—Respirando profundamente, Emilia volvió a desafiar las pruebas nada más salir de la Tumba.
En el interior de la Tumba, aislada de la luz de la luna, únicamente el pálido brillo de las paredes proporcionaba algo de luz. Ese fenómeno no era raro, ya que en lugares donde el maná ambiental prosperaba ayudaba a preservar la visibilidad.
Sin embargo, era inusual que este tipo de iluminación estuviera dentro de una estructura hecha por el hombre. Probablemente había sido reproducida por algún tipo de mecanismo en la construcción.
Un mecanismo como un Metia, funcional siempre y cuando el maná requerido estuviera almacenado—al intuir que el funcionamiento de la iluminación de la Tumba funcionaba así o de manera similar, Emilia silenciosamente tomó un respiro.
Dentro de la Tumba, Emilia advirtió la presencia distante de unos espíritus menores.
No es que hubieran desaparecido. Los espíritus menores son como el maná ambiental, siempre existiendo en todas partes. Hay polémica acerca de si siempre puedes advertir su presencia o si únicamente la puedes notar cuando son lo suficientemente fuertes para notarse, pero en ningún momento están ausentes.
Esta particular luz emergía de las paredes debido a unos mecanismos productores de luz.
La Tumba contenía una gran cantidad de maná fluyendo dentro y fuera de su estructura. El maná de la Tumba tenía un volumen fijo, con unas cantidades de maná que nunca excedían o bajaban de esa cantidad.
El nivel de maná que era necesario para mantener las luces de las paredes del Santuario era tan bajo que incluso los espíritus menores no podrían manifestarse lo suficiente, y por eso su presencia en la Tumba se sentía tan débil. Incluso asumiendo que los espíritus menores estuvieran presentes, estarían debilitados por el entorno.
_Emilia: Este lugar es muuuy desagradable para los espiritualistas.
Alcanzando esa conclusión, Emilia susurró para sus adentros.
Tal vez superar la primera Prueba provocó que la sensación que tenía de estar acorralada desapareciera.
Tras haber ganado el suficiente coraje para observar sus alrededores, esta era la primera impresión que tuvo Emilia sobre la Tumba.
No era ninguna amenaza para los magos, ellos conjuran usando el maná que tienen almacenado en sus propios cuerpos. Pero si se quedasen sin reservas no tendrían forma de reabastecer su maná, y un mago con pocas puertas probablemente pensaría que la Tumba era un lugar peligroso.
Aunque apenas afectaría la capacidad de combate de personas como Emilia o Roswaal.
_Emilia: Es extraño darme cuenta… de que apenas puedo sentir a quienes están en el exterior.
Habiendo recuperado sus capacidades como maga, la percepción de maná de Emilia había aumentado. Cuando estaba fuera de la Tumba, sintió el maná de tantas entidades que apenas podía controlarlo. Probablemente había captado el maná de prácticamente todas las criaturas, o quizás la presencia de prácticamente todo el Od. El impacto sobre su mente fue intenso. Necesitaba aprender a controlarlo rápidamente.
Pero esa lucha interior fue pospuesta mientras estaba dentro de la Tumba.
En su lugar, ella necesitaba esperar la Prueba, pero ella no sabía cuál opción era la mejor.
_Emilia: Ram me ha suplicado. Tengo que mantenerme decidida.
Emilia pensó en Ram, quien rogó con la cabeza inclinada a Emilia.
Ram nunca mostró tal debilidad, y ahí estaba mostrando sus emociones tan intensamente. Emilia únicamente podía responder a su solicitud, para pagarle la deuda por todo lo que había hecho hasta ahora.
Subaru, regresó a la mansión sin ver los resultados de Emilia, pero tenía completa fe en ella. Sus acciones expresaban su inquebrantable convicción de que Emilia podía lograrlo. Tenía que responder a la confianza de Subaru. De hecho, tenía que hacerlo incluso mejor que lo esperado y sorprenderlo.
_Emilia: Me alegra que crean en mí, pero no es así la cosa.
Puede que los demás tuvieran asuntos importantes que resolver, pero Emilia tenía el derecho de quejarse de que todos ellos se fueran sin verla. Ella debería tener permiso para enfadarse y sacudirlos.
Y especialmente con Subaru. Los dos necesitaban tener una conversación realmente muy seria cuando termine todo esto.
_Emilia: Como sea, esta sensación… La Prueba está por comenzar.
En cuanto entró en la Tumba, Emilia lo presintió en su piel.
Emilia no estaba segura de que salir y entrar a la Tumba fuera suficiente para que la Prueba comenzara, pero el frío aire de la Tumba le expresó la verdad.
No había necesidad de posponerlo.
Dentro de la Sala de las Pruebas, la segunda Prueba estaba esperando a Emilia.
_Emilia: Vi mi pasado. Entonces, ¿lo próximo será...?
Con sus mejillas tensas, casi rígidas, se acarició el abdomen.
Comprobando su respiración irregular determinaba si sus nervios estaban o no fortalecidos. Lo estaban, a un nivel aceptable.
—La Sala de las Pruebas esperaba sin cambios mientras le daba la bienvenida a Emilia.
Ni siquiera había pasado una hora desde que se fue. Claramente nada había cambiado.
Tal vez esta sala conservaba una mayor carga de maná, ya que aquí la visibilidad era ligeramente mejor que en el pasillo. La entrada de la parte posterior de la sala se mantenía cerrada y sólida como siempre. Emilia se preguntaba qué le esperaba allí cuando hubiera superado la tercera Prueba.
Justo mientras pensaba en eso,
« Sé testigo de una realidad inalcanzable. »
_Emilia: —hg.
Emilia lo escuchó.
Un murmullo en su oído, su propia voz.
En cuanto intentó considerar qué podría significar "una realidad inalcanzable", su consciencia se quedó en blanco.
Esta sensación extrajo del cuerpo de Emilia su alma y su mente, y las arrastró a otro mundo.
Al verse incapaz de resistirse, Emilia se dobló apoyándose contra la pared de la Tumba, antes de colapsar. Su visión se nublaba. Sus pensamientos se desvanecían. Su conciencia se apagaba.
_Emilia: Subaru…
Insegura de qué dijeron sus propios labios, la Prueba comenzó.
※ ※ ※ ※ ※
_ ???: Ey, Lia. ¿A dónde te vas?, ven aquí.
Parada por esa voz gentil, Emilia se dio la vuelta.
Una mujer con pelo corto plateado la llamaba hacia la mesa del comedor. Sus ojos eran desagradables y su voz era gentil. Ambos indicaban el ideal de Emilia para una mujer.
_Emilia: Madre… Fortuna…
_Fortuna: ¿…? ¿Aún estás medio dormida? Entonces te quedaste despierta hasta tarde otra vez. Ya no eres una niña, no puedes estar dándole problemas a los demás de esta forma.
Fortuna se acercó y, con su habitual tono severo, golpeó con el dedo la frente de Emilia, produciendo una ligera marca roja en su frente. Emilia abrió más los ojos.
_Emilia: Woah.
Un sonido de asombro se le escapó de sus labios antes de que pudiera darse cuenta. Así de fuerte le impactó esa imagen al corazón de Emilia.
Esta era la primera vez que Emilia había visto a Fortuna sacrificar su agilidad de movimiento vistiendo un delantal blanco adornado con volantes. No encajaba con la personalidad de Fortuna, pero le sentaba bien a su hermosa apariencia.
_Emilia: Madre, eres linda.
_Fortuna: ...¿A qué viene eso? En serio estás medio dormida.
Con sus mejillas ligeramente sonrojadas, Fortuna sujetó los hombros de Emilia y le dio la vuelta. Después empujó la espalda de Emilia y,
_Fortuna: Lava tu cara en el río. Dejarás de decir cosas raras cuando el agua fría te haya despertado. Aunque, cuando se trata de ti, Lia, tal vez no haga efecto incluso cuando estás despierta.
_Emilia: ¿Q-qué estás diciendo, Madre? Eso no es verdad. No estoy medio dormida en absoluto… y no he dicho ninguna fruslería rara en absoluto.
_Fortuna: ¿Dónde has aprendido esas palabras tan arcaicas, fruslería? Estoy muuuy preocupada de que todos puedan estar molestándote y metiéndote cosas raras en tu cabeza. Tendré que interrogar a Archi después.
Emilia se quejó. Pero Fortuna solamente asintió, sin ceder ni un milímetro. Mientras le sorprendía que decir sus opiniones no sirviera de nada, Emilia dejó caer sus hombros y empezó a correr hacia el río.
_???: Oh, buenos días, Emilia. Hoy no luces muy animada.
_ ???: Vaya, es cierto. ¿Lo que significa que Fortuna-sama la regañó? ¿Se habrá quedado despierta hasta tarde?
_???: Emilia ya no es una niña. Seguramente quieras tiempo para ti de vez en cuando.
Después de salir de la casa y embarcarse de camino hacia el río, unas elfas de la aldea le empezaron a hablar.
Un grupo de elfas más mayores estaban conversando sentadas en una mesa rodeada por gruesas raíces de un árbol. Emilia escuchó que tenían la misma edad que Fortuna, aunque todas ellas, incluyendo a Fortuna, veían a Emilia como a una niña.
_Emilia: Buenos días. Han salido temprano.
_Elfa: Eres tú quien se ha despertado tarde, Emilia. Es maravilloso que estés ayudando en el trabajo de tu padre, pero estarás desperdiciando tu juventud si no utilizas un poco de tu tiempo para ti.
_Elfa: Exacto, exacto. Eres muy linda, Emilia, necesitas divertirte mientras eres linda.
_Elfa: Si yo aún fuera tan joven y linda como tú, Emilia, montaría en bicicleta por la aldea.
Emilia ladeó su cabeza al escuchar "montar en bicicleta por la aldea" mientras las mujeres se miraban entre sí y se reían, chillando. Los detalles de su conversación eran más o menos desconocidos para Emilia, pero era bueno que todas estuvieran divirtiéndose.
Sintiéndose feliz, Emilia se tranquilizó.
_Elfa: Bien, eso está mucho mejor que ir con la mirada al suelo. Sonríe, sonríe, muéstranos una sonrisa.
_Emilia: ...Claro.
Después de apuntar a la sonriente Emilia, los dedos de la mujer tiraron de sus mejillas para formar una sonrisa.
Emilia pensó que sus argumentos eran válidos, así que imitó el gesto, haciendo una sonrisa, y asintió.
Despidiéndose de las mujeres, Emilia retomó su camino hacia el río.
Ella escaló las retorcidas raíces de los árboles, pasó por las aberturas entre hojas frondosas. Al oír el burbujeo de un arroyuelo, Emilia empezó a correr, con una cara radiante.
_Emilia: ¡Yaaaaaa—llegué!
_???: ¿¡Ah!? ¿¡Emilia!?
En cuanto apartó una rama gruesa y asomó su cabeza, Emilia vio a alguien delante secándose con una toalla, estupefacto. Dándose cuenta de que la intrusa era Emilia, los ojos del joven miraban a todos lados en confusión—
_Emilia: Ah—
_Joven: Auh—
Emilia se llevó la mano a la boca, mientras que el joven despistado se resbaló y cayó al río. ¡SPLASH! El agua salpicó con la caída del chico.
_Emilia: ¡Archi! ¿Estás bien?
Al llegar hasta donde se resbaló Archi, Emilia miró hacia abajo y lo llamó.
Varias burbujas salieron a la superficie antes de que un joven rubio asomara del agua. El chico se limpió la cara con su mano, para luego mirar hacia la observante Emilia.
_Archi: ¡Oye, Emilia! ¡No interrumpas a la gente cuando casi han terminado de bañarse! _Emilia: Lo siento. No pensé que hubiera alguien aquí… pero me alegra que fueras tú, Archi.
_Archi: ¿¡Qué quieres decir!?
Emilia tocó su pecho en alivio. Archi gritó, maldiciendo la extrañeza de todo.
Entonces, Emilia puso un dedo en los labios mientras emitía un "mmm...".
_Emilia: Quiero decir que somos cercanos Archi, así que me perdonarás.
_Archi: Auh…
_Emilia: Siempre he pensado en ti como un hermano mayor… así que definitivamente vas a decir que no había remedio y vas a perdonarme, o eso creo.
_Archi: ¿Que crees qué? Joder… no tienes ni idea de lo que siento…
Archi musitó sus lamentos mientras hundía su boca en el agua, escupiendo burbujas. Lo cual significaba que la última parte de su respuesta se ahogó y Emilia no lo pudo escuchar.
_Emilia: Por cierto, he venido a bañarme. ¿Puedo meterme en el agua contigo?
_Archi: ¿¡Qué!? ¡I-idiota, no! ¿Bañarte, en un sitio tan abierto como este? ¡Por supuesto que no puedes! ¡Sé un poco más discreta! ¿¡Pretendes ser una niña para siempre!?
_Emilia: Ehhh…
_Archi: ¡Nada de Ehhh!
_Emilia: Wuhh…
_Archi: ¡Tampoco nada de Wuhh!
Habiéndose preparado para saltar al río, Emilia se quejó ante la prohibición de Archi de bañarse. No estaba segura de por qué él se sentía tan incómodo, pero de cualquier forma Archi estaba siendo injusto hoy.
Tal vez estaba molesto por resbalarse y caerse en el río.
_Emilia: Archi, lo siento.
_Archi: Emm, mmm... ¿C-cómo es que estás siendo tan dócil de repente?
_Emilia: Pensé que quizás no te gustó nada de nada caerte. Lo siento. Así que déjame tomar un baño. Si no lo hago, Madre Fortuna no me dejará comer.
_Archi: ¡Eso es algo que solo una niña pensaría!
Archi gritó, llevándose las manos a la cabeza.
Al dejar de nadar, Archi se sumergió en el agua levemente, lo que significaba que, por un instante, no prestó atención a Emilia.
_Emilia: ¡Bien!
_Archi: ¡Ah!
Después de que ella exclamara silenciosamente, la luz del sol se filtró entre sus pestañas y sus pies dejaron de tocar el suelo.
El cabello plateado de Emilia se revolvía a su espalda tras sumergirse en el agua de pie.
El impacto de Emilia con el agua no causó ni una sola salpicadura innecesaria mientras se sumergía con sorprendente calma, alcanzando el fondo del profundo río.
El agua era tan cristalina, que los ojos abiertos de Emilia podían ver los peces y las plantas marinas meciéndose a merced de la corriente. Sus pies llegaron a tocar el fondo del río, y ascendió mientras paladeaba el leve cosquilleo que sintió al tocar la arena.
Su cara apareció al lado de Archi,
_Emilia: —Pahh!
_Archi: ¡Nada de Pahh!
Emilia se acomodó el cabello mojado hacia atrás mientras nadaba alejándose y gritando a Archi.
Archi frunció el ceño. Parecía que quería decir algo, pero supuso que decirlo no detendría a Emilia de todas formas; así que dio un profundo suspiro y fue detrás de Emilia.
_Emilia: Esto se siente bien, Archi.
_Archi: Claro, saltaste por propia voluntad. En cambio, yo fui asustado y mojado por el agua, así que me siento estafado.
_Emilia: Vale. Me alegra que también te estés divirtiendo.
_Archi: De verdad que eres una chica optimista, Emilia…
Sintiéndose elogiada, Emilia sacó su pecho orgullosa mientras flotaba en el agua.
Archi desvió su mirada mientras se rascaba su nariz. Sus mejillas estaban completamente rojas, pero el agua estaba fría.
_Emilia: ¿Tienes fiebre? ¿Por eso estás molesto por haberte caído al agua?
Si ese hubiese sido el caso, entonces por supuesto que la regañaría por lo que hizo, incluso después que se disculpara.
Aunque Emilia estaría encantada de sacar a Archi del río y sanarlo con magia.
_Archi: No, no es eso, no te preocupes. No se trata de eso. …Mmm, Emilia. Cerca de chicos, no deberías… quiero decir, cerca de gente, no deberías estar tan expuesta. Especialmente cerca de personas con quien no tienes mucha confianza.
_Emilia: ¿…? Pero Archi, eres tú con quien tengo más confianza.
_Archi: ¡Incluso con quienes tienes más confianza! Mmm… p-pero está bien que lo hagas cerca de mí.
_Emilia: ¿Ni siquiera cerca de Madre?
_Archi: ¡Cerca de Fortuna-sama, de mí, y esa mujer!
Gritándole a Emilia mientras ella ladeaba la cabeza, Archi se mordía el labio, su cara enrojeciéndose más y más. Entonces él se hundió en el agua y gruñó, desapareciendo de la vista de Emilia mientras ella fruncía el ceño.
Entonces, él salió del agua al borde del río, y se retiró a la orilla.
_Archi: Sal de ahí también, Emilia. Cuando intentas despertarte, normalmente sólo lavas tu cara, no tomas un baño. No creo que Fortuna-sama te dijera que te bañaras en plena mañana.
_Emilia: De hecho, puede que tengas razón. …No traje un cambio de ropa.
_Archi: En serio, qué estás haciendo…
Dijo Archi, luciendo impactado por el comportamiento imprudente de Emilia.
Emilia empezó a nadar hacia él, y entonces él fue corriendo al bosque y volvió con una toalla.
_Archi: Sécate con esto, y envuélvete en ella hasta que regreses a tu casa. Demonios, eres toda una niña sin importar cuanto crezcas.
_Emilia: Ajaja, lo siento, Archi. Gracias por prestármela.
Incluso Emilia tenía que reflexionar sobre sus acciones después de todo esto.
La mano estirada de Archi la tomó del brazo y la jaló fuera del río, donde ella tomó la toalla y secó su largo cabello. Este brillaba plateado con la luz del sol, terriblemente pesado con agua.
_Emilia: …¿Mi cabello siempre fue tan largo?
_Archi: ¿De qué estás hablando? Lo has dejado crecer por años. Bello y del mismo color que el de Fortuna-sama.
Mientras la toalla absorbía el agua, Archi la golpeó con esa afirmación.
Después de oírlo, a Emilia le pareció que él tenía razón, pero no sabía exactamente cuándo decidió ella dejarlo crecer.
Sentía que algo no encajaba, pero Emilia decidió ignorar esa extrañeza. Se quitó la humedad del pelo y empezó a secar su cuerpo con la toalla. Con eso hecho, se acercó al río para cumplir con su propósito original de lavarse la cara—
—Al ver su cara reflejada en el agua, Emilia sintió un nudo en la garganta.
Piel pálida. Ojos color Amatista. Labios rosados. Largo y brillante cabello plateado. Todo eso encajaba consigo misma. Nada había cambiado, y nada era extraño.
Pero sucedía lo contrario.
En su reflejo ella sólo podía ver cosas extrañas, cosas raras y cosas incorrectas.
_Emilia: auh, eh…
Tocando, golpeando sus mejillas, Emilia exhaló con el aliento agitado una y otra vez.
Sus pulmones se sentían como si estuvieran convulsionando. Ella no podía respirar apropiadamente. Sus entrañas se constreñían, y una palpitante y dolorosa presión la recorría entera.
_Archi: Emilia, ¿qué sucede?
Al darse cuenta del estado irregular de Emilia, Archi habló en voz baja.
Emilia seguía mirando fijamente el borde del agua, sin moverse, mientras Archi tocaba su hombro y acariciaba su cabeza por detrás.
_Archi: ¿Viste algo extraño en el río?
_Emilia: …No.
_Archi: ¿Te empezó a doler el estómago? No puedo usar magia curativa, así que tendré que llevarte a otra persona…
_Emilia: No, no es eso.
Ella sentía el tacto de la palma de Archi y oía el sonido de su voz. Pero no quitó su vista del agua.
Archi siguió la mirada de Emilia, aparentemente dándose cuenta de lo que ella estaba mirando. Él apuntó tímidamente al reflejo de Emilia en el agua.
_Archi: ¿Le pasó algo a tu cara? Pero creo que luce igual, linda como siempre.
_Emilia: Es la de un adulto…
_Archi: ¿Eh?
_Emilia: Mi cara es la de un adulto. …Ni siquiera había visto mi cara antes.
Al ver una cara desconocida en el agua, Emilia susurró con voz temblorosa.
Ella movió sus dedos para intentar verificar que esa cara no fuera la de ella, pero el reflejo seguía sus movimientos y negaba esa posibilidad. Esa cara le pertenecía. Nunca la había visto antes, y era la de ella.
_Emilia: Yo…
Después de darse cuenta de la rareza más destacable, muchas más inconsistencias captaron su atención.
Ella miró hacia abajo. Su pecho había crecido. Su cabello también.
Sus extremidades eran más largas de lo que recordaba, y se suponía que había una mayor diferencia de tamaño entre ella y Archi.
La percepción que la gente tenía de ella y las conversaciones con ella habían cambiado de matiz.
En primer lugar, la gente le había mencionado muchas veces que ella ya no era una niña.
Exacto. No lo era.
_Emilia: …Debo irme.
_Archi: ¿Emilia?
Emilia se paró, su cabeza meneándose ligeramente al darse la vuelta.
El bosque por el que corrió, y la aldea. La casa donde Fortuna esperaba.
Ella necesitaba volver ahí.
Ella no sabía lo que necesitaba hacer todavía, pero ese punto por sí solo era una verdad inquebrantable.
_Emilia: Archi, Lo siento. Volveré con Madre Fortuna.
_Archi: S-sí… está bien, ¿pero está todo bien contigo?
_Emilia: Estoy bien ahora. Lamento haber interrumpido tu baño. Y estaré bien sin la toalla.
Emilia se quitó la toalla y la empujó contra el confundido Archi.
Ella se aseguró de que él la tomara antes de salir corriendo a pie descalzo. Tan rápido como podía, de vuelta a su casa—y tras ella,
_Archi: ¡Emilia!
Ella oyó a Archi.
Su corazón insistía en que ella no tenía tiempo para esperar, pero igual terminó deteniéndose. Como si alguien le hubiese dicho que nunca dejase que se le escapara una sola cosa que Archi dijera.
Ella miró hacia atrás. Archi alzó su mano.
_Archi: ¡No sé qué sucede, pero si en algún momento estás preocupada por algo, siempre puedes hablar conmigo! ¡Porque yo… soy como un hermano para ti!
Después de un segundo de duda, Archi le dio a Emilia esas apasionadas palabras.
Por alguna razón, oírlas hacía que algo surgiera en el pecho de Emilia.
Ella definitivamente estaba feliz de haber oído esas palabras.
Pero tenía la sensación de que aquello que crecía en su corazón difería de la alegría ordinaria.
_Emilia: ¡Cierto! ¡Gracias, hermano mayor!
Emilia sacudió su mano en respuesta al sonrojado Archi, y continuó con su carrera.