se apresuraba hacia la oficina de su madre. Las cosas no salieron según lo planeado y, para entonces, estaba segura de que su padre ya era consciente de su error.
Cuando entró, su corazón se hundió aún más. Su padre ya estaba allí, con el rostro lívido, y la tensión de la habitación le dijo todo lo que necesitaba saber: su madre acababa de soportar la peor parte de su furia.
—Padre... —murmuró débilmente.
*¡Zas!*
El ruido seco de la bofetada resonó en la habitación, tomando a Dina por sorpresa. El dolor irradiaba por su mejilla mientras su mano tocaba la piel que ardía. Era la primera vez que su padre la golpeaba.
—¡Tonta! —rugió Tim, su cara enrojecida por la rabia—. ¡¿Tienes alguna idea de lo que has hecho?! ¡Tu estupidez lo ha arruinado todo! No importa lo mucho que lo intentes, nunca estarás a la altura de Rain. ¡Eres una decepción, como siempre! —Su voz destilaba desprecio.
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