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Señor Presidente: Usted es el padre de mis trillizos

—M... ¡Marissa! ¿Son mis hijos? —Los ojos de Rafael no se apartaban del rostro adorable de los niños. —No, Rafael. No lo son —dijo Marissa con una sonrisa fingida—. No son tuyos. ¿Recuerdas? —pestañeó de manera bastante dramática—. ¡Nunca nos casamos! Valerie Aaron, la hermana mayor de Marissa Aaron, dejó plantado a su novio ciego el día de su boda y se fugó. Para salvar las apariencias, la familia de Merissa le rogó que se casara con Raphael Sinclair. ¿La ironía? No se le permitió decirle a su esposo ciego que ella no era Valerie sino Merissa Aaron. El día de la exitosa cirugía ocular de Raphael, Marissa se enteró de que Valerie había vuelto para tomar su legítimo lugar como nuera de Sinclaire. Marissa intentó explicarle a su esposo que ella era la que estaba casada con él, pero él no le creyó. En vez de seguir convenciéndolo, la desconsolada Merissa decidió dejar la ciudad sin contarle su secreto. Raphael Sinclair era la definición clásica de una belleza impactante y era el único heredero del grupo de industrias Sinclair. ¿Qué haría él cuando se enterara que todo este tiempo la mujer que le ofreció su amor y su cuerpo no era Valerie sino su hermana menor Marissa Aaron? ¿Cómo reaccionaría al saber que era el padre de los bebés que Marissa llevaba en su vientre? ¿Iría tras Marissa para recuperarla? ¡Y la pregunta del millón! ¿Podrá Marissa alguna vez perdonarlo y volver a amarlo?

JessicaKaye911 · Urban
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260 Chs

66- Ubicaciones

Valerie estaba en la sala de espera del aeropuerto cuando su teléfono comenzó a sonar.

—¡Mierda! —murmuró y empezó a buscar su teléfono en el bolso. El teléfono seguía sonando fuertemente, llamando la atención de la gente alrededor.

Etán todavía estaba en el baño, y ella lo estaba esperando. Ellos acababan de tomar café y comer bocadillos mientras planeaban su futuro.

Por fin sintió la frescura contra su palma y lo sacó.

—¡Nina! —Rodó los ojos—. ¿No me puedes dejar respirar? —se quejó de su suegra en silencio y luego contestó la llamada.

—¡Hola, mamá! —la saludó a su suegra con alegría.

—¿Dónde estás? —Nina le preguntó sin rodeos—. ¿No hay respuesta para los saludos, mamá?

—¿Por qué? Estoy… en un hotel… cerca de mi punto de crucero y... disfrutando de este paisaje donde… —Nina no la dejó terminar.

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