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Capitulo 5

### Capítulo 5: Noches Tranquilas y Corazones Agitados

**Ceciro (Primera persona)**

Caminábamos por las calles de Orario, ya era bastante tarde y la ciudad se envolvía en ese silencio sereno que solo aparece en las horas más avanzadas de la noche. Hestia iba a mi lado, y mientras dirigía el camino hacia nuestra iglesia, noté algo peculiar en ella. Su comportamiento era... distinto. Casi como si estuviera en otro lugar, perdida en sus propios pensamientos.

Mi mente vagó hacia recuerdos de mi vida anterior, en especial a una chica de mi trabajo que solía comportarse de manera similar cuando estaba nerviosa o... emocionada. Un pequeño suspiro escapó de mis labios, un suspiro de nostalgia, pero también de diversión. Sin embargo, la diversión se convirtió en algo más serio cuando mi habilidad de *Percepción* se activó, mostrándome lo que realmente estaba ocurriendo a mi alrededor.

Podía escuchar el latido acelerado de su corazón, tan fuerte que casi podía sentirlo. Cada vez que pensaba que no la estaba mirando, Hestia me lanzaba miradas furtivas, sus ojos brillaban con un murmullo casi inaudible que repetía lo que había dicho en el bar. No pude evitar sonreír. Todo indicaba que me había robado el corazón de mi hermosa diosa.

Un calor suave me recorrió el pecho al darme cuenta de ello, y aunque sabía que no debía tomarlo a la ligera, una parte de mí no podía resistir la tentación de jugar un poco con la situación. *Quiero molestarla... Hum... La voy a molestar*.

**(Tercera persona)**

Aprovechando la quietud del momento y la adorabilidad que emanaba de Hestia, Ceciro decidió dar un paso más. Sin decir una palabra, se quitó la chaqueta y, con un gesto suave, la colocó sobre los hombros de su diosa. 

—Hace bastante frío, y no quiero que mi hermosa diosa se enferme —dijo con una sonrisa tranquila, casi traviesa.

Las palabras de Ceciro llegaron como una flecha directa al corazón de Hestia. Su rostro se tornó de un rojo intenso, como si la luna llena en el cielo nocturno hubiese decidido tomar refugio en sus mejillas. Hestia se quedó congelada por un segundo, completamente abrumada por la mezcla de emociones que la invadían. Comenzó a murmurar en voz baja, apenas audible, palabras de protesta que se mezclaban con un torrente de pensamientos caóticos. 

—E-Eso es... injusto... —murmuraba— No es justo que digas cosas así tan de repente...

Ceciro, viendo la reacción de Hestia, no pudo evitar sonreír con más amplitud, pero decidió no presionarla más. Pronto llegaron a la iglesia, su hogar temporal, y el cansancio del día empezó a hacerse presente. Se despidieron con unas cuantas palabras antes de ir a sus respectivos lugares para dormir.

Pero esa noche, el sueño no fue fácil de alcanzar para Ceciro. Mientras yacía en su cama, notó que su nueva habilidad, *Percepción*, seguía trabajando incluso cuando intentaba relajarse. Cada pequeño sonido, cada ligero movimiento en la oscuridad, todo llegaba a él con una claridad que antes no poseía. Era útil, sí, pero también resultaba molesto en momentos como este.

Del otro lado de la habitación, escuchaba a Hestia moverse inquieta en su cama. A través del fino velo de la noche, podía distinguir sus murmullos y suaves risas, como las de una niña atrapada en sus sueños más dulces. No necesitaba estar en su mente para saber en qué o en quién estaba pensando.

Ceciro cerró los ojos, dejando que una pequeña sonrisa adornara sus labios. Quizá dormir sería más difícil ahora, pero la paz que sentía al saber que Hestia era feliz, lo compensaba todo. La vida en este nuevo mundo le traía desafíos inesperados, pero también alegrías que nunca habría imaginado. Mientras el cansancio finalmente lo vencía, una sola palabra se repetía en su mente: *protección*. Y esa protección, la de su diosa, era algo que jamás dejaría de ofrecer. 

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**La mañana siguiente**

La noche pasó, y aunque Ceciro se encontraba en un estado de alerta constante debido a su nueva habilidad, logró descansar lo suficiente. Dormir era diferente ahora; no era exactamente incómodo, pero la sensación de estar siempre consciente de su entorno era extraña y requería tiempo para acostumbrarse.

A la mañana siguiente, Ceciro se levantó temprano, sus sentidos aún agudizados por la *Percepción*. Con movimientos silenciosos, preparó un desayuno sencillo para él y Hestia, algo que ella seguramente disfrutaría al despertar. Se dirigió hacia el cuarto donde ella dormía, con la intención de despertarla, pero al verla tan tranquila y en paz, decidió dejarla descansar un poco más. Sin embargo, no pudo resistirse a molestarla un poco.

Se acercó a la cama y, con una sonrisa suave, se inclinó para darle un beso en la frente.

—Voy al dungeon, mi hermosa diosa. Descansa un poco más —le susurró.

Mientras se alejaba, escuchó a Hestia moverse ligeramente en la cama y soltar un suave murmullo entre pucheros, lo que hizo que la sonrisa en su rostro se ampliara aún más. Con esa imagen grabada en su mente, salió de la iglesia y se dirigió hacia su próximo destino: el dungeon.

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Caminando por las calles de Orario, Ceciro trataba de ignorar el ligero dolor de cabeza que comenzaba a formarse debido a la sobrecarga sensorial de su habilidad. La ciudad estaba empezando a despertar, y los sonidos de la vida cotidiana se mezclaban con la percepción aguda que ahora poseía. De repente, una figura familiar apareció frente a él.

—Ceciro, espera —la voz de Syr lo detuvo. Ella lo alcanzó rápidamente, su expresión mezcla de curiosidad y algo más que él no pudo identificar del todo—. Ayer te fuiste muy de repente. Quería presentarte a algunas de mis amigas en el *Hostess of Fertility*.

Ceciro la observó con atención, notando pequeños detalles que antes quizás habría pasado por alto. La manera en que lo miraba, la forma en que sus labios se curvaban ligeramente al hablar... ¿Podría ser Freya? La idea cruzó su mente, pero decidió mantener sus sospechas en silencio.

—Cuando tenga tiempo y dinero, pasaré por el local —respondió con seriedad, sin darle mucho espacio a una conversación más profunda.

Syr pareció un poco sorprendida por su tono, pero no insistió más. Con una sonrisa amable, le deseó un buen día antes de dejarlo seguir su camino.

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Finalmente, Ceciro llegó a la entrada del dungeon. Mientras caminaba hacia el portal de entrada, notó un grupo de aventureros que lo observaban desde un lado. Eran un grupo bastante peculiar, con una mezcla de equipo y actitudes que los hacía destacar. Aunque sentía las miradas sobre él, decidió no prestarles mucha atención y siguió adelante. No era raro que los aventureros se observaran mutuamente, evaluando sus competencias y capacidades antes de entrar en la oscuridad del dungeon.

Al cruzar la entrada, activó su mapa mental, una herramienta esencial en aquel lugar. El primer nivel del dungeon se desplegó ante él, con su familiar disposición de corredores y habitaciones llenas de monstruos. Pero ahora, gracias a su habilidad, todo parecía un poco más claro, más nítido. Ceciro comenzó su rutina de caza, eliminando a los monstruos con precisión y eficiencia.

Mientras avanzaba, el dolor de cabeza se intensificaba y luego disminuía, una y otra vez. Era como si su mente se estuviera adaptando a la nueva carga de información que recibía. Después de un rato, recibió una notificación del sistema:

**¡Ding! La habilidad *Percepción* ha subido de nivel. Los efectos secundarios de sobrecarga sensorial han disminuido. Desbloqueo de nuevas capacidades en niveles superiores.**

Un suspiro de alivio escapó de Ceciro. Con cada minuto que pasaba, sentía cómo su habilidad mejoraba y cómo su cuerpo se adaptaba a este nuevo ritmo. A medida que los monstruos caían a su alrededor, sabía que estaba haciéndose más fuerte, pero también que el dungeon no dejaría de presentar desafíos.

Después de un tiempo, se encontró en un estado de flujo, donde cada movimiento era calculado, cada golpe preciso, y su percepción del entorno lo guiaba casi instintivamente. Ceciro se adentraba más en el dungeon, listo para enfrentar lo que fuera que le esperara en los niveles más profundos. La matanza continuaba, y con cada enemigo derrotado, sentía que se acercaba un poco más a sus objetivos, aunque el camino para llegar allí estaba lleno de misterios que aún debía resolver.

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Ceciro avanzaba por el segundo nivel del dungeon, sintiendo cómo sus habilidades y fuerza crecían con cada combate. **Pronto llegó a las escaleras que conducían al tercer nivel**, pero antes de bajar, pensó en la idea de practicar su magia. Sentía que había algo dentro de él, una energía que podía explotar si se concentraba lo suficiente. Cerró los ojos por unos momentos, intentando percibir cualquier anomalía o flujo extraño en su interior. Sin embargo, el dungeon no era el lugar más seguro para este tipo de experimentos. **Con la idea de practicar más tarde en la iglesia,** decidió que era mejor centrarse en completar su objetivo inmediato: limpiar el tercer piso.

**Descendió al tercer nivel** y continuó su caza, notando que aunque en el primer piso no había recibido ningún punto de mejora, ahora en el segundo nivel, estaba ganando puntos constantemente. Estos puntos no eran aquellos que podía asignar libremente; en cambio, eran reflejos de su progreso físico. Cada vez que utilizaba su fuerza, agilidad o resistencia, su cuerpo respondía fortaleciéndose. Durante su enfrentamiento con un Kobold mejorado, notó cómo su fuerza había aumentado sutilmente, haciendo la lucha un poco más sencilla.

**Al derrotar al Kobold**, sintió un aumento adicional en su fuerza, lo cual fue una recompensa inmediata del sistema por su esfuerzo. Pero antes de que pudiera relajarse, el dungeon comenzó a crujir a su alrededor, un sonido ominoso que señalaba la creación de más monstruos. Activando su habilidad de percepción, Ceciro se dio cuenta de que estaba completamente rodeado. **Una sonrisa extática se dibujó en su rostro** al darse cuenta de que esta era la oportunidad perfecta para probar sus nuevas capacidades. Su deseo de mejorar, de seguir subiendo de nivel, lo empujó a enfrentarse con entusiasmo a los monstruos que lo rodeaban.

**La batalla fue feroz**, pero Ceciro prevaleció, luchando con una ferocidad alimentada por su constante deseo de mejorar. Cuando la última criatura cayó, Ceciro se apoyó contra la pared, respirando con dificultad pero sintiéndose más fuerte que nunca.

Fue en ese momento cuando escuchó el familiar "ding" del sistema, **indicándole que había ganado una nueva habilidad**. Esta vez, por haber alcanzado 20 puntos en fuerza, se le otorgó una habilidad pasiva.

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### **Estado del Sistema:**

- **Nombre:** Ceciro

- **Nivel:** 4 (Exp: 956/1600)

- **HP:** 130/130

- **MP:** 13/13

- **EP:** 30

- **Fuerza:** 20 (+2)

- **Defensa:** 14 (+3)

- **Agilidad:** 14 (+3)

- **Destreza:** 12 (+2)

- **Magia:** 10

- **Suerte:** 20

- **Percepción:** 2 (+1)

- **Habilidades:** 

 - **Mente de Jugador (Pasiva)** 

 - **Cuerpo de Jugador (Pasiva)** 

 - **Cocina (Principiante, 2/4)** 

 - **Mano del Destino (Pasiva, 1/6)** 

 - **Correr (Principiante, 3/6)** 

 - **Piel de Hierro (Pasiva, 1/6)** 

 - **Percepción (Pasiva, 2/6)**

- **Puntos de Estado:** 30

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### **Nueva Habilidad: Piel de Hierro (Pasiva, 1/6)**

- **Descripción:** Otorga una ligera resistencia a los golpes físicos. En su nivel actual, esta habilidad apenas reduce el daño recibido, solo suavizando ligeramente los impactos.

- **Nota del Sistema:** Aunque parece una habilidad modesta en sus primeros niveles, *Piel de Hierro* mejora significativamente con cada nivel. Eventualmente, permitirá a Ceciro resistir daños considerables, haciéndolo casi impenetrable a ataques físicos directos.

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Ceciro frunció el ceño al leer la descripción. **"Parece un poco débil por ahora,"** pensó, pero no descartó la habilidad por completo. Sabía que las habilidades pasivas a menudo tenían un gran potencial si se desarrollaban correctamente, y ya había aprendido a confiar en el sistema.

Con una nueva habilidad en su repertorio, aunque no era exactamente lo que esperaba, Ceciro estaba listo para continuar su avance en el dungeon, seguro de que *Piel de Hierro* podría volverse crucial en futuras batallas.

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**Ceciro avanzaba cauteloso por el tercer piso del dungeon**, utilizando todas las herramientas a su disposición. Cada paso estaba cargado de precaución, cada movimiento era calculado. Mientras cazaba, notó una extraña anomalía en el terreno: había entrado en una zona de alimentación de monstruos, algo que no esperaba encontrar en un nivel tan bajo del dungeon. Pero no tuvo tiempo de cuestionar este hecho. **Estaba rodeado.**

**Casi 50 kobolds y goblins** emergieron de las sombras, formando un círculo letal a su alrededor. Ceciro evaluó rápidamente la situación, sabiendo que enfrentarse a todos esos monstruos a la vez era una locura. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de buscar una ruta de escape, un "ding" del sistema resonó en su mente. Un nuevo mensaje apareció frente a él, detallando una misión con una recompensa tentadora: matar a todos los monstruos en esa área a cambio de un cofre secreto y 5 puntos de estado (EP).

La promesa de esas recompensas cambió su perspectiva. Ceciro dejó escapar una pequeña sonrisa y, citando a uno de sus personajes ficticios favoritos, murmuró: "**Bailamos**," mientras desenfundaba su espada. La adrenalina corría por sus venas. No había vuelta atrás.

**La batalla comenzó con un estallido de violencia.** Ceciro se lanzó hacia los monstruos, su espada cortando el aire con precisión letal. Los kobolds y goblins cargaron hacia él desde todas las direcciones, pero Ceciro aprovechó cada centímetro del terreno a su favor. Usó las paredes como puntos de apoyo, saltando de un lado a otro para mantener a los monstruos desorientados. 

**Con cada golpe,** sentía cómo su cuerpo respondía mejor, más rápido y más fuerte que antes. Su habilidad "Piel de Hierro" amortiguaba los ataques de los kobolds, permitiéndole resistir más de lo que habría podido antes. Pero la batalla no fue sin consecuencias. Un goblin logró acercarse lo suficiente como para rasgarle la frente con una daga oxidada, y otro kobold aprovechó su distracción para morderle el muslo, desgarrando carne y músculo.

**El dolor fue intenso,** pero Ceciro no flaqueó. Con un grito de furia, giró sobre sí mismo, decapitando al goblin que lo había herido y aplastando el cráneo del kobold con un golpe certero. Su visión se nubló momentáneamente por la sangre que manaba de la herida en su frente, pero se mantuvo firme. Sabía que no podía darse el lujo de caer ahora.

**Finalmente, tras un combate agotador,** Ceciro fue eliminando a los monstruos uno por uno, hasta que solo él quedó en pie. Respiraba con dificultad, su cuerpo temblaba por la fatiga, pero lo había logrado. Los cadáveres de los kobolds y goblins yacían a su alrededor, testigos de su determinación. Para luego desvanecerse en partículas.

**La misión fue completada.** Ceciro utilizó la última botella de salud que tenía, sintiendo cómo sus heridas comenzaban a cerrarse lentamente. Aunque la cortada en la frente y la mordida en el muslo dejaron cicatrices, el alivio fue inmediato. La recompensa del sistema se manifestó ante él: un cofre secreto brilló en medio de la zona de alimentación.

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### **Estado del Sistema:**

- **Nombre:** Ceciro

- **Nivel:** 4 (Exp: 999/1600)

- **HP:** 130/130

- **MP:** 13/13

- **EP:** 35

- **Fuerza:** 22 (+2)

- **Defensa:** 15 (+1)

- **Agilidad:** 15 (+1)

- **Destreza:** 13 (+1)

- **Magia:** 10

- **Suerte:** 20

- **Percepción:** 2 (+1)

- **Habilidades:** 

 - **Mente de Jugador (Pasiva)** 

 - **Cuerpo de Jugador (Pasiva)** 

 - **Cocina (Principiante, 2/4)** 

 - **Mano del Destino (Pasiva, 1/6)** 

 - **Correr (Principiante, 3/6)** 

 - **Piel de Hierro (Pasiva, 1/6)** 

 - **Percepción (Pasiva, 1/6)**

- **Puntos de Estado:** 35

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**Ceciro sonrió, satisfecho por su victoria y las recompensas obtenidas.** Sabía que había arriesgado mucho en esta batalla, pero las recompensas justificaban su temeridad. La sensación de mejora constante era adictiva, y Ceciro sabía que aún le quedaba mucho camino por recorrer.

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**Después de curarse lo suficiente y ver que su HP estaba casi al máximo, Ceciro decidió continuar su caza.** Al consultar su mapa, notó que solo quedaba una última zona por explorar en el tercer piso del dungeon. Sin dudarlo, se dirigió hacia allí, esperando encontrar más monstruos o quizás un desafío final.

**Sin embargo, lo que encontró lo sorprendió.** Solo un goblin solitario ocupaba esa área. Ceciro lo despachó rápidamente, con una mezcla de decepción y satisfacción. Había completado el tercer piso, pero la falta de un combate emocionante en esta última zona le dejó un sabor amargo. Aún así, comprendió que no todo saldría siempre como lo esperaba.

Mientras subía de nuevo hacia la superficie, notó que algunos monstruos habían reaparecido en los niveles superiores. **Decidió no dejar pasar la oportunidad y los eliminó a todos,** ganando más puntos en el proceso. Su cuerpo seguía fortaleciéndose, y las estadísticas subieron de manera significativa:

- **Defensa:** 18 (+3)

- **Agilidad:** 19 (+4)

- **Destreza:** 18 (+5)

- **Fuerza:** 25 (+6)

- **Suerte:** 21 (+1)

Ceciro reflexionó sobre esto mientras continuaba su camino. **"Tiene sentido," pensó, "Tengo suerte de aún estar vivo después de aquel combate en el tercer piso."** Pero no se dejó llevar por estas reflexiones y siguió adelante.

**Una vez fuera del dungeon, Ceciro se dirigió hacia Misha para vender los objetos caídos de los monstruos.** Como era de esperarse, Misha se sorprendió nuevamente por la cantidad de objetos que había recolectado. "Tienes mucha suerte, Ceciro," comentó ella mientras contaba las ganancias. También le preguntó si iba a vender sus piedras mágicas, a lo que él respondió que las estaba juntando. **No podía decirle que el sistema las utilizaba para mejorar sus habilidades.**

Misha le advirtió con una sonrisa que no juntara demasiado, ya que podría volverse un dolor de cabeza manejarlas. Ceciro simplemente asintió y se despidió, continuando su camino hacia la iglesia.

**En medio del camino, recibió un "ding" del sistema que lo hizo detenerse.** La notificación le avisaba que su habilidad "Percepción" había subido al nivel 3. **De inmediato, notó un cambio en sus sentidos:** su vista se agudizó, su oído captaba sonidos más lejanos y, además, una extraña sensación de consciencia se instaló en su mente. Era como si pudiera percibir a las personas a su alrededor con más claridad, y, lo más inquietante, sintió que alguien lo estaba observando.

Pensó en esa presencia, en lo que podría ser, pero decidió no darle demasiada importancia. **"Aún no soy lo suficientemente fuerte para preocuparme por esas cosas,"** se dijo a sí mismo. Con ese pensamiento, continuó su camino hacia la iglesia, decidido a seguir entrenando y fortaleciéndose para enfrentar cualquier desafío que se le presentara en el futuro.

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### **Estado del Sistema:**

- **Nombre:** Ceciro

- **Nivel:** 4 (Exp: 1100/1600)

- **HP:** 130/130

- **MP:** 13/13

- **EP:** 35

- **Fuerza:** 25

- **Defensa:** 18

- **Agilidad:** 19

- **Destreza:** 18

- **Magia:** 10

- **Suerte:** 21

- **Percepción:** 3

- **Habilidades:** 

 - **Mente de Jugador (Pasiva)** 

 - **Cuerpo de Jugador (Pasiva)** 

 - **Cocina (Principiante, 2/4)** 

 - **Mano del Destino (Pasiva, 1/6)** 

 - **Correr (Principiante, 3/6)** 

 - **Piel de Hierro (Pasiva, 1/6)** 

 - **Percepción (Pasiva, 3/6)**

- **Puntos de Estado:** 35

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Ceciro sabía que enfrentar a Hestia sería inevitable, especialmente con la nueva cicatriz en su frente que no podría ocultar. Mientras se acercaba a la puerta de la iglesia, su percepción, ahora en nivel 3, le permitió saber que Hestia estaba en la cocina. Dudó por un momento antes de entrar, pero sabía que no podía evitarlo más. Con una sonrisa que intentaba aparentar normalidad, abrió la puerta y la saludó como siempre.

Hestia, al escuchar su voz, se alegró y le dijo que ya iba, ya que estaba cocinando. Sin embargo, a medida que se acercaba corriendo hacia él, su expresión cambió drásticamente cuando vio la cicatriz en su frente. Ceciro intentó desviar la mirada, pero no fue necesario; Hestia se lanzó sobre él, preocupada, preguntándole qué había pasado y si estaba bien.

Al revisarlo, notó nuevas marcas en su atuendo, pero lo que más la inquietaba era la cicatriz en su frente. Le preguntó nuevamente qué había sucedido, pero Ceciro, con su típica calma, solo respondió que todo estaba bien.

Hestia, por fin, comprendió lo que Ceciro estaba haciendo. Recordó tiempos antiguos, antes de que los dioses bajaran al mundo, cuando los héroes, espíritus y monstruos luchaban constantemente. En aquellos tiempos, Hestia había pasado sus días observando a esos grandes personajes, a esos héroes que mantenían silencio sobre sus heridas y cargas para no preocupar a los demás. A Hestia le molestaba esa actitud de ocultar el dolor, pero al mismo tiempo, admiraba su fuerza y valentía.

Ahora veía que Ceciro estaba haciendo lo mismo por ella. Sintió una mezcla de emociones; por un lado, la frustraba que él intentara cargar solo con su dolor, pero por otro lado, estaba conmovida por su nobleza y el deseo de protegerla. Hestia decidió que haría lo que siempre había deseado hacer por aquellos héroes del pasado: abrazar a Ceciro y estar a su lado, ayudándolo a llevar esa carga. No permitiría que él lo enfrentara solo.

Hestia, con una firme pero cálida expresión, lo abrazó con fuerza, dejando que sus propias emociones fluyeran. "No tienes que cargar con todo tú solo, Ceciro," dijo con la voz temblorosa pero decidida. "Estoy aquí para ti, siempre."

Ceciro sintió el abrazo de Hestia con una intensidad que casi lo dejó sin aliento. Sus manos, temblorosas por la sorpresa, vacilaron antes de posarse suavemente en la espalda de la diosa. No estaba acostumbrado a este tipo de cercanía, ni mucho menos a que alguien mostrara tanta preocupación por él. Mientras la sostenía, una parte de su mente, aquella alimentada por la habilidad *Mente de Jugador*, le decía que mantuviera la calma, que no se dejara llevar completamente por las emociones.

Pero aun así, el calor del abrazo de Hestia y la suavidad de su cabello contra su cuello comenzaron a desarmarlo lentamente. Podía sentir el latido acelerado de su corazón, su respiración entrecortada y la manera en que sus manos lo sujetaban con más fuerza, como si temiera que él se desvaneciera si lo dejaba ir. Fue entonces cuando Ceciro, en medio de la confusión que *Mente de Jugador* intentaba suprimir, comenzó a darse cuenta de cuánto significaba para Hestia.

—¿Ceciro…? —La voz de Hestia, cargada de preocupación y un toque de desesperación, lo sacó de sus pensamientos.

—Estoy bien, de verdad —respondió él, tratando de sonar convincente. Pero sabía que no era suficiente, no para alguien como Hestia.

Hestia levantó la cabeza para mirarlo, y la expresión en su rostro hizo que Ceciro sintiera un leve tirón en su corazón, a pesar de la barrera emocional que su habilidad intentaba levantar. Sus ojos, normalmente llenos de alegría y energía, ahora estaban empañados por la preocupación. Sus labios temblaban, y el brillo en su mirada revelaba una mezcla de sentimientos que iban más allá del simple temor.

—No me mientas, Ceciro… —susurró ella, su voz más débil de lo habitual—. No tienes que hacerte el fuerte todo el tiempo, no conmigo…

Hestia sabía que solo habían pasado tres días desde que Ceciro se unió a su familia, pero en su corazón sentía que lo conocía desde siempre. Su llegada había cambiado su vida de maneras que ni siquiera podía empezar a comprender del todo. Antes, había sido una diosa solitaria, sin familia ni propósito claro. Pero ahora, gracias a él, había comenzado a experimentar emociones que creía olvidadas: la preocupación constante, el miedo a perder a alguien querido, y sobre todo, una creciente admiración que, aunque no quería admitirlo, estaba a un paso de convertirse en algo mucho más profundo.

Al mirarlo ahora, con esa herida en la frente y la ropa desgarrada por sus aventuras en el Dungeon, Hestia sintió una mezcla de emociones que la abrumaban. No podía soportar la idea de que Ceciro estuviera sufriendo en silencio, solo por no preocuparla. En ese momento, se dio cuenta de cuánto había llegado a importarle en tan poco tiempo, cómo había logrado derribar sus muros y llegar directamente a su corazón.

—Ceciro… —volvió a decir, con la voz ligeramente entrecortada—. No eres un héroe de esas viejas historias, no tienes que soportar todo solo. Si algo te preocupa o te duele, por favor… háblame. Estoy aquí para ti…

Ceciro, atrapado entre la lógica fría de su habilidad y la calidez del momento, asintió lentamente. Sabía que Hestia tenía razón, pero una parte de él seguía dudando. No quería que ella se preocupara más de lo necesario, no quería que cargara con sus problemas. Pero al ver la sinceridad en sus ojos, la necesidad casi desesperada de ser parte de su vida, sintió que tal vez, solo tal vez, podría empezar a bajar un poco la guardia.

—Lo siento, Hestia… —susurró finalmente—. No quería preocuparte. Pero estoy bien, de verdad. He pasado por cosas peores. —Intentó sonreír para tranquilizarla, aunque sabía que era un intento débil.

Hestia lo observó en silencio durante unos segundos más antes de soltar un suspiro. Sabía que Ceciro estaba tratando de no preocuparla, pero también sabía que había más detrás de esas palabras. Decidió, sin embargo, no presionarlo más en ese momento. Lo que más importaba ahora era que estuviera a salvo.

—Está bien, solo… por favor, ten más cuidado la próxima vez, ¿sí? —dijo finalmente, tratando de sonreír, aunque sus ojos todavía estaban llenos de preocupación.

Ceciro asintió, y por un momento, ambos se quedaron en silencio, dejando que la tensión se disipara lentamente. Aunque aún había mucho por decir, ambos sabían que tendrían tiempo para eso más adelante. Lo importante era que, por ahora, estaban juntos y podían apoyarse el uno en el otro.

—Vamos, Hestia. Vamos a comer algo y a descansar. Ha sido un día largo —dijo Ceciro finalmente, cambiando de tema suavemente, tratando de aliviar la atmósfera.

Hestia asintió, soltando lentamente su agarre, pero no pudo evitar sonreír levemente al escuchar sus palabras. A pesar de todo, Ceciro seguía siendo Ceciro, y eso la hacía sentirse un poco más tranquila.

Mientras caminaban hacia la cocina, Hestia no pudo evitar pensar en lo mucho que había cambiado su vida en tan poco tiempo. Había pasado de ser una diosa solitaria a alguien que ahora se preocupaba profundamente por alguien más, que experimentaba emociones que creía haber perdido hace mucho. Y aunque el miedo y la preocupación seguían presentes, también había algo más: un sentimiento cálido y reconfortante que crecía cada vez que miraba a Ceciro, algo que no podía ignorar por mucho más tiempo.

Ceciro, por su parte, se permitió relajar un poco su guardia mientras la seguía, aunque la *Mente de Jugador* seguía manteniéndolo parcialmente distante, analizando cada movimiento, cada palabra. Pero en el fondo, sabía que algo dentro de él estaba cambiando. Hestia, con su preocupación genuina y su calidez, estaba derritiendo lentamente las barreras que había construido a lo largo de los años. Y aunque eso lo asustaba un poco, también sentía que tal vez no era algo tan malo después de todo.

Y así, aunque ambos aún tenían un largo camino por delante, sabían que no estaban solos. Y en ese momento, eso era lo que más importaba.

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Ceciro acompañó a Hestia a la cocina, notando con una sonrisa que estaba preparando un sencillo pero apetitoso plato de **sopa de vegetales con pan recién horneado**. La sopa era un caldo humeante y aromático, lleno de verduras frescas como zanahorias, papas y apio, que se cocinaban lentamente para liberar todo su sabor. El pan, que Hestia había horneado ella misma, tenía una corteza dorada y crujiente, con el interior suave y esponjoso.

—Esto huele increíble, Hestia —comentó Ceciro, acercándose para ayudar con los últimos toques, cortando algunas hierbas frescas para espolvorear sobre la sopa y ayudando a servir el pan en una bandeja.

Hestia sonrió, agradecida por la ayuda, aunque una parte de ella no podía dejar de preocuparse por las heridas de Ceciro. Mientras ambos trabajaban juntos, la atmósfera en la cocina se volvió cálida y relajada, como si por un momento los problemas del día se desvanecieran.

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Después de cenar, Hestia no pudo evitar preguntar:

—¿Y qué planeas hacer ahora?

Ceciro, con una expresión reflexiva, respondió:

—Voy a practicar mi magia. 

Hestia levantó una ceja, sorprendida.

—¿Magia? ¿Acaso has ganado alguna habilidad mágica?

Ceciro negó con la cabeza, pero su expresión mostraba una curiosidad intensa.

—No, pero siento algo dentro de mí… una especie de energía. Creo que es mi mana. 

Hestia frunció el ceño, claramente confundida. Recordaba lo que su amiga Hephaestus le había explicado sobre la magia y los humanos. La magia, según sabía, requería el uso de la mente y habilidades específicas que se otorgaban con el tiempo o a través de grimorios. Lo que Ceciro describía era diferente, más cercano a lo que los espíritus o ciertas razas místicas experimentaban.

—Eso suena más como la capacidad de un espíritu para controlar algún elemento… —murmuró Hestia, todavía desconcertada. Tendría que hablar con él más a fondo sobre esto en otro momento, tal vez incluso buscar consejo de alguien con más conocimiento en magia.

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Ceciro subió a la planta superior de la iglesia, un espacio más abierto donde no habría riesgo de dañar nada importante. Hestia lo siguió, interesada y un poco preocupada por lo que podría pasar. Mientras él se concentraba, Hestia se sentó cerca, observándolo con atención. Su mente, normalmente llena de pensamientos y planes, ahora estaba enfocada en ese extraño y nuevo sentimiento dentro de él.

Ceciro comenzó a sentir su interior, concentrándose en esa energía que creía era su mana. Lentamente, trató de guiarla hacia su corazón, un proceso que le tomó un buen rato y mucha concentración. Hestia, quien al principio estaba alerta, empezó a sentir el cansancio del día, y poco a poco, se fue quedando medio dormida a su lado.

Finalmente, Ceciro sintió que había logrado mover todo su mana hacia su corazón. Entonces, con cuidado y paciencia, comenzó a hacer que circulara por todo su cuerpo, un proceso delicado que requería un control preciso. Pasaron unas horas, pero eventualmente, sintió que había tenido éxito. Todo su cuerpo estaba vibrando con una energía suave pero constante.

**Nueva Habilidad: "Flow of the Soul"**

Justo cuando comenzó a sentirse más confiado en este nuevo proceso, un *ding* suave resonó en su mente, señalando la aparición de una nueva habilidad pasiva.

**"Flow of the Soul" (Flujo del Alma)** 

*Descripción*: Esta habilidad permite a Ceciro canalizar y distribuir su mana de manera más eficiente a través de su cuerpo. En su nivel inicial, aumenta ligeramente la resistencia a los daños físicos y mágicos, al reforzar cada célula con una mínima pero constante corriente de mana. Además, mejora la regeneración natural de su cuerpo y facilita el uso de magia básica sin necesidad de un grimorio. 

*Potencial*: A medida que esta habilidad mejore, Ceciro podrá aumentar la densidad del mana en su cuerpo, logrando efectos más potentes como regeneración acelerada, mejoras temporales en sus capacidades físicas, y la capacidad de usar magias más complejas sin necesidad de largos encantamientos.

Ceciro sintió una extraña calma al recibir esta nueva habilidad. Era como si su cuerpo, su mente, y su mana hubieran comenzado a sincronizarse de una manera más profunda. Mientras observaba a Hestia dormir a su lado, se dio cuenta de lo lejos que había llegado en tan poco tiempo. Aunque todavía tenía un largo camino por recorrer, ahora se sentía más preparado, no solo físicamente, sino también espiritualmente.

Se acomodó en el suelo, dejando que el silencio y la serenidad del momento lo envolvieran. Acarició suavemente el cabello de Hestia, agradecido por su compañía y su apoyo constante. Aunque no se lo había dicho, sabía que no habría llegado tan lejos sin ella a su lado. Con una última mirada a su diosa adormecida, Ceciro cerró los ojos, dejando que la calma del *Flow of the Soul* lo llevara a un estado de meditación profunda.

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Ceciro, con su nueva habilidad activa y su mana fluyendo a través de su cuerpo, comenzó a reflexionar sobre qué tipo de magia debería intentar dominar. Sabía que existían diversas ramas de magia, cada una con sus propias ventajas y desafíos:

- **Magia Elemental**: Controlar y manipular los elementos naturales como fuego, agua, tierra, y aire.

- **Magia del Alma**: Una forma más espiritual de magia que se centra en influir en las almas y emociones de los seres vivos.

- **Magia de Mana Puro**: La manipulación directa del mana sin ninguna forma elemental, permitiendo ataques y defensas versátiles pero difíciles de controlar.

- **Magia de Ilusión**: Crear y manipular ilusiones que afectan los sentidos de otros, distorsionando la realidad.

- **Magia de Invocación**: Traer criaturas, objetos, o incluso otras personas de diferentes lugares o dimensiones.

- **Magia de Sangre**: Utiliza la esencia vital del usuario o de otros para potenciar hechizos, a menudo con consecuencias físicas.

Después de considerar varias opciones, algo en su interior le hizo inclinarse por la magia elemental, específicamente la magia de fuego. Sentía que el fuego resonaba con él, simbolizando tanto creación como destrucción, pasión y purificación. Recordando tanto su conocimiento científico como su propia imaginación, Ceciro decidió abordar la magia de fuego desde un enfoque dual.

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Ceciro cerró los ojos y comenzó a concentrarse. Sabía que el fuego se originaba a partir de un combustible que se calentaba hasta el punto de ignición, liberando energía en forma de luz y calor. Imaginó el proceso en su mente: las moléculas de un gas se aceleraban con el calor, hasta que finalmente estallaban en llamas. Pero también añadió un toque de su propia creatividad, visualizando una llama que no solo consumía, sino que también danzaba con gracia, como si tuviera vida propia.

Con esta imagen en mente, canalizó su mana hacia su palma, visualizando la formación de un pequeño gas que rápidamente se encendía. Imaginó la llama como un ser vivo, vibrante, una mezcla de blanco y rojo, bailando suavemente en su mano. La sensación del calor era reconfortante, casi como un abrazo.

Al abrir los ojos y ver la llama danzando en su palma, Ceciro notó el brillo hipnótico que proyectaba en las paredes de la iglesia, una luz que parecía desafiar la oscuridad natural del lugar. Fue entonces cuando escuchó un sonido a su lado: un suave jadeo, mezcla de sorpresa y temor. Se giró rápidamente para ver a Hestia, quien estaba completamente despierta ahora, observando la llama con una expresión de asombro, pero también con algo más profundo.

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Hestia, como la diosa guardiana de la llama sagrada, sintió algo diferente en la magia que Ceciro acababa de invocar. No era solo una llama ordinaria, era algo más… algo que resonaba con su divinidad, aunque de manera tenue. A pesar de haberse debilitado considerablemente desde que bajó al mundo inferior, Hestia aún conservaba una conexión con su esencia divina. Y ahora, esa conexión estaba vibrando en respuesta a la llama en la mano de Ceciro.

Su corazón dio un vuelco. La sensación que emanaba de la llama era inquietantemente familiar, casi como si estuviera en presencia de una manifestación divina. No podía comprender cómo un simple mortal, su seguidor, había logrado crear algo que evocaba su propia naturaleza de diosa del fuego sagrado. Era como si la llama en la palma de Ceciro tuviera un fragmento de su poder, aunque débil y diluido.

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Llevada por un instinto casi primitivo, Hestia sintió la necesidad de apagar esa llama antes de que alguien más la sintiera, antes de que atrajera la atención de otros dioses o de algo peor. Con el corazón latiendo a mil por hora, se lanzó hacia la mano de Ceciro, tratando de apagar la llama con sus propias manos.

—¡Ceciro, apágala! —exclamó, su voz cargada de urgencia y un toque de miedo—. ¡Rápido!

Sus manos intentaron cerrar la palma de Ceciro, como si al hacerlo pudiera extinguir la llama, pero algo la detuvo. En cuanto sus dedos rozaron la energía que emanaba de la pequeña flama, sintió una resistencia, una fuerza que le recordó vagamente el fuego sagrado que ella misma gobernaba. La similitud era desconcertante. La llama no se apagó inmediatamente, sino que resistió, como si tuviera su propia voluntad, como si reconociera a Hestia como una igual.

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Hestia se quedó mirando la llama, ahora más de cerca, con una mezcla de incredulidad y confusión. ¿Cómo podía Ceciro haber invocado algo tan poderoso? Algo que, aunque mínimo, llevaba una esencia divina. Sus pensamientos eran un torbellino. Si ella lo había sentido, ¿no podrían otros dioses sentirlo también? ¿Qué significaba esto para Ceciro y para ella? ¿Podría él estar canalizando algo mucho más grande de lo que ambos comprendían?

Hestia miró a Ceciro, sus ojos reflejando un sinfín de preguntas que no sabía cómo formular. ¿Qué era él realmente? ¿Cómo podía un simple humano manipular una llama con una resonancia tan familiar para una diosa del fuego sagrado?

—Ceciro… —murmuró, con la voz temblorosa—. Esto… esto no es normal. ¿Cómo has hecho esto?

Ceciro, al notar la gravedad en su tono y la preocupación en su mirada, intentó tranquilizarla. Cerró su mano lentamente, disipando la llama. Al hacerlo, sintió el calor y la energía desvanecerse, dejando solo un leve cosquilleo en su palma.

—No estoy seguro, Hestia. Solo… lo imaginé y lo hice —respondió, con la mente aún procesando lo que había logrado.

Pero la expresión de Hestia no cambió. Estaba claro que, aunque la llama se había extinguido, las preguntas en su mente seguían ardiendo con intensidad.

Mientras la llama desaparecía, Hestia se quedó allí, en silencio, luchando por comprender lo que acababa de presenciar. Había algo más en Ceciro, algo que ella no podía entender completamente pero que sentía en lo más profundo de su ser. Y aunque su mente estaba llena de dudas y preguntas, una cosa era cierta: Ceciro había cambiado algo en ella en esos pocos días. Y ahora, más que nunca, sentía una necesidad creciente de protegerlo, no solo como su seguidor, sino como alguien que podría ser mucho más de lo que parecía.

Hum...

Maizuky_Nichancreators' thoughts