1029 ¡Apoyo!

Sus dedos se tocaron. Li Lanfeng miró a Ling Lan y sonrió. Ling Lan casi se deslumbró con su sonrisa.

Ling Lan le recordó tranquilamente con una cara fría: —No tienes que sonreír delante de la gente en la que confías. Es un mal hábito.

Ling Lan lo pensó cuidadosamente antes de continuar: —Es peligroso.

«¡Maldita sea! Ni siquiera yo puedo manejar tu sonrisa. Sangre, por favor, no salgas de mi nariz. ¡Para mantener mi reputación como su jefa, debo evitar que este demonio sonría delante de mí!»

Ling Lan no creía en su resistencia contra una sonrisa tan hermosa. Por lo tanto, decidió evitar completamente que sucediera en su lugar.

Li Lanfeng se conmovió con las palabras de preocupación de Ling Lan. Calentó su corazón de piedra. Solo Ling Lan era capaz de calentar su corazón. Li Lanfeng nunca quiso dejar ir ese sentimiento. Quería más de él. Incluso tenía el deseo de mantener todo ese calor para sí mismo.