La Excusa Perfecta
—¿Agradarte?
Los ojos de Freya se abrieron con incredulidad.
No entendía por qué una persona influyente como Titus intentaría congraciarse con un estudiante universitario común como Connor.
—Sí, Titus siempre ha estado tratando de agradarme. Se me ha acercado varias veces en privado, ¡pero lo he rechazado cada vez!
Connor hizo una pausa y luego continuó:
—De alguna manera, Titus se enteró de mi relación con Thomas, por lo que quería que yo le ayudara a pedirle algo a Thomas. No quería meterme con ellos, ¡así que nunca accedí a la solicitud de Titus!
—¿Y después? —Freya parpadeó y preguntó.
—Ya sabes lo que pasó después de eso. Antes de venir, contacté a Titus y le pedí un favor. Él tomó la iniciativa de admitir que el jarrón era falso, pero de hecho, ¡el jarrón era real! —lentamente, Connor explicó.
—Pero si hace eso, ¿no perderá un jarrón por nada?
Ese jarrón valía cuarenta millones de dólares. ¿No quería Titus el dinero solo por las palabras de Connor?
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