TESTAMENTO 1

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El siguiente día llegó muy rápido y Anna ya estaba despierta desde muy temprano, pero sentía un fuerte dolor de cabeza que le impidió preparar el desayuno como el día anterior, así que dejó que el cocinero lo preparara.

—Buenos días —lo observó mientras Noah se acercaba a ella con una taza en sus manos. Ya estaba completamente vestido para el trabajo.

Anna se sintió abrumada por todo lo que había pasado el día anterior y había intentado olvidar su viejo dolor, lo que resultó en que bebiera más de lo necesario.

Beber se había convertido en un mal hábito para ella que no podía desaparecer sin importar cuánto lo intentara.

Cuando se siente ansiosa y recuerda su pasado, intenta ahogar el dolor en alcohol. Funciona cada vez porque termina borracha.

Pero la noche anterior este hombre la vio en su estado más vulnerable y no la juzgó ni la regañó.

—¿Cómo te sientes? —se sentó junto a ella y ella subió las sábanas hasta su pecho para cubrir su cuerpo. Noah sonrió ante su acción.

La observó, a la mujer de ojos azules grandes tendida en su cama, lista para que él la devorara una vez más. Pero no lo haría. Al menos no todavía.

Su cabello estaba muy desordenado y sintió la necesidad de arreglarlo él mismo, lo cual hizo.

Vio esos ojos azules confundidos mirándolo. Entiende que ella se casó con él para vengarse de las personas que la habían dañado. En eso le ayudaría. Pero aparte de eso, él esperaba mantener una relación duradera con esta mujer.

Ahora ella le pertenecía solo a él. No le importaba su pasado, o por lo que había pasado. Está aquí ahora para hacer las cosas bien de nuevo. Y puede esperar tanto como ella quiera.

—¿Cómo fue tu noche? —preguntó cuando ella no respondió a su pregunta anterior y Anna parpadeó para sacudirse la sorpresa.

—Bien —se lamió los labios—. ¿Cuándo regresaste? —Anna preguntó como si no recordara nada de lo que había pasado la noche anterior.

—Suficientemente temprano para acostarte en la cama —retiró sus manos de su cabello—. Mucho mejor —murmuró.

—Esto es para ti —le entregó la taza de café de la que tomó y bebió un sorbo.

—Iremos juntos a una subasta más tarde en la tarde. Es por un favor para un amigo —ella asintió con sus palabras.

—Paul vendrá para darte algunos documentos para firmar. Léelos bien antes de firmarlos —dijo.

—¿Qué documentos?

—Los verás cuando él los traiga —sonrió.

—Te veré cuando regrese —la besó en la frente antes de alejarse. Una vez que Noah salió de la habitación, su mirada fría volvió al mundo. El lado tierno de él solo estaba reservado para la mujer en su habitación y para nadie más.

—Buenos días maestro —Lurch saludó a su maestro tomando su maletín y abrigo como siempre.

—¿Tomará desayuno esta mañana? —preguntó.

—No, pero asegúrate de que mi esposa coma algo. Puede que aún no pueda salir, pero un buen desayuno en la cama estará bien —indicó mientras se ponía el abrigo al llegar a la puerta antes de salir de la casa.

—¿Ha hablado con su abuelo mi Señor? —preguntó Lurch.

—Iré a su subasta, hablaré con él cuando lleguemos allí —Lurch asintió con las palabras de su maestro.

—¿Hay algo más que desee que haga? —preguntó Lurch.

—Ya sabes qué hacer Lurch —con las palabras de Noah, se subió a su coche y se marchó.

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