En el corazón de James Campbell, ya había desheredado a su hija Elly Campbell.
En este momento, sus palabras, pronunciadas con un sentido de indignación justa, parecían tener en cuenta los intereses de la empresa y de los accionistas, pero solo Elly conocía el verdadero plan que albergaba en su corazón.
Su mirada se deslizó lentamente sobre los accionistas grandes y pequeños alrededor de la mesa y curvó sus labios en una sonrisa.
Antes de que James se divorciara de Jenna Clark, la suma de las acciones de James y Jenna ascendía al cuarenta por ciento, y junto con el quince por ciento en manos de Elly, la familia Campbell poseía el cincuenta y cinco por ciento de la corporación Campbell, con el cuarenta y cinco por ciento restante en manos de los demás accionistas.
Para Campbell, la familia Campbell tenía el control absoluto, haciendo que la posición de James como presidente fuera sólida e inquebrantable.
Pero la situación era diferente ahora.
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