—¿Qué es? —preguntó Yu Qi.
—De hecho, he puesto algunos transmisores en tus relojes —dijo Long Hui en tono culpable. Sabía que lo que había hecho era demasiado. Estaba invadiendo su privacidad.
—¿Transmisor? —Los ojos de Yu Qi miraron hacia su reloj.
Ella no sabía que Long Hui había hecho algo así con sus relojes.
—¿Cuándo hiciste eso? —Yu Qi preguntó en tono serio.
—Durante nuestra noche en el onsen —respondió Long Hui con la cabeza baja. Era como un niño que había admitido que estaba haciendo algo malo.
Yu Qi reprimía su risa al ver a Long Hui comportarse así.
—¿Por qué hiciste eso? —Yu Qi aún preguntó la cuestión en tono severo.
—Estoy preocupado por tu seguridad. Es algo que solo muestra tu ubicación. Temo que algo así pueda volver a suceder después de que te han secuestrado antes —explicó Long Hui.
Yu Qi abrazó a Long Hui. —Gracias.
—No estás enojada, ¿verdad? —Long Hui estaba atónito.
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