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Pequeña señorita diablita: la esposa traviesa del presidente

—No me llevarás a la cama. Nunca. —¿Quién dijo que tenía que ser en la cama? —¿¡Qué!? No te atreverías a sacarme de la cama, ¡y no la compartiré contigo! —La única razón por la que te forzaría a salir es para poseerte en el piso. Apretó los dientes y fulminó con la mirada a su sonriente marido. —¡Que te den por culo! —refunfuñó. Luego de que los tabloides publican un artículo afirmando que el magnate de negocios Shen Yi es homosexual, su familia lo fuerza a tener citas y entablar una relación para desmentir las falsas acusaciones. Después de varios encuentros fallidos, Shen Yi conoce a Lu Xinyi, una huérfana que no tiene hogar luego de que su novio le traiciona con su mejor amiga. Con todo perdido Lu Xinyi aborda un crucero donde conoce a Shen Yi y hacen un pacto: ella fingirá ser su esposa a cambio él le cumplirá todos sus anhelos. Al convertirse en la joven señora de la poderosa familia Shen, Lu Xinyi se transforma en una mejor versión de sí misma. No solo para vengarse de aquellos que la lastimaron, sino también para intentar cumplir con el sueño frustrado de su padre: asistir a la escuela culinaria más prestigiosa del país, la Academia Silver Leaf. A través del amor y apoyo de Shen Yi, soñaba con salir victoriosa en cada batalla que le propusiese la familia que había abandonado tiempo atrás. Oh, ¡pero el amor por la comida puede ser, sin duda, peligroso! Mientras que Lu Xinyi y sus amigos luchan por sobrevivir a la competencia y los programas, más y mayores desafíos le esperan, poniendo su amor (por la comida y por Shen Yi) a prueba.

anjeeriku · Urban
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Capítulo 23. Su perverso esposo

Editor: Nyoi-Bo Studio

Se dio vuelta perezosamente, con una mano estirándose en la sabana y otra intentando cubrir su cara de la luz matutina que provenía de la ventana.

Habían pasado dos días desde que se mudó con Shen Yi y aún estaba intentando ajustarse a su nueva vida como su esposa.

Los primeros dos días como una pareja de casados estaban llenos de las usuales bromas mientras que Shen Yi la ayudaba a desempacar. Lu Xinyi sabía que él planeaba algo pero nunca pensó que él revisaría sus prendas íntimas mientras ella iba al baño.

—¿Por qué usas algodón? ¿Acaso no tienes con encaje o algo más sofisticado? ¿Quieres ir a comprar nueva lencería? Puedo acompañarte —dijo Shen Yi, mientras sostenía uno de sus calzones.

Como era de esperar, su esposo, junto con sus perros, fueron echados de la habitación y se le prohibió entrar de nuevo sin su permiso.

—Buenos días, esposita.

Sus ojos se abrieron repentinamente. Jadeó al reconocer la voz que provenía de su lado. Se volteó para ver si sospechas eran correctas, encontrándose con Shen Yi tendido a su lado, en la cama, con una sonrisa primitiva en la cara.

—¡Shen Yi! ¡Qué demonios! ¿¡Qué estás haciendo aquí!? —gritó.

Intentó levantarse, pero Shen Yi se cernió sobre ella y le puso los brazos alrededor de su cara.

—Xinyi, ¿cuándo me concederás nuestra noche de bodas? —Sus labios estaban peligrosamente cerca la boca de ella. Podía sentir su peso atrapándola.

Sus ojos se ensancharon y su corazón empezó a latir salvajemente.

—Shen Yi…—Sus palabras no se completaron, la silenció con un apremiante beso que se llevó su aliento.

Lu Xinyi saltó de la cama. Sudaba frío mientras caía en cuenta de que solo era un sueño. Cubrió su cara con ambas manos antes de que sus dedos se deslizaran hacia su cabello para agarrar ambos lados de su cabeza.

Un sueño. Solo un sueño. Pero…¿por qué demonios soñaba con Shen Yi?

Levantó la cabeza y se abofeteó en las mejillas. ¡Ese sueño era vergonzoso!

¡Ella no era una pervertida como él! Shen Yi seguramente se lo estaba contagiando. Ese hombre descarado la acosaba aún en sus sueños, asegurándose de que podía burlarse de ella.

¡Es tan irritante! ¿Por qué no podía dejarla en paz? La molestaba aún en sueños.

Obligándose a salir de la cama, Lu Xinyi tomó pasos agonizantes hacia el baño. ¿Por qué era tan difícil despertarse en las mañanas? Quería quedarse en la cama un rato más, pero era Lunes y tenía que obligarse a moverse un poco y encarar sus otros problemas.

Salió de su habitación y abrió la puerta del baño que compartían. Con los ojos entrecerrados, agarró su cepillo de dientes y su pasta dental, y adormecida apretó el tubo.

En ese momento, la cortina de baño se abrió, sorprendiéndola y haciendo que dejara caer el cepillo en el lavamanos. Shen Yi sacó la cabeza y la miró despreocupadamente

—Hola, Xinyi. ¿Te molestaría pasarme la toalla del estante?

Shen Yi estaba desnudo, tal cual había venido al mundo. Lu Xinyi se sorprendió al verlo luciendo su atuendo de nacimiento. Él no se veía avergonzado por revelar su desnudez a su esposa. No mentía cuando decía que podía caminar por la casa sin pantalones.

—¡AAAAAAHHHHHHHHH! —gritó Lu Xinyi cuando vio lo que no tenía que ver. Inmediatamente se dio vuelta, cubriéndose los ojos y dándole la espalda.

—¡¿Qué carajos, Shen Yi?! ¡¿Por qué no cierras la puerta con llave cuando te bañas?!

—Lu Xinyi, estás haciendo mucho ruido. La gente va a pensar que estoy abusando de ti —repuso haciendo una pausa—. Espera, estamos casados. Esto debiese ser usual para ellos.

—Para ellos, ¡no para nosotros! —gritó antes de salir del baño, cerrando la puerta detrás de ella.

Con la espalda apoyada en la puerta, se cubrió nuevamente la cara, pensando por qué tenía tanta mala suerte. ¿Realmente la tenía? Había visto aquella parte de Shen Yi…

—Rayos, debí haberlo mirado mejor.

Cuando se dio cuenta de que ese pensamiento había cruzado por su mente, se regañó profusamente. Quizá debía empezar a ducharse de noche si Shen Yi acostumbraba a hacerlo de día.

La puerta se abrió de repente, haciendo que Lu Xinyi cayera al desnudo pecho de Shen Yi. Su cabello aún estaba húmedo, lo que hacía que se viera un poco diferente, en el sentido bueno. Gracias a Dios esta vez se había cubierto con una toalla.

—Xinyi, la próxima vez puedes simplemente decirme que te quieres bañar conmigo. No me molestaré.

Se rió mientras que Lu Xinyi le golpeaba el pecho frustradamente. Él atrapó su mano e hizo que se acercara.

—¡Cállate! ¡No soy una pervertida como tú! —exclamó Lu Xinyi fulminándole con la mirada a su perverso esposo.