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Prueba

Renuncia de Derechos. Ninguno de los personajes que aparezcan me pertenecen.

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Muerte y Destrucción.

Estos dos se cernían en la llanura como gobernantes.

Por todo el lugar había rastros de lava que hacían hervir las rocas al rojo vivo, provocando un aumento en la temperatura.

Este lugar no se parecía en nada a ninguna de las zonas de la Tierra. La zona estaba sumergida en una profunda oscuridad, incluso el cielo estaba teñido de negro; no había rastro alguno de luz en el lugar.

La llanura sin rastro alguno de vegetación, antes repleta de formaciones rocosas largas y delgadas que se alzaban hasta el cielo, ahora estaba destruida y repleta de espadas negras con formas distorsionadas por cada rincón, con las rocas apilándose hasta formar montañas.

Parecía un lugar al que había llegado el apocalipsis, o incluso algo peor.

En la punta de una de estas montañas rocosas, la cual también estaba repleta de esas espadas, la figura de un hombre de cabello negro veía la inmensa cortina de polvo que se alzaba frente a él con anticipación.

A este joven adulto parecía que lo cubrían las sombras o una especie de neblina negra que tomaba la forma de una especie de armadura negra azabache que también desprendía un aura y una cantidad de presión increíble, que contados seres podrían desprender.

Sus ojos desprendían un frío brillo violeta y su mirada era afilada. Sostenía con firmeza un par de espadas cortas de color negro y violeta, que más bien eran dagas con un diseño peculiar.

Observando la cortina de polvo, de pronto, una profunda risa bulliciosa resonó en todo el lugar.

[Jajajajajajaja.]

Incluso si era una risa pequeña, era hecho de tal forma que se esparcía por todo el lugar a través de maná, haciendo que llegara a zonas lejanas. Incluso las fuertes ondas de sonido causaba reverberaciones en el corazón del pelinegro.

[Increíble. Realmente impresionante, Monarca de las Sombras. Hace miles de años que no me divertía tanto como ahora.]

La alegría era perceptible en el tono del ser.

[Antes de que uno de nosotros caiga, deberíamos presentarnos formalmente. Mi nombre es ..., recuérdalo bien.]

Mientras "..." decía eso, una ola de calor asfixiante se precipitó sobre el joven adulto con armadura, quién se mantuvo firme en su lugar y se preparó para continuar.

A través de la enorme cortina de polvo, un brillo dorado gigante apareció... Un brillo gigante que podría hacer que tu cuerpo se congelara en un instante y el alma misma se estremeciera de miedo y terror.

Era el ojo de una especie de criatura gigante. La pupila era rasgada, como la de un reptil.

[¿Cuál es el tuyo?]

Con la aparición de ese ojo gigante, la voz de "..." había cambiado... Segundos después la cortina de polvo se dispersó, y dejó a la vista una montaña de furioso infierno frente a los ojos del pelinegro.

Incluso ante esto, el joven adulto no hizo más que clavar su mirada en su objetivo. A continuación, habló de modo que fuera perfectamente audible para la criatura frente a él, que indicaba que la sesión de preguntas y respuestas no se extendería.

- Sung Jin-Woo.

El poder, en un aura negra, se estremeció siniestramente y se elevó sobre sus hombros.

Y así, la Muerte y la Destrucción chocaron una vez más en esa batalla.

Toc, toc, toc...

Un par de golpes a la puerta se escucharon en la habitación, provenientes de la persona al otro lado de ésta.

- ¿Jin-Woo? - Llamó una mujer con tono de voz gentil, aunque algo apurada. - Jin-Woo, despierta.

Mientras la mujer hablaba, en la cama, un bulto comenzó a levantarse y reveló a un niño de cabello negro y ojos grises. Soltó un bajo y suave gemido a la vez que se frotaba los ojos para quitarse el sueño.

Su habitación no era ni muy grande ni muy pequeña, lo ideal para alguien de su edad. Contaba con un armario, una estantería con un par de libros, juguetes y una de las tan queridas PS2 (N/A: Chipeada. Ojo, cositas) que habían salido hace algunos años; un escritorio con una lámpara y algunos cuadernos, y una Tv de cajón enfrente de la cama. Tenía todas las cosas que el niño podría desear y necesitar, algo con lo que éste estaba feliz.

- Recuerda que en un rato saldremos al viaje que tu padre te prometió. - Dijo la mujer con tal que el niño se levantara pronto.

Luego de escuchar lo dicho por la mujer, la sensación de sueño abandonó en un instante la mente de Jin-Woo. El pelinegro tiró las sábanas de encima y se levantó rápidamente de la cama.

- Ya voy, mamá. - El pequeño Jin-Woo habló para que su madre al otro lado de la puerta le pudiera escuchar.

Escuchó pasos alejarse de la puerta, lo que indicaba que su madre había vuelto a bajar.

Estiró levemente su cuerpo y se acercó a la puerta para abrirla. Salió de su habitación y se dirigió al baño para asearse antes de bajar a desayunar con sus padres.

Después de un rato, mientras bajaba las escaleras el pelinegro pudo percibir el olor al guiso hirviendo y el ruido proveniente de la tabla de cortar.

Era su madre, Kyung-Hye, quien estaba preparando el desayuno para la familia antes de salir. Una mujer joven que estaba entre los 25 y 30 años, una figura esbelta, con cabello negro que le llegaba hasta la cintura y ojos color gris.

Cuando la mujer escuchó los pasos de su hijo, miró detrás de ella y lo vió entrando a la cocina.

- Hijo, toma asiento. El desayuno no tardará mucho.

- Claro. - Jin-Woo obedeció y se acercó a la mesa del comedor para esperar.

De pronto, el sonido de una página de periódico girando llegó a sus oídos, a lo que vió a la otra persona sentada con anterioridad.

Su padre, quien esperaba pacientemente el desayuno mientras leía el periódico silenciosamente, sintió una mirada encima suyo, a lo que bajó el periódico y levantó la vista, encontrando la mirada de Jin-Woo.

- Papá. - Pronunció Jin-Woo al ver al hombre pelinegro frente a él.

El pequeño pelinegro vió la sonrisa de su padre al verlo, quien luego puso su mano sobre su cabello y lo restregó un poco.

Il-Hwan, un hombre que parecía tener una edad similar a la de su madre, cabello negro corto, ojos grises, y una constitución delgada pero algo trabajada.

- ¿Listo para el bosque, hijo? - Preguntó Il-Hwan con una sonrisa a su hijo, quien asintió.

- Desde luego. Hacía tiempo que quería que llegara el día. - Desde luego, su padre le prometió que saldrían un par de días al bosque no muy lejos de la ciudad, en una cabaña que podría rentar para ellos quedarse ahí.

No era de extrañar que Jin-Woo sintiera emoción por esto. Era la primera vez que saldría de campamento, pero con algunas comodidades extra.

- Bien, partiremos luego del desayuno. Aún debo terminar unas cosas antes de salir.

Con eso dicho, la familia de origen surcoreano desayunó e hizo los últimos preparativos, luego subieron todas las cosas al auto. Cerciorándose de que no olvidaban nada, cerraron puertas y ventanas con seguro para que no hubiera problemas, partiendo así finalmente.

- Más tarde.

Un vasto bosque se extendía vieras por donde vieras, además que las montañas eran visibles a la lejanía.

El sonido armonioso de las aves cantando era audible en el lugar, a la vez que el ruido del agua chocando contra las rocas se podía escuchar cerca, siendo un río pequeño que si lo seguías, te llevaría a un hermoso lago cerca del lugar.

Dentro de una cabaña ubicada en un claro, Kyung-Hye estaba desempacando las cosas mientras su esposo traía el resto del equipaje. Sin embargo, hace ya un rato que no había visto a Jin-Woo.

- Querido, ¿has visto a Jin-Woo? - Preguntó la mujer a su esposo, quien iba entrando con él equipaje.

Mientras dejaba el equipaje a un lado, Il-Hwan respondió. - No, no lo he visto. ¿Acaso no subió a alguna de las habitaciones?

- No ha subido en ningún momento, así que creí que estaría contigo.

- Humm... - El hombre pelinegro pensó un poco, cuando de pronto pensó en algo. - Debe haber salido a explorar los alrededores.

Recordó el espíritu aventurero y curioso de su hijo, que justo el día anterior a ese había cumplido 11 años, así que esa era la respuesta más lógica desde su punto de vista.

- Bien, lo mejor será que salga a buscarlo en caso de que se haya perdido. - Il-Hwan se dispuso a salir a buscar a su hijo, que vaya a saber Dios en qué parte del extenso bosque se encontraría. - Mantente al tanto en caso de que regrese.

Solo esperaba que su hijo no se haya metido en un problema.

- Está bien.

De un modo u otro, no creía que su hijo se hubiera ido lejos. Después de todo, él más que nadie debía saber que no conocía el lugar como para estar alejándose tanto.

- Mientras tanto.

El pequeño Jin-Woo caminaba tranquilamente por el bosque, deteniéndose a ver cada cosa que le resultara interesante.

La brisa era refrescante, los pájaros cantaban, las flores florecían y los insectos y animales del bosque deambulaban por ahí.

Sabía que había salido sin avisarle a sus padres, por lo que muy probablemente saldría regañado. Aún así, no se había alejado mucho y podría volver rápidamente, tal vez incluso sin que se dieran cuenta de su ausencia.

Mientras avanzaba, una sensación reconfortante envolvió su cuerpo, dándole un sentimiento de tranquilidad en el lugar.

Encontró una rama en el suelo, así que la levantó y siguió su camino. Se sentía casi como un caballero que llevaba una espada en mano.

Se preguntaba si a alguno de sus amigos le gustaría estar en este lugar como a él. Quizá si Issei e Irina hubieran venido también de viaje, los tres estuvieran dando vueltas por el bosque mientras exploraban.

Pero no, estas eran unas pequeñas vacaciones donde solo él y sus padres venían. Un pequeño viaje que su padre se pudo otorgar luego de trabajar bastante.

Ellos, quienes originalmente vivían en Corea del Sur, se mudaron al país vecino de Japón luego de que su padre había subido escalones en la empresa que trabajaba, haciendo que obtuviera un ascenso y fuera trasladado a una de las sedes en este país.

En el tiempo que ocurrió, él apenas y tenía poco más de un año de haber nacido, así que no tendría un impacto como el que podrían tener niños más grandes.

Vivían en la ciudad de Kuoh y conoció a muchas personas mientras crecía. Salía con el resto de niños del vecindario o cercanos, y en algún punto se topó con Issei e Irina, haciéndose amigo de ellos.

Issei, quien era menor que él , tenía cabello castaño con dos mechones que sobresalían en la nuca y ojos color ámbar.

E Irina, quien tenía la misma edad que Issei, tenía cabello castaño claro y ojos color violeta. Tenía apariencia de marimacho pero pudo darse cuenta de que era una niña.

Se hizo amigo de Issei a sabiendas de que ambos compartían gusto y diversión por una serie de anime llamada Dragon Ball.

Y de Irina ya que ella fue la primera en acercarse a preguntarle si quería jugar con ellos un día que andaban por el parque.

Estaba tan metido en sus recuerdos que no se dio cuenta de que se había alejado, deteniéndose cuando vió que estaba frente a la entrada de una cueva.

- ¿Hum? ¿Qué habrá en esta cueva? - Por lógica podría haber un animal salvaje habitando la cueva, o no podría haber nada.

No quería meterse en problemas así que estaba por irse, pero de la nada sintió una extraña sensación, como si algo dentro de la cueva lo estuviera llamando.

Parecía que era bastante profunda ya que no podía verle final alguno, la luz apenas si lograba iluminar ligeramente el lugar.

Quería dejar de lado ese sentimiento que lo hacía querer adentrarse en la cueva e investigar su interior, y otra sensación que le hacía tener un instinto de alejarse del lugar trataba de ayudarlo. Se sentía como si dos tipos de magia estuvieran influenciándolo constantemente sobre si irse o entrar.

Sin embargo, cuando menos se dió cuenta, ya estaba caminando hacia lo profundo de la cueva.

- '¿Qué?' - Fue como si mientras su mente le decía constantemente que se fuera del lugar, su cuerpo había reaccionado solo y caminó hacia dentro del lugar sin que se diera cuenta.

Y no se detuvo ahí.

No sabía cuánto tiempo estuvo caminando, pero por lo menos no se había topado con nada extraño aún, ni siquiera con algún animal salvaje. De hecho, la cueva de por sí era un simple túnel oscuro en línea recta que no parecía tener fin. En cierto punto sintió un extraño hormigueo en su cuerpo, pero no parecía ser nada así que lo dejó de lado.

Literalmente era muy difícil para él ver qué había enfrente suya, tanto que sólo podía ver la parte delante de sus pies, provocando que no se diera cuenta de lo que había más adelante y chocara.

- ¡Auch! - Cayendo al suelo sentado, observó frente a él un par de puertas gigantes que bloqueaban el camino.

Parecían hechas de algún tipo de material negro, donde los bordes estaban decorados con detalles dorados y rojos, dándole entre una especie de estilo victoriano y europeo.

- ¿Puertas? ¿De la nada hay un par de puertas en medio del túnel? - El pequeño niño no sabía si su vista le estaba fallando al igual que su cuerpo al traerlo aquí, pero definitivamente parecían las puertas de alguna especie de habitación real o un santuario.

Aún así, ya había llegado bastante lejos, y había estado bastante tiempo fuera como para que sus padres no se hayan dado cuenta de su ausencia.

Tenía la intención de no irse sin antes ver qué había dentro, aunque podía ser peligroso y la prácticamente nada de iluminación lo molestaran.

No había ningún tipo de señal que indicara que estaba prohibido entrar, o por lo menos no las había visto en el camino por la oscuridad.

Así qué, aún cuando su mente le decía más que nunca que se fuera...

- Bien.

¡Koooooong-!

Con poco esfuerzo y un fuerte ruido proveniente de estas, las puertas se abrieron y dejaron paso libre a Jin-Woo, quien se detuvo a observar el interior antes de dar un solo paso.

Pero como en la cueva, el interior estaba completamente oscuro, no permitiéndole ver más allá que delante de sus pies. Aún así, pudo ver un poco el suelo y que este estaba perfectamente alineado con losas de piedra.

Sin embargo, el aire frío que ahora salía del interior del lugar hacía que le diera escalofríos en todo el cuerpo al pequeño pelinegro. Pero se armó de valor y dió un paso sobre las losas...

¡Flareeee-!

De la nada, números antorchas se iluminaron dentro de la habitación, iluminando el área en su totalidad.

- B-Bien... - Preferiría dejar de lado que esas antorchas se encendieron mágicamente. En cambio, escaneó el lugar.

Era algo similar a una habitación real de los castillos que veía en películas, con pilares gigantes a los costados y un trono hasta el fondo de la habitación, donde tenías que subir unos escalones para llegar.

Viendo el lugar, no había nadie. Bueno, había algunas estatuas de caballeros del tamaño de un hombre adulto o un poco más grande hechas de piedra, pegadas a los pilares y a las paredes.

De lo contrario, no había nada. Ni esqueletos, ningún insecto o roedor (aunque sinceramente prefería que no hubiera algún tipo de esqueleto o cosa similar), como tampoco parecía que las cosas en la zona estuvieran deterioradas. Realmente parecía un lugar que había sido cuidado constantemente o por lo menos periódicamente.

- ¿Qué hace un lugar como éste aquí? - Preguntó a nadie en concreto Jin-Woo. - No es como si una estatua me fuera a responder, ¿verdad?

¡Swooosh-!

Su rostro se puso azul y un escalofrío recorrió su espalda ante ese siniestro ruido.

- M-Mejor n-no digo nada. - No mencionaría que daba gracias porque las puertas no se habían cerrado y lo dejaron encerrado en esa habitación. Sin embargo. - ¿Huh?

Creyó haber visto algo en el asiento del trono, por lo que cautelosamente se acercó por si es que había alguna trampa como las que había visto en películas.

Cuando llegó, lo que encontró fue...

- ¿Un casco...?

Era una especie de yelmo con un diseño exquisito que cuidaba los detalles y fue forjado con los mejores materiales. Era de color negro con algunos detalles en gris y gris oscuro. La parte más llamativa de este eran las especies de cuernos que sobresalían de la zona de la sien, lo que le otorgaba un aspecto aterrador y demoniaco.

- Wow... - El pequeño pelinegro no sabía qué decir ante la pieza de armadura que había ahí.

Acercó su mano lentamente al yelmo sobre el trono con genuina curiosidad, pero estaba atento por si esta era una de esas trampas donde si tomas el objeto es muerte asegurada.

Su mano se detuvo a centímetros de tomarlo, y así permaneció durante unos segundos.

No fue hasta que lo tomó rápidamente y se alejó un poco del trono.

Pero no pasó nada.

- ... Haaaa... - Suspiro de alivio al ver que este lugar no parecía tener ningún peligro, así que ahora su vista se dirigió al yelmo en sus manos, el cual era un poco pesado. - ¿A quién habrás pertenecido...?

Definitivamente no había ninguna estatua con un diseño similar al de este yelmo, así como tampoco había algo relacionado. Solo estaba este yelmo abandonado sobre el trono.

Un momento.

- El rey... - Imagino que este casco perteneció al rey o al dueño al que perteneció este trono, que era lo más lógico. - Me pregunto cómo habrá sido el resto de la armadura.

Solo con ver el el yelmo ya se daba una imagen mental de lo imponente que se podría ver el conjunto entero de la armadura, además de lo aterrador que sería tenerlo delante.

- Mmmm... - Observó el casco unos segundos más, hasta que decidió ponérselo y ver cómo le quedaba.

Sin embargo, en el momento que se lo puso, algo extraño ocurrió.

¡Swoooshh-!

Todo su alrededor cambió y el casco desapareció, y cuando se dió cuenta, ya no estaba en el mismo lugar.

- ¿Q-Qué...?

Vió que de alguna manera estaba de nuevo en la cabaña donde se quedarían; la noche parecía haber llegado, las luces estaban apagadas provocando que fuera un poco difícil ver con claridad en el lugar.

Parado en la entrada de la sala de estar, sus ojos se abrieron como platos ante lo que veía, haciendo que el terror lo inundara en un instante.

- ... ¿M-Mamá...?

El cuerpo de su madre estaba tirado en el piso, sin vida, y su sangre se esparcía por el suelo, siendo esta la que había pisado hace sólo unos segundos.

- P-Papá...

Y más adelante, una especie de figura humana agarraba a su padre del cuello, mientras lo mantenía elevado en el aire. No hacía ningún movimiento ni quejido, sus brazos y sus piernas colgaban sin fuerza alguna, pero lo que realmente lo hizo estremecer eran los ojos de su padre, ahora sin luz alguna, posados sobre él.

- ¡P-Papá!

Y cuando menos lo esperó, sintió como si la fría mano de alguien lo agarrara por la espalda.

Sobresaltado y con temor, se dio la vuelta en un instante, pero no había nadie.

En cambio, a su alrededor el fuego apareció, comenzando a consumir todo el lugar. Revisando sus alrededores, las figura de su madre y padre muertos junto a la de la figura que sostenía a su padre habían desaparecido, solo estaba él en el lugar.

Trató de retroceder y buscar un lugar donde escapar, pero no lo había; el fuego lo había rodeado, bloqueando toda ruta de escape.

Este se acercó a su cuerpo más y más, hasta que estuvo a punto de alcanzarlo, entonces cerró los ojos. Fue cuando...

- ¡Ahhhh! - El pequeño Jin-Woo lanzó un grito de terror, pero todo a su alrededor había vuelto a la normalidad.

Como cuando chocó con la puerta, cayó sentado al suelo y escaneo su alrededor mientras hiperventilaba. Su corazón latía rápidamente.

En eso recordó que todo ocurrió cuando se puso el yelmo, así que al notar que volvía a llevarlo puesto, se lo quitó y lo lanzó lejos de él.

La mirada antes fascinada y curiosa por el casco, ahora se había convertido en una de miedo y nervios.

De pronto, el aire se volvió frío y pesado, haciendo que el respirar fuera difícil. Débiles susurros empezaron a escucharse, que empezaron a intensificarse con el paso de los segundos.

El pelinegro rápidamente se puso de pie y corrió, corrió lo más rápido que pudo para salir de esa habitación y de la cueva en general.

No volvería a poner un pie dentro de ese lugar.

Sin embargo, su vida ya se había jodido desde el momento en que entró a ese lugar.

Un verdadero infierno le esperaría al niño pelinegro.

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Fin del capítulo.

Una pequeña prueba para ver cómo es la aplicación :b

La trama puede estar agarrada de los pelos, pero dejenmelo a mí. Pueda que añada algunos personajes o que cambie algunos y terminen siendo algo diferentes a los originales.

Además que también puede que algunos personajes tengan un nivel diferente de poder al original.

TheShadowSungcreators' thoughts