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Capítulo 14: Fingiendo

Editor: Adrastea Works

En apariencia, Dorian era la imagen de un genial y confiado dragón divino, que desprendía un aura insuperable con una arrogancia latente. Sus escamas brillaban, la neblina roja del poder que lo rodeaba acentuaba su naturaleza dracónica.

Pero por dentro… Dorian estaba perdiendo el control.

Cuando era un humano, uno de sus pasatiempos favoritos había sido el baile. Había actuado en varios grupos de baile pequeños en la universidad, nada demasiado serio, pero aun así era algo que disfrutaba. También participó en algunas obras pequeñas en la escuela secundaria, y un solo musical en la universidad.

El pánico escénico era algo terrible, pero era un temor que él pensaba había conquistado.

Ahora, sin embargo, mientras Dorian miraba fulminantemente a los guerreros y magos que lo rodeaban, se dio cuenta de que ese sentimiento no podía estar más equivocado. Su cuerpo temblaba contra su voluntad mientras lentamente giraba su cuello, mirando a cada lado enemigo. Sólo podía rezar para que no lo notaran. Ni siquiera estaba seguro de si su cara en realidad parecía enojada. ¿Cómo se suponía que sabría cómo se veían las expresiones faciales de un dragón?

Sus ojos brillaron mientras se obligaba a enfocarse, sintiendo como si estuviera a punto de enfermarse.

Después de que los dos bandos comenzaran a pelear, Dorian había visto de inmediato cuán peligrosa era la situación en la que estaba. El gran poder y fuerza que cada bando mostró era algo con lo que fácilmente podía morir. Una explosión desviada de ese rayo negro podría incinerarlo.

Sería imposible escabullirse lejos de manera segura, no cuando él estaba directamente entre los dos bandos, y permanecer inmóvil y no hacer nada sería como pedir morir.

Así que, hizo la única cosa en la que había pensado.

—Ausra, ¿cómo activo el aura que almacenamos? —preguntó cuando la batalla comenzó a desarrollarse.

—Simplemente te rodeará desde tu alma, como una cobija cálida que te cubre —respondió Ausra de forma concisa, pero informativa.

Justo como la genio en su matriz de hechizos del alma había dicho, activar el aura era como envolver una manta alrededor de él, cubriéndolo. Mentalmente había deseado que la pequeña perla roja en su alma se moviera, recurriendo a eso.

A medida que hacía eso, la perla visible se hizo más pequeña, perdiendo aproximadamente ¼ de su masa.

Una increíble sensación de poder y fuerza lo abrasó. Sentía como si estuviera mirando al mundo con superioridad, como si cada ser aquí estuviera hecho ara vivir bajo su dominio. El sentimiento era adictivo, arrasando su mente con abandono.

Tomando ese sentimiento como inspiración, Dorian comenzó a actuar como el pensaba que un dragón divino actuaría.

..

GOLPE GOLPE

GOLPE GOLPE

GOLPE GOLPE

Graxital vio su muerte.

Se quedó absolutamente inmóvil, sin atreverse a mover un músculo. Su corazón palpitaba, sonando como las pisadas de un gigante enorme y pesado en sus oídos. Sus ojos estaban completamente abiertos mientras ponía su total y completa atención en el diminuto dragón verde frente a él.

El pequeño dragón emitía un aura que era tan increíblemente poderosa que Graxital sabía que, si se movía, sería asesinado en segundos. Sus profundos y negros ojos brillaban con una ira indescriptible como si mirara su alma.

Incluso ahora, podía ver al pequeño dragón temblando de rabia, su aura palpitaba fuera de él. Su cara estaba detenida en un gruñido antinatural, horrible, grotesco y aterrorizante de mirar. El hueso del muslo de ciervo a medio comer que sostenía en sus garras era como una espada de la destrucción, con poder pulsante alrededor de él.

La bestia estaba claramente más allá del razonamiento. Era un milagro que él estuviera aún con vida, de hecho.

Graxital era un mago probado y verdadero, un mago que había sido entrenado en el Departamento del rayo negro por más de doce años. Había alcanzado la clase Magnus Magister recién el año pasado, y era considerado como uno de los magos con más experiencia en su grupo etario.

Fue por esto que logró asegurar una posición bajo Lord Hadrion, la estrella en ascenso del Departamento del rayo negro.

Su difunto padre siempre le había dicho que el trabajo duro le traería resultados, pero solo si trabajaba para un hombre honesto. Y Lord Hadrion era rudo, paciente, pero sobre todo honesto.

Él solo había seguido al hombre por un año, pero había quedado impresionado en extremo con su integridad y el cuidado que mostraba, no sólo por sí mismo, sino que por todos los magos y humanos que lo rodeaban. Su ruda y silenciosa personalidad no era más que una capa para un gran hombre.

Cuando su vida pasó delante de sus ojos, Graxital sintió que alcanzaba una sensación de paz interior.

Necesitaba advertir a Lord Hadrion de este vil y torcido dragón delante de él, una criatura que estaba al menos en el apogeo de la clase Dominus, quizás más fuerte. Incluso Lord Hadrion podría ser asesinado si lo tomaban por sorpresa.

No podía dejar que ese hombre pereciera. Y estaba dispuesto a morir para asegurar eso.

Lejos, en lo alto, su hechizo: llamada negra había finalizado, varias nubes enormes se habían formado en el aire arriba de ellos, rotando lentamente. Era un poderoso hechizo de recopilación elemental, haciendo uso del entorno para fortalecer el ataque.

Desafortunadamente, un ataque de esta escala ni siquiera sería capaz de rasguñar al dragón delante de él. Lo sabía, sin siquiera molestarse en intentarlo. Cerró sus ojos, y luego los abrió, una sonrisa tranquila apareció en su rostro.

—Magia de rayos: requiem superior.

Hizo su movimiento todo a la vez, vertiendo cada fibra de energía que tenía en su cuerpo en este hechizo. No podía depender de la misericordia de esta bestia para perdonarlos. Incluso Aymos, el mago espacial, estaba congelado de terror, incapaz de escapar.

El réquiem superior era un hechizo especial, único para magia de rayos. Hacía uso de la energía del ambiente para crear una gran onda de choque. Este hechizo se usaba generalmente para disparar grandes cantidades de ataques en el aire, detonando en una explosión. Era un hechizo bastante poco común, y pocos magos en el Departamento del rayo negro lo estudiaban.

Asintió y sonrió mientras comenzaba a caer en la inconsciencia, viendo que la onda de choque comenzaba a expandirse unos mil metros en el cielo.

La última cosa que vio era ese horrible y malvado dragón, que lo miraba de manera fulminante, y su compañero Oblong le dio una sonrisa de aceptación, con los ojos brillantes con lágrimas ante su sacrificio.

..

Oblong miró a su compañero idiota, con su cara congelada en una sonrisa de pura y absoluta rabia. Sabía que Graxital era del tipo tranquilo cuando hicieron equipo, pero no estaba al tanto de su naturaleza aparentemente suicida.

—¡¿Estás tratando de que nos maten a todos?!

Sus ojos estaban inyectados en sangre, con lágrimas de frustración y rabia brotando mientras veía a Graxital lanzar su hechizo y luego colapsar. Los brazos de Oblong temblaron cuando se lanzó hacia adelante, sujetando el cuerpo del idiota.

Que día tan desafortunado.

Muy por encima, se comenzó a extender una enorme onda de choque, arrasando parte de las nubes que se habían formado. Una pequeña explosión de rayos negros se disparó en el aire, crepitando. Alrededor de los rayos negros, energía blanca comenzó a crepitar, alimentando aún más la onda de choque expansiva.

Despegando como una enorme señal luminosa. Oblong entonces se dio cuenta de las intenciones de su compañero, maldiciéndolo en su mente. Para el idiota podría estar bien sacrificarse a sí mismo, pero ciertamente no lo era para Oblong.

EXPLOSIÓN

Los remanentes de la onda de choque impactaron contra ellos, haciendo que se estremecieran en el momento que colisionaron contra la barrera innata de Oblong. Oblong se vio obligado a agacharse, inclinándose mientras se enfrentaba al dragón verde. Varios de los guerreros que estaban a un lado quedaron aturdidos por el impacto, pocos de ellos incluso cayeron al suelo.

—Nuestras más profundas disculpas, Su Señoría —tartamudeó, orgulloso de sí mismo por no detenerse. Cada palabra que decía tuvo que ser forzada de su boca, con su corazón temblando.

El dragón divino simplemente lo miró fijamente, con los ojos desenfocados como si lo estuviera ignorando. Entonces parpadeó, con sus ojos perforando hacia Oblong con todo el poder de una bestia antigua.

—¡VÁYANSE! —su voz retumbó, una sola palabra llena de arrogancia.

Oblong tembló. Notaba como la grasa en su cuerpo se movía con brusquedad en su interior mientras tragaba saliva con fuerza para obligarse a no caer inconsciente. Varios de los guardias en las cercanías habían colapsado de pánico y terror, incapaces de mantenerse de pie.

Inclinó su cabeza de nuevo, el aura que inducía admiración le dificultaba concentrarse. Oblong lanzó el cuerpo inconsciente de Graxital a las manos de uno de los guardias que estaban de pie cerca. Todos ellos, ya fueran los Guardias del hierro negro o los soldados provistos por la familia Robel, miraron a Oblong como si fuera su única esperanza.

Hizo otro movimiento brusco. Rápidamente, los soldados agarraron a los heridos o lesionados, y comenzaron a retirarse del valle. El mago Real Aymon lideró el repliegue, preparándose para realizar magia espacial a gran escala para alejarlos lo más posible.

—Mmm. ¿Quién eres tú para exigirnos hacer algo, dragón?

Mientras escapaban, Oblong vagamente escuchó la voz de uno de los nobles gritándole al dragón, llena de arrogancia.

Sonrió cruelmente al escuchar esto. El idiota estaba pidiendo morir. Sonreía mientras huía apresuradamente, complacido de que al menos los nobles sufrirían más que ellos. Mientras huía, no podía quitarse la sensación de que había olvidado algo.

..

Dorian se había congelado cuando vio que uno de los magos lanzaba un hechizo, su corazón se le cayó al pensar que lo habían descubierto.

Sin embargo, parecía que el mago sólo estaba dispersando un hechizo que había conjurado antes lo que causó que las nubes se reunieran. Una enorme onda de choque se había levantado como resultado de esto, aturdiendo a Dorian y casi dejando inconsciente su diminuto cuerpo de dragón.

Cuando volvió en sí, finalmente limpiando sus ojos, vio la mirada preocupada del mago gordo mirándolo fijamente, temblando.

Dorian se obligó a sí mismo a continuar actuando el papel de un dragón divino, llenó su voz con tanta arrogancia como le fue posible reunir mientras gritaba tan fuerte como podía,

—¡VÁYANSE!

Casi hipó cuando se hacía ver enojado a sí mismo, desafiando a los humanos a responder.

Su engaño parecía haber funcionado cuando vio que el grupo de humanos guerreros y magos comenzaban a escapar, llevándose a sus compañeros y huyendo del valle. No obstante, justo cuando estaban saliendo, Dorian recordó a la fuerza que había otro bando aquí.

..

—Mmm. ¿Quién eres tú para exigirnos hacer algo, dragón? —la voz de Gaia se desbordó, dominante y arrogante. Sus ojos perforaban al pequeño dragón, con un brillo en ellos.

—"¿Qué demonios estás haciendo?"

Brutus hizo gestos con sus manos, hablando en uno de los dos idiomas vampíricos, la lengua silenciosa hablada con las manos. El poderoso guerrero estaba increíblemente nervioso, habiendo retrocedido varias docenas de pasos cuando el dragón desató su aura. Sus ojos siguieron rastreando tanto al dragón como a Gaia mientras respondía, listo para huir en cualquier momento.

—"Su cuerpo está claramente muy debilitado, lo ves tan bien como yo. Debe ser una bestia seriamente herida, reducida a este estado con solo su aura restante. Ninguna bestia natural podría tener esa aura y ser tan joven a la vez" —respondió Gaia, con un resplandor en sus ojos. Los vampiros tenían sentidos increíblemente hábiles, superando con creces los de los humanos. Incluso ahora, tanto Brutus como ella podían decir claramente que el dragón que estaba frente a ellos era débil, físicamente estaba solo en la clase Terra, a diferencia de una bestia poderosa.

Sus palabras tenían cierto nivel de lógica para ellos. Sin embargo, su corazón todavía estaba lleno con temor nervioso, el aura delante de ellos era verdaderamente demasiado increíble. Si estaba equivocada…

—"Esta es una posibilidad en un millón" —continuó, su mano temblaba tanto de miedo como de emoción mientras apretaba sus dientes.

Si pudieran conseguir gratis la sangre de una bestia que estaba al menos en el apogeo de la clase Dominus…

Las bestias que tenían un linaje que pudiera alcanzar la clase Dominus eran muy raras, y muy poderosas. Aquellos que podían llegar a la clase Rex eran incluso más raros, y los que podían llegar a la clase Angelus eran casi completamente desconocidos.

La magia de sangre tenía una multitud entera de hechizos que requerían la sangre de seres externos. El linaje de las bestias de clase Dominus resultaría inmensamente útil para ellos, algo que ninguno de los dos podría permitirse o ganar como estaban ahora, no en cualquier cantidad suficiente. Ese sería el impulso final que necesitaba, creía Gaia, para atravesar la barrera de la clase Magnus Magister.

Gaia endureció su corazón, lista para arriesgarlo todo mientras lanzaba un hechizo,

—¡Magia de sangre: sombra sofocante!

Inmediatamente, un aura oscura de sangre se elevó y dispersó en el aire.

—¡¿TE ATREVES A OFENDER A ESTE DRAGÓN DIVINO?!

Gaia se encogió al escuchar el rugido del dragón, el temor en su corazón aumentaba. Su hechizo siguió extendiéndose, provocando que el valle comenzara a caer en la oscuridad.

El hecho de que el dragón no se hubiera movido era lo único que le aseguraba que su suposición era acertada.

—¿CREES QUE LA OSCURIDAD AFECTARÁ A ESTE DRAGÓN DIVINO? ¡ESTÚPIDA MORTAL, YO NACÍ EN LA OSCURIDAD! ¡FUI MOLDEADO POR ELLA! ¡TÚ SIMPLEMENTE LA HAS ADOPTADO!

El dragón agitó el hueso del muslo del ciervo a medio comer en sus garras hacia ella de una manera amenazante y despectiva, mirándola con lo que parecía ser una confianza suprema mientras la luz en el valle se desvanecía.

Las manos de Gaia temblaban cuando miró al dragón de escamas verdes, visible solo para ella gracias a su hechizo. Este dragón era algo genuino. Ella creía de todo corazón que si no hubiera estado herido o debilitado, los destruiría totalmente. Sus orígenes parecían ser aterradores.

—¡Salum! —gritó, retorciendo sus dedos. Inmediatamente, el poderoso lobo de sangre apareció en frente de ella, con su cuerpo temblando de poder.

Gaia estudiaba dos ramas de la magia de sangre, la de manipulación de la sangre y las bestias de sangre, y la de trazar el Destino.

Salum era el Lobo de sangre que había criado durante años, la piedra angular de su fuerza, y su más soberbia creación. Lo había formado a partir de los linajes de varios otros lobos poderosos, creando una bestia descomunal de belleza y poder.

—Trágatelo entero.

Sus ojos temblaban al enfocarse en el pequeño dragón a través de la oscuridad y la neblina roja del poder que rodeaba al dragón, ordenando a su lobo de sangre adelante.

El lobo corrió hacia adelante sin preocupaciones, siguiendo sus órdenes de forma inherente. Sus pisadas golpearon en el suelo de tierra, precipitándose sin pausa. Mientras éste lo hacía, tanto ella como Brutus saltaron hacia atrás, preparándose para escapar en cualquier momento si algo salía mal. Brutus, de hecho, había retrocedido casi cuarenta metros más que ella, sus puños se apretaron mientras la miraba con enojo.

«Muere bastardo», susurró ella mentalmente, observando a su lobo de sangre de tres metros de altura chocar contra el pequeño dragón verde, rezando para que el dragón fuera asesinado.

..

—Han sido detectados varios linajes. ¿Deseas absorberlos?