Cinco días han pasado desde que el cielo se oscureció y nuestras vidas tomaron un giro extraño e irreversible. Durante este tiempo, hemos entrenado cada día, tratando de controlar los poderes que ahora forman parte de nosotros. Sin embargo, cada vez que cierro los ojos, vuelvo a ese lugar de belleza inhumana, donde la voz de mi hija resuena una y otra vez: "Papá, ¿dónde estás?"
Despierto cada noche empapado en sudor, con su voz aún resonando en mis oídos. Cada amanecer es una lucha interna para no perder la cordura. Pero no puedo permitirme descansar; tengo que estar preparado para lo que viene, sea lo que sea.
Nos reunimos en la misma sala, una habitación vieja y polvorienta que se ha convertido en nuestro refugio temporal. Frente a mí, el hombre corpulento se sienta con una expresión de cansancio marcada en su rostro. Sus ojos reflejan la lucha constante contra su propio poder.
"¿Listo para otro intento?" le pregunto, tratando de mantener mi voz calmada. Extiendo mi mano hacia él, y él asiente en silencio. Su mirada es de determinación, pero detrás de ella puedo ver la desesperación de alguien que está al borde de romperse.
"No hay más opción," murmura con una voz ronca. "Si no consigo controlarlo, solo seré un lastre."
Niego con la cabeza y coloco mi mano sobre su brazo. "No estás solo en esto. Todos estamos luchando con nuestras propias sombras." Concentro mi poder y retrocedo el tiempo ligeramente alrededor de su cuerpo, ajustando las ondas temporales que lo rodean para que su habilidad no lo consuma.
El hombre cierra los ojos y respira profundamente. Por un momento, veo cómo su cuerpo se relaja y sus músculos dejan de tensarse. Poco a poco, su poder comienza a fluir con más control. El esfuerzo es visible en su rostro, pero finalmente logra mover un pequeño objeto en la mesa sin que su energía se desborde.
"Lo estás logrando," le digo, una chispa de alivio en mi voz.
"Gracias… Pero no sé cuánto más puedo mantenerlo," responde entre jadeos.
La mujer pálida que nos acompaña observa en silencio desde una esquina de la habitación. Sus manos tiemblan levemente mientras intenta procesar las emociones de todos nosotros. Me acerco y le pregunto: "¿Cómo te va con tu habilidad?"
"Es un caos," responde ella, con una mezcla de frustración y tristeza. "Las emociones de los demás me abruman. Es como si el tiempo se fragmentara cuando trato de concentrarme. Siento sus recuerdos, sus miedos, pero todo se distorsiona."
Antes de que pueda decir algo más, el hombre extraño, nuestro guía silencioso, se acerca. "Tu don es valioso, pero requiere enfoque. Debes aprender a filtrar lo que no te pertenece," dice con voz grave y pausada. Sus ojos, llenos de secretos, la miran con una intensidad inquietante.
La mujer asiente, pero su expresión revela la incertidumbre que siente. Todos estamos atrapados en esta situación, buscando respuestas que parecen esquivas.
El entrenamiento continúa durante varias horas, con el ambiente cada vez más cargado de tensión. No solo por el agotamiento físico, sino también por la creciente sensación de que algo anda mal. A medida que avanzamos, el hombre extraño se muestra más inquieto, casi ansioso. Lo veo observando la esquina de la habitación, donde una sombra parece moverse en el límite de nuestra percepción.
Finalmente, no puedo más con la incertidumbre y me acerco a él. "¿Qué es lo que no nos estás diciendo?" le espeto, mirándolo directamente a los ojos. "Nos trajiste aquí con promesas de respuestas, pero hasta ahora solo hemos estado entrenando sin rumbo claro."
El hombre extraño me observa en silencio durante un largo momento. Su expresión es impenetrable, pero luego habla con una calma que me pone los nervios de punta. "El tiempo es inestable," dice, casi en un susurro. "Cada uno de ustedes fue elegido por una razón. El equilibrio entre el pasado, el presente y el futuro es frágil. Si no logran sincronizar sus habilidades, no tendrán ninguna oportunidad."
Sus palabras añaden más misterio al ya enrevesado laberinto en el que estamos. Miro a mis compañeros; sus rostros reflejan la misma mezcla de duda y miedo que siento. Sabemos que estamos en una situación desesperada, pero la falta de claridad solo aumenta nuestra angustia.
La mujer se cruza de brazos y pregunta con voz temblorosa: "¿Y qué se supone que debemos hacer ahora? Seguimos entrenando, pero no vemos ningún progreso real."
El hombre extraño sonríe ligeramente, pero no es una sonrisa reconfortante. "Este es solo el principio. Lo que hagan ahora determinará no solo su destino, sino el de todos los que están conectados a este evento. El caos está a punto de desatarse, y sus habilidades son la única esperanza de estabilizar la realidad. El futuro pende de un hilo."
El suspenso en sus palabras es casi palpable, y todos quedamos en silencio, tratando de asimilar lo que acaba de decir. Miro hacia la ventana; el mundo afuera parece el mismo, pero sé que eso es solo una ilusión. Algo está por venir, algo oscuro y terrible. Y aunque no lo admitamos en voz alta, todos sentimos que el tiempo se está agotando.