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Perfectos Extraños

América Baker tiene las riendas de su vida, ha sido así desde que su mudó a Memphis y tuvo que independizarse como toda una adulta. Sin embargo la tranquilidad que a penas la albergaba se ve corrompida por el extraordinario Nick MClain. Un corredor de la Fórmula 1 que volvió a Memphis para poner patas arriba la vida de América. Conocer el amor y el sexo será un éxtasis del que se volverá adicta, pero ¿podrá lidiar con todos los problemas que conlleva estar con alguien cómo él? Nick de apellido impune, de mirada orgullosa, tan problemático y errático como nadie. Tan guapo como ningún chico que haya conocido antes. ¿El amor lo podrá todo?

Skarlet364 · History
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12 Chs

Capítulo 1

«Sus almas estaban conectadas: siempre creyeron que había sido casualidad el haberse conocido. ¡Par de necios! Estuvieron destinados desde un principio»

América Baker

No significa que esté perdido

La "Arena" era un nuevo club que habían instalado en la ciudad. El lugar estaba hasta las metras, habían todo tipos de personas, desde hombres y mujeres hasta el centro de atención del público que eran las bailarinas exóticas que se movían tomadas de unos tubos en medio del lugar. Varias personas arrojaban fajas de billetes, otros se limitaban a aplaudir y lanzarles impropios.

Eran aproximadamente entre las ocho o nueve de la noche, cuando en el medio del escándalo del show le grité a Annie que iría al baño.

— ¡Déjame ver el espectáculo y te espero afuera!— informó tras de mí.

Asentí metiéndome en los cubículos de lozas.

Hice pis porque mi vejiga estaba por completo llena, para cuando salí del baño, tan desorbitada por el trago y el escándalo caminé a tientas hacia mi querida amiga. Sin embargo me detuve, o mejor dicho, me retuvieron por la muñeca. Me volví sobre mi propio eje y me encontré con el rostro de un tipo tan ebrio que hice una mueca al tener su cara tan cerca.

— ¿Quieres bailar linda?— preguntó pegándose a mi cuerpo, tomándome por las caderas desprevenida.

— No, gracias— mascullé, sujetándolo del pecho para alejarlo, su proximidad me inquietaba— Te agradecería que me sueltes.

Levantó su tragó llevándolo a sus labios con su brazo izquierdo y con el otro me sujetaba peligrosamente. Me mordí la lengua, yo era una mujer pacífica pero odiaba con el corazón a los tipos que se propasaban, y ahí si sacaba mis garras.

Antes de que pudiera procesarlo las pequeñas manos de Annie me tomaron por las muñecas, alejándome del tipo que trastabilló.

— ¡Eh! — llamó tambaleándose.

— Vámonos— mascullé.

Caminamos rápidamente hacia la salida tomadas de la mano, ya el lugar estaba testado de gente y sería incómodo seguir ahí, sobretodo con aquel ebrio que no respetaba límites. Rechiné los dientes, habían hombres que no comprendían el valioso significado de la palabra «no»

El frío helado de la noche nos golpeó en el rostro, y a mí en las piernas, llevaba una minifalda de cuerina que me arrepentí de inmediato en cuanto el frío gélido me hizo temblar.

— ¡Y yo que me quería poner como una cuba!— masculló Annie negando con la cabeza— la próxima vez que salgamos Mare, por favor que sea a un lugar donde al menos podamos caminar y no haya tanta gente— quejicó.

Enarqué una ceja. La de la grandiosa idea de venir a un bar club había sido ella, llevaba unos días de haber sido inaugurado por supuesto que no iba a caber ni un alma en todo el local.

Sin embargo mis pensamientos fueron interrumpidos en cuanto una figura alta y ebria nos estaba siguiendo hasta el aparcamiento.

»— ¿Ese no es el tipo de hace un rato?— chillé mirándolo acercarse peligrosamente hacia nosotras.

— Mueve el culo, Mare— masculló Annie tomándome del brazo— ¡Dios! Y este aparcamiento vacío, ¿ese idiota está loco o qué?

¿Acaso venía acosarnos? Me detuve observando su próximo movimiento y en efecto, si, venia tras nuestro. Maldije a mis adentros, el tipo era altísimo y corpulento, parecía tener unos cuarenta y algo. ¿Qué rayos le pasaba?

— Ven, vamos a despistarlo. De igual manera está ebrio— objetó Annie jalándome por el brazo.

Caminamos hacia la acera rodeando el local para perderlo.

No había tomado lo suficiente para embriagarme, pero si lo suficiente para seguir teniendo alcohol en mi sistema, por lo que mi cerebro y el de Annie estaban tan atolondrados que no nos fijamos en que nos habíamos metido en callejón sin salida.

El gigantón venía tras nuestro.

— Oh, pero si son un par de lindas nenas— abrió la bocaza, soltando una estupidez.

Tomé a Annie del brazo harta de la situación, si ese tipo creía que me iba a dar miedo o aceptaría que nos hiciera daño estaba equivocado. Le pasamos al lado, Annie con nerviosismo yo levantando la barbilla.

— ¿A donde creen que van? ¡Sé lo que quieren chicas!— soltó en cuanto le pasamos al lado— vengan aquí.

Caminé más rápido empujando a Annie, sin embargo me detuve como una piedra en cuanto sentí un escozor en mi trasero y escuché un ¡zas! en el aire. Me había dado una nalgada.

— Pero, ¡¿qué te pasa idiota?!— gritó Annie horrorizada.

Me volví colérica.

El tipo se irguió sacando el pecho. Nuestras diferencias de tamaño eran notables, pero no me hizo menos valiente.

— ¿Acaso eres troglodita?—escupí.

El tipo media casi dos metros, me llevaba una cabeza y algo más de alto.

— Estas tentando a tú suerte niña– sonrió mostrando sus amarillos y casi verdosos dientes mientras tocaba mi frente con su dedo índice— viniste aquí en busca de diversión. ¡Es lo que les daré!

Lo miré desafiante.

— Estás tentando tú la suerte chimpancé.

Eso fue suficiente, el tipo se me acercó demasiado de una manera peligrosa. Annie que estaba temblando de los nervios y a punto de llorar me jaloneo antes de que el gigante de dos pies me tocara.

— ¿Estás loca? ¡Déjalo ya!— lloriqueó.

Ella era sensible pero no iba a quedarme de brazos cruzados con este insensato.

— ¡Me tocó las pompis! Le partiré la nariz.

— ¡América! ¡loca del coño!— Farfulló interponiéndose entre los dos, mirándolo directamente a la cara. Estaba alterada, eran muy pocas las veces que me llamaba por mi nombre y no mi diminutivo.— Lo mejor será calmarnos, ¿vale?— le dijo mientras me empujaba hacia atrás con su espalda.— No vuelva a tocar a ninguna mujer sin su consentimiento, fue irrespetuoso y no está bien.

El tipo levantó las cejas.

— Ella pidió que le comiera el culo poniéndose esa falda.— masculló, como quién no hizo nada.

La sangre me hirvió, dejé de pensar.

Esquivé a Annie y me le fui encima al gigante, no sin antes propinarle un puñetazo en la nariz, sabia cómo defenderme. Papá no me había enviado a un internado militar de a gratis, le daría la paliza de su vida a este desagradable sujeto. Yo era una mujer pacífica, odiaba las discusiones pero que este tipo se comportara de aquel modo me sacaba de mis cabales.

Se tomó la nariz que comenzaba a sangrarle con ambas manos mientras me veía con los ojos muy abiertos.

— ¡Estás loca!— gritó agarrandome por la cintura. Forcejee tratando de liberar mis brazos, mientras trataba de propinarle una patada en sus cascanueces.

— ¡Suéltame!— forcejee.

Annie se unió a nuestra riña tomándolo desprevenido.

— Serás capullo —masculló la pelirroja, la ira latente en su voz.

Viéndonos bien éramos una maraña de cuerpos forcejeando, mi ira era tremenda. ¿Por qué algunos tipos creen que tienen el poder de decidir cómo he de vestirme? ¿O que si lo hago, es para provocarlos?

Annie pegó un grito ahogado cuando el tipo le propinó un golpe en el hombro con la mano que tenía libre, eso bastó para que terminara de explotar realmente. Antes de que se diera cuenta tome el brazo con el que me sujetaba y aunque me resultó asqueroso lo mordí con todas mis fuerzas. Él soltó un grito ahogado, rápidamente le di un golpe en seco en la nariz mientras me soltaba bruscamente, acción suficiente para que me diera de bruces contra el suelo.

¡Ja! Y auch.

—Son un par de zorras— escupió mientras limpiaba con el dorso de su mano, la línea de sangre que salía de su orificio nasal— Esto lo pagarán caro...

Levantó su pie para darme una patada en el estómago, respiré profundo y cerré los ojos esperándola. Pero nunca llegó.

— ¿Qué crees qué haces capullo?— dijo una voz gruesa y masculina que no le pertenecía a ninguno de los tres presentes.

Abrí lo ojos y oh, madre mía.

— Yo— balbuceó el gigantón removiéndose nervioso— Vale, ya perdón Nick no quiero meterme en problemas contigo, no sabía que eran de tus chicas.

Estaba confundida haciendo una mueca por mis rodillas lastimadas, me quedarían marcas.

—No lo son—aclaró el otro tipo mientras lo sujetaba del cuello de su camiseta con más fuerza—No te quiero ver merodeando por aquí Ashton, veo tú culo asqueroso otra vez en la arena y te haré comer mierda.

El tipo asintió varias veces con nerviosismo. Annie y yo estábamos mudas por las escena, compartimos unas miradas cómplices de desentendimiento total.

—Lárgate de una buena vez, animal— dice el desconocido con ímpetud, su voz mandando escalofríos a mi espalda. Sabía realmente cómo intimidar.

El tipo con el que tan solo segundos habíamos comenzado una guerra se encontraba huyendo de aquel callejón sin salida en el cual nos había arrinconado a entrar.

»—¿Estás bien?—preguntó él tendiéndome una mano.

Me quedé estática, tan solo hace unos segundos no lo había podido visualizar bien más que su hancha y marcada espalda. Estaba demás de bueno, cabello castaño, rasgos marcados, cejas pronunciadas y nariz perfilada.

¿Pero de dónde habrá salido semejante creación?

Carraspeó la garganta al no recibir respuesta de mi parte.

– Oh Dios mío si, disculpa— balbucee tomándola— ha sido un gran susto.

No quería darle cabeza a lo que aquel tipo había sido capaz de hacernos.

Fijé mi mirada en Annie y estaba saliendole la baba por el Dios Nórdico que teníamos en frente.

Entonces reparé en mi apariencia física y comencé arreglarme el cabello, acababa de darme hasta en el apellido con un tipo que me doblaba el tamaño por supuesto que me encontraba sudorosa y con el cabello hecho un lío.

— ¿Por qué se metieron en un callejón si él las venía siguiendo?— preguntó cruzándose de brazos.

Su mirada gélida era un claro «¿Son medio estúpidas o qué?»

— No fue a propósito, a veces el nerviosismo te nubla— balbuceó Annie tras su incipiente mirada.

Me mordí el labio.

— Supongo que no lo pensamos bien— murmuré. Me daba un poco de vergüenza haber sido tan despistada, de solo imaginar lo que pudo haber pasado.

Dios.

Asintió— Es porque están tomadas— afirmó— deberían tener cuidado, este tipo de lugares son peligrosos. Y ese tipo no le hubiera importado darle unas tantas con tal de salirse con la suya.

Tragué, era consciente de ello.

»— No se preocupen, Ashton es sólo un pobre alcoholico. No las volverá a molestar.

Se cruzó de brazos impasible, tenía un aura de autoridad pero sobretodo de misterio. Su mirada inescrutablemente arrazadora: no pude quitarme la inquietud de que quizás el tal Nick era incluso más peligroso que el tipo que nos había seguido.

Pero quizás sólo eran ideas mías y ya.

— Si ya están bien señoritas, pues— se miró el reloj de mano— me tengo que ir, ¿se quedarán aquí o tienen su auto?

— Si, está en el aparcamiento.

Él asintió.

— Muy bien, las acompaño.

Miré a Annie, esta inmediatamente puso una cara coqueta. Sabía muy bien lo que venía a continuación tratándose de ella.

— ¡Por supuesto que si! Dios, no me quiero ni imaginar lo que nos hubiera pasado si tú no lo hubieras espantado— elogió la pelirroja.

El castaño de iris expresivos se encogió de hombros, fue un gesto muy atractivo dado que era muchísimo más alto que el tipo que hace minutos nos había seguido.

Comenzamos a caminar hacia el aparcamiento.

Rodé los ojos internamente al escuchar el elogio de Annie. La pelirroja no perdía el tiempo, donde ponía el ojo, picaba.

— No ha sido la gran cosa— masculló mostrando la hilera perfecta de dientes.

Llegamos hasta el auto de Annie, como yo tenía las llaves me subí en el asiento del copiloto sin pensarlo dos veces.

Annie y Nick se habían quedado hablando fuera del auto, quizás compartiendo número o qué se yo, pero cuando ya habían pasado unos dos minutos me exasperé y saqué la cabeza por la ventanilla.

— ¿No nos íbamos?

La pelirroja hizo un puchero asintiendo en mi dirección, haciendo una mueca de «Espérate que estoy en mi movida»

—Es cierto, ¿me podrías dar tu Instagram, Nick?— sonrió sensual— ya sabes, para tener un poco de contacto.

La insinuación estaba en el aire, era imposible que él no la tomara.

Sin embargo me sorprendió al percatarme de que él ni se inmutó.

— No uso esa gilipollez—Soltó en un tono duro que ambas nos sorprendió.

Lo miré con el entrecejo fruncido. Él estaba frente a Annie, yo en el auto, sin embargo sus ojos me inspeccionaron de arriba a bajo y pude ver la chispa de algo en sus ojos.

Estaba segura que Annie le iba a dar lata pero él abrió la boca antes de que la pelirroja dijera algo.

— Fue un placer haberlas ayudado, chicas— sus ojos no se despejaron de los míos— Nos vemos.

Y acto seguido comenzó a andar a paso relajado, cada una de sus movimientos eran seguros mientras su silueta se desaparecía en la calle.

Pude sentir mi baba escurrirse por mi barbilla, ese tipo estaba como un cañón. La palabra bueno le quedaba corta, estaba apetecible.

—Es una lástima, estaba bien bueno el condenado—rezongó Annie subiendo al auto— yo si le hubiera dado un buen acostón.

Puse mi mejor cara de poker.

— Odio que te quieras coger todo lo que tenga pies.

Rió tocándose el pecho con fingido dolor:— Me ofendes amiga, solo quiero lo que veo bueno y ese hombre estaba divino.

Mentiría si no estaba de acuerdo.