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Renacer en el Fango

Traicionado y asesinado, Lucian Draxor renace en un mundo lleno de magia y oscuridad. En su vida anterior, Lucian fue engañado por su novia y asesinado por su amante, un superior en su trabajo que lo había arruinado tanto en el amor como en lo laboral. En sus últimos momentos, Lucian murió con el odio en el corazón y la amargura de haberlo perdido todo. Ahora, ha sido rebautizado como el hijo no deseado de un conde en un reino donde la nobleza gobierna con crueldad y poder. Dotado de habilidades mágicas desde su nacimiento, con la capacidad de manipular el fuego, el rayo y la magia oscura, Lucian despierta en un cuerpo infantil pero con todos los recuerdos de su vida pasada. Decide crecer en silencio, evitando las intrigas familiares y el peso de la nobleza, mientras planifica su venganza contra aquellos que le fallaron en su anterior vida. En un mundo donde los imperios se tambalean bajo el peso de la corrupción, y las fuerzas demoníacas amenazan con devorar todo, Lucian no tiene más propósito que vivir bajo sus propias reglas. Nadie dictará su destino esta vez. Hacer lo que quiera, cuando quiera, sin rendir cuentas a nadie, será su nuevo lema. "Renacer en el Fango" es la historia de un hombre que, desde las sombras, busca poder hacer lo que quiera en un mundo donde la magia y el poder son la única moneda que cuenta.

SrMagnus · Fantasy
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31 Chs

Capítulo 20: El Sitiado

Habían pasado varios meses desde que los rumores sobre el avance del Reino Demonio habían comenzado a circular, y ahora, las fuerzas demoníacas finalmente llegaban a las puertas de la ciudad. Los ejércitos demoníacos, vastos y crueles, sitiaban la ciudad desde todas las direcciones, bloqueando cualquier posible escape. Las defensas locales estaban debilitadas por la guerra anterior, y la ciudad parecía condenada a caer.

Muchos habían huido semanas antes, sabiendo que los demonios no tendrían piedad, pero Lucian no se inmutaba. La guerra, la destrucción, las personas desesperadas… todo eso era solo ruido para él. Mientras los ejércitos humanos caían y las ciudades se vaciaban, su club seguía operando. Siempre había alguien dispuesto a pagar por placer, ya fuera un mercenario, un comerciante o incluso, ahora, un demonio. Los clientes podían cambiar, pero el negocio seguía siendo el mismo.

Lucian estaba en su despacho, bebiendo lentamente de una copa de vino mientras observaba el caos que se desplegaba a lo lejos. Desde las ventanas del club, podía ver las llamas que comenzaban a devorar las afueras de la ciudad, señales de que los demonios estaban cerrando su cerco.

A diferencia de los demás, no sentía miedo. Su poder había crecido tanto que nada, ni siquiera un ejército demoníaco, representaba una amenaza real para él. Con sus estadísticas elevadas, era capaz de destruir la ciudad entera con un simple gesto si lo quisiera. Pero, por ahora, no le interesaba hacerlo. De hecho, la presencia de los demonios despertaba algo más en él: una curiosidad insaciable.

—Nunca he follado con un demonio —murmuró para sí mismo, una sonrisa lasciva formándose en sus labios mientras consideraba las posibilidades.

Había escuchado historias, rumores sobre los cuerpos exóticos y las habilidades sexuales de algunas de las criaturas demoníacas. Y si había algo que Lucian disfrutaba más que el poder y el control, era satisfacer sus deseos más oscuros y lascivos. El hecho de que ahora estuvieran tan cerca solo aumentaba su curiosidad.

Cassia, la semi-humana de cola plateada, entró en el despacho con una expresión calmada. Aunque el ambiente en la ciudad era de terror, en el club las cosas seguían funcionando como siempre. Los mercenarios que quedaban, junto con algunos nobles que habían decidido quedarse, seguían gastando grandes sumas de dinero para disfrutar de los últimos placeres antes del inevitable caos.

—Los demonios están cada vez más cerca, Lucian. La ciudad no durará mucho más —informó Cassia, acercándose a él—. ¿Qué haremos cuando crucen las murallas?

Lucian soltó una carcajada suave, dejando su copa a un lado.

—¿Qué haremos? Lo mismo que siempre, Cassia. El negocio continúa, ya sea con humanos o con demonios. Si la clientela cambia, nos adaptamos. Si ellos pueden pagar, seguimos vendiendo. Y si no… bueno, siempre podemos encontrar otras formas de hacer que paguen. —Lucian se levantó de su asiento, acercándose a Cassia y deslizando una mano por su cintura con esa familiar mezcla de dominio y deseo.

Cassia sabía que a Lucian no le importaba la guerra ni el caos. Para él, el mundo era simplemente un lugar en el que podía tomar lo que quisiera. Mientras el control sobre su club no se viera afectado, nada más importaba. Lucian era cruel, sí, pero no malvado en el sentido clásico. Solo hacía lo que le daba placer, lo que le servía, y ahora, la idea de ver cómo serían los demonios en un contexto más íntimo le resultaba intrigante.

—Ve a preparar el club para esta noche. Quiero que todo esté listo. No sabemos quién vendrá, pero no pienso detener el negocio solo porque un ejército de demonios esté en la puerta —ordenó Lucian, apartándose de Cassia.

Ella asintió, sabiendo que en su mundo, siempre habría clientes dispuestos a pagar por el placer, sin importar si eran humanos o criaturas infernales. Mientras se marchaba para cumplir sus órdenes, Lucian volvió a mirar por la ventana. Su poder era absoluto. Si decidiera enfrentarse a los demonios, podría barrerlos en un solo ataque, pero prefería ver cómo se desenvolvían las cosas. Tal vez, después de todo, podría cumplir su fantasía con una de esas criaturas exóticas que tanto lo intrigaban.

Caminó hacia el centro del club, sintiendo la atmósfera de lujuria y decadencia que había construido con tanto cuidado.

Lucian observaba el asedio con una calma que rozaba lo indiferente. Desde su posición en el balcón del club, podía ver cómo los ejércitos demoníacos rodeaban la ciudad, sus filas interminables extendiéndose hasta el horizonte. Las defensas locales se desmoronaban rápidamente, y los mercaderes que aún quedaban en la ciudad hacían sus últimas ventas antes de huir o esconderse.

Pero Lucian no compartía el mismo pánico. Mientras la mayoría de los habitantes se preocupaban por la destrucción inminente, él se dedicaba a otra cosa: asegurarse de que su club tuviera suministros suficientes para cualquier eventualidad. Los almacenes de los mercaderes estaban siendo vaciados rápidamente, y Lucian, con su habitual frialdad, compraba lo que quedaba de alimentos, bebidas y otros suministros esenciales. Sabía que, aunque el asedio pudiera durar semanas, su magia le garantizaría que todo siguiera funcionando.

Caminaba entre los almacenes abandonados, con la certeza de que su negocio no se detendría. Había sobornado a los pocos mercaderes que aún estaban dispuestos a hacer tratos, comprando grandes cantidades de productos a precios ridículos. Después de todo, ¿qué valor tenía el oro cuando los demonios estaban a punto de tomar la ciudad? Pero para Lucian, cada moneda que gastaba era simplemente una inversión en su imperio.

Estadísticas actuales de Lucian:

Nivel Actual: 60Fuerza: 95Agilidad: 90Constitución: 85Intelecto (INT): 180Carisma: 45Suerte: 40Maná (MP): 3500

Con estadísticas tan elevadas, Lucian no tenía de qué preocuparse. Incluso si los demonios lograban romper las defensas de la ciudad, él simplemente usaría su magia para proteger el club. Su Maná, casi ilimitado, le permitía crear barreras mágicas que ningún enemigo, mortal o demoníaco, podría atravesar. Mientras otros se preocupaban por su supervivencia, él sabía que con un solo hechizo, podría convertir el club en una fortaleza impenetrable.

Después de sellar el trato con uno de los últimos mercaderes que quedaban, Lucian regresó al club, donde Garen, su jefe de seguridad, lo esperaba con un informe.

—Todo está asegurado, Lucian. Los almacenes están llenos y hemos reforzado las entradas como lo pediste. Si los demonios llegan hasta aquí, no podrán entrar tan fácilmente —informó Garen.

Lucian sonrió levemente mientras se servía una copa de vino. Miró a Garen con una mezcla de confianza y desdén.

—No te preocupes tanto. Si llegan hasta aquí, simplemente los haré desaparecer. La magia lo arregla todo, ¿no crees? —dijo con una risa ligera, tomando un sorbo de su copa.

Garen asintió, sabiendo que su jefe no era como los demás. Lucian no solo era un hombre de negocios, era una fuerza inquebrantable, alguien que se había elevado más allá de los límites humanos gracias a su poder mágico. Mientras los demás temían por sus vidas, él simplemente jugaba con las posibilidades.

El club estaba preparado para resistir lo que fuera. Lucian sabía que, mientras los demonios destruían la ciudad, él seguiría operando como siempre. Los suministros estaban asegurados, y su magia lo protegía de cualquier amenaza externa. Para él, la guerra era solo otro espectáculo, algo que ver desde la distancia mientras seguía obteniendo lo que quería.

El caos en la ciudad estalló al caer la noche. Las murallas que protegían el último bastión humano se derrumbaron ante la embestida de las hordas demoníacas. Los gritos de los ciudadanos resonaban por las calles mientras los demonios, incansables y brutales, irrumpían en la ciudad, arrasando con todo a su paso. Cualquier resistencia que quedaba fue aplastada rápidamente bajo la fuerza de los ejércitos infernales.

Desde la seguridad de su club, Lucian observaba tranquilamente el caos que se desplegaba. Las ventanas le ofrecían una vista perfecta de las hordas demoníacas capturando humanos, arrastrándolos a las calles mientras la ciudad ardía. Los mercaderes, nobles y campesinos que no habían logrado huir a tiempo caían uno tras otro, capturados por las criaturas infernales que los subyugaban sin piedad.

Los demonios no solo destruían edificios y saqueaban los restos de lo que había sido una ciudad próspera. Cazaban a los humanos como si fueran animales, tomándolos como prisioneros o matándolos en el acto. Algunos eran arrastrados hacia las sombras, donde el destino que les esperaba era peor que la muerte.

Lucian, mientras tanto, permanecía inmóvil en su despacho, contemplando todo como si estuviera viendo una simple obra de teatro. La ciudad se desmoronaba a su alrededor, pero para él, el caos exterior no significaba más que una ligera molestia. Sabía que en cuanto los demonios cruzaran las puertas de su club, se encontrarían con una resistencia que no podían prever: su magia, lista para desatarse si era necesario.

—Es fascinante, ¿no crees? —murmuró Lucian, con una sonrisa lasciva, mientras Cassia se acercaba detrás de él—. Ellos creen que todo esto es el fin del mundo. Pero para nosotros, es solo otro día de trabajo.

Cassia miró por la ventana, viendo cómo los demonios arrastraban a los humanos a la esclavitud o la muerte. Aunque era semi-humana, una parte de ella todavía sentía un leve escalofrío al ver la brutalidad con la que las hordas demoníacas actuaban. Pero, como Lucian, sabía que el club era un refugio, protegido no solo por las paredes físicas, sino por el poder imparable de su maestro.

—¿Crees que entrarán aquí? —preguntó ella, con una leve preocupación en su voz.

Lucian se giró hacia ella, su sonrisa se amplió.

—Déjalos intentarlo. Si cruzan esa puerta, sabrán lo que significa enfrentarse a alguien con verdadero poder. Mi magia no es algo que puedan resistir. Además… —su tono se volvió más oscuro, casi lascivo—, no me molestaría ver cómo son los demonios de cerca. Nunca he tenido una experiencia íntima con uno, y sinceramente, tengo curiosidad.

Cassia sabía que la mente de Lucian estaba siempre enfocada en el control y el placer. No le interesaba el bien ni el mal, solo lo que podía proporcionarle satisfacción. Y si eso significaba usar a los demonios como un nuevo medio para explorar sus deseos, él lo haría sin dudar.

En las calles, el caos continuaba desatándose. Los soldados demoníacos arrastraban a los humanos hacia las sombras, algunos para torturas, otros para esclavitud. Las casas eran saqueadas, los templos destruidos, y las pocas defensas que quedaban eran destrozadas en cuestión de minutos. El olor a sangre y cenizas impregnaba el aire.

Lucian, sin embargo, no movió un solo músculo para interferir. Sabía que podía detener a los demonios en cualquier momento si lo deseaba, pero prefería dejar que el caos siguiera su curso. ¿Por qué arruinar la diversión? Mientras su club y sus trabajadoras permanecieran a salvo, el resto del mundo podía arder sin que él se preocupara lo más mínimo.

—Prepárate, Cassia. Esto está lejos de terminar. Y cuando los demonios finalmente lleguen aquí, les mostraré que este lugar no está a su alcance. —Su voz estaba llena de una confianza peligrosa.

Sabía que el momento se acercaba. Los demonios ya habían entrado en la ciudad y pronto llegarían a las puertas del club. Pero Lucian no temía lo que venía. Después de todo, él siempre había tenido el control, y no importaba qué criaturas o fuerzas intentaran desafiarlo, él siempre encontraría la manera de dominar la situación.