_Subaru: Cielos, esos dos todavía no salen. Sé que tienen un montón de cosas de las que hablar, pero ¿esto no es demasiado?
Impaciente con la estancada situación, Subaru hacía pucheros mientras esperaba en el claro.
Ya había hecho diez muñecos de nieve más. Actualmente había treinta esculturas de Puck haciendo varias expresiones, cautivando a Emilia y a los residentes del Santuario.
Y Ram, que antes estuvo tomando prestado el regazo de Emilia envidiablemente, se había recuperado considerablemente y ahora estaba apoyada sin problemas contra los escalones de piedra. Pero, como su mirada seguía moviéndose hacia la tumba, estaba claro que le preocupaba lo que estuviera pasando dentro.
Beatrice había encontrado su camino, y Roswaal había dado un paso atrás en el suyo.
Subaru dudaba de que algo violento fuera a pasar, pero entendía las preocupaciones de Ram. Después de todo, nadie escuchó a Roswaal decir que se había calmado luego de su arrebato.
Y ellos estaban asumiendo que no estaba bien.
_Subaru: Bueno, simplemente se lo dejaremos a Beako.
Beatrice conocía a Roswaal desde hacía mucho más tiempo que Ram. Y Beatrice fue quien les dijo que el cadáver de la mujer en la tumba era el de Echidona.
Era mejor que los dos hablasen a solas si iban a hacerlo en presencia del cadáver.
Subaru podía involucrarse en el tema de lo que sea que estuvieran haciendo con el cadáver de Echidna después. No había problema.
_Subaru: Y será más fácil hablar de nuestros futuros planes después de que nos encontremos con Garfiel y los demás.
Si lograron escapar de la mansión a salvo, entonces deberían estar viniendo directamente al Santuario.
Subaru pidió a la Brigada de Hombres que también condujeran sus carruajes de vuelta a la aldea de Arlam. Deberían reunirse con todos mañana por la noche a más tardar.
Necesitaban encargarse de la nieve que cubría el Santuario y evaluar los daños. Considerando el tiempo que tomaría, era mejor que aprovecharan este tiempo libre. Y también por el bien de sus nervios.
Al concentrarse en hacer muñecos de nieve, Subaru había logrado calmarse más o menos emocionalmente. Debería ser capaz de mantener una conversación pacífica con Roswaal.
Era capaz. Sí, era capaz. Más le valía considerarse a sí mismo capaz.
_Emilia: Buen trabajo, Subaru…. ¿Por qué agitas tus brazos de ese modo?
_Subaru: Ah, quiero decir, ¿por nada? ¡No es que esté practicando mis movimientos de boxeo para partirle la cara a ese cabrón! ¡De todas formas, sería más probable que él me partiera la cara primero!
_Emilia: ¿En serio?
Fue lo que respondió Emilia a su lado, ladeando la cabeza y pareciendo confundida.
Entonces miró alegremente las filas de esculturas de nieve.
_Emilia: Hay toda una montaña de Pucks. Estoy segura de que se alegraría de ver esto.
_Subaru: ¿Segura? Yo me lo imagino quejándose de algo como "Yo diría que soy mucho más adorable que esas cosas".
_Emilia: Oh, sí que parece algo que diría él. Ey, Puck…. ah, verdad que está durmiendo ahora mismo.
Murmuró Emilia mientras sacaba un cristal azul del bolsillo de su pecho.
La joya se encontraba en un estado en el que brillaba de un azul profundo, reflejando la luz del sol en la nieve mientras Emilia la sostenía.
Puck, desprovisto de todo contrato con Emilia, se encontraba sellado dentro de ese cristal.
_Subaru: Pero no puedes invocarlo como antes.
_Emilia: No, no puedo. Este cristal no es lo suficientemente puro para sellar un espíritu tan fuerte como Puck. Se mantiene inactivo para que el cristal no se rompa, pero… No creo que pueda tocarlo o hablarle así…
_Subaru: Tengo que conseguir una piedra preciosa mejor. Algo así como la verde de antes.
El colgante de cristal que colgaba del cuello de Emilia. Se rompió en pedazos tras el cese del contrato de Puck, y aparentemente era una piedra bastante rara.
Al parecer, Puck la tenía con él cuando contrató con Emilia por primera vez, así que ni siquiera ella sabía dónde adquirirla.
_Emilia: Pero definitivamente conseguiré una buena piedra preciosa y traeré a Puck de vuelta algún día. Para entonces…. hay tantas cosas de las que quiero hablar con él. De todo aquello que me ocultó, y de todo aquello que descubrí gracias a eso.
Emilia acarició cariñosamente la superficie de la gema, con sus ojos amatista llenos de determinación.
Se veía tan increíblemente hermosa que Subaru tuvo que contener el aliento. Emilia se dio cuenta de esto y lo miró con un ¿Mm? inquisitivo. Él se frotó la nariz.
_Subaru: Emm, no, es que…. Emilia-tan, has cambiado. Quiero decir, siempre has sido adorable, pero ahora es como si también fueras fuerte.
_Emilia: Si lo soy es gracias a ti y a todos los demás. Siempre estoy recibiendo cosas de los demás. Me gustaría poder retribuir a todo el mundo pronto.
_Subaru: Bueno, en mi caso estoy en las mismas, con todo eso de solamente "recibir cosas de los demás".
Subaru y Emilia sentían profundamente su propia impotencia.
Pero eso no significaba que fueran a lamerse las heridas el uno al otro. Subaru tuvo esa impresión de Emilia, lo que encontró alentador y a la vez solitario.
Finalmente había conseguido algo de confianza y fuerza para poder apoyarla, pero entonces ella avanzó tan lejos de él que ya no era necesario.
Parecía que nunca la alcanzaría, por mucho que corriera tras ella.
_Emilia: Por cierto, Subaru… así que, mmm.
_Subaru: ¿Sí?
_Emilia: Están tardando mucho tiempo en la tumba. …Sí, ciertamente ha sido bastante.
Subaru se encontraba sumergido en sentimentalismos, cuando Emilia le llamó torpemente. Ella miraba a la tumba, que seguía allí como siempre.
Pero el rostro de Emilia estaba cambiando poco a poco de color. Sus mejillas se ruborizaron y, al ver cómo el rubor intenso llegaba hasta las puntas de sus puntiagudas orejas, Subaru entró en pánico.
_Subaru: ¡¿E-Emilia-tan?! Tu cara acaba de ponerse roja, quiero decir, ¿estás bien?
_Emilia: E-Estoy, bien. Estoy absolutamente tranquila. Ahora me gustaría discutir cierto asunto.
_Subaru: Yo, yo… por supuesto.
Por alguna razón, ver a Emilia hablando tan educadamente hizo que Subaru terminara haciendo lo mismo.
Emilia echó un vistazo a la zona y, una vez que confirmó que no había nadie más cerca, miró a Subaru con la cara enrojecida. Más específicamente, miró a la boca de Subaru.
_Emilia: Así que, mmm… Subaru, es sobre, tú dijiste que me a… amas, ¿verdad?
_Subaru: Emm, mmm, sí. Yo dije eso. Te amo.
_Emilia: —. Bueno, eso me hace, muuuy, muuuy feliz, pero…
La forma en que terminaron las palabras de Emilia, hicieron que Subaru tuviera un mal presentimiento.
Sólo el hecho de que ella dijera: "Eso me hace feliz, pero…". Subaru sólo podía pensar en una cosa que podría seguir a eso.
Esa frase solo podía terminar en: Seamos solo amigos.
_Subaru: Ya lo he dicho antes, que estoy esperando a que te fijes en mí, y me esforzaré al máximo para que lo hagas.
_Emilia: Eso… eso también me hace feliz. Pero, aunque me digas estas cosas, no entiendo lo qué significa que te guste alguien así.
_Subaru: …
_Emilia: Fue lo mismo en el carruaje, y es lo mismo ahora en la tumba. Me estás diciendo que me amas, pero aún no tengo nada que decirte. Sé que es muy terrible de mi parte…
Al escuchar que sus palabras llegaban a ese débil final, Subaru se llevó la mano a su pecho en alivio.
La respuesta de Emilia seguía estando en modo de espera. Nada había cambiado desde antes, lo cual estaba bien.
Mientras las repetidas y persistentes confesiones de amor de Subaru no la hubieran hartado, todo estaría bien.
Subaru ofrecería a Emilia su mano sin falta, cada vez que ella se encontrara lo suficientemente atascada como para necesitarla.
Esa era la ligera discordia entre Subaru y el reconocimiento de los sentimientos del otro por parte de Emilia. Lo cual no tenía ningún sentido con la siguiente declaración de Emilia.
_Emilia: ¡Pero! ¡Creo que realmente necesitamos hablar del bebé en mi barriga!
_Subaru: …
—.
————.
————————.
_Subaru: ¿Perdón?
_Emilia: No sé si será niño o niña, pero, de cualquier manera, ¡tenemos que colmarlo de amor! Sin embargo, nunca me enseñaron sobre eso, así que no sé qué hacer…. Se supone que se tiene que hablar con el padre para estas cosas.
_Subaru: No, no, no no, no… esp—, espera, espera…
La mente de Subaru no podía seguir a Emilia con lo rápido que estaba hablando.
La velocidad con la que hablaba Emilia también la había dejado sin aliento, y Subaru podía notar que estaba agitada.
No había manera de que los dos pudieran conversar decentemente de esa manera.
_Subaru: Emilia-tan, respira hondo, y cálmate un segundo. Yo estoy haciéndolo, justo ahora mismo, respirando profundamente para calmarme. Oh, mira, hay algo de nieve por aquí.
Subaru se agachó, recogió un puñado de nieve, y se lo estrelló a sí mismo en la cara para refrescarse físicamente. Escuchaba a Emilia respirar profundamente mientras se obligaba a sí mismo a pensar racionalmente.
El bebé en la barriga de Emilia. Emilia era la madre y Subaru era el padre. Él no lo entendía. Ese momento que significaba el paso a la adultez, todavía no había llegado para Subaru.
_Subaru: Emilia-tan. Cuando dices bebé, te refieres a un infante, ¿verdad?
_Emilia: E-exactamente. Sé que será difícil con la Selección Real, pero… ¡no es culpa del bebé, y tenemos que asegurarnos de que sea feliz! Quiero que el bebé reciba el amor que necesita de la gente que debe amarlo.
La determinación de Emilia era noble y hermosa.
Pero lo que estaba diciendo no tenía sentido. Subaru nunca había hecho algo así con Emilia.
Lo que significaba que Emilia y alguien más lo habían—no, él preferiría no pensar en eso.
_Subaru: Emilia-tan… sabes que los bebés no vienen de las cigüeñas o de los repollos, ¿verdad?
_Emilia: Pero cuando un chico y una chica se besan, eso hace un bebé.
_Subaru: …
Él estaba aturdido.
Por la ignorancia de ella y lo adorable que era al pensar eso.
_Emilia: ¿Subaru? ¿Qué ocurre? ¡Eh, Subaru!
Emilia no parecía entender nada en absoluto mientras llamaba el nombre de Subaru.
De alguna manera parecía que su expresión se había fortalecido gracias a su recién descubierta maternidad.
Quizás por eso, Emilia, le parecía tan fuerte. Lo que significaba que, tal vez, no era necesario que arreglara ese malentendido.
—No. Debía hacerlo. Ese no era el momento para que él pensara en esas cosas. Si Emilia seguía por ese camino, todo continuaría en torno al falso embarazo de Emilia. Se estaría imaginando su propio estómago creciendo día a día y hablando con esa cosa. Lo cual era adorable, pero presentaba sus propios problemas.
_Emilia: Subaru, tal vez, ¿te arrepientes de haberme besado…?
_Subaru: Uh, no. En realidad, ¡¿estoy deseando tus besos infinitos?!
_Emilia: E-entiendo…
Subaru lamentó su respuesta instintiva mientras la conversación se sumergía en un pantano de malentendidos.
Subaru básicamente acababa de decirle a Emilia que tenía el antojo de hacer bebés infinitos. Y lo tenía, pero eso venía después.
Emilia necesitaba ser educada adecuadamente en esta primera etapa.
¿Pero cómo es que debo ser yo quien lo haga?, pensó Subaru.
_Subaru: ¡Maldito seas, Puck!
Subaru maldijo al espíritu del gato que dormía profundamente en el cristal.
En su mente, podía ver al gato llevarse sus patas a la cabeza, sacar su lengua y decir: ¡Ups!
—Después de todo este lio, Subaru sólo se dio cuenta de que podía hacer que Ram o Frederica se encargasen de la explicación detallada, mucho después de que Emilia comenzara a molestarle con la elección de nombres para el bebé.