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Obito Uchiha en Danmachi

Cuando no tienes a nadie, el único en el que puedes confiar es en ti mismo. Obito de 14 años, llega a Danmachi. ligeramente op, pero limitado por la mentalidad de Obito. por el momento sin pareja definida.

BellvsAsterios · Anime & Comics
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26 Chs

Normalidad

Obito fue enviado volando, atravesó del aire. Su cuerpo estaba en trayectoria directa hacia una pared. Seguramente no sufriría muchos daños, las paredes de la mayoría de los edificios de este lugar eran delgadas, así que apenas sentiría el golpe.

Pero, aunque fueran delgadas, repararlas costaba dinero de igual manera. Podría haberse equilibrado en el aire y disminuir el impacto con algunos giros, o haber usado chakra para amortiguar su caída, distribuir la fuerza que llevaba realizando algunos giros.

Pero eso significaría demostrar una habilidad mayor a la que se supone debía de poseer. De todas maneras, si rompía la pared, él no tendría que pagarlo, eso lo haría la elfa que acaba de patearlo.

Miró la pared como si estuviera en cámara lenta, luego cerró los ojos.

Escuchó el grito de Ryuu.

Su cuerpo atravesó la pared con una facilidad aterradora, enviando escombros volando en varias direcciones. En realidad, Obito esperaba que esta pared lo detuviera, pero al parecer había subestimado la fuerza con que fue pateado, y había sobreestimado la dureza de la pared.

Ambos factores condujeron al inevitable resultado de que su cuerpo atravesara la pared, y todavía conservara la suficiente fuerza como para rebotar en el suelo y rodar hasta que se estrelló contra una pared de piedra dura.

En ese golpe sí dolió, incluso más que la patada de Ryuu.

Escuchó algunos jadeos de sorpresa.

Cuando abrió los ojos, se encontró con algo lamentable.

Una chica gato, de cabello negro, lo miraba con una expresión cansada. Ella estaba sonriendo, aunque una gota de sudor bajaba por su cabeza.

No parecía ni un poco preocupada por su seguridad. En realidad, Obito notó que las únicas preocupadas por su salud eran las chicas que estaba cocinando, de las cuales en realidad no conocía el nombre.

Agradeció internamente por que al menos ellas si estuviera preocupadas por su salud, aunque entendía que a las demás no les importara especialmente porque lo habían visto ser pateo y golpeado por Ryuu varios días seguidos.

Incluso había podido detectar rastro de culpa en sus rostros, aunque no entendía por que podrían sentirse de esa manera.

Y ahora mismo solo lo miraban con sonrisas tensas y nerviosas. muy sospechoso.

Obito sintió una presión aterradora. Moviendo su cabeza, miró hacia el techo.

"Oh, demonios", pensó Obito, mientras miraba la "pared" contra la que se había golpeado. En realidad era Mamá Mía, la dueña de este lugar, y al menos por el momento, la persona más fuerte que Obito había conocido en este mundo.

Obito rápidamente levantó su mano, y apuntó acusadoramente a la persona que estaba mirando a través del agujero producido por su cuerpo.

― ¡Fue su culpa!―, gritó el pelinegro. Ignoró la mirada traicionada en la cara de Ryuu. Aunque le debía muchas cosas, no podía aceptar recibir la ira de Mamá Mía. Era casi como enfrentarse a Kushina; uno nunca quería estar en el extremo receptor de su ira.

Mamá Mía lo miró fijamente. Obito se encogió ligeramente, luego movió su mano y lo golpeó en la cabeza. Esta vez, Obito no tuvo que fingir que el golpe dolía, porque sí le dolió. Una lágrima se formó en el borde de su ojo.

Mamá Mía lo tomó de su ropa y lo levantó en el aire, mientras lo arrastraba hacia afuera.

Obito, que iba colgando en el aire, aprovechó el momento para sobarse su cabeza. Sintió como si un mazo de metal lo hubiera golpeado.

Mía era probablemente tan fuerte como un Hokage, o al menos un poco por debajo de ese nivel. Incluso se atrevería a decir que al nivel de Minato-Sensei. Aunque, si era completamente honesto, no estaba seguro de esa afirmación, dado que nunca había visto a su Sensei completamente en serio, y lo mismo podría aplicarse a Mía.

Aun así, ambos exudaban esa aura tan peculiar de aquellos que son poderosos.

Había tenido curiosidad por esta mujer, así que había intentado verla usando su Sharingan. Aunque solo fue por un momento, dado que ella se había girado y había mirado en su dirección, lo cual fue desconcertante. Pues confiaba bastante en sus habilidades para ocultar su presencia al controlar su firma de chakra.

Pero, aunque solo fue por un momento, lo había visto o lo había sentido, eso decía mucho de las habilidades de esta mujer, por muy retirada de estuviera, seguía siendo alguien a tomar en cuenta.

El maná en el cuerpo de la mujer era denso, contenido.

No estaba seguro de cómo explicarlo. A diferencia del chakra de su maestro, que tenía un flujo refinado y controlado, el maná que recorría el cuerpo de la mujer parecía pesado, denso y poderoso.

Muy diferente a todos los aventureros que había conocido.

Mamá Mía le dio un golpe en la cabeza a Ryuu, haciendo que esta soltara una lágrima.

Luego los había regañado y obligado a reparar sus errores.

Obito pensó que era injusto dado que él fue brutalmente golpeado por Ryuu, pero como sabía que contra Mamá Mía no había que llevarle la contra, aceptó el castigo sin rechistar.

Obito se paró frente al agujero con una mirada analítica, cuando Ryuu le había preguntado para ser su compañero de entrenamiento el había aceptado sin pensar demasiado en ello, después de todo era su salvadora la que se lo había pedido, aunque sabia que tendría que mejorar su forma de contenerse o seria demasiado obvio.

Aunque luego no pudo evitar preguntarse porque de todas las personas se lo preguntaba a el específicamente, las chicas de la anfitriona de la fertilidad eran fuertes.

tampoco pregunto sobre eso, pero empezaba a entenderlo.

― Tenemos que conseguir madera y los materiales necesarios para repararlo. ― Dijo Ryuu con un enorme chichón en su cabeza.

― Sí. ― Obito estaba de acuerdo. ― Yo me encargo de la madera.

― Entonces yo buscaré el cemento.

Ambos asintieron y Ryuu se fue rápidamente hacia la calle principal.

Obito caminó por la misma dirección, aunque solo tenía planeado ir a su dimensión y producir la madera que necesitaría para reparar el agujero.

Cuando llegó a un callejón abandonado, extendió sus sentidos para buscar alguna presencia en los alrededores. Cuando no encontró a nadie, rápidamente se movió hacia su dimensión Kamui.

Cuando aterrizó, caminó por unos metros hasta llegar al lado de donde estaban sus armas. Hizo un par de sellos con sus manos y luego golpeó su mano contra el suelo de su dimensión. El suelo tembló y un momento después, un tronco de árbol grueso surgió del suelo. Obito tomó una de las espadas y con unos cuantos cortes, logró obtener las tablas.

Luego de 5 minutos, tenía las suficientes tablas de madera para reparar el agujero.

Se sentó un momento mientras esperaba que pasara el tiempo. Una media hora bastaría para no levantar sospechas. Meditó un momento y finalmente se puso de pie.

Su cuerpo comenzó a desaparecer hasta que, después de un momento, apareció en uno de los muchos callejones del callejón Daedalus.

Caminó con una media sonrisa en su cara.

Pero se detuvo luego de un momento. Se giró y miró hacia el interior del callejón.

― ¿Pasó algo? ― Obito había notado la presencia de Guruguru, y este se mostró sacando la mitad de su cuerpo de una pared. Mirándolo con curiosidad, el pelinegro esperó pacientemente la respuesta.

― Sí. ― dijo Guruguru. Obito lo miró un momento, en realidad había notado algo extraño en el comportamiento de Guruguru. Se preguntó si algo le había pasado.

Al principio no le había dado mucha importancia, pero desde su última incursión hacia la dungeon, Guruguru se había mantenido ocupado saliendo por su cuenta todos los días, mientras Obito estaba ocupado manteniendo la mentira de su trabajo, que no era mentira.

Como consideró que explorar el laberinto no era una actividad especialmente interesante para él, se había mantenido alejado de eso desde hace algunas semanas.

Aunque Guruguru lo había estado manteniendo informado sobre cualquier cosa que pareciera interesante, por el momento lo único que había escuchado era que al parecer este mes se había presentado un incremento en el número de aventureros heridos o muertos dentro de los niveles intermedios.

Obito estaba curioso por eso, pero no particularmente interesado. En primer lugar, que las personas mueran dentro del laberinto no era algo fuera de lo común, y él ya había cumplido con su parte al enviar un reporte a uno de los miembros del gremio de aventureros. Por el momento, simplemente no se podía obligar a sí mismo a que lo que había pasado en el laberinto, su encuentro con el tipo cabra y la chica de cabello rojo, le importara demasiado. Al final del día, eran asuntos de la gente de este mundo.

Moviendo sus ojos, volvió a centrar su atención en Guruguru. Él se había estado moviendo por su cuenta, y Obito no consideró que eso fuera malo. En primer lugar, en este mundo no estaba Madara y el Shinju estaba dentro de su dimensión. Además, el propio Guruguru había dicho que el motivo de su existencia era llevar a cabo el plan Ojo de Luna, pero en este mundo donde las bestias con cola no existían, él ya no tenía ningún motivo para seguir con ese plan.

Así que, naturalmente, Obito había decidido concederle cierto nivel de libertad a Guruguru y dejar que él se entretuviera como le viniera en gana, aunque de manera obvia había establecido ciertos límites, los cuales Guruguru aceptó con facilidad.

― Obito, se están esparciendo rumores.

― ¿Rumores? ― Obito alzó una ceja.

― Sí, algo así como 'un aventurero excéntrico que, usando una máscara de payaso, ayuda a aventureros en problemas sin pedir nada'.

Obito se quedó en silencio.

Más o menos se podía hacer una idea de quiénes habían empezado esos rumores. En realidad, no le importaba mucho, dado que ese fue el motivo por el que había actuado tan descaradamente en la mazmorra, interviniendo sin molestarse en usar un Genjutsu para ocultar su identidad.

Necesitaba crear una imagen, así como Madara y él habían planeado usar su nombre para moverse por el mundo ninja. Obito había considerado prudente crearse una identidad propia para que los gremios y familias empezaran a ser conscientes de su presencia, alejando claramente toda la atención posible del orfanato de María y del huérfano con cicatrices que estaba actualmente en él.

Si tenía éxito en crear una imagen con una décima parte de la reputación de Madara, podría llegar a aprovecharlo en el futuro.

Después de todo, como el mismo Madara le había enseñado, uno siempre tiene que ver más allá de lo evidente. Planes y más planes para conseguir sus objetivos.

Aunque, por el momento, su único objetivo era proteger al orfanato y a las personas que lo habían ayudado en este mundo.

― Ya veo, eso está bien ―dijo Obito con una sonrisa. Guruguru lo miró por unos momentos y luego dijo―: Por cierto, Bobito, creo que voy a irme por un par de días.

Obito miró a Zetsu directamente y, por unos segundos, ninguno de los dos dijo ni una sola palabra. Aunque Zetsu no le estaba pidiendo permiso, tanto como le estaba avisando lo que pasaría, Obito sabía que el hecho de que Zetsu le dijera esto era por un motivo. ¿Confianza? ¿Respeto?

Ninguna de esas dos cosas parecían encajar con el ser en espiral.

― ¿Necesitas algo?

― . . . ― Guruguru levantó sus brazos y llevó sus manos a su pecho, luego juntó sus dos dedos y comenzó a moverlos en círculos―. ¿Podrías darme algunas de esas cosas para curar?

"Está bien... esto es raro". De todas las cosas, nunca imaginó que él fuera a pedir eso. Aunque se sintió un poco aliviado, si Guruguru hubiera decidido robarlas de los aventureros o de la propia tienda donde se vendían las pociones, habría sido peligroso. Y, sinceramente, no estaba seguro de que Guruguru pudiera ser exactamente sigiloso cuando lo hiciera.

― Claro.

― ¡Yeeiiii! ―exclamó Guruguru mientras alzaba sus manos.

Obito extendió su mano en el aire y, luego de unos momentos, cuatro frascos se materializaron en su palma. Con un movimiento, el Uchiha los lanzó a Guruguru, quien los tomó. El agujero en espiral se abrió y, como si esa fuera su boca, lanzó los recipientes dentro. Luego volvió a su forma normal.

― Por cierto, ¿por qué me las pediste? ― el pelinegro estaba muy curioso sobre eso.

― Las que tienen los aventureros más débiles no funcionan muy bien, y las mejores las tienes tú. Los aventureros que me dan miedo y, en las tiendas, usan magia complicada para protegerlas. Era más fácil para Guruguru pedírselas a Bobito.

La expresión de Obito se volvió plana. casi pudo imaginar a Guruguru intimidando a aventureros de nivel uno para robarles sus pociones, o intentando entrar a una tienda y tomarlas, esperaba que no hubiera intentando ninguna de esas cosas, y solo estuviera bromeando.

Probablemente había sobreestimado el sentido común de Guruguru. aunque noto vagamente que el ser en especial no había respondido exactamente a su pregunto, decidió que lo dejaría ser.

Guruguru era lo único que quedaba se su mundo original, y Obito se sentía un poco pegado a el por ese motivo, era el único que sabia todo sobre el, y eso solo fue incrementado por el hecho de que el ser espiral había estado a su lado en los momentos mas difíciles de su vida.

incluso cuando el había potencialmente hecho imposible de realizar el motivo por el cual el había proclamado vivir, Guruguru nunca le reclamo nada, e incluso lo acompaño en sus acciones. había algo mas que un sentimiento de gratitud en el corazón de Obito hacia este zetsu.

aunque cuando había tomado ese "decisión", se vio obligado a eliminarlo del mundo ninja, porque no tenia ni idea de que era lo que el potencialmente podría realizar. una punzada de culpa atravesó su corazón.

― Entonces, me voy. ― Guruguru se deslizó dentro de la pared, mientras se despedía de Obito con un movimiento de mano.

Obito lo observó irse, antes de soltar un suspiro.

Comenzó a caminar hacia el orfanato.

Empezó a divagar un poco mientras recorría las pocas calles y callejones antes de llegar al lugar.

En primer lugar, estaba el hecho de que aún no tomaba una decisión concreta respecto a qué hacer con la familia "Soma". Sabía que la forma más rápida de lidiar con ellos era eliminarlos, pero el problema de hacer un movimiento tan descarado era que seguramente llamaría la atención de las demás familias de Orario.

Y aunque estaba seguro de que a nadie le importaría si unos pedazos de mierda desaparecieran, estaba el hecho de que la familia Soma, al parecer, producía vino.

Aunque, por lo visto, no era un vino común y corriente, era el mejor vino que se podía producir en este mundo. A muchos dioses les encantaba, y claramente no había necesidad de nombrar a los propios humanos.

Se decía que cualquiera que lo probara no lograría volver a encontrar placer en tomar ningún otro tipo de alcohol. Ese vino fue lo que llevó a que Lili hubiera sido tratada como una basura por los miembros de su familia, pues todos ellos solo querían conseguir dinero para poder comprar más de ese vino.

Obito no podía entender por qué alguien se volvería tan desesperado por eso.

Pero el hecho estaba que eso pasaba, y con mucha más frecuencia de la que cualquiera le gustaría reconocer. 

Guiados por esa desesperante necesidad de tomar ese vino, muchos aventureros usaban cualquier medio para conseguirlo, y entre esos métodos estaba usar a los más débiles como recolectores de dinero. 

Obito cada vez estaba más convencido de que haría un favor a este mundo si desapareciera esa familia, pero no podía hacerlo tan a la ligera.

Los dioses son caprichosos.

Obito no estaba seguro de cómo reaccionarían si eliminaba algo que ellos apreciaban.

Los dioses eran, por el momento, seres desconocidos y potencialmente peligrosos. Después de todo, el término "dios" no es algo que se pueda tomar a la ligera, así que mientras Obito no hubiera probado las aguas con ellos, prefería mantenerse al margen.

Así que sí, a menos que la familia Soma volviera a realizar un movimiento estúpido en contra de Lili, Obito los dejaría ser, al menos por el momento, y eventualmente se encargaría de ellos.

Soltando un suspiro, Obito relajó sus hombros y llegó al patio de la iglesia. Cuando llegó, vio a los niños en el centro, mientras realizaban diversos ejercicios.

Una sonrisa se formó en la cara de Obito.

También estaba el entrenamiento que había prometido a los niños del orfanato.

Obito observó con orgullo cómo cada niño realizaba diferentes tipos de ejercicios, estiramientos ligeros, y algunos practicaban movimientos que él les había instruido. Como aún eran muy jóvenes, la mayor parte de sus ejercicios estaban centrados en entrenar los músculos de sus cuerpos, para que se volvieran flexibles y aumentar su destreza.

Obito había diseñado su entrenamiento para aumentar su destreza en batalla, más que para desarrollar sus capacidades físicas. y obviamente había establecido una cantidad pequeña de tiempo para que ellos entrenaran, de nada servía forzar sus cuerpos entrando mas tiempo del necesario.

Aunque odiara admitirlo, una vez se convirtieran en aventureros, la forma más rápida en la que podrían incrementar su velocidad, resistencia y fuerza era uniéndose a una familia y recibiendo la bendición de algún dios. Si ellos tenían experiencia en batalla y destreza, fácilmente podrían incrementar gradualmente su fuerza en sus incursiones al laberinto.

Obito se había tomado la molestia de observar el estilo de pelea que tenían los aventureros, y copiarlo con su Sharingan. Luego había incorporado cosas de su propio repertorio para complementar el estilo. 

El taijutsu que él usaba estaba mayormente basado en el del clan Uchiha, por lo que alguien con buenos ojos seguramente sería capaz de reconocer los patrones. Así que Obito le estaba enseñando algo diferente, después de todo, no quería que se creara ningún tipo de conexión entre el Obito Uchiha que estaba en el orfanato, y el que usaba la máscara espiral.

Nada mejor que tener dos estilos de combate completamente diferentes.

Negando con la cabeza, caminó hacia los niños.

―Hey. ― Con un saludo casual, todos los niños se volvieron para mirarlo.

―Obito-Sensei ― todos ellos dijeron al mismo tiempo. Una gota de sudor bajó por su cabeza, aunque les había dicho que podían seguir llamándolo como lo hacían antes, ellos eran tercos con el hecho de que ahora era su maestro.

―Parche-Sensei. ― Obito se giró para mirar al pequeño elfo que le había dicho eso, le dirigió una sonrisa forzada. Su último agregado a su apariencia había sido un parche que cubría su ojo. María se lo había regalado, para que Obito dejara de cubrir esa parte de su cara con su cabello.

Aunque al principio se sentía extraño, no tardó en acostumbrarse.

Miró al niño un momento, la mayoría lo respetaba, pero había tres niños que no lo hacían, o su manera de mostrar respeto era irrespetándolo por completo.

Soltando un suspiro, Obito sonrió y, extendiendo su mano, detuvo el puño de Rye. Luego giró su muñeca e hizo que el niño se cayera hacia adelante. Tropezó un poco pero no cayó al suelo.

―Sabes, esa no es una manera agradable de recibir a tu maestro.

―¿Qué te pareció mi golpe? ¿No crees que he mejorado mucho?

―Nah, fue bastante malo, no has corregido ninguna de las cosas que te señalé la última vez. ―Obito dijo con un tono aburrido, mientras continuaba caminando hacia el interior del orfanato.

Rye hizo una mueca de molestia y siguió a Obito.

Obito lo notó pero no reconoció su presencia. De alguna manera, la actitud de Rye le recordaba a sí mismo, y aún no sabía cómo tratar con esa actitud. Así que había optado por permanecer tranquilo la mayor parte del tiempo, como su propio maestro lo había hecho cuando tenia que comandar aun equipo donde estaba un niño gritón, y un egocéntrico loco por las reglas, pensándolo bien rin era la única normal de su grupo.

Aunque claramente no estaba funcionando.

"Ser un maestro es un dolor en el trasero" ―pensó el Uchiha mientras entraba a la sala principal de la iglesia. En el interior estaba María junto con algunos otros niños, preparando algunos ingredientes.

―¿Obito? ―María dijo con una expresión sorprendida. Hoy era el día libre de su trabajo, y le había dicho que estaría entrenando junto con Ryuu, la amiga elfo de Syr durante toda la tarde, aunque claramente no era la tarde. ―Llegas temprano, aún no está lista la cena.

―Solo vine de pasada, volveré por la noche, y seguramente comeré algo en la anfitriona de la fertilidad.

Obito dijo mientras juntaba sus manos en signo de disculpa. María sonrió.

―Oh, está bien, solo ten cuidado, no deberías de andar por las calles tan tarde.

La preocupación brillando en sus ojos.

―Estaré bien. Y muchas gracias. ―Obito dijo con una sonrisa, mientras se sentaba en una de las sillas disponibles.

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Muchas gracias a los que siguen esta historia.

Si notan que en algún momento cambio los nombres de los personajes es porque varia un poco dependiendo de la traduccion XD, a veces leo la novela o el manga para refrescarme la memoria y pongo el nombre que veo en ese momento jaja 

Sinceramente tenia planeado algo con la familia soma, pero me aburrió luego de darle algunas vueltas y decidir irme por otra linea de la historia, Obito se encargara de ellos, pero no le daré mucha importancia a ese asunto. No creo que valgan la pena.

Ahora va a comenzar un pequeño arco con la familia Freya, y luego volveremos con Revis-sama.