—James Churchill sintió que no debía decirle demasiado a este idiota de Jones, no fuera a ser que aprovechara la oportunidad para alardear.
—Así que, después de darle a Adam Jones una mirada de sinvergüenzura, abrió la puerta y salió.
—Viendo la expresión oscura de James, Adam recuperó el ánimo y arqueó una ceja, se levantó de la cama, encendió la computadora que estaba sobre la mesa y se preparó para lidiar con los asuntos oficiales, esperando que su esposa le trajera su sopa hecha con amor.
—Sin embargo, lo que terminó esperando fue la noticia de que el Venerable Maestro había sido dado de alta del hospital.
—Adam Jones: "..."
—Aunque deseaba que el anciano tuviera buena salud, la idea de que su ex-esposa dijera que volvería a Alaska después del alta del Venerable Maestro no levantaba su ánimo.
—Cuando llegó Roberto Green, vio a su jefe visiblemente de mal humor, lo que instantáneamente hizo que su corazón se acelerara.
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