Ser llevado de la mano por las tierras de una noble por esa misma noble era el equivalente a ser una celebridad local o un político mínimamente querido por el pueblo, bastantes preguntas incómodas que ella respondía de una forma aún más extraña, parecía que todos estaban muy amistosos con mi madre. La cual decidió levantarme y llevarme sentado en sus hombros. El paseo era entretenido, me recordó a cuando de niño iba sentado en lo que en ese momento eran los amplios hombros de mi padre, sosteniendo su cabeza para no caer y agarrado a uno de sus dedos mientras que miraba desde arriba a todos.
Un recuerdo tan bonito me hizo soltar algunas lágrimas, mientras que mi madre se dejaba llevar un poco más por mi, por mi y por todos, estaba contento de encontrarme con ella para despejar un poco mi mente, pero al instante volvía a ver ese sol de color amarillo consumiendo un árbol gigante y todo lo que había dentro de él. Incluyendo seguramente a Eleonor, Sylvie, su hermano, Gobi y todos... La rabia me tomó por unos instantes, mientras que intentaba tranquilizarme nuevamente empezamos a caminar hacia un distrito de comida. También noté que me estaba hablando mi madre.
"... y por eso es que evitamos vender cosas picantes a niños como tú... Entendiste?"
Asentí suavemente, mientras que ella llegó a un restaurante bastante promedio, no tan elegante como uno estaría pensando que la noble dueña de estas tierras usaría para almorzar con su hijo. Pero el ambiente tan rústico hacía bien al cuerpo. Fui dejado en una silla para que la mujer se siente en la de enfrente, y ella empezó a pedir platos del menú como si no fuese importante, y yo lo acepte con total gusto, ya que la inclusión de pescado, sardinas, espinacas y otras cosas muy llenas de nutrientes y de cosas necesarias aunque me guste o no me servían.
"¿Y por qué quieres ir a Alabasta?... Digo... Eres todavía pequeño, pero como conoces que existe algo así." La mujer me interrogaba por primera vez siendo seria. Incluso mostrando un aura bastante opresiva que casi era palpable, aunque aquella aura parecía golpear más que nada a los del alrededor que a mí.
"No puedo dar detalles que no recuerdo... Pero creo que es un lugar importante para mí. S-solo es lo que siento." La verdad no sentía nada de aquella aura, mientras que la mujer acaricio con cuidado mi cabello, sonriendo un poco mientras que se tocaba su barbilla.
"Muy bien, te daré el pase de los nobles... Pero únicamente campeones con una prueba de ello son capaces de entrar tan jóvenes... Incluso así, serás juzgado por ser un salvaje. Solo te lo advierto..." Ella sonrío un poco molesta consigo misma, como podría dejar a un pequeño del cual estaba casi que enamorada irse así de rápido. Aunque tenía un par de planes para salirse con la suya... Conocía a quien daba los exámenes de ingreso. Sería fácil ponerle trabas para que como un niño bueno vuelva a casa con mamá.
"Yo soy capaz madre... No te preocupes por mi, yo soy capaz de pasar cualquier prueba para conseguir mi objetivo. Aunque necesito una semana para mejorar... Solo una."
Su rostro era de alguien que me juzgaba sin ninguna vergüenza, tocando con cuidado mis delgados brazos, conocía un poco a los chicos que salían de allí. Ella fue alguna vez a esa academia y los mayores iban a comerse a un pequeño tan dulce. El estatus era más importante que el poder incluso para ella quien no era una noble normal algunas veces era humillada para no causar problemas.
"Tu entrenamiento estará a cargo de mí para tu inteligencia, Stella mi guardia para tu fuerza y... Tengo una amiga para ayudarte con tus habilidades mágicas, me dijeron que eres un mago... Por eso eres tan flacuchento~ ah~ me gusta eso de tí."
Me agradaba bastante un plan dividido en 3, a su guardia había destrozado con una facilidad enorme, y en inteligencia quizá tenía de sobra, pero la parte mágica... Apenas tenía un segundo círculo. Eso era lo que más me estresaba y necesitaba mejorar.
La comida llegó después de unos instantes de pensar eso, ambos nos vimos y empezamos a comer con una poca y nula vergüenza, usando las manos y limpiando cada tanto las mismas, se notaba que mi madre tenía la clase de bárbaro. Yo solo era un salvaje más. Por lo menos al salir dejamos una buena propina por el desastre y continuamos con las compras, fue un día de maravilla, y mañana sería un entrenamiento fuerte.