• Jessica •
Estaba al borde del colapso.
Me había producido como nunca para ir a esa maldita gala, dejé de lado la repulsión que sentía al tener que socializar con ese tipo de personas frívolas y materialistas, para que el universo se burle de mí de la peor forma.
—¿Me estas jodiendo, Jessica? —el grito de Mackenzie al echarle el cuento me sobresalto —¿Te has casado con el socio de tu padre?.
—¡Habla más bajo que te van a oír!.
Estaba híper ventilando, no entendía porque el karma se empeñaba en devolverme tantas cosas malas si hacía rato no me mal portaba.
—¡Es muy rico, y está terriblemente bueno!.
—Si, eso no voy a negarlo.
—Debiste usar tu verdadera documentación. Atrapar un hombre de ese calibre es prácticamente imposible y tú lo has hecho a los días de conocerlo.
Mackenzie sonríe, todavía shockeada por la información que había recibido de mi parte, mientras yo solo tengo la necesidad de arrancarle los ojos para quitarle esa mirada que lleva.
—Olvidas que es un insufrible. En mi vida me casaría con un idiota semejante, ¡Fue el error de una maldita alcoholica que necesita rehabilitación urgente!.
La voz ronca que hablo detrás mío me causo escalofríos, podía saber exactamente a quien le pertenecía.
—Tengo que reconocer que tu, querida ex esposa, también has sido bastante insufrible —dijo, clavando sus ojos azules en mi —¡Coincido contigo, ha sido un completo error!.
—Por primera vez estamos de acuerdo con algo. Asombroso.
—Eh, yo creo que... —Mackenzie nos interrumpe, pasando por mi lado —Voy a saludar a...
Salió disparada dejándome allí, con el inepto de los tatuajes, quien me observa con el rostro ladeado y una sonrisa ladina.
—Jessica, Jessica. Quien diría que el destino nos volvería a cruzar.
—Lo disfrutas, ¿Verdad? —pregunté. Podía notar la sensación de satisfacción reflejada en esos ojos azules.
—Algo, para ser sincero —repasó su mirada sobre toda mi anatomía —Te ves muy diferente, más sofisticada.
—Este es mi outfit de hija de empresario. Tu solo has conocido el de zorra de las Vegas —comente burlona.
Intenté que no me ganara el fastidio para no darle el gusto de que siguiera regodeándose de su éxito al tenerme entre la espada y la pared. Si hablaba con mi padre sobre lo que había pasado, sería mi fin.
—Muy graciosa. Sin dudas cuando dicen que las mujeres se ponen más hermosas al divorciarse, tienen razón.
—¿Puedes cerrar la boca? —la palma de mi mano fue a parar directamente a sus labios, con intención de no tener que escucharlo más —¿No tienes un maldito acuerdo de confidencialidad acaso, idiota?.
Hablaba de nuestro pequeño altercado como si fuese algo que sucede todos los días. Lo que me faltaba era que Vittorio Romanov lo escuchara porque no podía mantenerse en silencio.
—No lo hemos oficializado —dijo con voz ronca —Además, no eres Juliet Stone, querida Jessica.
—¡Señorita Romanov, háblame con respeto! —exclamé con impotencia —No te di permiso de llamarme por mi nombre.
—Creo que el haberte visto desnuda me dio el permiso que necesitaba... Jessica —respondió con actitud socarrona.
De sus labios se asomó una sonrisa muy atractiva. No podía explicarme a mi misma como un hombre podía ser tan seductor y causarme tanta rabia, ese traje le quedaba pintado y los tatuajes que sobresalían de su cuello me incitaban a querer morderlo Justo ahí.
—Muy caballero de tu parte, Stephen —brame.
—Ya, no te enojes —dijo, suavizando la mirada —Pensé que podríamos llevarnos bien, ya que trabajaremos juntos.
—No trabajaré contigo.
—Lo siento, pero para tu mala suerte... si trabajaras conmigo —respondió enarcando las cejas.
—La suerte no existe —comente.
Siempre había creído que la suerte no era más que las actitudes ante la vida diaria, aprovechar oportunidades específicas. Las personas solían echar la culpa a la "mala suerte" por lo que les sucedía en su vida, pero no tomaban en cuenta que las acciones que realizaban tenían una reacción.
Era parte del equilibrio.
—Creo haber escuchado eso —dijo, tocándose la barbilla.
—¿Ah, si?
—De mi ex esposa —respondió, emitiendo una carcajada.
Quería morir. No hacía más que provocarme y era más fastidioso que esas espinillas que te salen en medio de la frente antes de una cita.
—Me Aburrí de hablar contigo, eres muy básico en tus conversaciones.
—Quizá a Vittorio le parezcan interesantes.
—¡No se te ocurra decirle nada porque te arrepentirás!.
Lo apunte con mi dedo índice en señal de amenaza. Era bastante más alto que yo pero no iba a dejar que me intimidara. Si tenía que golpearlo, lo haría.
—¿Y que podría hacerme una atractiva niñita de la elite de Manhattan?— pregunto con diversión —¡Tiemblo de miedo!.
—Se muchas formas de asesinar a alguien y que no salga en las pericias. Yo que tú lo pensaría bien, no te conviene tenerme de enemiga.
—¿Estas amenazandome de muerte? —entorno los ojos, sin dejar de sonreír.
—¿Yo? No... —dije tomando una copa de la bandeja del mozo mientras pasaba por delante nuestro —Solo te explico con los conocimientos que cuento.
—¡Estas demente!.
—Pues soy la demente con la que te has casado en las Vegas y casi has puesto en juego tu patrimonio —dije sonriendo con malicia —Creo que esto de estar demente me funciona de maravilla.
Choque mi hombro con su brazo bruscamente cuando caminé en dirección a mi mejor amiga, quien hablaba muy animosamente con un hombre bastante atractivo.
No dejaría que este idiota me arruinara la noche.
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No sabía si era peor tener esa conversación desagradable con el socio de mi padre, o la mirada de Justin Addams que estaba puesta en mí desde que había pisado el lugar. Era incómodo y molesto, pero más que nada porque en sus ojos se reflejaba que no había dejado en el pasado la relación que habíamos tenido hace tantos años.
Justin era el hijo de uno de los mejores amigos de la infancia de mi padre. Los Addams se caracterizaban por ser una familia muy filantrópica, estructurada y notable; y su hijo no era la excepción.
Era dulce, atento, vivía preocupándose por los otros y por sobre todo, era muy guapo. Su cabello castaño, unos ojos grandes color café y esas facciones de niño que portaba ayudaban mucho con su carisma y personalidad. La camisa ceñida a su cuerpo reflejaba un cuerpo delgado pero tonificado.
Por mucho tiempo hemos sido inseparables, y hasta habíamos tenido una relación amorosa, pero aunque era más que el novio Perfecto, algo faltaba.
Yo necesitaba más, mucho más de lo que él podía darme.
Cuando pasaba el resumen de todo lo que me había sucedido desde nuestro rompimiento, me mortificaba al darme cuenta que si hubiese correspondido completamente sus sentimientos, me hubiese ahorrado muchos problemas.
Me sentía muy culpable al haberlo hecho sufrir tanto, pero no podía mentirle.
Los hombres eran algo in entendible. Les dabas amor, comprensión, le entregabas todo tu ser, y se convertían en seres infieles, manipuladores y maltratadores.
Los tratabas como si no te interesaban y los tenías comiendo de tu mano y haciéndote reverencia igual que una reina.
Eran idiotas.
—Me dijo tu padre que nos honrarás trabajando en la empresa —expresó el castaño mientras le daba un pequeño sorbo a su copa.
—No estoy segura aún.
—Deberías, Jess.
—¿Tu también? —exclame con desagrado.
Odiaba que me recordaran el porqué debía comprometerme con Sky Corporation. Había muchos hijos de padres empresarios que se dedicaban a otra cosa, ¿porque yo no podía ser igual?.
Justin apretó los labios y me dedicó una sonrisa cargada de esperanza.
—Con ayuda del nuevo inversor, entraremos en el campo de las construcciones —exclamó entusiasmado —Será un gran cambio para la compañía y necesitaremos de tus habilidades.
¿Habilidades?.
Este hombre tenía mucha fe en mi.
—Preferiría destacarme en lo que estudié tanto tiempo.
—Eso no ayudará a Scott, Jess.
Mis ojos se abrieron. Era la tercera persona que me recordaba a Scott en la semana y estaba a punto de perder todos mis cabales por primera vez en mucho tiempo.
—¡Otro más! —masculle, tragando todo el líquido de mi copa y pidiéndole más al hombre de la barra.
—Lo siento, no te enojes —dijo apenado —Por mi parte estaría feliz que quisieras trabajar con nosotros, al fin y al cabo, eres mi jefa.
Emitió una sonrisa de esas que conquistan hasta al corazón más frío y logro que el mal humor se disipara.
—No lo sé. Supongo que tendré que hacerlo, me han dado un ultimátum.
—Te ves muy madura, aunque los dos sabemos que eres una eterna Peter Pan —achicó los ojos para luego golpearme con el codo en un costado.
—¡Dame un poco de Crédito, Addams!.
Justin se acercó y pasó su brazo por mis hombros intentado abrazarme, pero una figura alta y fuerte se paró frente a nosotros.
—¿Interrumpo?.
La naturaleza irresistible que manejaba Stephen James era digna de admirar. Intimidaba pero a la vez esa elegancia y perfección me atraía como mosca a la miel.
—La verdad, si. Puedes volver por donde has venido.
—¡JESSICA! —grito Justin desaprobando mi comentario, mientras Stephen solo sonreía.
—Tranquilo, niño. No sería ella si no fuera descortés conmigo —respondió con total soltura.
—Quizá te lo mereces.
—Nos veremos el lunes, señorita Romanov. Espero que este de mejor humor para entonces.
El hombre alto, fuerte e impresionante se alejó de nosotros, no sin antes regalarme una mirada tan intensa que hizo erizar toda mi piel.
¿Pero que era lo que me sucedía?.
Justin negó con la cabeza. —Jess, no deberías hablarle así. El es alguien...
—Si lo se, poderoso, importante, etcétera etcétera —interrumpí antes que continuara —¡No me interesa!. Es un petulante y un imbecil.
—Es un empresario muy inteligente.
—Me alegro por el, buscaré a Mackenzie —dije.
Ya me estaba aburriendo, y cuando a la empresa se refería, Justin era todo un nerd.
—Creo que la vi yéndose hacia la sala de convenciones —comentó.
—Genial, después seguimos conversando.
Le di unas palmadas en la espalda y me fui a buscar a mi amiga. No pude evitar echarle una mirada al tatuado mientras se iba con uno de sus colegas, el mismo que había interrumpido nuestro beso.
¿Por qué me atraía tanto?.
Era un peligro inminente del que debía alejarme urgente.
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