Hazel permanecía inmóvil. Las palabras se las había dicho Stefan miles de veces, pero nunca le prestó atención. Pero ahora...
—No digas eso... tiene que haber alguna manera —dijo ella negando con la cabeza de manera insistente. ¡No! No iba a creerlo. Le habían dicho que él nunca despertaría, pero ahí lo tenía frente a ella. Si un milagro podía suceder, seguro que podría suceder otro.
—¡Tiene que haber alguna manera!
Rafael negó con la cabeza.
—Puedo sentir el dolor palpitante en mi corazón y el deseo de atacar a cada persona que veo. Mis sentidos siempre han sido fuertes. Podía escuchar las voces desde otro rincón del palacio, escuchar el latido del corazón de las criadas a mi alrededor y escuchar los pasos de la gente caminando a mi alrededor. Pero siempre he podido controlarlos y prestar atención solo a las voces que quería escuchar.
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