Lo más extraño era la presencia de ojos. Parecían dos gemas de rubí, brillando con una tenue luz roja, dándole a William una sensación inquietante.
En sus ojos, parecía que este cráneo estaba vivo o algo así, solo le faltaba carne y todo estaría bien.
William desenterró el suelo alrededor del cráneo, cavando con cuidado para no dañar la preciosa gema que encontró. Aunque estaba impresionado con ella, había algo que seguía molestando.
—Este cráneo es tan grande... ¿Cómo puedo usarlo? —Sabía que almacenarlo no era un problema ya que podría usar un anillo para hacerlo. Pero cuando pensaba en sacarlo y usarlo, no podía evitar sentirse extraño.
—Lo guardaré primero —William tomó un anillo vacío, suficiente para contener un cráneo tan grande. Y luego tocó el cráneo y pensó en moverlo hacia el anillo. Sin embargo, lo que ocurrió después fue más allá de sus expectativas.
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