92: Dos pasados y seguir el futuro.

Mi curiosidad por la pequeña aldea creció mientras que me acercaba a ella como un civil más. Ocultaba mi rostro un poco con mi cabello largo, no tenía mis anillos dimensionales por lo que solamente llevaba mis espadas en mi espalda. Y cómo era más obvio me detuvieron. Un par de goblins algo temblorosos me miraban hacia arriba. Mi rostro no mostró mucha emoción. Unicamente sonreí hacia ellos, mostrando mis dientes grandes y bastante amenazantes. En cierta parte si podía ser una bestia. Sentí dos presencias que... Me hicieron saltar una pequeña sonrisa. Una que por instantes intenté ocultar pero no pude hacerlo cuando sentí una lanza de tierra atravesando mi brazo izquierdo, pasando por el mismo como si fuese un palillo por algún alimento. Aquella pequeña figura acompañada de una más alta. Ambas con orejas puntiagudas y una piel verde aún más destacable por sus puños de tierra formados en sus manos y la velocidad vertiginosa con la que se lanzó hacia mi.

La otra figura, grácil como ella sola, una piel blanca casi como nieve y un cabello rubio con algunas plantas de adorno. Golems de madera se acercaban mientras una lluvia de astillas a toda velocidad venía hacia mi cuerpo. Tomé mi espada con mi mano derecha sonriendo todavía. Parecía un espectáculo sorprendentemente aterrador para ellas, puesto que mientras bloqueaba y desviaba cada uno de sus ataques era capaz de mantenerme avanzando paso por paso hacia la elfo. Paso, tras paso, tras paso. Podía bloquear lanzas de tierra con solo una de mis espadas, utilizar el consumir para las mismas o solo partir las en pedazos o en polvo. Todo lo que ellas hacían era totalmente inútil. Y cuando la bestia llegó frente a la elfo, tomó el cuello de la goblin que se lanzó a proteger a su amiga. Tomando también a la elfo... Abracé a ambas.

Lágrimas en mis ojos y confusión en ellas, era obvio que no me iban a reconocer. Pero por los diez años. No ser en nada atractivo y por poder defenderme de ellas con tanta naturalidad. En cierto lugar de sus corazones entendieron quién era.

Era la bestia qué estaba asesinando a todo lo que se coloque enfrente suya e intenté detenerlo. Por ello se detuvieron por un instante. Al asentir ambas sabían que pelear no era una buena idea. Y mientras me regeneraba mi propio brazo con una mezcla de magia de vida y muerte, podría verse como los huesos se componían nuevamente mientras que la carne se pegaba una con otra casi como si fuese una masa uniforme. Los músculos volvían a tejer y las articulaciones se unían para permitirme contraer mis dedos suavemente.

Mi corazón latía algo rápido con bastante alegría mientras que hacía un asiento para los tres. Quizá estaba actuando un poco demasiado o me estaba emocionando mucho por solo una cosa pequeña. Pero en mi interior sabía que esto era una reunión algo forzada. No parecía ser su amigo, si no una entidad totalmente distinta a su realidad que interrumpió y debe ser satisfecha para que no destruya todo. Con algo de fuerza tomé mis armas. Aclarando mi voz.

"¿Qué es esto...? ¿Necesitan ayuda?"

G: "No, para nada. Estamos bien, del todo bien, no hay necesidad de que nos ayude nadie ni nada. No Silvie?"

S: "S-sí, exacto. Estamos bien haciendo las casas por nosotros mismos. Solo... Que causa un poco de miedo en los Goblins."

"Les haré una promesa. Van a conocer mi nombre, tú serás una reina y tú una gran profesora."

Aunque fuese un encuentro mínimo, apresurado y muy poco importante, fue algo que me hizo sentir aún más desligado de este mundo... Quizá ni Justice podría recordarme. Aunque fui hacia alguien que sabía que no iba a olvidarme. Y que sabía que no iba a caer tan fácil hacía ningún Rey ni nada.

Me lanzaba casi volando por los aires, hablando de una forma literal, puesto que me impulsaba por el cielo utilizando mi control del aire. Y mientras lo hacía me preguntaba qué podría haber salido de mi siendo un campeón... Por unos instantes en mi cabeza apareció Charles... ¿Mi cabeza? Arriba de mi cabeza. Un segundo. Arriba de mi cabeza estaba una estructura que nunca pensé ver. Un castillo enorme volando, uno que parecía y se veía totalmente libre por el cielo.

Y mientras más lo miraba más me perdía en su belleza, placas de acero una y otra y otra. Hasta me dió dolor de estómago por sentirme nuevamente cubierto por un lugar lleno de acero. O mínimamente encerrado. Y según me contó El Vacío. Tuve suerte, pasé de la habitación uno a la 200 en muy poco tiempo y de allí hacia ese final del todo. Casi como si la suerte hubiera hecho que en un dado de 100 caras hubiera salido un uno. (Lo hizo.)

Mientras más miraba la belleza de la estructura encima mío más notaba como pequeñas gotas de colores caían hacia mí... Rápido... Cubiertas en fuego... Eran dragones cayendo en picada utilizando su forma humana. Parecía que con quién quería encontrarme me encontró primero.