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Oliver Brown: El escape y la mordida

Oliver Brown es un adolescente de dieciséis años que, junto a sus mejores amigos, descubre que es descendiente de una familia mágica de gran prestigio. Dando inicio a su aventura, pasando a ser un aprendiz de mago y su maestra será… ¡¿Su amor platónico?!

Confirmo_TIY · Fantasy
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9 Chs

Capítulo uno (Segunda parte)

La luz leve de un nuevo día de invierno comienza a colarse por la cortina mal cerrada de la ventana; es poca la cantidad que logra escabullirse, pero para los sensibles ojos del joven Oliver Brown es la suficiente para fastidiar y despertarlo.

—Oliver, despierta, vas a llegar tarde a clase —Habla la Madre del muchacho irrumpiendo en la habitación y camina rápido a la ventana para abrir de par en par la cortina de la misma.

Linda Brown tiene cuarenta y tres años de edad, su tez es mestiza, su cabello rubio y sus ojos verde esmeralda.

—¡Mamá! —Se queja y toma la almohada para taparse la cara e intentar dormir un momento más.

Oliver es un adolescente de dieciséis años, su cabello necesita un corte, está todo alborotado y el mismo es color café al igual que sus ojos, su tez es blanca y no es muy lindo que digamos...

—Nada de quejarse, levántate porque es lunes y no quiero que comiences mal el regreso a clases —Le quita la almohada de la cara junto con las sábanas que tiene sobre él a causa de la temporada de invierno.

—¡Mamá, hace frío! —Sigue protestando y se cubre la cara con su brazo derecho mientras se pone en posición fetal.

—Por esa razón, cámbiate de ropa y baja a desayunar —Contesta ella mientras recoge la ropa sucia que el hijo dejó tirada por el suelo.

—¡Esta bien! —El adolescente se sienta en su cama dando la espalda a la ventana y se queda viendo un zapato a unos centímetros de él.

Volvía a clases, fueron dos semanas de vacaciones de invierno, pero fueron el tiempo suficiente para que perdiera la costumbre de levantarse temprano, sobre todo ya que pasó toda la noche anterior viendo la segunda temporada de una serie, es uno de sus pasatiempos favoritos, él mismo se apoda como "friki" y no se avergüenza de tal hecho ya que cada miembro de su familia es muy fan de algo. A su padre le gusta viajar y casi no está en casa ya que su trabajo va muy bien con sus gustos, aunque eso también tiene su lado negativo porque no comparten mucho con su familia. Por su lado, su madre es fanática de limpiar, quizás sea algo un tanto estúpido pero lo hace muy bien.

Oliver tiene dos hermanos: el mayor es Jonathan, un abusador compulsivo con él, le gusta mucho todo tipo de deporte y su hermana menor, Ada, una niña con unos ojos muy peculiares y autoproclamada otaku de corazón.

—Apresúrate que se te va el tiempo —Es lo último que dice la mujer antes de salir del cuarto con una pila de ropa sucia perteneciente a su familia.

—Bueno, aquí voy otra vez… —Susurra el muchacho, se pone las pantuflas bordó que están junto a sus pies, se para, estira las extremidades haciendo sonar algunos de los huesos y se dirige al baño superior de su hogar. Camina errante por el pasillo con paredes celeste y piso de madera al igual que el techo, camina por la planta alta de su casa, restriega sus ojos una y otra vez intentando despegarlos pero le es imposible hacerlo totalmente ya que solo había dormido tres horas y su madre tiene la costumbre de abrir todas las cortinas de su casa.

—¡Cuidado con el balón! —Grita su hermano mayor, pero el recién despertado Oliver no logra reaccionar a tiempo y recibe el impacto contra la mejilla izquierda, derribándolo al suelo.

—¡Idiota! —Grita mientras se pone de pie y se frota el rostro que en estos momentos está caliente por el impacto.

—¿Qué pasa allí arriba? —Se escucha la voz de la madre desde la planta baja.

—¡Jonathan me golpeó con su balón de básquetbol!

—¡Es mentira! ¡Él se cruzó en el camino del balón! —Dice en su defensa el joven de veinticuatro años de edad, cabello y ojos café, con tez blanca.

—¡Dejen de pelear! —Es lo único que suelta la mujer antes de volver a entrar a la cocina.

—Esta te la voy devolver… —Dice el muchacho mirando fijamente a su hermano mayor, quien solo se ríe frente a tal amenaza y vuelve con su rutina de dominadas.

Sigue caminando y llega al baño como todas las mañanas para hacer lo de siempre. Regresa a su habitación y abre los cajones de su armario y toma un par de calcetines blancos, una camiseta rojo con franjas negras con escote en V, unos jeans de color azul oscuro totalmente lisos sin un mínimo detalle; abre la puerta del mismo y saca un suéter gris.

—Supongo que esto bastará para hoy…

Termina de cambiarse para luego ponerse sus zapatillas planas de color negro. Se acerca al espejo del armario de hace unos instantes, visualiza "su look" con el cual intenta impresionar a la chica de sus sueños, la típica chica rubia de ojos azules, una de las hijas de la familia más rica de la ciudad, ya saben la chica linda de los clichés, solo que esta vez lleva el nombre de Stephannye Kings.

—¡Oli apresúrate! —Se escucha la voz de su madre desde el piso inferior refiriéndose a él con ese apodo que tanto le molesta. Frunce el ceño y se dirige a desayunar a paso veloz.

—En la mesa está tu desayuno, apresúrate hijo.

—Sí, Oli —Agrega su hermano que también está desayunando en tono burlón y entre risas, lo que provoca el enojo y disgusto de Oliver.

Él se sentó y comenzó a devorar rápidamente todo su desayuno, sin siquiera fijarse que es lo que consume, para luego despedirse de su madre, tomar su mochila y dirigirse en bicicleta a la secundaria a la cual asiste.

Es de mañana y la calle está vacía, seguro se debía al paro de buses y taxis. Protestan por la delincuencia e inseguridad de la ciudad, corre el rumor que vándalos adolescentes disfrazados de una especie de lobos muy horribles andan atacando por las noches a las personas que trabajan en el transporte público. Pero realmente eso no le interesa al adolescente, para él solo son mentiras que usan para conseguir más dinero por parte del gobierno, además está acostumbrado a manejarse por todos lados con su bicicleta negra.

No va muy veloz por el frío, olvidó traer guantes y bufanda, se está congelando. Pero eso no detenía sus ojos, siempre le gustó ver el camino; en este caso los árboles sin hojas, el césped y los techos de las casas escarchados y el piso de la calle un tanto mojado «Parece que llovió anoche y no lo noté» piensa el adolescente, no podía recordar si lo había hecho la noche anterior, solo se había concentrado en su serie con los audífonos al máximo volumen.

Sigue avanzado y comienza a ver vehículos particulares, algunos de conocidos y otros de personas que ve por primera vez; baja la velocidad ya que se acerca a su instituto, entra hasta la zona de bicicletas, saca la cadena de su mochila y se la pone a su vehículo.

—Fuiste el último en llegar, ya sabes lo que significa —Como si un fantasma hiciera su aparición, uno de sus amigos, Michel Goodwood, se muestra. Tiene dieciséis al igual que Oliver, su cabello es oscuro, sus ojos son celestes y su tez es morena. Es el más atlético del grupo y el más responsable.

—Tienes que pagar los almuerzos —Agrega el tercer miembro, Edd Zoolander.

Tiene diecisiete años, su cabello y sus ojos son oscuros y su tez mestiza. No es muy listo ni tampoco el más trabajador, realmente es un flojo sin solución.

—Está bien… —Protesta Oliver girando los ojos, no quería hacerlo pero eso era lo que habían acordado a principio de año, tenía que respetarlo.

No gastan mucho tiempo en saludarse como el resto de sus compañeros, ya que ellos pasaron las vacaciones juntos. Después del saludo de bienvenida dado por su vicedirectora se dirigen al salón de clases. Pasan las horas y llega el momento del almuerzo; ya sentado a la mesa, nuestro protagonista busca y encuentra con la mirada a la chica que le gusta y no puede evitar sonreír. La famosa Stephannye, la chica del cabello dorado y los ojos de cielo, la más popular del colegio. Su figura es tan perfecta como la de un ángel, nunca ha tenido novio según los chismes del colegio. Una diosa que es perfecta físicamente y en todo lo que hace vuelve loco a nuestro protagonista.

—Deberías hablarle —Llama su atención Michel, que está comiendo puré de papas.

—No lo sé, no creo que me preste atención.

Ignorando la falta de valor de Oliver, los adolescentes continúan hablando sobre diversos temas hasta que salta uno interesante:

—¿Saben lo que se dice por ahí sobre la casa abandonada de los Warren? —Habla Michel con tono pícaro para poner más interesante el chisme.

—Absolutamente nada —Responden casi a la par sus amigos.

—Dicen que hay actividad paranormal dentro de esa casa: las cosas flotan, sonidos extraños, incluso hay quienes dicen que hay un portal hecho de sangre del cual salen hombres mitad perro…

—¿Saben lo que significa verdad? —Agrega Edd sonriendo y levantado una ceja.

—Esta noche a las ocho y treinta pm en mi casa, traigan linternas y sus cascos con cámaras —Responde Oliver emocionado por lo que van a hacer.

Ya es hora de marchar, hacer lo que más les gusta a los tres, exploración urbana de lugares abandonados en la noche. Ya se encuentra el trío reunido para salir en dirección hacia el lugar; tenían que llegar y explorar rápido, ya que el rumor de los acontecimientos paranormales en la casa Warren se ha vuelto muy popular en los colegios locales, lo que provoca las visitas constantes de adolescentes tan curiosos como ellos.

—Parece que la noche se pondrá más fresca...—Habla Oliver mientras se frota los brazos; parado en la vereda fuera de su casa está comenzando a considerar llevar un abrigo extra.

—¿No crees que será mejor que lleves un abrigo extra? —El joven de tez morena lanza la pregunta que impulsa a actuar a Oliver.

—Supongo que sí... —Deja su bicicleta estática y se adentra en el interior de su hogar para buscar algo extra que ponerse.

Camina rápidamente por el pasillo principal, sube las escaleras para luego llegar a su cuarto y comienza a revolotear todo en busca de un abrigo.

—Supongo que este bastará —Toma una chamarra gruesa de color negro opaco y se la pone rápidamente.

Sale corriendo del lugar pero cuando está por llegar a la puerta se detiene a escuchar una voz familiar proveniente de la sala de estar.

—¿Acaso te vas si saludar a tu querido abuelo?

El hombre tiene unos 72 años, cabello canoso, piel arrugada y tez y ojos claros, Julián Miller el abuelo materno de Oliver, parece haber llegado recién porque todavía esta vestido con ropa abrigada y en ese lugar está encendida la calefacción.

—¡Abuelo! —Levanta la voz y se dirige a la sala.

El entrar se percata que también estaba una señora de cabeza canosa, tez blanca y ojos oscuros, Carmen Miller su abuela materna. Se lanza para saludar a ambos con un abrazo.

—Parece que Onii extrañó a los abuelos jiji —Habla la chica de unos catorce años de edad, tez blanca, ojos café pero con un extraño tono rojizo que todavía era un misterio para Oliver, su cabello teñido de fucsia y atado en dos largas coletas. Es la pequeña otaku de la familia, Ada Brown, la antes nombrada hermana menor de Oliver.

—Ya te dije que no hables japonés en la casa, cielo —La reprocha su madre.

—Oh Linda, no hay problema, deja que la niña expanda sus capacidades de lenguaje —Agrega la anciana Carmen.

—Bueno, mamá, yo me tengo que ir porque mis amigos me esperan afuera —Interrumpe Oliver antes de despedirse agitando su mano y corriendo hacia la puerta.

—Linda, ¿Adónde Oliver a esta hora? —Pregunta el hombre canoso mientras ve salir corriendo a su nieto.

—Va a pasear con sus amigos; en unas tres horas posiblemente esté de regreso.

El anciano solo se limita a ver la puerta que da para el pasillo y responder con un «Ya veo…»

Ya están en la puerta del lugar: la casa tiene atrás el bosque de la ciudad, el ambiente es bastante tétrico y terrorífico, pero por suerte para los jóvenes no hay ningún alma además de él, solo se escucha el viento y alguno que otro perro ladrando a una distancia considerable. Dejan sus bicicletas en el suelo y sin dudarlo encienden sus linternas para adentrarse al hogar abandonado.

—Vayamos al grano antes de que otro grupo venga y nos corte la diversión ¿Dónde está lo interesante? —Pregunta Edd Sonriente, siendo el primero en pasar por las puertas del lugar.

—El sótano —Responde Michel devolviendo la misma sonrisa.

Prenden sus cámaras como hacían de costumbre por si lograban captar algún movimiento o psicofonía. Silenciosamente se dirigen al sótano, comienzan a bajar lentamente por la escalera de madera vieja que cruje a cada paso. Continúan hasta que llegan al final pero todo está lleno de telarañas y escombros.

—Parece que solo eran rumores… —Rompe el silencio Oliver, un tanto decepcionado.

Pero de repente se comienza a sentir un temblor y los jóvenes de golpe dirigen sus miradas hacia una pared de la cual comenzaron a salir una especie de raíces negras que hacen crujir los ladrillos y un extraño ovalo de color rojo sangre sale al instante de entre ellas.

—Yo creo que no... —Responde Edd.

Seguido de las palabras de Edd, del extraño portal salen disparadas piedras rectangulares que golpean en la frente a Oliver haciéndolo caer mientras exclama «¡Pleh!»; luego de eso, las piedras se pierden en la oscuridad mientras salen del lugar.

—Ay, ay, ay…

—¿Estás bien? —Pregunta Michel.

—Creo que si…

Después de quedar unos momentos en shock, la curiosidad de los adolescentes los obliga a acercarse lentamente con sus bocas semiabiertas soltando un «Wow». Rápidamente levantan sus cámaras para documentar mejor la situación y de repente se escucha una fuerte explosión, como si un rayo cayera en tierra. Unos pequeños trozos de cristal comienzan a flotar alrededor de dicho óvalo y una extraña silueta sale disparada del interior de esa cosa y golpea a Oliver, haciéndolo volar unos metros hasta golpearse con la pared detrás de ellos.

—¿Estás bien? —Michel por segunda vez.

—Creo que sí, otra vez…

Se quita de encima la extraña cosa que está sobre él. Se pone de pie y logra ver lo que lo había golpeado: es una chica. Está inconsciente y en un estado muy deplorable.

—Chico, esto ya es muy extraño, ¿Creen que sea brujería o algún proyecto del gobierno? —Habla Oliver mirando la chica en el suelo y el portal de la pared.

—O quizás es un portal de los deseos ¡Oliver pide algo! —Agrega Edd, pinchando a su amigo mientras le da la orden.

—¿Por qué yo? ¿Soy el único que se dio cuenta de que una chica salió de esta cosa y que puede llegar a estar herida de gravedad? —Agrega levantando la voz y los brazos para luego señalar a la joven.

—¡Oye tranquilo, que estoy llamando a la ambulancia! —Le responde Michel con el celular en la mano, comenzando a marcar —Mientras tanto tú pide otro deseo.

—Está bien, pero que quede claro que yo no pedí que unas piedras me golpearan ni una chica —Responde y se acerca al portal —Quiero un perrito nuevo.

—Un perro ¿En serio? —Lo critica Edd.

—No se me ocurrió otra...

Es interrumpido por el sonido del óvalo en la pared que comienza a perder su brillo lentamente.

—Creo que ya no funciona —Habla Edd, cruzándose de brazos.

Antes de poder decir algo más comienza a escuchar un rugido que cada vez se hace más intenso y antes de que el portal se apague del todo sale de él una criatura como un hombre delgado pero en cuatro patas, como un animal con garras largas y rostro de un lobo con su boca llena de colmillos.

—Eso no es un perrito normal...—Se limita a decir Oliver mientras deja escapar una gota de sudor frio por su frente.

La criatura gruñe y se lanza contra Oliver, prendiéndose de un mordisco a su brazo izquierdo y tirándolo hacia una pared, haciendo que golpee la cabeza y arrancándole parte de sus abrigos e incluso de su piel, dejando salir aquel líquido rojo espeso. Todo comienza a dar vueltas y ponerse oscuro para Oliver, solo logra ver cómo el animal se dirige hacia él nuevamente con pasos lentos, como un lobo que está por terminar con una pobre oveja malherida. Pero una silueta entra corriendo y lanza algo brillante y de color blanco al perro mutante. Pero antes de poder hacer o decir algo, queda inconsciente.