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capitulo 3

En una noche como otra en medio de un bosque se encontró un viejo de barba blanca mirando el cielo estrellado de repente el cielo comenzó a brillar un celeste intenso y del medio una bola de fuego caía a una parte cercana donde estaba el.

Una gran explosión se escuchó en lo profundo del bosque y el viejo corrió al lugar donde había caído esa bola de fuego.

Cuando cada vez más cercano de repente comenzó a escuchar los llantos de un bebé cosa que lo soprendio y cuando por fin llega al lugar ve un pequeño cráter y adentro lo deja sin palabras lo que ve es una mujer de cabello carmesí y en sus brazos tenía un bebé a la cual ella miraba con una gran tristeza.

El víejo sin pensar baja al crafter para intentar salvarlos pero se detiene de golpe cuando ve que la mujer poco a poco comenzó a desvanecerse, ella se da cuenta la presencia del viejo y le pregunta.

"¿Q-Quien....eres?" Se veía que estaba usando su poca energía para comunicarse mientras abraba a su hijo con todas sus fuerzas para calmar sus miedos.

"Soy otoniel un viejo que vive sus últimos años aquí en el bosque y por..." Antes que pudiera preguntar de su origen la madre lo interrumpe.

"Tu..... P-por... Favor salvar a..... Mi hijo" ella levanta el bebé para que Otoniel lo pudiera agarrar.

Otoniel agarra el niño lo más rápido posible mientras ve como un brazo de la madre desaperece por completo en partículas de luz y entre lágrimas.

"Hijo..... Lo... Siento mucho... Por no poder estar.... Contigo cuando... Más.... Me necesitas"

ya de la mujer solo quedaba la mitad de su cuerpo superior y Otoniel intento todo lo que pudo con su chakra mantener a si sea más tiempo viva aquella sombra de lo que una vez fue una mujer hermosa y sus ultimas palabras para su hijo fue.

"Hijo..... No.... No tengas miedo..... Eres un..... Tatewake... Ten esperanza...."

Otoniel solo vio como desapareció la mujer mientras en su brazo tenía un bebé que no paraba de llorar ya que en su cuerpo había renacido nuestro protagonista.

El había escuchado sus últimas palabras y le dolían con todo el corazón saber que nunca más volverá a escuchar aquella mujer que le dió la vida, aquella mujer que escapó de ese planeta con todo lo que pudo para salvarle la vida.

Otoniel se lleva el bebé consigo pensando que va hacer ahora con el niño que está cargando en sus brazos.

En el fondo se veía una cabaña en el bosque esa era la casa de Otoniel. El había llegado a su hogar y deja al bebé en la cama.

Después de pensarlo un rato y mirar al niño se decidió a entrenarlo a enseñarle como sobrevivir en este mundo.

"Tatewake, supongo que ese debe ser tu apellido"

Mientras Otoniel pensaba nuestro protagonista solo recorbada los gritos de miedo, las esploxiones y el fuego consumiendo todo a su paso.

Su clan había muerto en una sola noche y solo el sobrevivío por la voluntad de su madre.

Sabía que era un bebé y que no podía hacer nada pero cuando por fin le habían dado una familia otra vez se la quitan a la fuerza solo pensaba 'este mundo es cruel conmigo'

"Muy bien ya me decidió de ahora en adelante te llamaras Zero y tu representarás supongo al último Tatewake"

Al día siguiente, el hambre invadió a Zero. Incapaz de hablar debido a su corta edad, el pequeño solo pudo expresar su necesidad mediante un llanto desgarrador y persistente, tratando de comunicar su hambre de la única manera que sabía.

"¡Qué debo hacer, se puso a llorar!" exclamó Otoniel, desesperado. Sin saber cómo calmar al niño, lo tomó en sus brazos y emprendió un apresurado viaje al pueblo más cercano que conoció, con la esperanza de encontrar ayuda.

Al llegar, Otoniel se dirigió a lo que parecía una pequeña tienda general. Al cruzar la puerta, una mujer que atendía el lugar se sobresaltó al ver a un anciano entrando con tanta urgencia y llevando a un bebé que lloraba desconsoladamente en sus brazos.

"Señorita, el bebé no para de llorar, no importa lo que haga. ¿Me puedes ayudar, por favor?" rogó Otoniel, su voz cargada de preocupación y cansancio.

La mujer, compadecida, le explicó a Otoniel que el bebé simplemente tenía hambre y necesitaba ser alimentado. Con voz suave, le dijo que entendía su angustia, pero que lo único que requería el pequeño era comida. Otoniel, abatido, le respondió que la madre del niño no podía alimentarlo porque había fallecido recientemente.

"Entiendo. Muy bien, yo te ayudaré a conseguir su alimento", dijo la mujer con determinación.

Después de alimentar a Zero, el bebé quedó profundamente dormido, su llanto reemplazado por una respiración tranquila y regular. Otoniel, aliviado, dejó escapar un suspiro largo y se permitió relajarse.

"Esto va a ser muy difícil", pensó Otoniel en voz alta, "pero es lo único que puedo hacer por aquella mujer que lo dio todo para que él sobreviviera".

El tiempo pasó y, cinco años después, en la misma cabaña en el bosque, se vio a un anciano y un niño. La cabaña, aunque modesta, estaba impregnada de una atmósfera de cariño y dedicación.

"Muy bien, Zero, hoy es un día especial", dijo Otoniel con una sonrisa. "Es tu cumpleaños, así que ¡feliz cumpleaños! Y este es mi regalo para ti".

"Muchas gracias, abuelo", respondió Zero, sus ojos brillando con gratitud. "No era necesario un regalo, lo sabes."

"Jaja, tan humilde como siempre, Zero", dijo Otoniel, riendo con ternura. "Pero este regalo te va a gustar. Ábrelo ya."

Por curiosidad, Zero tomó el paquete envuelto y comenzó a abrirlo con cuidado. Dentro encontró un kimono azul adornado con unos intrincados símbolos de olas en la espalda, y junto al kimono, una katana completamente negra, cuya hoja relucía con un brillo amenazante.

"¿Por qué un kimono, abuelo? ¿Y también una katana?" preguntó Zero, perplejo.

"Es una tradición en nuestra familia usar un kimono con el símbolo de olas", explicó Otoniel. "Y la katana es porque, a partir de hoy, empieza tu entrenamiento. ¡Jajajaja!"

Zero observó a su abuelo, notando cómo su rostro se transformaba lentamente en una sonrisa siniestra. Sus ojos brillaban con una intensidad que reflejaba una semilla de sangre antigua y profunda.

"Aunque tu cuerpo es muy pequeño para cargar con una katana, esta está hecha especialmente para nuestra familia", continuó Otoniel. "Es decir, esta katana crecerá y morirá contigo. Así que, rápido, forma un pacto para vincularte con la espada".

Con una mezcla de temor y determinación, Zero fue prácticamente forzado por su abuelo a cortar su pulgar. La sangre goteaba sobre la katana, que parecía absorberla como si estuviera viva y hambrienta. De repente, en la mente de Zero resonó un grito poderoso y ancestral.

"¡¿Quién osa despertarme de mi letargo?!"