El tenue resplandor de la lámpara de la mesita de noche arrojaba una atmósfera cálida e íntima en la habitación del hotel. Qin Muran y Xi Yaohua yacían uno al lado del otro en la suave y mullida cama, sus respiraciones volvían gradualmente a la normalidad después del apasionado encuentro que acababan de compartir. El aire estaba lleno de una mezcla de deseo persistente y una tensión sutil que se mantenía entre ellos.
Mientras yacían allí, con las sábanas enredadas a su alrededor, Xi Yaohua rompió el cómodo silencio con un suspiro. Giró la cabeza para mirar a Qin Muran —Muran, tu padre se ha vuelto sospechoso de las cuentas de la empresa. Ha contratado a un profesional para que las revise, y me temo que tiene dudas sobre las transacciones financieras en las que hemos estado involucrados.
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