—¿Alguna vez te he dicho lo hermosa que eres? —sonreí ante sus palabras.
—No recuerdo. Quizás sí, quizás no. Tal vez podrías usar esta noche para ayudarme a recordar.
—Eso me parece un plan maravilloso —su sonrisa pasó de una de felicidad a una llena de ardor antes de que se inclinara hacia adelante y presionara sus labios contra los míos.
Sentí su lengua deslizándose instantáneamente en mi boca. Sus labios eran calientes, insistentes y perfectos mientras trabajaban para hacerme olvidar todo lo que había conocido. Mi mente se quedó en blanco; vacía de todo pensamiento que no tuviera que ver con Artem.
Mientras él me besaba y conquistaba mi boca, sentía la mano de Artem comenzando a explorar mi cuerpo. Se movió, ajustó su cuerpo para quedar posicionado entre mis piernas e inclinado sobre mí.
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