Yasuke y Nonoe esperaban en silencio en la oficina del director, sintiendo una sensación de inquietud. El director miró a ambos niños con una expresión sombría antes de hablar.
—Yasuke, Nonoe, tengo una noticia muy seria que compartir con ustedes —comenzó el director, su voz cargada de gravedad. Hizo una pausa, asegurándose de tener la atención de ambos—. La matrona del orfanato está en estado crítico.
La simple declaración impactó como un golpe. Yasuke sintió su estómago retorcerse, mientras un torrente de emociones lo inundaba. La brevedad y seriedad de las palabras del director solo sirvieron para intensificar la gravedad de la situación.
—¿Estado crítico? ¿Qué... qué le pasó? —logró preguntar Yasuke, su voz temblorosa por la conmoción.
—Lo siento, pero no puedo dar más detalles en este momento —respondió el director, mostrando un semblante de firmeza—. Es importante que se mantengan aquí en la academia. Los mantendremos informados sobre cualquier novedad.
Yasuke sintió una oleada de frustración. Quería ir al hospital, estar allí, hacer algo, cualquier cosa. Pero la decisión del director era clara y no dejaba lugar a negociaciones.
—Pero tenemos que verla, ella es... ella es todo lo que tenemos —insistió Yasuke, su voz cargada de desesperación.
—Entiendo cómo se sienten, pero en estos momentos, lo mejor que pueden hacer es quedarse aquí —dijo el director, tratando de ser lo más compasivo posible dentro de su rol.
Nonoe, igualmente afectado, puso su mano sobre el hombro de Yasuke en un gesto de apoyo silencioso. Yasuke, aunque agradecido por el gesto de Nonoe, se sentía impotente y abrumado por la situación.
Minato encontró a Yasuke y Nonoe en los pasillos de la academia, notando de inmediato que algo andaba mal. Yasuke caminaba como si estuviera en un estado de trance, sus ojos fijos en el vacío, mientras Nonoe lo acompañaba con una expresión de profunda preocupación.
—¿Qué pasó? —preguntó Minato, acercándose a ellos con una sensación creciente de inquietud.
Nonoe miró a Minato y, con un suspiro, explicó la situación.
—La matrona del orfanato... está en estado crítico. Acabamos de enterarnos —dijo con voz baja.
La noticia golpeó a Minato con sorpresa y preocupación. Miró a Yasuke, cuya reacción parecía ser la más profunda.
—Yasuke, ¿estás bien? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
Yasuke no respondió. Su mente estaba abrumada por recuerdos de su vida pasada, la pérdida que había sufrido y el miedo a enfrentar esa misma pérdida nuevamente. Se sentía atrapado en un ciclo de dolor y desesperación, incapaz de reaccionar o de expresar sus emociones.
Minato y Nonoe intercambiaron miradas, entendiendo que debían estar allí para Yasuke, incluso si no sabían exactamente cómo ayudarlo.
—Vamos a sentarnos un rato —sugirió Minato, guiando a Yasuke a un banco cercano.
Se sentaron en silencio, Minato y Nonoe a cada lado de Yasuke, ofreciéndole su presencia como un consuelo silencioso. Minato, sintiendo la pesadez del ambiente, intentó encontrar las palabras adecuadas.
—Yasuke, no estás solo en esto. Estamos aquí contigo —dijo suavemente, esperando que sus palabras alcanzaran a su amigo en su estado distante.
Nonoe asintió, añadiendo:
—Ella es como una madre para nosotros. Todos estamos preocupados, pero tenemos que ser fuertes, por ella y por nosotros.
A pesar de sus esfuerzos, Yasuke permaneció en su estado de shock, procesando la noticia y luchando internamente con sus emociones y recuerdos. Minato y Nonoe permanecieron a su lado, brindándole apoyo y compañía.
Sentados en silencio, Yasuke luchaba internamente con su angustia y desesperación. Sabía que tenía que ver a la matrona, tenía que estar allí, no podía simplemente quedarse sentado. Entonces, fingiendo una calma que estaba lejos de sentir, se levantó abruptamente.
—Voy al baño —dijo, su voz ligeramente temblorosa.
Minato y Nonoe asintieron, sin sospechar sus verdaderas intenciones. Una vez fuera de su vista, Yasuke aceleró el paso, moviéndose con un propósito claro. Su mente estaba completamente enfocada en una sola cosa: llegar al hospital y ver a la matrona.
Mientras tanto, Minato, que había estado observando a Yasuke, sintió algo extraño. Su habilidad sensorial le alertó que algo andaba mal; Yasuke no iba simplemente al baño. Entendiendo rápidamente las intenciones de su amigo, Minato se levantó discretamente y comenzó a seguirlo.
A pesar de su naturaleza generalmente optimista y juguetona, Minato sabía cuándo era el momento de ser serio. Yasuke y él eran como hermanos, siempre juntos en los momentos difíciles. No iba a dejar que Yasuke enfrentara esto solo.
Siguiendo a una distancia prudente, Minato se movía con una determinación tranquila. Su expresión, normalmente alegre, ahora reflejaba una seriedad poco común en él. Era un momento que requería su fortaleza y apoyo, cualidades que a menudo quedaban ocultas detrás de su sonrisa fácil y su actitud despreocupada.
Yasuke, completamente ajeno a que Minato lo seguía, continuó su camino, cada paso lo acercaba más al hospital. Minato, por su parte, se mantuvo firme en su decisión de acompañar a Yasuke, demostrando que, incluso en los momentos más difíciles, estaría allí para su amigo.
Al llegar al hospital, Yasuke se encontró con un obstáculo inesperado. La habitación donde estaba internada la abuela Nora estaba custodiada por varios chunin, lo que hacía imposible el acceso sin ser detectado. Miró a su alrededor, buscando alguna manera de colarse sin ser visto.
Mientras evaluaba sus opciones, Yasuke se acercó discretamente a la zona custodiada. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de hacer su movimiento, uno de los chunin pareció notar algo inusual. Yasuke se quedó inmóvil, su corazón latiendo con fuerza, consciente de que estaba a punto de ser descubierto.
En ese preciso momento, Minato apareció de la nada, agarrando a Yasuke por el brazo y arrastrándolo rápidamente hacia un pasillo lateral.
—¡Rápido, por aquí! —susurró Minato, tirando de Yasuke hacia un lugar seguro.
Una vez en el pasillo Yasuke se sacudió del agarre de Minato, claramente molesto por haber sido detenido en su intento de llegar a la abuela Nora. Su frustración se mezcló con una irracionalidad impulsada por la desesperación y el miedo.
—¡Minato, me estabas siguiendo! ¡Podría haberla visto si no fuera por ti! —exclamó Yasuke, su voz teñida de enojo y reproche.
—¡Déjame ir, Minato! ¡Necesito verla ahora! —exclamó, su voz quebrada por la emoción.
Sin decir una palabra, Minato se acercó a Yasuke y lo abrazó, brindándole un apoyo silencioso y firme. Al principio, Yasuke intentó resistirse, su cuerpo tenso por la ira y el estrés. Pero poco a poco, bajo el abrazo comprensivo de Minato, comenzó a calmarse. La ira dio paso a la tristeza y la impotencia
Minato, manteniendo su abrazo, habló con calma y firmeza.
—Yasuke, entiendo que estás asustado y preocupado. Lo sé, pero irrumpir allí no ayudará. Tenemos que pensar esto con claridad —dijo suavemente el rubio.
—¡No entiendes! Ella es todo lo que tengo. No puedo perderla, no de nuevo —respondió Yasuke, su voz baja, reflejando su profundo miedo a la pérdida.
Minato apretó su abrazo, transmitiendo a través de su gesto una fortaleza silenciosa.
—Yasuke, la entiendo más de lo que crees. Pero no podemos dejar que el miedo nos controle. Estamos juntos en esto, como hermanos. Te ayudaré a verla, pero debemos hacerlo de la manera correcta —dijo Minato, su voz llena de una seriedad poco habitual.
—Está bien, lo intentaremos a tu manera. Pero no puedo quedarme aquí sin hacer nada —dijo Yasuke, finalmente calmándose.
—Lo sé, y no lo haremos. Vamos a encontrar una manera de verte con la abuela Nora, juntos —respondió Minato, soltando a Yasuke y mirándolo directamente a los ojos con determinación.
Ambos se quedaron en silencio durante un momento, recolectando sus pensamientos. Luego, con una nueva resolución, comenzaron a idear un plan para superar la vigilancia de los chunin y acceder a la sala donde estaba internada la abuela Nora.
Continuara...
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