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Obteniendo $10 Billones De La Nada

Connor McDonald trabajaba a tiempo parcial repartiendo comida. Un día, tuvo que llevar comida a un hotel tristemente célebre por ser un hotel sexual. Cuando la puerta de la habitación se abrió, no pudo creer sus ojos. Su novia estaba medio desnuda, abrazada a un niño rico de su clase. —Bueno, ahora que lo has descubierto, supongo que es hora de que lo sepas —se burló el niño rico—. Tu novia está saliendo conmigo ahora. —Connor, olvídate de mí. Eres huérfano y no tienes dinero. Incluso si repartes comida por el resto de tu vida, no hay forma de que puedas competir con él. No eres lo suficientemente bueno para mí. Terminemos —dijo su novia. Connor estaba completamente atónito, preguntándose por qué Dios impediría a la gente pobre tener una relación normal. Justo cuando se sumía en el dolor, su teléfono sonó de repente. Recibió un mensaje de texto interesante. [Has recibido 1,000,000,000.00 dólares en tu cuenta.] —¿Qué diablos? —exclamó Connor—. ¿Quién demonios me acaba de transferir 1 mil millones de dólares?

Silent Wind · Urban
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¡Puedes usar la mía!

"En el dormitorio.

Connor miró la ropa en la bolsa y se sintió decepcionado.

Aunque Yelena era muy meticulosa, no solo había preparado ropa y pantalones para Connor, sino que incluso le había preparado zapatos.

Sin embargo, el amigo de Yelena no vendía ropa interior, así que Yelena ni siquiera pensó en prepararle ropa interior a Connor.

Sin embargo, si Connor no usaba ropa interior, se sentiría muy incómodo, especialmente cuando Yelena le compró un par de vaqueros.

—¿Qué debería hacer? —Connor estaba muy desamparado. Dudó un poco, luego le gritó a Yelena fuera del dormitorio—. Yelena, ¿me compraste ropa interior?

—Ah, olvidé eso… —Yelena respondió sin poder hacer nada.

—¿Puedes ayudarme a comprar otro par de ropa interior? —Connor frunció el ceño y gritó.

—Hermano, ¿qué hora es ahora? Los centros comerciales están cerrados desde hace tiempo. Encontré estas ropas en el almacén de mi amiga. Basta con que te las pones por una noche… —Yelena contestó hinchando los labios.

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