Los discípulos de la Raza Espiritual abajo sintieron al instante una fuerza que era imposible de desafiar. Sus cuerpos gruñeron conforme estaban a punto de romperse, y sus almas fueron golpeadas y bombardeadas hasta el punto de romperse.
Zhao Feng sufrió bajo una presión ni un poco inferior a la de los demás. Si no fuera por su formidable cuerpo físico, alma firme y la protección de su Ojo de Dios, ya se habría arrodillado ante este Lord Divino de medio paso.
—Así es. ¡Quiero unos días para pensar! —Zhao Feng apenas logró decir estas palabras de entre sus dientes apretados.
Estas palabras congelaron los corazones de todos los presentes. Los discípulos presentes maldijeron el nombre de Zhao Feng innumerables veces.
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