El capitán se sintió mucho mejor después de escuchar sus palabras. Cada vez que iba a recaudar impuestos, los aldeanos lo insultaban en secreto. Si los aldeanos eran más tercos y malévolos, le lanzaban piedras a él y a sus subordinados y se negaban a escuchar sus explicaciones.
La vida tampoco era fácil para ellos, pero no tenían más opción que obedecer las órdenes o ser decapitados. La impresión del capitán sobre Xu Xiang mejoró mucho después de eso. Al mirarla, su tono se suavizó y su expresión se volvió mucho más cordial.
—Señorita joven, sé que todos tienen dificultades. No tenía la intención de apuntar a su aldea, pero tengo mis órdenes. Si no logro completar mi misión, entonces yo y todos mis subordinados seremos decapitados. Solo hacemos esto porque no tenemos elección. También tenemos familias que queremos y necesitamos proteger. Espero que lo entienda y coopere con nosotros —dijo impotente.
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