Los dos Grandes Reyes Divinos no muy lejos entrecerraron sus ojos, observando fríamente a Ethan Smith.
Esperaban que Ethan Smith enloqueciera, que Ethan Smith perdiera sus sentidos y desatara la destrucción sin sentido.
Para su sorpresa, en cambio, Ethan Smith se mantuvo allí quieto, sin hacer ningún movimiento.
Sus ojos carmesíes brillaban con una luz escalofriante.
—¿Hmm? ¿Qué está pasando? —Uno de los Reyes Divinos mostró un rastro de confusión.
—¿Por qué simplemente se está parado allí inmóvil? ¿No debería la Transformación de los Ocho Demonios llevarlo a la locura? —El otro Rey Divino parecía igualmente perplejo.
En ese momento, Ethan Smith habló.
Con una voz casi ronca, dijo:
—A partir de este día... nunca descansaré hasta derribarlos... Hoy... les declaro la guerra...
Al oír estas palabras, ¡ambas caras se volvieron de total sorpresa!
¡No por las palabras de Ethan Smith, sino por su respuesta!
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