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Ermitaño

La puerta de la ermita se abre lentamente. Un anciano de barba gris descuidada y poco cabello los mira con cara de pocos amigos. Viste un chándal de Adidas y unos pantaloncitos de colores vivos con el típico estampado tropical rojo, amarillo y verde.

Ryo y Usaga tragan saliva y lo miran de arriba a abajo. 'Debe rondar cerca del metro cuarenta en altura.' Piensa Ryo mientras inspecciona con sus ojos azules el calzado de acero que el extraño individuo calza.

"No acostumbro a tener visitas." Sin decir nada más, el señor mayor deja la puerta abierta y se adentra de nuevo en las profundidades de su vivienda. Ryo y Usaga lo toman como señal de buen recibo y lo siguen por unas escaleras de piedra.

El pequeño trayecto culmina en un gran salón con armaduras, pequeñas esculturas de piedra y muchos libros. Usaga y Ryo se sientan en un sofá que hay en el centro de la sala, imitando al anfitrión.

"Supongo que estaréis algo confusos. Me llamo Tsubasa Junhagane, aunque también me conocen como el ermitaño de Osato." El anciano se sirve té en una taza. "Queréis un poco de té?"

"No, gracias." Dice Usaga mientras saca de su mochila el plano de la villa, ya con diversos apuntes. "Imagino que ya puede imaginarse por qué motivo estamos aquí. ¿Me equivoco?"

El ermitaño responde. "Bueno, tu peculiar presencia me puede dar alguna pista. Eso sí, pese a mis largos años de vida nunca había visto un ser mitad persona, mitad maldición."

"No es ningún talento natural, es algo que estamos intentando remediar. Necesitamos tu ayuda... Hemos estado buscando por el pueblo cualquier pista o rastro espiritual, pero no hemos encontrado nada."

"¿Y bien, que estáis buscando? Supongo que el muchacho también forma parte del asunto, aunque admito que me ha costado percibir su débil presencia espiritual." Dice el anciano mientras acaricia sus barbas.

"Sexo. Buscamos a cierta maldición del sexo. No sabemos su nombre, solo que se la ha avistado por los alrededores de forma reciente." Dice Usaga con un forzoso tono directo.

"Entiendo." Dice el ermitaño mientras acaba de beber su infusión. "Las fiestas del pueblo empezaron justo esta mañana y duran una semana. No creo que pierda la oportunidad de maldecir a una cantidad extraordinaria de gente."

"Sin embargo..." Continúa el señor Tsubasa. "No parecéis muy preparados para enfrentar una maldición. Yo estoy mayor para esas cosas y tampoco me gusta entrometerme directamente en las metas personales de la gente. Aun así, creo que necesitáis algo." Quejándose un poco por el dolor de espalda, se levanta del sofá y rebusca en un baúl del salón.

"¿Habéis oído hablar de los objetos encantados? Junto al uso de energía espiritual, es la única forma de afectar o herir cuerpos no-físicos. Por si no lo sabéis, los encantamientos se aplican a los objetos a partir del mineral de amatista, que gracias a su propiedad espiritual de pureza permite herir espíritus." Finalmente, saca del baúl dos objetos envueltos en bolsas de cuero y los entrega a los dos jóvenes.

"Mi familia solía ser herrera de profesión, así que me sobran ese tipo de objetos, no os preocupéis."

Cuál regalos de navidad recién descubiertos al levantarse, Ryo y Usaga se dan prisa en quitar los objetos de sus respectivas bolsas.

El primero de ellos es una pequeña jaula, similar por tamaño a una para pájaros o incluso algo más pequeña. "Con esta jaula podrás sellar a la maldición una vez esté suficientemente debilitada."

Mientras el anciano enseña a Usaga el sello de manos y un corto recital, Ryo saca de la funda una espada no muy larga. La desenfunda. 'Luce como un gladio normal y corriente, pero si me esfuerzo puedo sentir algo de energía espiritual.'

"¿No te hace falta ninguna explicación sobre el objeto, verdad? Solo te aconsejo que no uses el arma como excusa para no aprender a usar tu propia energía espiritual."

Ryo acaricia con cuidado el filo para sacarle el poco polvo que tenía. "Está bien, intentaré mejorar por mi mismo. De todas formas, muchas gracias, señor."

"No es nada."

Cordialmente, Usaga y Ryo se despiden y suben las escaleras, sin quitar ojo a sus nuevos juguetes.

"¡Esperad! Una cosa más." El ermitaño los detiene cuando justo iban a salir por la puerta. "Tened este libro, por si os lo queréis leer. Explica brevemente distintos aspectos del folclore de Osato. Seguro que es mejor que las pantallitas esas."

Ahora sí, y de forma definitiva se despiden. Ryo y Usaga regresan al domo de la señora Fuji.

Las horas de luz estan por finalizar y el aire empieza a ser más ligero. La señora Fuji y Usaga reposan en el sofá, en el interior de la casa. Usaga lee el libro que el ermitaño les había dado hace un rato, mientras que la señora Fuji termina de coser un pequeño peluche de crochet.

Ryo se encuentra en el jardín exterior de la casa. Gotas de sudor caen por su frente. 'Suficiente entrenamiento físico por hoy.' Enciende el móvil y observa que ha recibido algunas respuestas de un foro. Pulsa las notificaciones.

[Hilo creado por RyoShura76: Alguien sabe como usar una espada corta?

Poetesa1992: Se llama gladio. Como se nota que falta cultura.

Kiko_Memes: Pedro😡

KazutoK: Es importante conocer tus movimientos y tu zona de alcance, así como el manejo y el agarre. El resto se aprende con tiempo y experiencia.]

'Bien, ya tengo más o menos una idea de como entrenar.' Desliza algunos comentarios más y cierra el teléfono. Desenvaina el gladio y se pone en guardia (un intento de guardia, es novato). Con poca soltura, realiza gestos verticales y horizontales durante un buen rato.

Al caer finalmente el sol, sus movimientos han mejorado mínimamente. Decide entrar a casa.

"Ryo, mira lo que he encontrado en el libro..." Pero Ryo pasa de largo por el salón e ignora a Usaga. Entra directo a la ducha.

Una vez limpio y en pijama se sienta en el sofá. La señora Fuji había marchado ya a dormir. "¿Qué has encontrado?" Pregunta Ryo.

Usaga coloca el marcapáginas y cierra el libro. "De entre todo el folclore de este lugar, solo hay una historieta que trata de maldiciones."

El silencio de Ryo es marca de interés y Usaga prosigue. "Se dice que durante muchos años las maldiciones tuvieron sumido el pueblo en un ligero pero constante caos. Hasta que un día una bruja conjuró un mágico hechizo y acabó con todas las maldiciones de Osato. Por lo que parece, la bruja murió.

Dice la leyenda popular que tuvo descendencia. Sin embargo, no se aclara cuál de las familias es sucesora de su sangre, con el mensaje probablemente de que la voluntad de la bruja reside en todos los conciudadanos de Osato, quienes le rinden homenaje durante las festividades para que los siga manteniendo a salvo."

Ryo queda pensativo. "Es extraño, si hubiese algún tipo de barrera contra maldiciones, tú no hubieses podido entrar, supongo."

"Me parece a mí que o bien es esa bruja poco efectiva o la leyenda es una trola como una catedral." Dice Usaga mientras ambos suben a la habitación y se preparan para dormir. Ryo apaga la luz y se duerme instantáneamente por el cansancio del entrenamiento.