_Crush: Su alteza, su humilde servidora se irá ahora. Por favor cuídese mucho.
Una mujer respetuosamente inclinó la cabeza, su cabello verde se agitó suavemente, y salió por la puerta abierta que se encontraba sostenida por unos cuantos asistentes. Acompañando el sonido de la puerta cerrándose, dejó escapar un suspiro.
_Crusch: Mis disculpas por molestarlo, pero por favor encárguese de que su alteza se sienta cómoda.
Después de escuchar la repuesta de los asistentes, la mujer, quien parecía estar suprimiendo sus emociones, bajó por una escalera de alfombra roja hasta el gran salón.
_Ferris: ¡Crusch-sama!
Esperando en el pasillo, llamándola en un tono urgente, estaba un joven afeminado con redondos ojos amarillos, orejas de gato, y un comportamiento astuto. Su nombre era Félix Argyle, o como la gente lo conocía, Ferris.
Él era el antiguo y leal compañero de la mujer y, también, uno de sus caballeros.
_Ferris: Bienvenida de nuevo. ¿Qué tal va la situación del príncipe Fourier?
_Crush: No tan bien. Toda su vitalidad se ha ido. Hoy, él repentinamente mencionó querer ir afuera y caminar en el sol, fue muy… doloroso de ver.
Crusch Karsten sacudió la cabeza, y Ferris respondió dejando caer desalentadoramente los hombros. Viendo esta reacción en su compañero, Crusch habló de nuevo.
_Crusch: No tienes por qué sentirte culpable. Esta enfermedad es un rompecabezas que incluso los mejores sanadores del país no han podido resolver. No es culpa tuya.
_Ferris: Pero, es por la propia debilidad de Ferris que no puedo cumplir las expectativas de Crusch-sama… Yo, de verdad lo siento, Crusch-sama.
Ferris parecía menos arrepentido por su incapacidad de curar la enfermedad y más arrepentido por el dolor de Crusch hacia Fourier. Como era costumbre, él se acurrucó cerca de ella, y Crusch le permitió hacerlo.
_Crusch: ¿La maldición de su alteza aún…? ¿La maldición de la enfermedad de la familia real aún continúa sin cambiar?
_Ferris: Sí, es igual al diagnóstico anterior, sin embargo, como sanador, no quiero decir esto a la ligera.
Ferris bajó tanto la voz como la cabeza, pero continuó hablando sin dudar.
_Ferris: Es el veneno de la «Serpiente Negra». La causante de tan misteriosa enfermedad solo puede ser aquella criatura de la cual no sabemos nada.
_Crusch: Si es así, ¿entonces qué procede? … No, la situación actual es más importante. ¿Qué pasará de ahora en adelante?
_Ferris: El peor escenario es… La muerte entera de la familia real.
_Crusch: …
A pesar de que ya había oído antes esta posible conclusión, sin importar cuántas veces la escuchara, aún era difícil de aceptar.
Crusch tomó un respiro hondo para calmarse; esta era una situación sin precedentes. Si dejaba de ser fría y se dejaba llevar por el sentimentalismo, perdería y la crisis jamás sería resuelta. En tal caos, la única razón por la que el Reino se mantenía al borde de la estabilidad era porque Crusch y el Consejo de Sabios habían actuado con los de la alta aristocracia para liderar al reino.
La sangre de la familia real de Lugnica estaba, en este momento, enfrentando la extinción.
La primera víctima de la enfermedad fue el Primer Príncipe Zabinel Lugnica. Originalmente, su enfermedad se había diagnosticado como fatiga por exceso de trabajo, pero la condición de Zabinel había empeorado severamente en pocos días. Poco después, más miembros de la familia real se sintieron enfermos de una manera similar y, entonces, la anormalidad de la enfermedad fue descubierta.
Solo aquellos que poseyeran la sangre real de Lugnica fueron afectados. Al darse cuenta de esto, el castillo colapsó en una feroz turbulencia que fue detenida por algunos miembros del Consejo de Sabios, los cuales residían en el castillo real. Crusch, y en especial Ferris, quien era conocido por haber alcanzado el pináculo de la magia curativa de agua, y sostenía el título de «Azul», fueron también fundamentales en esta estabilidad.
Los miembros de la familia Real fueron alojados en una locación, donde podían ser diagnosticados y preparados para un tratamiento instantáneo. Allí, el descubrimiento fue que nadie, ni siquiera Ferris, podía curar la enfermedad.
En solo unos pocos días, el largo linaje de la familia Real de Lugnica había llegado casi hasta la extinción.
Actualmente, varios sanadores fueron reunidos para extender la vida de la familia real con magia, pero esta no era más que una solución temporal. La situación de la familia real había sido escondida del público en general, pero esta pretensión de normalidad no podía mantenerse por mucho.
Reflexionando la severidad de la situación, Crusch pensó en la persona que había ido a visitar; el cuarto príncipe de Lugnica, Fourier Lugnica.
Fourier y Crusch eran muy unidos desde hace tiempo, y Crusch, la hija de un duque, había sido familiarizada con él desde su infancia. Fourier, como príncipe que era, se le dificultaba encontrar amigos de la misma edad, y así Crusch podía contarse como uno de sus amigos más cercanos.
Crusch sentía lo mismo, nunca le disgustó su presencia.
Fourier frecuentemente visitaba la casa Karsten, y traía consigo un numeroso grupo de problemas que le gustaba compartir con Crusch. Su verdadera intención era llamar la atención de la chica que le gustaba, pero Crusch nunca lo notó.
Ella siempre lo había considerado como un querido amigo de buen corazón en quien ella no se había fijado.
Fourier, como el resto de la familia real de Lugnica, no tenía un gran talento como político. Sin embargo, su entusiasmo y virtudes eran evidentes.
Él estaba muy lejos de heredar el trono, y su futura posición probablemente no tendría mucha responsabilidad. Aun así, ardía con entusiasmo para dar lo mejor de sí.
Verlo recostado en la cama, al borde de la muerte, torturó increíblemente el corazón de Crusch.
_Ferris: Crusch-sama…
La expresión de Crusch permanecía intacta, pero sus ojos estaban llenos de sufrimiento. Ver esto causó que el corazón de Ferris se encogiera.
En términos de relacionarse con Crusch, Fourier la conoció por más tiempo que Ferris. Por supuesto, Ferris, como un seguidor de Crusch, tenía una gran lealtad hacia ella. Ferris simplemente se contentaba viendo a Fourier y a Crusch, mientras enterraba sus sentimientos en lo profundo de su pecho.
Por lo tanto, para Ferris, Fourier era una persona que evocaba un número de emociones complicadas.
Por supuesto, los sentimientos de Ferris no influirían de ningún modo en el diagnóstico o tratamiento de Fourier. De lo contrario, eso comprometería el orgullo de Ferris como sanador, al mismo tiempo que constituiría una traición para Crusch quien confiaba más en Ferris que en ninguna otra persona. Sin embargo, su incapacidad de estar a la altura de esa confianza y salvar a Fourier ponían una gran carga en su corazón.
Caminando por el castillo, tanto la maestra como el caballero, marcaban el paso con pisadas fuertes. Crusch pensaba en el pasado y en Fourier, mientras que Ferris pensaba en su incapacidad y en su maestra.
En cualquier caso, hoy, en el castillo, ninguno de ellos podía hacer nada. Por esto, juntos, se prepararon para dejar el castillo y regresar a su residencia.
_¿¿??: ¡Lord Bordeaux! ¡Eso es diferente de lo que dijo antes!
Crusch y Ferris, en camino a la puerta del castillo, voltearon hacia la fuente del sonido. A poca distancia de la puerta principal había un jardín con césped y árboles plantados a diestra y siniestra. La discusión cercana irrumpió el silencio y quietud del escenario.
Crusch no pudo evitar voltear a ver la discusión que tenía lugar en el rincón del jardín, entre dos personas, una encarándola y otra evitándola. Ella inmediatamente reconoció la cara que era visible. Él era un alto, hombre calvo y con un físico fuerte llamado Bordeaux Zellgef, un miembro del Consejo de Sabios de Lugnica. El Consejo de Sabios consistía en aristócratas que eran responsables de la mayoría de los asuntos de estado en Lugnica.
Un puesto en el Consejo de Sabios era ganado por elección, y consentimiento de cada candidato; la herencia, contribución al reino y su habilidad en general eran evaluadas cuidadosamente. Ahora, representados por Miklotov, actuaban como el soporte del reino.
Bordeaux una vez fue un héroe en el campo de batalla, e incluso en el Consejo de Sabios, era un hombre franco y fuerte, un hombre de opinión. Era conocido por sus comentarios radicales y su actitud era suficiente como para que Ferris dijera que parecía estar siempre enojado. Crusch, inmediatamente después de haber adquirido su puesto actual, había sido incontables veces objeto de sus críticas.
_Ferris: Qué expresión tan inusual para Bordeaux-sama.
Habiendo notado lo que sentía Crusch, Ferris dio su propio comentario. Crusch asintió e intentó resolver la situación. Si solo era un ataque verbal, no había necesidad de intervenir, pero incluso para una pequeña disputa, no era el momento ni el lugar.
El soldado parado en la puerta, que también había escuchado la agresión, había ido a investigar, y viendo a Crusch, inclinó la cabeza, como aceptando su juicio en la situación. Crusch pasó su mirada por sobre el guardia al igual que Bordeaux, quien había notado al grupo de personas que se había formado alrededor de él.
Bordeaux, con la intención de dejar el lugar, asintió amargamente ante ellos. Intentando encontrar las palabras correctas que decir, humedeció un poco sus labios. Mientras veía el gesto, Crusch finalmente examinó a la persona enfrente de Bordeaux.
Finalmente, Crusch se dio cuenta por qué la otra persona había fallado en entrar en su percepción.
Era una figura vestida en harapos.
Los harapos eran un delgado y roto abrigo sucio, color azul oscuro, colgando de los hombros de su alto cuerpo y alcanzando el borde de su cintura. Su cabello blanco, y el previo sonido de su voz, indicaban su vejez. Sin embargo, desde su abundante cabello, hasta la musculatura de su espalda y el ancho de sus hombros, no había signo de debilidad asociado a la vejez.
A pesar de ser tan prominente, él había escapado de la atención de Crusch hasta ahora. La razón era su postura perfecta. Sus movimientos eran naturalmente elegantes. Tan pronto como lo notó, Crusch estuvo encantada.
Como un guerrero sosteniendo una espada, Crusch tenía un ideal por el cual luchar. Los ojos del hombre en harapos frente a ella encarnaban ese ideal, servir como prueba de que, con un esfuerzo continuo y entrenamiento, se podía alcanzar el ideal del «extremo de la guerra».
_Ferris: ¿Crusch-sama?
Crusch, quien inconscientemente había entrado en trance, fue traída de vuelta por el llamado de Ferris, pero ella no podía recuperar su estado previo.
¿Quién diablos era este anciano?
_Bordeaux: Lamento mucho romper nuestro acuerdo, pero no hay otra manera con la situación actual, espero que lo entiendas.
La conversación entre Bordeaux y el hombre continuó, mientras que Crusch continuaba perpleja de pie.
Bordeaux habló con un aire de finalización, como si esperara dejar la conversación.
_Bordeaux: Si siguen apareciendo personas, la situación se hará pública, y habrá problemas.
_Wilhelm: Espere, ¿cómo puedo estar satisfecho con esas palabras? ¿Por qué…? ¿Por qué cambió repentinamente de idea? Claramente habíamos llegado a un acuerdo, y…
_Bordeaux: No es tu culpa, solo es cuestión de tiempo. Necesitamos retrasarlo por un tiempo. De nuevo, lo siento.
_Wilhelm: ¡Pero…!
Para el hombre desesperado, las palabras de Bordeaux sonaban titubeantes y vacías. La razón por la cual Bordeaux estaba siendo cauto, era porque necesitaba mantener la condición de la familia real en secreto. Eso estaba por encima del acuerdo de Bordeaux con el hombre, y su promesa había sido, al menos temporalmente, anulada.
Sin embargo, a pesar que la verdad no podía ser dicha, era torpe que Bordeaux no tuviera una tapadera convincente para su historia.
¿O quizá algo en su acuerdo dejaba a Bordeaux inhabilitado o incapacitado para mentirle al hombre?
¿Ocultar hechos o decir mentiras era más deshonesto? En cualquier caso, Bordeaux no estaba dispuesto a mentirle al hombre. Bordeaux se mantuvo recto y presentó sus palabras, pero el hombre en harapos no podía aceptarlas.
_Wilhelm: He escuchado el rumor que la relación con el imperio ha empeorado. Si estás dudando en dejar el país por causa de eso, por favor, al menos manda a un mensajero…
_Bordeaux: No es eso, me gustaría pedirte que te abstengas de preguntar demasiado. Una vez que las cosas se hayan calmado, escojamos un lugar diferente para una discusión. No sé cuándo suceda, pero…
_Wilhelm: ¡Para entonces será tarde! Como dije, el próximo mes, tendré los resultados en camino, así tendremos evidencia concluyente… por favor al menos reflexiónalo.
En respuesta a la actitud determinante de Bordeaux, las palabras del hombre en harapos fueron más desesperadas. Él sacó algo de su chaleco; una gran cantidad de papeles. Los bordes estaban resquebrajados, y los papeles en sí mismos estaban amarillentos y salpicados de tierra y sangre. ¿Cuán importantes eran estos documentos para él? Al ver cómo temblaban sus dedos, cualquiera podría decirlo con solo mirarlo.
Pero,
_Bordeaux: ¡Suficiente!
Bordeaux agitó su mano contra los papeles que reposaban en el pecho del hombre. ¿Fue porque el hombre no había esperado una reacción así, o porque Bordeaux había utilizado más fuerza sin intención? Quizá fuera una mezcla de ambas. Cualquiera que fuera la razón, esa acción lo había guiado a ese resultado.
El montón de papeles se soltaron de la mano del hombre y se esparcieron por todo el jardín. El viento, aunque era débil, fácilmente mandó a volar los documentos por el aire como pétalos blancos.
Crusch reaccionó inconscientemente y se acercó a ellos, y los ojos de Bordeaux brillaron con un trazo de arrepentimiento. Sin embargo, ninguno pudo reaccionar a la respuesta inmediata del hombre.
_Wilhelm: ¡Bordeaux!
Con un grito, el hombre de harapos tomó la solapa de Bordeaux y lo empujó contra la pared.
Bordeaux soltó un soplo de dolor por el impacto. Aunque estaba presionado contra la pared, levantar su gran cuerpo con un solo brazo no era una pequeña hazaña de fuerza.
Siendo testigo de la escena, Crusch debió haber llamado por ayuda inmediatamente.
Sin embargo, el aura que expulsaba el hombre en harapos la abrumó y retrasó su reacción. La atmósfera parecía haberse vuelto tensa, y Crusch sintió que su piel se erizaba.
El hombre de harapos miró fijamente a Bordeaux.
_Ferris: ¡Guardias! No se queden ahí, ¡vengan aquí! ¡Rápido!
Una voz se elevó llamando a los guardias, regresando a Crusch a la acción. Volteándose, vio como Ferris, que había visto cómo se deterioraba la situación, había levantado sus manos para llamar a los guardias de la puerta, quienes se habían quedado en shock.
Nunca habían visto a un sabio en peligro antes. Tres guardias llegaron a la escena con sus espadas rodeando a Bordeaux y al hombre.
La atmósfera parecía engrandecer y propagar la tensión, pero,
_Wilhelm: …Lo siento.
Con una frase disculpándose, el hombre soltó a Bordeaux abruptamente. Éste colapsó contra la pared, sofocando su tos con una mano en su garganta.
A pesar que los guardias de la puerta estaban vigilando, el viejo hombre extendió sus manos para mostrar que no opondría resistencia y retrocedió lentamente.
_Guardia: ¡Vacía tus manos y sigue nuestras instrucciones!
Los guardias, aún recuperándose de su actitud embarazosa, excluyeron sus dudas y rodearon al anciano. Según la ley, el veterano debería ser detenido y puesto bajo investigación.
_Bordeaux: Esperen… no hay necesidad de una conducta tan formal, pueden soltarlo.
_Wilhelm: Bordeaux-dono, no estoy calificado para decir esto, pero eso dañará la reputación de los guardias ¿Pueden los guardias que protegen a la realeza liberar a una persona tan sospechosa?
_Bordeaux: En ese caso, deténgalo por una noche y entonces libérenlo.
En respuesta a las palabras del anciano, Bordeaux dio nuevas órdenes en un tono agradecido. Los guardias respondieron obedientemente. El hombre, siendo escoltado por los guardias, se giró hacía Crusch.
_Wilhelm: Estoy muy agradecido.
A ese volumen, solamente podría ser oído por Crusch. Los ojos azul claro del viejo albergaban una sombra. Aunque estaba intrigada, Crusch decidió que sería muy grosero forzar a los guardias a esperar por un diálogo.
Cuando el viejo se fue, Crusch se giró hacia Ferris.
_Crusch: Tu rápida respuesta fue de gran ayuda, me disculpo por no reaccionar a tiempo.
_Ferris: No, no, no fue nada, estoy contento de que la situación no se haya descontrolado. Por cierto, ¿Bordeaux-sama?
Ferris modestamente se llevó un dedo a su labio, mientras regresaba al tema principal de Bordeaux.
Bordeaux, quien aún se recuperaba del shock previo, estaba acuclillado en el suelo, levantando los papeles esparcidos. Crusch también levantó algunos que cayeron cerca de sus pies y se los entregó a Bordeaux.
_Bordeaux: Gracias, Lord Karsten. Me disculpo por esa desagradable escena.
_Crusch: Para nada. Ver serio a Bordeaux es tan raro que habría pagado por verlo. Dicho esto, ¿puedo preguntarte algo?
_Bordeaux: …
Bordeaux, reordenando los documentos, respondió con silencio. Juzgando que, si aceptaba, Crusch volvería la mirada en dirección a la cual el viejo había ido.
_Crusch: El hombre de ahora, ¿era un conocido de Bordeaux-dono?
_Bordeaux: Es un viejo amigo, no, más bien como un camarada de guerra. Un camarada formado en el campo de batalla, eso es lo que él aceptaría.
_Crusch: No me corresponde a mí entrometerme, pero si aprecia su amistad, entonces debería intentar repararla tan pronto como sea posible. Aunque, debería escoger una mejor ocasión la próxima vez.
Lo que había causado el problema era el momento y el lugar. Fue el anciano el que había atacado a Bordeaux, pero fueron las acciones de Bordeaux lo que lo causaron. Parecía que un "viento" de arrepentimiento rodeaba a Bordeaux; como fuese, Crusch no lo vio con indiferencia.
_Bordeaux: …No sé si pueda verlo de nuevo, además no considero que elegir mi lealtad hacia Lugnica sobre mi gratitud y deuda ante él sea un error.
_Crusch: Ya veo.
Crusch sabía de antemano que Bordeaux no escucharía su consejo, aun así, estaba un poco decepcionada. Más bien, su obstinación era un poco admirable. Sin embargo, si ella se lo decía, seguramente lo haría enojar como de costumbre.
_Bordeaux: ¿Ha visitado a su Alteza?
_Crusch: Vengo de visitar a su alteza el príncipe Fourier. El diagnóstico de Ferris no es muy bueno.
_Bordeaux: Como era de esperar… mientras se encuentra aquí, debería informarle que Leip Barielle está conspirando algo, probablemente no sea nada serio. Aun así, esté en guardia. (NT: Leip Barielle es el difunto marido de Priscilla. Obviamente, en este punto de la historia todavía estaba vivo).
_Crusch: Lord Barielle… lo tendré en cuenta.
Ella asintió al consejo de Bordeaux. Obviamente se trataba de una distracción del tema principal, pero incluso si tenía que presionarlo, sabía que Bordeaux no respondería. Como si la conversación hubiera terminado, Bordeaux sostuvo el montón de documentos contra su pecho y dejó el jardín.
Juntos, Crusch y Ferris respiraron con alivio.
_Ferris: Ah~ esa fue una atmósfera muy tensa. Vimos un comportamiento muy raro del siempre sereno Bordeaux-sama, creo. Sería muy tierno si siempre fuera así. 』
_Crusch: Eso no sería conveniente, ya que Miklotov-dono y Bordeaux-dono son muy hábiles para manejar el Consejo de Sabios juntos, pero…
¿Qué fue la conmoción de ahora? Por supuesto, Crusch quería saber los detalles, pero lo que más había llamado su atención fue el hombre que se habían llevado.
Si fuese posible, le gustaría saber su verdadera identidad.
_Ferris: ¡Como sea~! Crusch-sama, Ferri preferiría no ser quien lo diga, pero pienso que soy el que conoce mejor a Crusch-sama.
_Crusch: ¿Hmm? Eso fue repentino… no hay necesidad de decir algo tan obvio. Eres irremplazable e importante para mí, así que ¿por qué mencionarlo tan de repente?
_Ferris: Escuchando esa evaluación, creo que puedo dar un paso más hoy.
Ferris sacó la lengua con una expresión pícara. Crusch no podía saber qué era lo que estaba pensando o planeando. El "Viento" que emanaba Ferris era como humo, como si encubriera sus verdaderos sentimientos, y Crusch era incapaz de verlos.
La protección divina de la lectura del viento de Crusch Karsten le permitía ver el flujo del "viento".
Ese "viento" capturaba las ondulaciones de los sentimientos de los demás y, en general, Crusch no tenía problemas para interpretarlos. Sin embargo, en raras ocasiones, se encontraba con personas como Ferris, quienes tenían la habilidad de esconder sus emociones.
En el caso de Ferris, debido a su larga relación, Crusch podía leer en cierto grado su viento. Había otros, como el Sabio Miklotov, quien podía esconder sus sentimientos fácilmente debido a sus muchos años de experiencia. Crusch había clasificado su técnica de negociación como algo que era inútil contra aquellos que eran expertos en mantener la compostura.
Como siempre, Ferris no dejó a Crusch leer sus emociones. Una vez que se ponía así, Crusch no tenía otra opción más que poner sus manos juntas y esperar por una respuesta. Pero ella estaba segura que podía confiar completamente en Ferris. Y, esta vez, la confianza que su vínculo había creado demostraba nuevamente su poder.
_Ferris: Creo que Crusch-sama seguramente se estará preguntando por el hombre de ahora.
_Crusch: Hmm.
_Ferris: Ya tenía esto preparado para usted.
Viendo la sonrisa de Ferris, y lo que sostenía en la punta de sus dedos, Crusch abrió los ojos, y relajó sus labios hasta convertirlos en una sonrisa.
_Crusch: Eres el único que me conoce realmente bien.
Entre los dedos de Ferris se encontraba un solo papel, uno que había «olvidado» devolver a Bordeaux, uno que estaba esperando a ser tomado mientras era sacudido por el viento.