—¿De dónde salió este anciano taoísta? ¡Sal de mi camino! —Feng Bao estaba impaciente.
—Un buen perro no se pone en el camino. Si alguien tiene que moverse, ¡son ustedes! —resopló fríamente el viejo taoísta.
—¡Hijo de puta, te atreves a llamar a nuestro Señor Bao un perro? ¡Estás pidiendo la muerte! —Antes de que Feng Bao pudiera hablar, uno de sus subordinados estalló en ira.
—¡Sal de mi camino!
Mientras el subordinado hablaba, sacó su pistola y apuntó directamente a la frente del viejo taoísta.
Sin embargo, antes de que pudiera fijar su puntería, se escuchó un fuerte estruendo.
El subordinado salió disparado hacia atrás como una bala de cañón, golpeando fuertemente contra la pared detrás de él, y murió en el acto.
Sss...
Todos en la escena inhalaban un soplo de aire frío.
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