Tan Ying estaba sentado tras un escritorio de oficina de madera, trabajando en su pila de documentos.
Al ver que Xia Ling entró, habló sin levantar la vista de los documentos: —De todos los departamentos que buscaste, ¿cuál tiene suficientes medidas de seguridad para protegerte de Pei Ziheng?
En ese momento, Xia Ling entendió por qué había rechazado todos los departamentos anteriores. Al parecer estos no eran el problema, sino el hombre con el que se involucró. En los últimos días, había hecho lo mejor que pudo para evitar pensar en él, como si encerrarse en su burbuja pudiese hacer que olvidase su existencia, pero, en efecto, era tan difícil olvidarlo...
Incluso cuando cantaba "Dedos de cristal", todo lo que imaginaba era a él.
Dedos acariciando los cristales/ en el frío, nublado
Aire/ quién canta solitario
El inefable/ y prohibido dolor...
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