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Un paseo

Heim se encontraba sentado en los asientos del autobús, aguardando con paciencia a llegar a su destino sin mayores demoras. La comida que preparó para su madre estaba cuidadosamente guardada junto con un plato adicional, todo meticulosamente empaquetado para evitar posibles accidentes en el trayecto. Optó por una receta sencilla de pasta que encontró en internet, confiando en que sería una elección acertada para el almuerzo. "Mmm, resultó mejor de lo que esperaba. El aroma me está dando hambre", reflexionó mientras disfrutaba del olor que emanaba de la bolsa que sostenía en sus manos. Su plan era entregar la comida al guardia durante uno de los descansos de su madre; prefería esta opción en lugar de llevarla por la mañana y recurrir al microondas más tarde, ya que ambos compartían la opinión de que los platillos caseros eran incomparables cuando estaban recién hechos.

Al llegar a su destino, Heim se puso de pie y se encaminó hacia la salida del autobús. Afortunadamente, no estaba abarrotado, lo cual constituía una pequeña comodidad. Al pisar el asfalto, observó a su alrededor, maravillándose por enésima vez con la zona. La primera vez que llegó a aquel lugar, quedó impresionado por la elegancia de la gente y la pulcritud de los edificios y calles. Aunque él y su madre no vivían en un barrio empobrecido, la diferencia era evidente. "Todo es tan... hermoso. Si tan solo no estuviera destinado a desaparecer pronto me gustaría pasar ratos aquí con alguien antes de, no sé, espero no morir", reflexionó, dejando que sus pies lo llevaran por la transitada calle.

Sus piernas resentían el esfuerzo, pero sabía que era necesario. Se había sometido a un entrenamiento intenso para prepararse para lo que estaba por venir, pero también era consciente de no excederse y obtener resultados contraproducentes. Caminar tranquilamente, además de acostumbrarse al esfuerzo, le permitía reflexionar. "Entre tanta gente, nadie nota mi presencia", observó mientras se desplazaba por la concurrida vía. La calle estaba repleta de personas ocupadas en sus propios asuntos, sumidas en conversaciones, absortas en sus teléfonos o realizando llamadas. La diversidad de atuendos iba desde trajes elegantes hasta ropa informal de alta calidad.

"Si no estuviera destinado a desaparecer pronto, podría envidiarlos", pensó Heim, anhelando un estilo de vida cómodo donde no tuviera que esforzarse demasiado por el dinero, pero donde sí pudiera esforzarse por alcanzar sus verdaderos deseos. Sacudió la cabeza para apartar esos pensamientos y continuó avanzando. Se había acostumbrado a vivir como una especie de clase media, con comodidades que otros no tenían, pero sin lujos exorbitantes. "Si todo sale bien, no tendremos que preocuparnos por el dinero cuando regrese", se dijo en un susurro, ya vislumbrando el imponente edificio donde su madre trabajaba.

El edificio se alzaba majestuoso a lo lejos, imponiéndose con una altura que fácilmente superaba los veinticinco metros. "No sé mucho de arquitectura, pero es impresionante", comentó Heim a su mente, recordando cómo le dolía el cuello la primera vez que alzó la mirada para ver su cima. Afortunadamente, ya se había acostumbrado. Se acercó a la entrada, donde el conocido guardia, Ricardo, estaba de servicio. A lo largo del tiempo, habían entablado conversaciones amigables, convirtiéndose en una especie de amigos. Su conexión se forjó especialmente porque el guardia estaba ya en una edad avanzada, casi a los cincuenta años.

Las charlas entre ellos eran agradables, y como muestra de agradecimiento por la amabilidad del guardia, Heim también le preparaba comida. "Hey hola, Ricardo ¿cómo está todo hoy?" saludó Heim con una sonrisa. Ricardo, con sus 47 años y raíces latinas, específicamente de Colombia. Esto hizo que Heim recordara cómo, durante la primera ola de abominaciones, varios países desaparecieron o colapsaron, siendo África el más afectado, convertido en el hogar de las abominaciones. Parte del sur de Europa también era ahora inhóspito, apenas sosteniendo límites para mantener a la civilización con vida.

La mayoría de los países cercanos se unieron en alianzas para proteger sus ciudades, y los países latinos hicieron lo mismo. México, Canadá y Estados Unidos formaron una alianza al ser algunos de los primeros en contar con salvadores. Aunque los primeros salvadores ya no estuvieran presentes o se desconociera su paradero, la colaboración entre países continuaba, ahora más o menos los países se ayudaban entre sí, no era una utopía pero algo era algo. Lastimosamente, los crímenes continuaban, ya sea por necesidad o por puro gusto.

Al escuchar una voz, Ricardo se puso en alerta, casi desenvainando la lanza que portaba como arma. Sin embargo, al ver que era el adolescente pelinegro, se relajó. "Heim, de nuevo por aquí, casi te matas, ¿eh? Yo estoy igual de siempre. Nada importante ha sucedido, y espero que siga así", comentó Ricardo con una sonrisa burlona. Como salvador de rango 1, superhumano, era más fuerte que cualquier persona común. "Bueno, yo también lo espero". Heim sacó una de las dos loncheras que llevaba y se la entregó a Ricardo. "Ya sabes, pasa por la caseta si quieres acompañarme". La caseta era donde Ricardo pasaba el tiempo, controlando las cámaras de entrada y salida del lugar. La primera vez que Heim escuchó sobre esto, temió que fuera un anciano pervertido, pero resultó ser alguien que simplemente quería compartir un rato agradable con otra persona.

"Vamos, te acompañaré un rato", asintió Heim sin dudarlo. Decidió dejar de pensar en lo negativo mientras compartía momentos así. Ambos entraron, y la charla amena comenzó. "Oh, cuéntame, ¿cómo te fue hoy?", preguntó el anciano mientras empezaba a disfrutar de la comida. Heim decidió contarle sobre su día desde el principio. "Pues, nada muy interesante. Vi varias cosas en el camino aquí que me gustaría hacer..."

...

Una hora pasó, y Heim se preparaba para marcharse. Dejó la comida destinada a su madre en manos de Ricardo, confiando en que el guardia la entregaría durante el descanso. Anteriormente, solía llegar justo a tiempo, pero ahora llegaba una o dos horas antes para disfrutar de un rato con el anciano. Ricardo decía que Heim le recordaba a su sobrino fallecido debido a un ataque psicológico de una abominación. "Descanse en paz, al menos puede confiar en que ahora tiene un amigo", pensó Heim. En general, le resultaba más fácil llevarse bien con adultos mayores que con personas de su edad. La interacción con ellos requería un lenguaje formal y respeto, pero Heim seguía la filosofía de "respetar si te respetan", y si no recibía respeto, simplemente seguía adelante. "No soy un perro rabioso, pero... Nah, da igual", reflexionó mientras caminaba tranquilamente, observando el atardecer. Faltaba poco para la noche, y sabía que su madre no regresaría hasta la madrugada.

"¿Ahora qué hago?" Se preguntó Heim. Creía que era demasiado temprano para ir a casa, pero tampoco sabía a dónde ir, y no llevaba mucho dinero consigo para gastar. Suspiró sin tener claro qué decisión tomar. "Ah, mejor me siento y pienso", decidió dirigirse hacia un banco, sacó su teléfono y optó por ver las noticias para informarse sobre los eventos más relevantes del momento.

[Pasado un mes de la nueva oleada de salvadores, muchas cosas han cambiado para bien, la seguridad ha aumentado drásticamente en los siguientes lugares: ...] [Un nuevo talento florece, la hija de los Candra por fin regresa como salvadora despertada] [El salvador Ragna ha sido encontrado muerto]

"Ah, los Candra. Con suerte no me meteré en problemas con ninguna familia o grupo cuando sea un despertado", reflexionó Heim. No es que no anhelara lograr grandes cosas; tenía objetivos. Sin embargo, como un simple humano mundano, no como salvador. La noticia de que sería un salvador lo golpeó duramente, pero no tenía más opción que aceptarlo y asimilarlo como parte integral de su vida. "Al carajo, ¿dónde voy?" decidiendo que necesitaba despejarse un poco, Heim optó por dirigirse a un local de juegos cercano que vio en el mapa de su teléfono. "¿Qué pasa? ¿Algo interesante?" Al llegar, notó una aglomeración de adolescentes que rodeaban algo con expresiones expectantes. Parecía que estaban presenciando algo emocionante. Se acercó curioso, entre la multitud, y notó que estaban viendo una transmisión en vivo de una pelea de un salvador. Heim pronto identificó al protagonista: era Xavier, o mejor conocido como Terrus. "¡Es la pelea del otro día! ¡La mazmorra que apareció!"

Esas palabras helaron el cuerpo y mente de Heim, parecía ser que las noticias habían conseguido grabar la pelea de Terrus contra los monstruos, era una perspectiva desde arriba, por lo tanto, pudo deducir que, "Fue grabado desde el cielo" murmuró mientras los otros adolescentes estaban concentrados en la pantalla, siguiendo cada movimiento de la pelea con entusiasmo. Las expresiones de asombro y emoción se reflejaban en sus rostros mientras observaban el enfrentamiento entre Terrus y alguna formidable monstruosidad. Heim se unió a la multitud porque desde la distancia no podía ver mucho, su atención completamente absorbida por la escena. La destreza de Terrus, su agilidad y el manejo de su habilidad del tipo mágico dejaban a todos impresionados.

"He escuchado hablar de Terrus, pero verlo en acción es otra cosa", pensó Heim mientras observaba la pantalla. La multitud estaba dividida entre expresiones de fascinación y gritos de apoyo hacia el salvador. La adrenalina del enfrentamiento se transmitía a través de la pantalla, y Heim no sabía bien qué pensar, por un lado, era increíble saber que la persona con la que hablaba cada tanto era tan fuerte. Pero, sentía una sensación extraña, se empeoró cuando en la pantalla del local se pudo ver al alacrán.

Su respiración se cortó, olvidándose totalmente de respirar. Estaba inquieto y con una terrible sensación de querer salir huyendo. "¿Tengo un trauma? Sí, tengo un trauma" o eso empezó a creer, nunca antes le había pasado. Estaba empezando a sudar frío así que decidió que lo mejor era darse la vuelta para no ver más. "Mejor me voy a casa, quizás deba de aprender a defenderme con un arma"

 Avanzó a pasos rápidos, su idea ahora era preguntarle a Ricardo si podría enseñarle a defenderse, lo necesitaría mucho.

Now he's afraid of scorpions, hahaha, buuu

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