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Elizabeth

Era un nuevo día, Elizabeth despertó con la intensa luz de la mañana posándose sobre sus ojos, le costaba abrirlos... finalmente se levantó y se fue hacia la ducha. - Esa fue una noche extraña- se dijo a si misma, - bueno, de igual manera, jamás le volveré a ver, como con toda la gente que conozco. - Esbozó una sonrisa pícara.

Aquel día se colocó un vestido gris, ceñido al cuerpo, unos tacones pálidos y su abrigo largo beige favorito y así se fue a trabajar. Era gerente de la prestigiosa empresa Cartiers and Couls, posición que le costó mucho trabajo conseguir y por supuesto una enorme confianza. Era la envidia de todos por ser la gerente más joven en la historia de la compañía.

Sin embargo, ella consideraba que era muy monótono, todo era previsible y esquemático, soñaba de vez en cuando con simplemente dejarlo todo e irse a viajar por el mundo, tal vez de mochilera, pintando cuadros en cada lugar nuevo que conocía, o dedicarse a la música, de pequeña eso era lo que le llenaba el alma, o tal vez dedicarse a ser youtuber desde casa, pero no, eso último definitivamente no era lo suyo. Bueno, al final, nada importaba, todo quedaba en solo sueños, "sueños locos" como ella consideraba.

En su empresa era la admiración de muchos, una mujer bella e inteligente, cuantiosos estudios, maestrías y demás, pero también era la envidia de otros, quienes consideraban que ya había nacido con dinero, que su vida había sido fácil y que todo lo tuvo servido desde que nació, pero nadie sabía cuál era la verdad, lo único que sabían era que parecía una mujer indomable y capaz de todo.

Amistades muy pocas, la mujer se dedicaba solo a trabajar como si se le fuera la vida en ello, compañeros, muchos y sobre todo en lo que tenia que ver con mantener relaciones importantes, ella sabía cómo funcionaba el mundo.

Caroline se dirigió a su oficina con apuro, cuando la vio llegar, entró rápidamente y cerro la puerta con llave.

- ¿Qué sucede? - dijo Elizabeth

- ¿Cómo que qué sucede? ¡Cuéntamelo todo!, como te fue anoche? ¡Debió ser fenomenal, como para que traigas ojeras y mal del día después!

Elizabeth la miró extrañada, no había notado que se veía un poco diferente de lo habitual, ¡Ojeras! Una gran rareza, nunca bebía y tampoco trasnochaba, pero esa noche, fue diferente.

- No pasó nada, solo decidí divertirme un rato, ya era momento, además al principio todo fue aburrido, igual que siempre... -

- ¿Pero dime, conociste a alguien? ¿Por fin?

Elizabeth bajó la mirada.

- No hay nadie a quien conocer, ni que quiera conocerme, sabes que no creo en nada de eso, la gente va y viene, así es la vida y se acabó.

- Lizzy... algún día, tendrás que tragarte tus palabras...

Entonces se rieron, como si fuera imposible que algún día Elizabeth cayera en algo de eso.

El día pasaba lento, Elizabeth no podía concentrarse, algo le ataba... tal vez aquel hombre por primera vez en mucho tiempo había llamado su atención y eso le confundía en sobremanera.

Así transcurrió buena parte de la mañana hasta que decidió simplemente dejarlo atrás. Después de todo, había sido solo una noche, casi solo un suspiro, algo sin importancia, como la mayoría de las cosas en la vida actual.

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